La mujer invisible
Sinopsis de la película
El profesor Gibbs inventa una máquina que puede hacer invisible a la gente, y la usa con Kitty Carroll, una atractiva y aventurera modelo. Pero unos gansters roban la máquina para su jefe, así que tendrán que enfrentarse a la mujer invisible.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Invisible Woman
- Año: 1940
- Duración: 72
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Opinión de la crítica
Película
4.9
63 valoraciones en total
No tiene nada que ver con las 2 primeras películas del hombre invisible, esta tiene una historia totalmente distinta que no tiene ningún punto en común (excepto el tema de la invisibilidad, claro).
Pese a eso, es una película bien hecha, muy muy cómica (sobre todo por el mayordomo) y poco seria.
Los efectos especiales no son nada nuevo con respecto a las 2 anteriores, la trama es algo simple y, la verdad, no demasiado currada, y las actuaciones son correctas.
¿Quien dijo que no había igualdad entre ambos sexos? Al menos en el cine eso es una gran mentira. En cuanto salía alguna producción, como el hombre invisible , no se tardaba demasiado en hacer la mujer invisible . Si aparece Batman en pantalla, pronto se lleva también a Catwoman. Si apareciera el hombre jabalí, también tendríamos la mujer jabalí. Por desgracia, estos subproductos no tienen ni la cuarta parte de la calidad que suele atesorar la original, y en este caso la situación es peor de lo que cabía esperar.
Edward Sutherland no es James Whale. Está claro desde los primeros minutos, la dirección es mediocre y, a pesar de contar con los mismos truquitos que Whale su ejecución es bastante nefasta. Podemos apreciar hasta sombras donde no deberían verse y algun que otro fallo más de ese estilo (sin llegar a ser Ed Wood, eso sí). El ritmo es pesado para una comedia como la que presenta y sin duda su trabajo no pasará a la posterioridad como si lo hizo el trabajo de Whale.
Virginia Bruce no es Claude Rains. Ni siquiera una sombra de él. A Rains le bastó una toma en la que aparecía para pasar a la posterioridad, ese misterio de toda la película sin verle el rostro le daba una dimensión fabulosa a la película. La película de Sutherland es tan mala que no se esmera ni en copiar lo bueno que tenía la de Whale. Virginia Bruce no es que consiga ponerse a la altura de un Claude Rains, es que como actuación es más que mediocre. Podría hacer un chiste fácil sobre ser la mujer invisible y la poca presencia que tiene la mujer en pantalla, pero con mencionar lo mediocre que es su personaje y la nefasta actuación es suficiente. Los secundarios desde luego no ayudan en absoluto.
La mujer invisible no es el hombre invisible. Y para ser sinceros tampoco es que lo intente. Realmente es una estupidez comparar ambas películas porque son dos géneros bien distintos. Mientras una (la buena) era una película de terror clásico inolvidable, ésta es una comedia que acaba terminando en un increíble romance (increíble porque no hay nadie que pueda creerse semejante pareja tan mal interpretada y con tan poca química, no por ser bueno). El problema está en que la comedia es muy mala, y no porque haya envejecido mal como le ha pasado a otros clásicos. Estamos ante el humor más básico y aburrido del mundo, ante el más infantil de todos, que se basa en ver tropezones durante toda la película y en asistir a desmayos de manera continuada por parte del asistente, un asistente que es de los personajes con menos gracia que yo recuerdo en mucho tiempo.
Mala dirección, fatídica actriz y nefasta película. No se sufre mucho por su escasa duración, pero ese humor tan simple y ese romance forzadísimo convierten a esta película en uno de mis clásicos favoritos para la desintegración inmediata.
En la evolución de géneros como el de terror se fue pasando de unos, generalmente buenos, trabajos originales, a unas segundas partes exigidas por las audiencias y convenientes taquilleramente, para irse decantando, en una in-extremis explotación de la leche que da la vaca, al género bufo cuando no a infumables producciones serie B, C o casi siempre Z, solo aptas para mentes en estado catatónico irreversible. Así que, como el que no se conforma es porque no quiere, haremos un gesto de buena voluntad y rescataremos de la inquisidora pira de celuloides a esta Invisible Woman por una serie de razones que, consideradas individualmente, no conseguirían absolverla de sus pecados, pero que en conjunto, y con cierta generosidad por nuestra parte, lo hacen.
Una de tales razones es la presencia de John Barrymore, una estrella del firmamento de Hollywood cuya luz en trance de extinción era aún suficiente para interesar a propios y extraños. Con una memoria que no pasaba por su mejor momento y auxiliándose en notitas que distribuía convenientemente por el set de rodaje, Barrymore recrea con éxito su personaje de científico loco, un tanto a lo profesor Bacterio sin Ibáñez.
Los efectos especiales, cuya calidad fue valorada por la Academia, también son notables. Evidentemente, vistos en el contexto de su tiempo, y reconociendo que eran mejorables.
Del resto de interpretaciones destaca la de George, el mayordomo, (Charles Ruggles) aunque sus exageradas gesticulaciones derivan demasiado el film hacia una screwball alocada muy distante de aquellas que dieron fama al género (recordemos La fiera de mi niña). También la asistenta (Margaret Hamilton: La bruja de El Mago de Oz) demuestra buen hacer y conocimiento del oficio.
En el lado malo de la balanza, la colección de gángsters comandados por un llorón Homolka, la ridícula escena de la liberación de los cautivos en México, y en general ese tono de película de El Gordo y El Flaco pero sin Stan ni Oli y por supuesto sin su inconfundible música.
Y apunto igualmente como crítica ese tono vodevilesco que planea sobre la película en la medida que a la protagonista, una agraciada rubia que desea la invisibilidad para vengarse de un despótico jefe, se la supone moviéndose a sus anchas como su madre la trajo al mundo. Ese toque deshabillé no explotado en la versión masculina supone un recurso fácil a la risa aunque apoyarse en este tipo de elementos tan socorridos pone en evidencia la limitada imaginación de los guionistas.
En resumen y contando con que tuvo una aceptable acogida en su tiempo (por el público no así por la crítica) y por aquello de que el pueblo es sabio, la salvamos de las brasas playeras y sanjuaneras de esta noche de verano.