La mirada del silencio
Sinopsis de la película
A través de la película documental The Act of Killing, de Joshua Oppenheimer, sobre los responsables del genocidio en Indonesia, una familia de supervivientes descubre cómo fue asesinado su hijo y la identidad de los hombres que lo mataron. El hermano más joven se decide a romper ese silencio y miedo con el que viven los supervivientes, enfrentándose a los responsables del asesinato de su hermano, algo inimaginable en un país en el que los asesinos siguen en el poder.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Look of Silence
- Año: 2014
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
7.8
82 valoraciones en total
Aquellos que sostienen que el ser humano es bueno por naturaleza, comenzarán a dudar tras ver esta, junto a The act of killing, obra impagable de Joshua Oppenheimer. Nadie puede aprender tanta maldad en la corta vida de un animal inteligente, y es que cuesta hablar de personas cuando escuchamos el orgulloso testimonio de quienes destripaban, degollaban, humillaban y se bebían la sangre de sus víctimas (según ellos como medida de precaución de accidentes laborales, pues esto impedía que se volvieran locos). Cuentan y cantan los asesinos, en su estúpida ignorancia, que deberían ser reconocidos y premiados por los USA que les enseñaron a odiar a los comunistas, y que lo pasado, pasado está, que ese millón de seres torturados y decapitados son el precio que había que pagar para tener la democracia que tienen.
Este vergonzoso episodio de la humanidad, como otros muchos, no aparecerá en los libros de historia, y menos en los colegios indonesios, porque todos sabemos que la historia la escriben los vencedores y está claro que ni el millón de exterminados ni sus familias han ganado nada, ni siquiera el reconocimiento de la atrocidad ni el balsámico arrepentimiento de los verdugos.
Pero lo que convierte esta matanza en una monstruosidad sin precedentes, no son ya los métodos y vanagloria de los carniceros, es el silencio cómplice de quienes colaboraron con su cobarde pasividad en los últimos años de Sukarno y los primeros del nuevo orden , apoyados por los Estados Unidos y los inversores extranjeros, a quienes no les importó acumular riquezas sobre los cadáveres de los sindicalistas, para satisfacción de los cargos políticos corruptos y comisionados. Es obsceno, después de que gracias a la heróica labor de Joshua y otros, como nuestro profesional de la optometría, se hayan desvelado los hechos, que nadie mueva un músculo para restablecer la dignidad de los agredidos por la injusticia salvaje.
La cruel hipocresía de las religiones, acompañada del terrorismo de quienes inventaron el término para justificar sus vendettas, y así entronizar su poder y el de sus intereses económicos, nos seguirá llevando a matanzas que restan fuerza moral a estos falsos profetas de las democracias y las libertades de los pueblos.
Y de ahora en adelante no diga valiente, diga Joshua, o diga Adi.
Que el ser humano es una criatura capaz de las crueldades más aberrantes es algo que ya sabíamos. Lo que hace esta película es pasar al otro lado y hablar de la manera en que una sociedad afronta las atrocidades cometidas: la necesidad de la denuncia, el sentido de la responsabilidad, el perdón, la culpa… El hecho de que la acción se sitúe en un país al otro lado del globo terrestre no debe importarnos. En esta película, la denuncia política tiene una importancia secundaria. Más allá de que haya un régimen dictatorial que promueva y proteja semejantes barbaridades, lo que impresiona es la cobardía de los verdugos y sus familias a la hora de asumir su responsabilidad, el afán por tapar burdamente una realidad clamorosa, y la falta de dignidad para pedir perdón y dar la cara ante una comunidad que necesita respuestas para superar el pasado y enfrentarse al futuro.
Cuando el propio Oppenheimer y el hermano menor de una víctima se enfrentan cara a cara a las familias de los verdugos, la reacción que provocan no es de afirmación, ni de negación, ni de arrepentimiento, sino de mera incomodidad. La mirada del silencio es un apropiadísimo título sobre lo que Oppenheimer quiere decirnos, del mismo modo que el cartel de la película y la profesión del protagonista constituyen signos de evidente carga simbólica. Más que denunciar la violencia en sí misma (que, por cierto, es de un salvajismo sólo propio de la raza humana), el documental es una denuncia contra el empecinamiento obstinado de hacer como si nada hubiera pasado, en una actitud tan ingenua como inútil, que sólo sirve para prolongar la sensación de injusticia. La infinita paciencia de quien necesita entender contrasta con el sentimiento de vergüenza que despiertan las grabaciones y relatos sobre lo que ocurrió. Oppenheimer afronta la barbarie no mediante su exhibición más o menos directa, sino mediante el relato escandalosamente despreocupado de quienes intervinieron en ella. Inteligente manera de afrontar esta historia. Tan grave como aniquilar a un semejante es optar por ignorarlo todo.
Dos años después de presentar The Act of Killing junto a Christine Cynn, el realizador Joshua Oppenheimer ofrece este nuevo trabajo, que igual que su predecesor, se centra en la actual sociedad de Indonesia y en las repercusiones que hubo tras el Golpe de Estado de 1965, momento en que se forjó un terrible genocidio en contra de los comunistas, donde escuadrones de la muerte mataban a sangre fría, en The Act of Killing algunos líderes de estos escuadrones hablaban sin tapujos frente a la cámara sobre las atrocidades que cometieron.
En The Look of Silence hay una mirada diferente, aún más humanista e intimista lo que le da un significado aún mayor al film, motivo por el cual me parece superior a su antecesora sin demeritar lo valiosa que también resulta. En este caso se centra en un joven oftalmólogo quien vive con sus ancianos padres, su hermano mayor fue brutalmente asesinado durante los eventos ya mencionados. Acompañado por Oppenheimer, emprende la búsqueda de los hombres quienes lo asesinaron, para confeccionarle unos anteojos, pero también entrevistarlos y con serenidad confrontarlos.
El documental como si fuera una película de suspenso, tiene momentos donde se respira una tensión inimaginable, se observa en pantalla pero se siente en la sala de cine, este hombre nos ofrece su mirada, triste y pensativa mientras traga grueso cuando confronta a estos hombres o cuando, en su casa observa los vídeos grabados por el director entrevistando a estos asesinos.
Indonesia está lamentablemente sumida en un problema gravísimo, los gobernantes continúan siendo esas personas que dieron dicho Golpe de Estado, en un contexto diferente pero donde aún sigue una constante represión. Donde dicen que lo pasado, pasado, tanto ganadores como perdedores se aferran a esta frase, los primeros por obvias razones, están bien posicionados y fueron los triunfadores, los segundos por el temor y por no querer volver a revivir tan atroces momentos.
De ahí lo valioso del trabajo que hace el realizador y este hombre de hacer frente a dicho acontecimiento, si bien, la Guerra Fría ha quedado en el olvidó (momento en el que se desencadenaron estos brutales hechos), aún en dicha sociedad se continúa viviendo de forma latente y muy fuerte, ejemplificando esto claramente en la secuencia donde se asiste a una escuela y en una clase de Historia sobre estos acontecimientos, se narra una Historia oficial, totalmente distorsionada de la realidad.
Joshua con sus filmes busca contar la verdadera historia de lo ocurrido en Indonesia, arriesga su vida pero la arriesgan aún más quienes aparecen en ella o ayudan en la producción, hay que ver los créditos finales y la gran cantidad de anónimos que aparecen para que se lograra realizar este documental, un trabajo imprescindible.
En esta segunda entrega, grabada al mismo tiempo que la multipremiada The Act of killing (2012), Oppenheimer se reservaba un as en la manga: las victimas mostrando la verdad cara a cara a sus verdugos. No hay palabras para describirlo. La reflexión que eso conlleva sobre la grandeza y la miseria de los seres humanos es sobrecogedora.
Aún se permite el director rodar con exquisita delicadeza y enmarcar en bellisimas imágenes la cuota de horror que periódicamente desde que el hombre existe le toca pagar a cualquier parte del mundo.
Imprescindible.
Joshua (no hace falta que diga su apellido, bien sabida es la razón) vuelve a golpear duro en el corazón, en nuestra mente ajena a los hechos históricos de un país lejano, en nuestros ojos sobresaturados de imágenes abruptas e insípidas.
The Look of Silence sigue la estela de The Act of Killing. Podrían haber constituido una misma película fácilmente, exponiendo todas las caras del horror que nos muestra. Pero es sobre todo en su segunda mitad donde Joshua marca sus nuevos horizontes y expectativas de acercarse a una família cuyo hijo sigue teniendo la conciencia intranquila y está dispuesto a jugarse la vida para saber qué ocurrió en el pasado con su hermano asesinado al que nunca pudo conocer
Su protagonista, cuyo hermano como digo fue vícitma del genocidio de los 60, curiosamente se dedica a graduar la vista a la gente, lo cual no deja de resultar magnífico como metáfora para intentar hacer ver a sus compatriotas cuando los visita los horrores que causaron desde otra perspectiva – con otras lentes, si se prefiere – mediante diálogos y silencios, arrancando pequeños pedazos de esperanza que por desgracia terminan diluyéndose.
Aunque muchos encontraban cierta esperanza en The Act of Killing por el poder con el que la cámara de Joshua conseguía hacer consciente de su barbarie a uno de los líderes de los asesinatos, aquí dicha esperanza parece ser mucho menor. Muchos parecen llorar o arrepentirse de alguna forma, pero ninguno acepta realmente ninguna responsabilidad. Todo fue culpa de otras personas o de ciertas circunstancia ajenas que ellos no podían controlar.
Una de sus frases más chocantes, que por desgracia no recuerdo exactamente, venía a decir algo así (dicha por uno de los asesinos en el poder): La política consiste en conseguir tu objetivo de la manera que sea .
Joshua no mueve la cámara, se juega el cuello al igual que su protagonista, recibe más quejas y amenazas que nunca por las conversaciones incómodas a las que están llegando con sus preguntas. La tensión incluso se palpa en alguna ocasión.
No sé si la nominarán o no este año. Poco importa, y poco le importará a Joshua mientras la historia de Indonesia siga siendo ignorada por los otros países.