La mina del diablo
Sinopsis de la película

El sueño común a los catorce años es comprar el último disco de Simple Plan, poseer unas Converse, el MP3 o móvil de última generación y la nueva entrega de Harry Potter. Lo normal, vaya. Basilio Vargas también tiene catorce años, pero hasta ahí llega la coincidencia, el resto es otra historia. Él es boliviano, cabeza de familia a cargo de una madre y un hermano menor, cobra entre dos y cuatro dólares diarios por trabajar, a veces manipulando dinamita, en las minas de plata de Cerro Rico a las que los indígenas no han bautizado en vano como la montaña que come hombres: ocho millones de muertos desde que empezaron a explotarse en el siglo XVI. Alrededor de Basilio y su familia, el mundo de los mineros, consolándose, a partes iguales, en Dios, en el demonio que habita la mina y de cuyo humor dependen sus vidas, y en las hojas de coca que mascan desde siempre para matar el hambre y el miedo. Esta historia de niños adultos nacidos sin suerte, es un revulsivo imprescindible para abrir los ojos de los más jóvenes a la realidad de la injusticia y desigualdad que campa a sus anchas y de paso, para preguntarse a gritos, con qué derecho algunos pocos poseen tanto.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Devils Miner aka
- Año: 2005
- Duración: 82
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Opinión de la crítica
7.1
66 valoraciones en total
Los documentos del tipo The Devil`s Miner suelen ser escalofriantes, duros y con pocas concesiones. La concisión eso sí aquí tiñe el documento con un halo lírico que es lo que realmente la catapulta a un escalón superior del documental denuncia.
La historia de la montaña que come hombres (vivos) y un niño llamado Basilio Vargas con 14 años que debe trabajar 24 horas para mantener a su familia. Su hermano con doce años le ayuda, abajo, en la oscuridad… con la luz de la bombilla que tienen en los cascos no habita Dios… y si habita uno es con cuernos y rabo… Hay algo contrariado… el diablo, al que también llaman ‘tío’, obliga a tomar coca, a beber, a contar las explosiones. A convertirse y ser su única creencia. Y esa lectura tan abrumadora es incluso más letal que esa historia de niños sin un futuro claro, de esa ecuación que provoca que la pobreza se solape a una realidad. Si van al colegio no podrán mantener a su familia, si van a la mina pueden morir. Tal vez ya han muerto.
La realidad es que cientos de miles de niños trabajan en minas de Bolivia y lo hacen porque es una de pocas posibilidades y oportunidades de empleo en muchas regiones del país. Las familias tienen que recurrir al envío de sus hijos para que trabajen en actividades arriesgadas.
Pero esa denuncia queda apagada incluso con la visión de de un reino donde Satán y sus leyes se encuentra por encima de Cristo… de cualquier atisbo de luz… y es cuando se vuelve a los orígenes: a tiempos de sacrificio de sangre.
Basilio Vargas es, a su pesar, un heroe de nuestro tiempo. Lo demuestra este documental que refleja la dureza del trabajo en las minas de Potosí, una ciudad boliviana a 4.500 metros de altura. Contar con el apoyo de la família Vargas y sobretodo con las palabras sinceras de Basilio ha sido para los realizadores del film clave para construir esta gran instantanea de un momento. El tio aterroriza dentro de la mina al espectador aunque llene de esperanza a los que en ella trabajan. Pero no se queda ahí. La cámara sale de la mina. Describe toda una vida.
Crudo y tierno documental que refleja la vida del minero boliviano, o mejor dicho de un niño minero que desde sus 10 años se ve obligado a trabajar en un oficio del cual es conciente que terminará matándolo.
El documental está muy bien estructurado, posee una fotografía preciosa de la ciudad de Potosí, plantea la tragedia del minero desde el punto de vista de un niño muy inteligente y locuaz a pesar de su origen humilde, nos habla de la discriminación que existe entre discriminados, las enfermedades de los mineros, las creencias donde se ve que Dios no entra a la mina por lo que se ven obligados a rendir tributo y pleitesías al Tío o diablo, no está de más contar que no permiten el ingreso a las mujeres ya que consideran que atrae al infortunio y termina arruinándoles la veta.
El Cerro Rico de Potosí tiene a su cuenta la vida de 8 millones de personas, casi todos indígenas, que equivale a la actual población boliviana.
Cuentan que en la época colonial hasta las herraduras de los caballos eran de plata, el Cerro Rico alimentó por años el desarrollo de Europa. Cervantes en su Quijote pone la frase vale un Potosí que significa que algo vale una fortuna.
Potosí fue una de las ciudades más grandes del mundo, hacia el 1650 tenía la misma población que París, Roma, Londres o Madrid.
Algunos escritores bolivianos, aseguran que en tres siglos de saqueo España recibió suficiente metal como para tender un puente de plata que comunique Potosí con la península Ibérica. Y es que la plata transportada a España en menos de un siglo, excedía tres veces el total de las reservas europeas, y en estas cifras no se incluye el contrabando.
Esta plata boliviana hizo posible el desarrollo económico de Europa, incluso la catedral de San Pedro del Vaticano fue terminada gracias al metal del diablo, valga la ironía.
Hoy Potosí declarada Patrimonio de la Humanidad es la ciudad más pobre de Bolivia, el país más pobre de Sudamérica. De sus entrañas se forjó la riqueza de muchos a costa de la vida de millones que trabajaron por migajas.
Dr.Juventus