La dama del expreso
Sinopsis de la película
Antes de que estalle la Segunda Guerra Mundial, un tren expreso atraviesa Alemania. Amanda Kelly, una joven heredera americana, conoce al inicio del viaje a la dulce niñera inglesa Miss Froy. La misteriosa desaparición de ésta y el empeño del resto de viajeros en negar la existencia de la pasajera pondrán en duda la verdadera identidad de la niñera y Amanda, con la ayuda del fotógrafo Robert Condon, iniciará una búsqueda frenética de Miss Froy en el tren. Remake de la película de Alfred Hitchcock del mismo nombre.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Lady Vanishes
- Año: 1979
- Duración: 97
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Opinión de la crítica
Película
5.8
27 valoraciones en total
No tenía conocimiento de que está película – una de mis favoritas del maestro – había sido remakeada, hasta que un día haciendo zapping en la tele me enganché con una película ya empezada, donde Cybill Luz de Luna Shepherd se la pasaba caminando por los estrechos pasillos de varios vagones mientras discutía con un compañero (Elliot Gould).
No fue sino hasta un rato que los sucesos en la pantalla me empezaron a sonar familiares, y me dí cuenta de que era la misma historia que La Dama Desaparece / Alarma en el Expreso (The Lady Vanishes, 1938).
Estas cosas siempre me parecen innecesarias, y casi sacrílegas cuando se trata de la obra personal de un director famoso, pero en esta ocasión debo reconocer que este remake me copó y me entretuvo muchísimo. No es una burda copia, sino que busca tener su propio tono, abordando el misterio de la abuela desaparecida (aquí muy buena Angela Lansbury) inclinándose más por los momentos de comedia slapstick y cierto divertido aire campy con que la pareja protagónica impregna sus diálogos.
Mucho del mérito se lo lleva la frescura de la Shepherd, me atrevo a decir en una de sus mejores interpretaciones. Una de las pocas remakes que gustarán tanto a quienes conozcan la original con los que debuten con la trama, y que no arruina a la obra verdadera.
YEGUÓMETRO:
La chica que viajaba con De Niro en el asiento del acompañante = 75%
Cualquiera puede reconocer que Alfred Hitchcock fue un genio creando tensión en un tren. Antes de su celebrada Extraños en un tren fue capaz de poner patas arriba una locomotora con un ligero toque de humor, otro tanto de crítica política y mucho suspense. The Lady Vanishes adaptaba la novela homónima de Ethel Lina White, escritora británica de novela criminal, que en manos de Hitch se convirtió en un gran éxito. El hombre de las mujeres de oro.
Una historia como la que ofrece Ethel no podía quedar en el olvido, así que en 1979 Anthony Page dirigió su propia The Lady Vanishes, sin apartarse apenas de la línea que marcó Hitchcock, pero aportando su propia visión de los hechos, con la libertad de actualizar los personajes aunque siguiese una misma línea temporal. Y la verdad es que no fue un error intentarlo.
La historia tiene mucha miga. The Lady Vanishes da protagonismo a dos mujeres, una que permanece, otra que desaparece. Para quien lo desconozca, dos mujeres se conocen al subir a un mismo tren con destino Londres, hasta que una de ellas desaparece. El misterio no surge con la desaparición, es la negación de todos los pasajeros de la existencia de la desaparecida la que desquicia a la otra mujer.
El paso de los años siempre ayuda a pulir historias, y siendo esta una que se sitúa en 1938, tanto la escritora como Hitchcock no pudieron más que imaginar lo que ocurriría posteriormente en Europa, y lo que para Hitch fue un ligero guiño a una inminente guerra, Page pudo poner nombre a los nazis, con referencias que ya todo el público era capaz de reconocer, coronando la presentación de personajes con una rubia espectacular que entre risas y alcohol se atreve a imitar a Hitler. Porque la gran protagonista es Cybill Shepherd, que tras Taxi Driver fue capaz de crear un personaje absolutamente disperso, interesante y atractivo. Con el vaivén del tren se nos van presentando a todos los personajes oficiales de la historia, con la gracia de elegir a Angela Lansbury como centro de la acción, la que posteriormente sería la reina del misterio con la serie Se ha escrito un crimen —el drama llama al drama, así que el suspense…—. Entre sus personajes se encuentran todo tipo de clichés (manía británicas, adulterio mal gestionado, estratos sociales) que inundan cada vagón con esquejes que alimentan la trama inicial, una actuación coral que nos lleva una y otra vez a Amanda, una mujer altiva, con vicios, convencida de sí misma que le da un giro extremo al personaje inicial del film que referencia, y que gana muchos puntos con ello. Porque sin la actuación de Cybill y el canallismo amanerado del personaje, la película sería poco más que una fotocopia. Arriesgando con este exceso de protagonismo, sin duda esta versión apuesta más por el humor que por el misterio, y sin perder la oportunidad de repetir con mimo las escenas que mejor marcaban lo que se narra en la película de Hitchcock, se atreve a radicalizar la motivación de tanto misterio y mentira, siendo más agresiva con los intentos de silenciar a la pasajera incómoda. A finales de los 70 ya no era tan fácil escandalizar al gran público.
Estos intentos de marcar humor y mala leche llevan a inventar nuevos escenarios y modificar subtramas al gusto, separándose de la copia y convirtiéndose en un homenaje con licencias —una que resulta maravillosa es obligarnos a fijar nuestra mirada en las torneadas (sic) piernas de la protagonista, con una escena totalmente opuesta a la que se proponía en el film original—. En esta ocasión se intercambian roles, y la réplica le toca a un molesto periodista (interpretado por Elliott Gould) que consigue el contrapunto perfecto para una mujer capaz de convertir su capricho y cabezonería en justicia.
Si la memoria de Hitchcock ha sido copiada plano a plano en más de una ocasión, esta actualizada versión de The Lady Vanishes no hará llorar a fanáticos ni perfeccionistas, encontrando la distancia exacta para que el vaporoso viaje en tren sea tan suave como el elegante e inadecuado vestido de la insidiosa Amanda.
Crítica para http://www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Tan necesario como innecesario remake de Alarma en el Expreso (1938), de Hitchcock, pero, indudablemente, superior en técnica, arte y vistosidad. Un argumento interesante el propuesto, en el que el pasaje de un tren niega a una mujer la presencia de una pasajera que al parecer, sólo ella ha visto, argumento intrigante que con Cybill Shepherd y Elliott Gould (viene muy bien aquí su pinta de ganso) se consigue un humor mucho más asequible que las tonterías expuestas en la anteriormente citada película.
Es una pena, no obstante, que el señor Page, aprovechando el conocimiento de los hechos pasado el tiempo y mejorando o completando algunas secuencias, no se haya decidido valientemente en cambiar la explicación del imbécil final que hizo el señor Hitchcock, que ya puestos a mejorar o actualizar su película, lo podía haber hecho sin esforzarse mucho, y la película habría ganado aún más, ya que a pesar de estar catalogada como comedia, el drama existe, por lo que habría quedado mucho más creíble, sensata y conforme a lo que la aventura exigía.
Interesante cinta, la postrera de la Hammer, poco valorada por ciertos críticos. Nos muestra una historia que transcurre ambientada en Alemania, pero rodada en la vecina Austria. Hermosas locaciones y describe el viaje de un tren expreso, donde la extraña desaparición de una pasajera lleva a la protagonista a hacer denodados esfuerzos por encontrarla. El poco agraciado Elliot Gould la secundará en la búsqueda. Angela Lansbury hizo un buen trabajo, lo mismo que la joven Cybill Shepherd en el papel principal. Fotografía en color de gran nivel. Resulta interesante revisarla y disfrutarla.
Remake del clásico inglés de Hitchcock Alarma en el expreso . Primero que se realizó del alguna de sus obras, un poco más tarde llegaría 39 escalones , aunque la más recordada es la fotocopia de Psicosis de Gus van Sant. Este sin llegar a ser una fotocopia sigue fielmente el guión de la original. No sólo no aporta nada nuevo sino que cuenta con un reparto con menos carisma que la protagonizada en 1938.
Además los años le han sentado fatal. Cybill Shepherd está muy repipi y Elliott Gould, ni con el doblaje que le realiza Constantino Romero resulta verosímil. La única que se salva es Ángela Lansbury, que con esta interpretación creo que inauguró su rol de abuelita entrañable que tan buenos resultados le ha dado posteriormente en televisión, cine y animación.