La batalla del río Neretva
Sinopsis de la película
Durante la Segunda Guerra Mundial, en enero de 1943, cuatro tropas diferentes se enfrentan en el país yugoslavo: los leales al Rey, los partisanos de Tito, el Ejército alemán y sus aliados italianos. Un puente sobre el río Neretva es de vital importancia como medio de comunicación para las tropas partisanas. En una táctica de desorientación, los mismos partisanos vuelan el puente, y en torno a él se desencadena una cruenta batalla…
Detalles de la película
- Titulo Original: Bitka na Neretvi (The Battle of the River Neretva)
- Año: 1969
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
5.6
70 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Abdurrahman Shala
- Anthony Dawson
- Antun Tudic
- Boris Dvornik
- Bozidar Smiljanic
- Charles Millot
- Curd Jürgens
- Demeter Bitenc
- Dragomir Felba
- Dusan Bulajic
- Fabijan Sovagovic
- Faruk Begolli
- Franco Nero
- Hajrudin Hadzikaric
- Hardy Krüger
- Howard Ross
- Ljubisa Samardzic
- Lojze Rozman
- Miha Baloh
- Milena Dapcevic
- Milena Dravic
- Milos Kandic
- Nereo Scaglia
- Nikola-Kole Angelovski
- Oleg Vidov
- Orson Welles
- Pavle Vujisic
- Radko Polic
- Ralph Persson
- Ranko Gucevac
- Risto Siskov
- Sergei Bondarchuk
- Sibina Mijatovic
- Slobodan Velimirovic
- Spela Rozin
- Stole Arandjelovic
- Sylva Koscina
- Tomaz Sarc
- Vasa Pantelic
- Velimir Bata Zivojinovic
- Yul Brynner
- Zaim Muzaferija
Cine bélico desde una tierra que sabe muy bien qué es la muerte y la guerra: Yugoslavia, al menos cuando existía con Tito y allí se rodaban coproducciones internacionales de muchos géneros para poder dar una imagen del régimen y atraer unos recursos por entonces escasos. Desgraciadamente de eso hoy no queda casi nada y lo que fuera Yugoslavia no tiene un desarrollo cinematográfico como debería ser al margen de las excepciones como los Kusturica de turno.
Veljko Bulajic es el encargado de escribir y dirigir la película y la verdad es que el resultado es más espectacular que otra cosa y sobre todo hueco. Le falta argumento, no tiene una verdadera historia que vaya enlazando las secuencias sino subtramas al estilo del cine bélico norteamericano pero resuelto sin maestría. En realidad las escenas son batallas tras batallas y apenas hay una trama suficientemente sólida que pueda hacernos recordar la película pasado un tiempo.
Evidentemente la película como casi todo en la vida es poco objetiva, mientras los partisanos aparecen como hombres y mujeres que sufren y luchan con gran valor, los Chetniks son unos nazis de primera y gente de poco fiar. Y aunque es verdad que no eran unos angelitos poco recuerdan quienes fueron los encargados de luchar contra los otomanos en el siglo XIX en favor de los eslavos. Además puestos a repartir culpas deberían aparecer los Ustachas croatas que no se los nombran. Ya se sabe Tito y su propaganda.
Orson Welles aunque sale unos pocos minutos está impresionante como delegado del Gobierno en el exilio monárquico. Vale la pena ver la película aunque sea por su actuación y caracterización de ultranacionalista serbio.
Yul Brynner, bastante correcto pero poco acorde, su actuación parece más de un western que de una película bélica.
Franco Nero empieza un claro declive. Su papel de oficial italiano antifascista que deserta y lucha por los partisanos es intrascendente.
Lo mejor sin duda, además de las grandes batallas y secuencias bélicas, dos secundarios que han hecho miles de veces de militares alemanes como son Hardy Krüger y Curd Jürgens, fantásticos.
Una película interesante que narra algunas de las desventuras del pueblo que más sufrió y más bajas en términos relativos tuvo de toda la Segunda Guerra Mundial que fue el yugoslavo y que tan poco se ha acordado el cine para variar.
Estuvo nominada a mejor película extranjera (más que nada por su reparto internacional que tuvo cierto eco en Hollywood) pero evidentemente no pudo ganar con Z de Costas-Gavras de por medio.
Estamos ante lo que muchos críticos y estudiosos consideran el más brillante ejemplo de la basta industria cinematográfica yugoslava en torno a la Segunda Guerra Mundial, una de las más importantes en su época – esa misma a la que Kusturica parodia en su inolvidable Underground. Todo tiene una explicación: el régimen yugoslavo de Tito asentó su legitimidad para gobernar sobre los destinos de croatas, serbios, eslovenos, albaneses, montenegrinos, bosnios y macedonios en el monopolio de la memoria en torno a este turbulento episodio de la historia, que en Yugoslavia no fue ni más ni menos que una sangrienta guerra civil solapada a una guerra de liberación. Este pretendido monopolio sobre la memoria individual fue efectivo a nivel colectivo, al menos mientras Tito estuvo en el poder y, además, hizo muy difícil el acceso a una visión crítica – y, por lo tanto, desmitificada – de los hechos acontecidos entre 1941-1945. Paralelamente a esta memoria oficial basada en tres reglas básicas que no se podían transgredir – so pena de cárcel – subyacían y sobrevivían las memorias familiares alimentadas por los miedos, pasiones y fobias internas de cada uno de sus portadores y distorsionadas por la misma transmisión generacional. Esas tres reglas básicas sobre las que descansaba (y de las cuales parecía depender) la estabilidad y viabilidad del propio régimen yugoslavo eran la imposibilidad de poner en cuestión la figura de Tito, de proponer una alternativa al Partido único, y, por último, aunque no menos importante, la inviolabilidad del principio de Unidad y fraternidad, lo cual suponía la supresión de todo aquello que pudiera ser identificado con el nacionalismo.
La batalla del río Neretva formó parte del aparato propagandístico del régimen, un producto cinematográfico concebido para hacer nación. Para ello Veljko Bulajic contó con la inestimable colaboración de Orson Welles, en este caso encarnando a un representante del gobierno monárquico yugoslavo exiliado en Londres ante los chetniks, guerrilla serbia monárquica y nacionalista cuyo objetivo era combatir la ocupación alemana pero que, fruto de los acontecimientos, acabó llevando a cabo una guerra abierta contra los partisanos comunistas de Tito. A menudo me pregunto si fue él quien eligió su propio papel en la película… Por aquel entonces podía tener un cierto halo romántico trabajar en la Yugoslavia de Tito y, más aún si cabe, participar en una película que enaltecía la desigual lucha por la supervivencia y la libertad de los partisanos yugoslavos frente a sus múltiples enemigos. ¡Y cuántos enemigos! En la película vemos el modelo abnegado de partisano que se sacrifica por la causa colectiva, por la futura construcción de la revolución. El final es significativo al respecto, toda una familia – dos hermanos y una hermana – entregan sus jóvenes vidas en la lucha desigual que libran contra sus múltiples enemigos: alemanes, italianos, chetniks, ustachas…
A finales de los años 60 se realizaron algunas curiosas coproducciones bélicas sobre la Segunda Guerra Mundial entre la desaparecida Yugoslavia y algunos países del bloque capitalista . Esta en concreto nos cuenta la lucha en la misma Yugoslavia de los alemanes ocupantes y sus aliados italianos y chetniks (yugoslavos partidarios de los alemanes) contra los partisanos de Tito, que, mas que un grupo de resistencia, eran un ejercito numeroso y bien formado que controlaba muchas zonas del país.
La película es una gran producción (al parecer casi todo el ejercito yugoslavo participo en ella…) con buenas escenas de combate y excelentes efectos especiales. Además, participan en la película actores como Yul Brynner, Franco Nero, Orson Welles o Curd Jurgens.
El principal problema de esta película posiblemente radica en la versión mutilada que nos llegó de ella a los países no comunistas. Seguramente por razones políticas los cortes son tan abundantes que de la versión original que se estrenó en Yugoslavia y algún otro país del bloque del Este de nada menos que casi 3 horas, a nosotros nos a quedó una versión de poco mas de 100 minutos. O sea, mas de una hora de cortes en la versión occidental . Como es de imaginar, tamaña carnicería en el metraje tenia que reflejarse en el conjunto de la película y el resultado es una historia sin un hilo conductor claro que no logra que el espectador se interese mucho por los personajes y hasta los grandes actores que participan en ella pasan sin pena ni gloria por la historia ya que la brevedad de sus intervenciones no da para mas.
De todas formas, quien sabe si la película resulta mas digerible en esta versión cortada que en la original, ya que muy probablemente la propaganda comunista de la versión completa puede ser mas indigesta que la versión mutilada….Además, hay que decir que muchas de las escenas dramáticas de la película han quedado claramente trasnochadas y su tremendismo resulta un tanto ridículo hoy en día.
De todas formas, y como decía al principio, resulta una película entretenida.
No es difícil hacerse cargo de la situación geopolítica que vivía Europa en los años 60 del pasado siglo y tampoco resulta complicado hacerse a la idea de las interioridades, aunque sea de manera general, del estado que sobrevivía a base de sumar nacionalidades llamado Yugoslavia. Su hombre fuerte, Tito , orbitando alrededor de la potencia soviética, llevaba las riendas del país y bajo su mandato se rodó La batalla del río Neretva , de manera que creo que no podía ser más importante que nunca el contexto político dentro del cual se enmarca la realización de la película.
Dicho esto, me parece absolutamente normal que se elogie el papel de los partisanos en el desarrollo de la IIªGM en el territorio de los balcanes y que su protagonismo quede por delante, de hecho la batalla la ganaron ellos y la perdieron los germanófilos. Pero pongo en duda muchas cosas porque resulta que Tito estaba allí entre ellos y la película es una oda a la acción militar y al esfuerzo global. Como película bélica creo que no puede decepcionar a los seguidores del género porque está bien rodada y hay muchos tiros, muertes, bombas y ruido en cada escena. Sin embargo le falta algo con qué recordarla, pienso que de haber profundizado en una trama concreta e individual se podría recordar con el tiempo pero le falta eso, algo concreto, a la vez que como película tiene demasiadas subtramas que engloban demasiados frentes .
Por lo visto la versión original que se estrenó en Yugoslavia tenía 40 minutos más que lo que todos hemos visto, me pregunto si era mejor o era peor, porque eso son muchos minutos. Puede que apareciendo Orson Welles un par de veces más hubiera ganado más… Resumiendo, se puede ver pero pese a la cantidad de cosas que suceden se queda a medias, no hay un hilo conductor, hay demasiadas cosas que aparecen y desaparecen sin conexión- Qué le vamos a hacer, podría haber sido mejor, desde luego…
Seamos claros, como película La batalla del río Neretva no es gran cosa. Su guión es bastante pobre y su argumento consiste en una serie de combates consecutivos que no te permiten entender como se desarrolla la batalla. Las pocas escenas realmente emotivas que contiene se diluyen entre éstos y resultan poco efectivas. Al final te quedas con la sensación de que se podría haber sacado mucho más partido a una historia épica como fue la resistencia yugoslava contra el invasor italoalemán. Y puede que lo más destacable de la película sea su impresionante reparto y es que cuesta creer que pudieran reunir a tanta estrella para una película de segunda fila. En resumen como película yo no la recomendaría a nadie.
Pero si algún valor tiene este film es su reivindicación de la lucha del pueblo yugoslavo contra el invasor fascista, quizá la más fascinante y olvidada historia de la 2a guerra mundial. Y es que fue allí, en los Balcanes, dónde los alemanes encontraron por primera vez una feroz resistencia popular que puso en jaque su dominio (quizás también los griegos pueden compartir estos laureles) y que les obligó a retener millares de hombres en un frente donde no habrían esperado tener muchos problemas. La resistencia francesa por comparación fue casi un juego de niños.
En este aspecto de documento histórico la película es claramente maniquea en favor de los partisanos y contra los chetniks y ustachas. Pero también se debería comprender que en ningún país ocupado se tenga buena imagen de los colaboracionistas. Y de hecho hoy en día solo la extrema derecha croata reivindica a los ustachas y solo la extrema derecha serbia reivindica a los chetniks. Intentar poner a estos al mismo nivel ético que los partisanos para mi sería un error. Después vendría la dictadura de Tito y la frustración de muchas esperanzas pero creo que está bién recordar a aquellos hombres y mujeres que hicieron lo que la mayoría de europeos no fueron capaces de hacer.