Kingsman: El círculo de oro
Sinopsis de la película
Cuando el cuartel general de la agencia secreta es destruido, se descubre una organización de espionaje aliada en EE.UU. llamada Statesman, cuyo origen se remonta a la fecha en que ambas fueron fundadas. En una nueva aventura que pone a prueba la fuerza y el ingenio de sus agentes, ambas organizaciones secretas de élite aúnan sus esfuerzos para intentar derrotar a su enemigo común y salvar al mundo… algo que está convirtiéndose en una especie de hábito para Eggsy.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kingsman: The Golden Circle aka
- Año: 2017
- Duración: 141
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Opinión de la crítica
Película
6.1
75 valoraciones en total
De nuevo se acierta en el tono entre paródico y transgresor, pero lo que en la primera película fue una sorpresa, un hallazgo, una desternillante propuesta, una original mezcolanza entre James Bond y los superhéroes de quiosco, en fin, un muy recomendable pasatiempo, en la segunda entrega de la inevitable saga todo se queda en un calco, un erial yermo y adocenado, donde el exceso de vitaminas y la acumulación de batidos energizantes causa una severa inanición: todo acaba siendo episódico y prescindible, con una trama indigna de ostentar tal nombre, unas situaciones que por su obsesiva acumulación arbitraria acaban por fatigar, donde los lugares comunes engullen cualquier atisbo de ingenio, repetición cansina de las consabidas mejores jugadas que ya hemos visto antes y mejor plasmadas, en definitiva, un indecoroso refrito de mercadotecnia, cuya ramplonería y reiteración producen hastío.
Todo lo anterior no impide que la película se vea con una media sonrisa cómplice y bullanguera, que a ratos brille la ironía, que se disfrute la alocada galería de personajes y situaciones que pueblan la historia, que se paladee el sabroso crepitar de reírse de todo y de todos, que se admire la ausencia de tabúes y te seduzca la desvergonzada algarabía que se despliega sin pudor ante nuestros ojos. Pero el metraje es excesivo, todo ocurre sin ton ni son, por la caprichosa voluntad de los guionistas, renunciando a hilar fino o a proponer algo más que un artefacto caro e intrascendente, bien elaborado y dirigido pero carente de una mínima coherencia que haga olvidar las demasiado visibles costuras que delatan el artificio y achatan el resultado final.
Como casi siempre en el cine británico, los actores son lo mejor de la función. Algunos están desaprovechados – o quizás sólo se trata de presentarlos para luego sacarles partido en alguna entrega posterior – pero casi todos ellos disfrutan con las caricaturas parlantes que les ha tocado en suerte encarnar: Julianne Moore está estupenda como la pérfida narcotraficante que vive desolada por no ser reconocida y celebrada como la inigualable mujer de negocios que cree ser, Elton John está soberbio interpretándose a sí mismo y nos hace gozar burlándose sin piedad ni decoro de su propio personaje y excesos, Taron Egerton vuelve a brillar como el dandi agente secreto salido de los arrabales, gentleman a tiempo parcial y proletario sin tapujos en sus horas libres. Pero casi todo el reparto yanqui parece haber sido impuesto como pretexto para agradar a la taquilla americana, sin aportar nada más.
En resumen: simpática, simple e insignificante. Pero entretenida.
En 2015 se estrenaba en los cines españoles la adaptación cinematográfica de la obra homónima creada por Mark Millar y Dave Gibbons, la verdad con unos decentes resultados. Personalmente, me pareció sencillamente alucinante y me lo sigue parciendo. Esta secuela, la cinta que ahora nos llega a las pantallas españolas, y al mismo tiempo que en las norteamericanas, avanza por el mismo sendero. Hay aquel dicho tan conocido sobre las segundas partes, no hace falta mencionarlo, pero en esta ocasión no valdría. Nos encontramos con una secuela magistral, muy entretenida, con muchos momentos divertidos, muy buenas secuencias de acción y el añadido de grandes canciones. Consigue engancharte desde el principio y las más de dos horas y cuarto se hacen muy cortas. No hay ni tiempo de mirar el reloj, esto se agradece y mucho. Yo voy a al cine a pasarlo muy bien y encontrarme con films así es para aplaudirlo.
Supongo que voy a soltar algún spouler por el camino, y no os pongáis las manos a la cabeza, porque si estáis leyendo esto es que habéis visto la anterior y sabéis de qué va el asunto. Regresa Eggsy (Taron Egerton) como un Kingsman hecho y derecho, y no el novato que se vislumbraba en la primera entrega, para hacer frente a nuevos problemas que podrían poner en peligro a la humanidad. Junto a él, volvemos a ver a Colin Birth, se le creía perdido, pero quiere ir a por más guerra. Se nos presentan a nuevos personajes secundarios y a un nuevo villano o, en esta ocasión, villana, con ganas de superar la gran huella dejada por Samuel L. Jackson en la primera Kingsman. Halle Berry, Pedro Pascal, Channing Tatum y Jeff Bridges forman parte de los llamados Statesman, o lo que es lo mismo, la división norteamericana de los Kingsman, que tras algo que ocurre en esta cinta, sin desvelar nada, tienen que unir fuerzas con nuestros queridos protagonistas para detener a una malota con el rostro de la pelirroja Juliane Moore. Vamos, nada que no se haya podido visionar en los tráilers. Muy buen personaje, por cierto, el interpretado por Moore, se nota que se lo ha pasado estupendamente rodando la película. Hay secuencias bastante bizarras, las escenas de acción están muy bien coreografiadas y la utilización de los efectos visuales me parece muy buena en general.
Hay una tónica que va escrita a fuego con Kingsman desde su primera entrega: el humor y la exageración. Como no podía ser distinto, Matthew Vaughn ha cogido de nuevo los personajes de Dave Gibbons y Mark Millar y ha creado una gamberra, extralimitada y divertida película de agentes secretos y acción.
Acción cuyas escenas, precisamente, ocupan el grueso cualitativo de Kingsman: El círculo de oro, siendo las mismas auténticas coreografías repletas de sangre, fuegos artificiales e inverosímiles maneras de disparar y matar. Una oda a todas aquellas contiendas imaginadas entre buenos y malos en un mundo donde los planes del villano principal entran más dentro de lo absurdo que del tópico de la dominación mundial. En este punto del villano hay que sobresaltar la actuación de Julianne Moore, quien lejos de un registro cotidiano para ella, nos regala una mala malísima tan loca como divertida.
Es un gran espectáculo al servicio de la diversión para el espectador, contando con excepcionales momentos protagonizados por Taron Egerton y Colin Firth, un Pedro Pascal ambicioso en su interpretación y con Mark Strong, Jeff Bridges y Halle Berry acompañando de manera magnífica a los principales. Si bien echamos en falta algo más de Tatum.
Aún así Kingsman: El círculo de oro es una ingeniosa, atractiva y capaz película dispuesta a dejarte boquiabierto y que mezcla los mayores tópicos con las más ingeniosas situaciones. El cine de agentes secretos puede ser serio, pero Matthew Vaughn y compañía han conseguido una vuelta de tuerca y han dejado en el espectador más ganas de esto que es Kingman: gamberrismo, exageración y diversión.
Crítica para MAGAZINEMA.
http://www.magazinema.es/kingsman-el-circulo-de-oro-2017/critica/
Teniendo en cuenta que Kingsman parte de un comic, no queda más remedio que aceptar la cantidad de libertades que se toma, bueno dicho de otro modo, la cantidad de sandeces que te cuentan pero eso sí, bien hechas. Además han tenido el detalle de hilvanar unas con otras de tal forma que una parida tiene su explicación en la siguiente toma de acción, lo que hace que el argumento por psicodélico que sea, se pueda seguir de forma elemental, más bien simplista.
Da un poco de vergüenza decirlo pero hay escenas que consiguen hasta un ligero punto de emoción, no sé si hasta de ternura, puede que sea por lo buenos que son los actores. Por ejemplo: Colin Firth y Mark Strong conectando con su compañero Taren logran esa complicidad y cariño que puede funcionar aceptablemente ante el espectador. Igual que ver a Halle Berry siempre tan guapa o a Julianne Moore en un registro tan lejos de los suyos. De la misma forma puedes alucinar viendo a Elton John al piano, alucinante.
La acción es básicamente de dibujos animados del tipo el inspector Gadget, por decir alguno, por su gadgetoparaguas y demás inventos, y mucho bailoteo con música, humor, golpes, color, explosiones, es que ni en los musicales de Broadway en sus años de esplendor. Me ha enganchado la película, lo admito, además es que están todos muy acertados en sus papeles y el mejor, el presidente USA. Aquí no queda más remedio que señalar esa genial parodia de Mr Trump calculando las posibilidades del chantaje del que es objeto. Una crítica con el ácido humor británico que esta vez tiene gracia.
La película es una fuente inagotable de fantasía, divertida y apenas sin descanso, pero sin exigir cordura alguna, tiene su mérito porque consigue perfectamente el objetivo, la simpleza de ver una película hueca sin ningún tipo de cimientos lógicos ni complejidad moral.
Esta secuela parece tener todos los defectos de la primera parte y ninguna de sus virtudes. Ha perdido frescura, epicidad y capacidad de sorpresa, pero mantiene su humor infantil y escatológico y esos detalles sexistas que ya nos chirriaron al final de la anterior cinta. Aunque el personaje de Julianne Moore iguala en rareza al de Samuel L. Jackson y la escena emotiva del Country Roads nos transmita un mínimo de interés, el resto es terrible. Un ritmo totalmente descompasado que no termina de engancharte, unos giros de guión previsibles y una química entre personajes totalmente nula que desperdicia todo el potencial existente. Quizá la culpa la tenga las expectativas que causa la primera, pero sinceramente: no es una buena película.
P.D. La escena entera de la tienda de campaña, la rubia, el prota y su novia al teléfono es de auténtico escándalo por su casposidad.