Historias de Shanghai
Sinopsis de la película
A Shanghai, una metrópoli en rápida evolución, una ciudad de intensa actividad portuaria, llegan todo tipo de personas: revolucionarios, capitalistas, políticos, soldados, artistas y mafiosos. También ha visto revoluciones, asesinatos e historias de amor. Después de la victoria de los comunistas chinos en 1949, miles de habitantes de la ciudad marcharon a Hong Kong y Taiwán. Irse significaba el abandono de sus hogares, la separación de sus familiares, pero quedarse significaba sufrir las consecuencias de la Revolución Cultural y otros desastres.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hai shang chuan qi (I Wish I Knew)
- Año: 2010
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
6.2
99 valoraciones en total
Una vez que Jia Zhang Ke quedara confirmado claramente en el panorama internacional con Shijie (The World) y Naturaleza muerta no ha vuelto a dirigir un largometraje de ficción salvo 24 City, con la que está hermanada Historias de Shanghai. El delta del río Yangtsé es un perfecto y natural conductor de barcos, personas y rostros. Al igual que las incondicionales vías del tren. La condición de Zhang Ke es mostrar caminos y recorrerlos. El cineasta parece hacer hincapié en sus entrevistas iniciales en la ocupación japonesa pero sobre todo en la Revolución Cultural y la difícil elección de aquellos que tuvieron que optar por quedarse y perecer o emigrar a Hong Kong y Taiwán. Realmente quiere hablar de los cambios que representa la arquitectura (y la historia) sobre los individuos. Tao Zhao ejerce de fantasma que vaga entre esos paisajes en construcción y le otorga su única concesión narrativa y ficcional. Un fantasma reincidente que figura en la filmografía del autor.
Realmente Historias de Shanghai es un encargo gubernamental a uno de sus directores internacionales para potenciar la imagen de la ciudad de Shanghai antes del arranque de la Exposición Universal de 2010. Pero, al contrario de lo que pueda parecer, se trata de un recorrido visual de testimonios a modo de mosaico que otorga un prisma global al conjunto y al espectador. Tal vez no alcance la belleza, nostalgia y poesía de Of Time and the City pero resulta interesante e inspiradora.
Los personajes se convierten en reflejos cinematográficos (Zhang Ke reconstruye mediante fotografías la ejecución del padre de una de las entrevistadas como único recuerdo del presente). Pero también se transforman en mentiras de una verdad pasada y el director de Platform es consciente de tal condición. Decide buscar en los recovecos de Flores de Shanghai de Hsiao-hsien Hou (que entrevista en un tren como guiño a su Café Lumière) y en esa China cambiante. También a nivel social, en la que la poligamia, los matrimonios de conveniencia y sus reductos de la China Imperial quedaron borrados. Recordar como los actores de Spring in a Small Town vivieron un romance real o la polémica filmación de Chung Kuo – Cina de Michelangelo Antonioni son añadidos siempre interesantes, como la nostalgia que ofrece Days of Being Wild de Wong Kar-Wai a través de una de sus protagonistas. O mentar La banda de las cuatro de Jacques Rivette como película que atacaba Zhou Enlai, como anécdota y crítica a los censores. Posiblemente todas esas referencias fílmicas agraden a un espectador y seguidor del cine asiático, aunque Historias de Shanghai es claramente un viaje personal e introspectivo de su autor que comparte con los agraciados espectadores que entiendan su cariz, intenciones y devoción por filmar la vida, desde su pasado hasta su presente y futuro.
Todos tenemos mil historias que contar, propias o de familiares y más cuando estamos cercanos al final de nuestras vidas.
Zhang-ke recoge 18 de esas historias cuyo denominador común es la ciudad china de Shangai. Todas son en mayor o menor grado interesantes y conforman un puzzle sobre la ciudad y el país en el que faltan más de la mitad de las piezas pero es capaz de sugerirnos la idea del conjunto.
Con un ritmo apropiado y sensibilidad para elegir las tomas y movimientos de cámara paseamos por un Shangai en varios momentos de su historia y escuchamos con interés los retazos de las vidas de estos chinos cuyo mundo tan diferente al nuestro no deja de coincidir en aquello que nos hace humanos.
Quizás el metraje es excesivo para lo poco que a la postre nos cuenta.
I Wish I knew nos muestra la vida en Shanghái, una ciudad que bien pudiera llamarse metrópolis por la gran variedad de personas que la habitan y pasan. Algunas guerras y revoluciones han dejado cicatrices en su corazón.
Shanghái ha sufrido los más grades atropellos, es una ciudad portuaria dolorida, y luchadora.
China, y su clase dirigencial, han dejado su huella más poderosa aquí.
Eso, en resumen es lo que podemos ver en este documental.
Mucha historia, familias con largo recorrido generacional, abuelos, padres, hijos y nietos, que arrastran sus penas y alegrías por una cautivadora ciudad.
En la misma línea que 24 City, pero si su mismo atractivo, se encuentra este documental.
En medio de tanto testimonio, de palabras (y lágrimas) que describen época por época, el abuso es su peor pecado. Porque I Wish I Knew peca de densa, creo yo, no tanto por las anécdotas en sí, sino por los interlocutores. El director elige gente gris, demasiado golpeada o sin chispa suficiente y entonces pasamos a escuchar un concierto de voces monocordes que no se alterar por nada en el mundo y que reiteran hasta el hartazgo situaciones comunes a todos.
Llegada la hora de rodaje la paciencia se empieza a perder, terminándose de deshilachar el último vestigio de interés.
Algunas anécdotas valen la pena y son muy interesantes, aunque penar durante más de dos horas por un mundo de situaciones más sufridas que atractivas, no estaba en mis planes.
Al final, cuando no sabemos que número de anécdota están contando (ni nos interesa), cuando ya sabemos hacia donde apuntará la anécdota, se nos ocurre preguntarnos:
¿Hace cuántos siglos que estamos frente a la pantalla?