Hasta donde los pies me lleven
Sinopsis de la película
Años después de la II Guerra Mundial (1939-1945), el soldado alemán Clemens Forell huyó de un campo de concentración de Siberia y emprendió una larga y dramática huida a través de las heladas llanuras siberianas con la obsesión de regresar a su casa. Tuvo que recorrer, paso a paso, un difícil camino hasta que llegó a Irán, consiguiendo así salvar la vida y recuperar la libertad.
Detalles de la película
- Titulo Original: So weit die Füße tragen
- Año: 2001
- Duración: 158
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Opinión de la crítica
Película
6.8
61 valoraciones en total
Bonita historia sobre la supervivencia humana, y la crueldad del ejército staliniano. Está bien, que por fin se filmara una película sobre las crueldades llevadas a cabo en los campos de concentración comunistas, ya que siempre se han hecho películas de los campos nazis, una así da gusto de ver. Además no sólo se centra en ellos sino en la supervivencia de un hombre que se recorre a pie casi toda Rusia…
Es una película que sorprende pues parece hecha por productores de EE.UU., sin embargo es un film alemán, uno más de los que en los últimos años están mostrando que hoy por hoy Alemania es uno de los países que más y mejores películas excelentes está creando anualmente.
La película cuenta con distintas facetas muy bien hechas, la condena y traslado de los prisioneros alemanes al extremo Este de Siberia, la vida en el campo de prisioneros, la huida y la odisea restante con enorme variedad de aventuras, circunstancias y relación con personajes que van apareciendo y desapareciendo. En verdad la película en su conjunto recuerda de alguna manera a la serie televisiva de los años 60 titulada EL FUGITIVO e interpretada por David JANSSEN siempre huyendo, conociendo a gente que le ayudaba y despidiéndose de ella porque continuamente tenía tras de sí persiguiéndole con ahínco al teniente de la policía Philip Gerard , cuyo papel hacía Barry MORSE, pues aquí ocurre algo parececido, sólo que en este film el teniente es un ruso a cargo del campo de prisioneros en Siberia, cesado en el cargo a raiz de la fuga del prisionero alemán y que se dedica a partir de ahí, como absurda y patética misión en la vida, a seguir las huellas de huido por todo el continente asiático (demasiado fantasioso). En mi opinión, quitando el personaje de este teniente ruso perseguidor, completamente fuera de lugar, increible y nada convincente, el resto de la película y de los personajes están bastante bien.
Fej Delvahe
En nuestra hiperacomodada sociedad de consumo resulta casi delirante sostener que todo ser humano es capaz de amoldarse a las circunstancias físicas y psicológicas más adversas por puro instinto de supervivencia. Y digo delirante porque muchos de nosotros creemos que no podríamos vivir sin aire acondicionado, sin móvil o sin pantalla de plasma. Pero eso no es así. Es una falacia. Muchos de nosotros seríamos capaces de comer carne de rata, beber de nuestros propios orines o meter las manos congeladas en las entrañas de un animal para sobrevivir. Creo que la jerarquía de las necesidades de Maslow da una explicación más o menos convincente al respecto.
Además, pelis como Hasta donde los pies me lleven corroboran dicha afirmación. Tal vez no sea necesario un conflicto bélico para comprobar como responderíamos ante una situación límite, pero sin lugar a dudas diversos episodios acontecidos durante la segunda guerra mundial constituyen paradigmas inequívocamente perfectos para defender mi tesis. En este caso la prueba empírica la obtenemos a través de Clemence Forell, soldado alemán confinado por los rusos a un campo de castigo en el último rincón de la Unión Soviética. El hambre, la sed, el cansancio, el frío o las continuas vejaciones determinarán hasta donde puede llegar nuestra capacidad de sufrimiento si ponemos todo nuestro empeño en alcanzar un objetivo. En este caso: conservar la vida, recuperar la libertad y volver con la familia. Para lograrlo, Forell deberá cruzar a pie kilómetros y kilómetros de ese inhóspito desierto helado denominado Siberia.
En este sentido Hasta donde los pies me lleven es una peli amena, emocionante y visualmente extraordinaria. Contiene, pues, diversos alicientes que la convierten en un producto atractivo ( contexto bélico, drama carcelario, paisajes de inconmensurable belleza, aliento homérico…) que apuntala y certifica su éxito de taquilla. A destacar también su inevitable referencia hacia otros títulos míticos como Un traidor en el infierno, La gran evasión, El fugitivo o Dersu Uzala. Si algo puede achacársele en detrimento suyo son las múltiples lagunas en el guión. Algunos saltos en la acción son demasiado bruscos y las reiteradas apariciones del oficial ruso que persigue porfiadamente a Forell resultan a veces casi casi esperpénticas.
Aún así, absolutamente recomendable para pasar un buen rato y relajar neuronas.
No es corriente ver una película ambientada en la II Guerra Mundial, protagonizada por un alemán y rodada a partir de una perfecta descontextualización moral. Aquí no se trata de eso, sino de narrar la epopeya de un soldado alemán que huye de un campo de concentración ruso y se cruza media Asia para regresar a su casa. Las ideas políticas del soldado y su papel en el frente no resultan relevantes, ya que de lo que se habla principalmente es de la inhumana capacidad que a veces tiene el ser humano para lograr atravesar las fronteras de lo imposible cuando desea algo con la fuerza suficiente.
El protagonista se enfrenta a la hostilidad de los elementos, a la decepción, a la soledad, al alienamiento, al hambre y al cansancio y sale vencedor de todo ello merced a una fe inquebrantable en sus propias posibilidades de alcanzar el destino soñado. La narración es limpia y lineal, no hay interés en dibujar demasiado a los personajes, sino en presentarlos como se presentarían en un libro de viajes: extraños, exóticos, a veces amables y otras veces hostiles.
La película, a pesar de ciertas hechuras de TV movie, resulta tan apasionante y absorbente como precisa un viaje de este calibre y además transmite una sensación muy curiosa -una sensación que yo asocio más a menudo con libros que con películas-, la de haber sido los acompañantes invisibles, felices y algo cansados del protagonista durante toda una odisea inolvidable.
Hardy Martins nos ofrece en Hasta donde los pies me lleven, una visión distinta a la acostumbrada al presentarnos el lado humano de Clemens Farell, un militar católico del ejercito nazi (basada en un best-seller de Josef Martin Bauer), y evidentemente de gran éxito en Alemania. Nos relata la odisea de un militar alemán deportado a un campo de concentración ruso en un punto alejado de Siberia, donde sufrirá en silencio mil penalidades y humillaciones. Decidido a huir de esa cárcel de nieve y soledad, cosa que consigue, comienza entonces una auténtica epopeya por los parajes más inhóspitos del Ártico, los bosques de la taiga rusa o por los desiertos esteparios, perseguido en su huida por un orgulloso y obstinado oficial ruso, al que siempre intenta esquivar.
Una soberbia fotografía nos permite disfrutar de los variadísimos paisajes sino también captar personajes llenos de humanidad, intentando en todo momento ayudar al fugado. Son sentimientos que no entienden de raza, cultura ni religión porque la película –sin sentimentalismos- va más allá, a lo más profundo y que de común hay en los hombres: el humanismo.
Auténtica hazaña por toda la Unión Soviética, con un Clemens magistralmente interpretado por Bernhard Bettermann y toda serie de secundarios minuciosamente perfilados, solo el oficial ruso queda algo caricaturizado. Cierto es que el metraje podría haberse reducido, evitando encuentros o suprimiendo tomas paisajistas, pero quizás hubiera perdido el carácter apoteósico, lírico y bello que posee.
E s una verdadera pena que ésta película no tuviera en su momento mejor promoción y distribución, pero a todos los amantes de las grandes gestas y hazañas, les gustará.