Harry Dean Stanton: Partly Fiction
Sinopsis de la película
Aunque no seamos completamente conscientes de ello, Harry Dean Stanton forma parte del elenco estable de la cinefilia: Monte Hellman, Sam Peckinpah, John Huston, Ridley Scott, John Carpenter, Francis Ford Coppola, Wim Wenders y David Lynch son algunos de los directores que lo tuvieron a sus órdenes. Y sin embargo, hay un halo de misterio alrededor de su vida y sus ideas: poco se sabe de él, y casi nunca lo hemos escuchado hablar fuera de la ficción de sus películas. El documental de Sophie Huber es, en ese aspecto, revelador. Aun frente a su actitud reticente hacia ciertos temas –e incluso hacia la idea de un film sobre sí mismo–, Stanton parece permitir todo el acercamiento posible, como si se tratase de un viejo león en su hábitat natural. Ya sea entrevistado por su amigo David Lynch o hablando de su breve pero intensa relación con Rebecca de Mornay, que terminó cuando, en el set de Risky Business, ella se decidió por un joven Tom Cruise. Y también está la música, la otra parte central de su vida, que lo lleva a entonar algunas canciones con una voz tan única como esa cara que lo hizo inconscientemente reconocible. (extraído de BAFICI.gob.ar)
Detalles de la película
- Titulo Original: Harry Dean Stanton: Partly Fiction
- Año: 2012
- Duración: 77
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Opinión de la crítica
7.5
45 valoraciones en total
A mi este actor siempre me había llamado la atención. Por la presencia que aporta en un montón de películas donde aparece como secundario, por Paris, Texas, y sobretodo por el sentimiento con que interpreta la Canción mixteca en la banda sonora de la peli de Wenders. Y la verdad es que el documental no me ha decepcionado.
En primer lugar por confirmar que se trata de un cantante sensacional (además toca la armónica). En un pasaje con Kris Kristofferson se lamenta de no haber hecho más por su carrera musical, y creo que con razón. Y en segundo lugar, por descubrir a un personaje sin duda fascinante, un tipo de pocas palabras, de tintes filosóficos, con una trayectoria insondable, que confirma la autenticidad que se intuía a través de sus películas
Además el documental está muy bien realizado, alternando fragmentos de película, canciones y entrevistas. La verdad es que consiguen plasmar la esencia del personaje con lo justo y necesario (sólo hace falta oir al camarero y a un compinche de su bar preferido conversando un poco con él). En fin, cómo decirlo, que sales del cine más tranquilo de lo que estabas antes de entrar. En mi opinión merece la pena verlo.
Diríase que solo es feliz mientras canta y destila acordes de su armónica… Harry Dean Stanton se muestra auténtico y cercano, pero es aún más un personaje de sí mismo que un actor en busca de un personaje.
Gran título el que ha decidido Sophie Huber para este film, porque tal vez estemos ante el mejor papel de Harry Dean de toda su carrera… ¡y los ha tenido grandes! Desde su primer protagonista en Paris, Texas , hasta Lyle , el hermano de Wisconsin de Richard Farnsworth en Una historia verdadera .
Solitario, desarraigado, en conflicto con su forma de ser y con un pasado familiar sobre el que prefiere no ahondar… heredero de una juventud de trueno mujeriego entre hordas de compañeros de fatigas… Jack Nicholson, Marlon Brando, Kris Kristofferson, Bob Dylan, Willy Nelson…
No se siente nadie. No es nada. Así los problemas desaparecen… No le importa cómo le recuerden… Aún le gusta cantar, y lo hace bien, pero por alguna razón no ha seguido haciéndolo… He sabido evitar el éxito con ingenio… , dice tras confesar haber participado en más de 250 películas.
Todo va a desaparecer – piensa en voz alta sin inquietarse – Yo me iré, tu te irás… y la tierra gira alrededor del sol a 106.000 km/h…
Decenas de armónicas, bien ordenadas bajo una foto del niño que fue, junto a la madre que le cantaba canciones irlandesas. Fotos y mil recuerdos clavados y colgados por las paredes… Corazonada , La Leyenda del Indomable , Alien, el octavo pasajero …
Diríase que Sophie Huber le ha hecho protagonizar, con gran éxito, su propio panegírico.
Larga vida, Harry Dean…
Es uno de esos actores que poca gente sabe cuál es su nombre, pero que reconoce apenas aparece en pantalla. ¡Cómo no, si salía en ‘El Padrino II’! Claro que el metraje total de su aparición en esa película, juntando todas las escenas, apenas si superaría el minuto con algunos segundos, y en ningún caso para aparecer él solo en un plano. Era, sencillamente, uno de los dos policías que acompañaban un rato a un mafioso. Por cierto, ellos dos custodiaban a ese mafioso como testigo protegido, sin poder evitar que se les suicidara poco menos que ante sus narices.
Ese es Harry Dean Stanton, un actor casi invisible de tantas veces que actuó, siempre de secundario, y el único protagonista que hizo era de un personaje perdido y muy poco hablador (‘París, Texas’). Él mismo resulta ser un hombre de segundo plano, silencioso, retraído, de apariencia ausente. Y ahora, cuando ha llegado a una muy venerable edad, acercándose ya a los 90, alguien le ha convencido para que se ponga ante una cámara y no diga nada. O casi. Contesta las preguntas tras pensárselo mucho, pero para balbucear alguna respuesta a medias, mirando todo el rato fuera de foco, hacia un infinito insondable. Y a la que uno se descuida se pone a cantar, que para eso no es nada retraído. Siempre está a su lado un tipo con una guitarra para acompañarle. Él mismo se descuelga tocando convincentemente la armónica.
La película se compone de otros materiales, además de las escenas en las que habla sin decir casi nada y cantando lo que le da la gana (incluida alguna ranchera, pronunciada de una manera muy gringa), en medio de lo que parece el salón de su casa: filmaciones de sus estancias nocturnas en su bar preferido (parece evidente que beber ha sido algo importante a lo largo de su vida, y ahí sale hablando su barman de hace no se sabe cuántas décadas), su paseo en la parte trasera de un coche, que parece llevarle a ninguna parte, cuando cae la noche, y él soltando alguna que otra frase deshilachada, a veces repitiéndola (¡ahí vamos!), pequeños cortes con intervenciones de gente –sobre todo directores y actores– que ha trabajado con él (delirante la aparición que hace un comedido David Lynch, con un tono de tiíta que visita al sobrino, haciéndole cuatro preguntas tópicas sobre si se porta bien), una serie de cortes de películas suyas, a cuál más atractivo (¡pues sale él!)…
No hay más que eso, que es mucho, sí, la estatua viviente de eso que los cursis llamarán un actor de culto, pero todo servido en bruto. Se trata de un buen material que ha sido utilizado sin mucha gracia ni talento. Falta ahí un relato, que no es necesariamente el del actor, sino el de la película propiamente dicha. Como lo que lograba Scorsese en su carta a Kazan (pero no en su rutinario y tópico film sobre George Harrison), o la famosa película sobre Sugar Man. En un futuro, esos materiales sueltos que componen esta casi inexistente película podrían ser retomados por alguien con talento y hacer algo. Pero haber atrapado imágenes en movimiento de esa obra de arte que es Harry Dean Stanton, ya es mucho. Y hay que decirlo: algunas de esas imágenes que captan esas filmaciones contienen su desarmante sonrisa, suave, tierna a la vez que con un punto de locura, como de alguien medio ido.