Furia de titanes
Sinopsis de la película
Cuando el rey de Argos está a punto de sacrificar a su hija Dánae y a su nieto Perseo, Zeus (padre del niño) decide salvarlos y arrasar la ciudad. Perseo crece feliz hasta que la diosa Thetis para vengarse de Zeus, que ha castigado a su hijo Calibos con una horrible deformidad, lo secuestra y lo abandona a su suerte. Al conocer la noticia, Zeus ordena a los demás dioses que ofrezcan a su hijo regalos que le permitan defenderse: una espada capaz de cortar la piedra, un casco que lo vuelve invisible y un escudo que lo hace invulnerable. Con estas armas se dirige a la ciudad de Joppa, cuya princesa es víctima de una maldición.
Detalles de la película
- Titulo Original: Clash of the Titans
- Año: 1981
- Duración: 118
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes conseguir una copia la película en formato HD y 4K. Seguidamente te detallamos un listado de fuentes de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
6.6
23 valoraciones en total
El recuerdo maravilloso al ver esta película viene a mi mente de la primera vez que la vi en el cine Venustiano Carranza. Tengo diez años en ese entonces y es toda una odisea, primero llegar al bendito cine, luego el disfrutar el filme que aun hoy puedo verlo una y otra vez sin cansarme.
Mitología y efectos especiales se conjugan para hacer de esta, una película clásica.
Desmond Davis a buen seguro no había visto o no se había enterado de que La guerra de las galaxias fue un fenómeno mundial. Star Trek tampoco le iba a la zaga y en cuestión de efectos especiales y contar historias de las buenas ambas se situaban bastantes peldaños por encima de Furia de Titanes. Un maremágnum de escenas superpuestas (molan las olas gigantes tragándose ciudades) y un actor principal digno del corredor de la muerte son algunas de las mejores bazas con que juega el equipo de esta producción, las dos nefastas. Aún así, mantiene el encanto cutre de las pelis de monstruitos de décadas anteriores y se puede pasar, entre martini y martini, una sobremesa afable observando la cara retromongólica de Harry Hamlin o la cabeza de la singular medusa atiborrada de ofidios. Ésta no es, al menos, la actual nueva versión que ha conseguido cargarse de un plumazo los FX en 3D que incorporara el amigo Cameron en la insulsa Avatar. Por lo menos la versión original goza de un cutreluxe que la hace digna mientras van pasando los años, y uno se da cuenta de que ya en aquellos tiempos había desgarramantas que intentaban entusiasmarnos con los pegotes de plastilina con los que rellenaban sus pelis, y que a buen seguro no tomaban las drogas de diseño que los publicistas de hoy día demandan para que les salgan ideas, sino peyote del buen amigo mejicano de abajo, cantera infinita e inspiración de las más alocadas perversiones que uno bien pueda ver en una pantalla de cine.
Es complicado encontrarse hoy en día con una película como Furia de Titanes de Desmond Davies. Y lo es debido a que entrar con tanta facilidad en una película firmada allá por los 80, que logra una reconstrucción tan fehaciente de esas bestias que poblaban el universo de la mitología, se me antoja quizá el mayor reto que debieron tener los que estaban tras el proyecto en esa época.
Aun así, y sin contar con grandes actores (quitando a Olivier, puesto que lo de Hamlin es realmente grave en algunos tramos de la cinta), Davies nos introduce rápidamente en la historia de Perseo, una historia llevada con mimo, que se nota en cada maqueta, en cada juego de sombras y en cada incorporación de Stop Motion para intentar que un relato de semejante altura no se fuera al traste por las visibles limitaciones de la época.
También juega un papel especial la acertadísima narrativa de la que se hace gala, pues en ella podemos entrever un sabio manejo de los recursos para conseguir que el desarrollo no se interrumpa en ningún momento, y que inservibles elipsis en las que los Dioses deciden a costa de los humanos salpiquen el film mientras nos vemos inmersos en momentos de acción crucial, y es de agradecer, puesto que esas irrupciones sólo se producen en momentos clave durante los que se debe proporcionar la información adecuada al espectador.
Es todo un lujo, pues, poder observar momentos como los del Templo de la Medusa (llevada a cabo con una magnífica distribución de recursos -desde sombras hasta integración Stop Motion-) o la primera aparición del Pegaso perfectamente engarzados en un trabajo que a buen seguro no pasaría a la historia por otras virtudes, pero sí por ese titánico esfuerzo realizado en facetas que realmente eran requeridas para un pequeño testimonio como el que dejó Davies en esa época, y no por pequeño menos grande. Todo sea dicho.
Furia de titanes es el canto del cisne de un tipo de cine que ya había entrado en crisis tras la explosión tecnológica de finales de los setenta y que se resistía a desaparecer. El fracaso de la película no hizo más que constatar lo que muchos ya sabían: Ya no había sitio para los viejos trucos con los que millones de jóvenes habían soñado antes.
Y es que en Furia de titanes fallan muchas cosas. Desde parte del equipo hasta la temática y la historia. No es lo mismo adaptar novelas de Julio Verne o mitología persa o india a crear un guión sobre mitología griega. Esta exige una seriedad de contenidos y cierta meticulosidad que si no se persigue puede parecer una mera excusa para mostrar efecto tras efecto especial sin profundizar en absoluto.
El productor Charles H. Schneer, responsable de maravillas como Jason y los argonautas y Simbad y la princesa, e incluso otras menores como La isla misteriosa, no consigue rayar a la misma altura qpor varios motivos.
Para empezar porque el mago Ray Harryhausen (productor también de otras buenas entregas comoEl viaje fantástico de Simbad o Simbad y el ojo del tigre) y sus efectos especiales ya empezaban a quedarse cortos en una época donde George Lucas ya había creado su Star Wars y un nuevo estilo de hacer cine fantástico de ciencia-ficción se imponía.
Por otro lado el guión de un experto como Beverly Cross no es malo del todo, pero intenta abarcar demasiados personajes y no llega a dar consistencia a la trama pareciendo en ocasiones un mero catálogo de nombres y sucesiones de dioses del Olimpo.
En una película de productores el director suele ser lo de menos, en este caso pusieron al frente de la realización a un director de televisión bastante malo como Desmond Davis que en ocasiones parecer rodar un telefilm con unos planos espantosos que no le hace ningún favor al film.
Laurence Rosenthal, elabora una partitura de música inapropiada para una aventura mitológica griega ya que no se trata de una de acción como las que solía escribir.
La fotografía de Ted Moore, habitual en la saga de James Bond, muy por debajo de lo que cabría esperar de un hombre de su calidad.
Pero sobre todo la película no cuaja porque el actor principal es muy malo. Harry Hamlin, conocido por La ley de Los Ángeles es pésimo y ver a ese monigote hacer de Perseo tira por tierra todo lo demás. Además muchos secundarios sexagenarios en el mejor de los casos parecen sacados de los descansos de las sesiones de geriátrico.
La película fue un fracaso y puso punto final a este tipo de películas por desgracia para los que apreciamos el subgénero.
A pesar de todo es una película que nos lleva a recordar la patria de la infancia y eso hace que la gente la recuerde con cariño y la tengan bastante mitificada. Vista ahora con total objetividad podemos decir que es de lo más flojito que se hizo de ese tipo de cine que tanto nos gusta a muchos de nosotros.
Nota: 5,6.
Van a hacer un remake a todo lujo de Furia de Titanes con el director de Transporter y es una buena ocasión para desempolvar la original y recordar cómo era el mundo antes de que los gigantes digitales llegaran para arrasar con los viejos muñecos animatrónicos, los efectos de cartulina, las declamaciones teatrales y las caras sin photoshop.
En esta maravillosa antigualla hay que destacar sobre todo el genial repertorio de criaturas que supuso el último gran trabajo de Ray Harryhausen en el cine y que a su vez también se erigiría en el tiempo como quizás el epitafio de una manera de hacer las cosas que por desgracia se ha ido perdiendo ante el paso de las nuevas tecnologías.
Desde la infancia, estoy enamorada de esta película: me parece la más contundente razón para volver a una manera más artesana de hacer las cosas en el cine, porque he estoy presenciando con auténtico horror la paulatina decadencia del género de fantasía, no me refiero en términos económicos, no, me refiero en términos del alma. En tiempos de de Furia de Titanes lo que veías te involucraba cien por cien en la aventura puesto que todo, las criaturas, las cosas, las personas, sudaban, pesaban, llenaban su correspondiente hueco en el espacio, pero a partir de que empieza la era digital, los hologramas empiezan a reemplazar a monstruos y héroes y ya no podemos sentir que tocamos los objetos o que nuestros protagonistas padecen de hambre o de frío o de miedo. Habrá quienes lo prefieran: pero yo no quiero limitarme a contemplar sombras ¡lo que quiero es entrar en la caverna!
¿Nostalgia? Toda la nostalgia del mundo. Y creo no equivocarme al afirmar que en cuanto a género de fantasía y aventuras, muchos firmábamos un regreso sin paliativos a toda la década de los ochenta.