Fuga sin fin
Sinopsis de la película
Un gangster americano retirado y afincado en España recibe un último encargo: trasladar a un delincuente fugado de prisión y a su novia, perseguidos por una banda rival, a través de España hasta la frontera con Francia. Sin embargo, los planes no salen tal y como estaban previstos.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Last Run
- Año: 1971
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
6.3
51 valoraciones en total
Muchos son los atractivos que ofrece esta joya aparentemente olvidada del cine de acción de los setenta.
Para empezar es junto con La venganza (The Hit) de Stephen Frears, uno de los raros casos que se utiliza la geografía española como recurso para desarrollar un thriller en una producción extranjera. Son muchos los casos en que cuándo cineastas americanos se trasladan a Europa a filmar lo hacen con un pulso especial que le confiere un atractivo especial a los espacios donde desarrollan las historias. En este caso, además,el atractivo es doble, pues los años que retrata nos proporcionan un viaje en el tiempo que nos recuerdan de dónde venimos.
Otro atractivo: George C. Scott. Impresionante su actuación, contenida y contundente. Un prodigio.
Aspectos notables, la dirección de Fleisher, la belleza de Trish Van Devere, el personaje de Colleen Dewhurst (prostituta, confidente y amiga del protagonista), la melódica partitura Jerry Goldsmith y la fotografía, tanto interiores como exteriores, del bergmeniano Sven Nykvist.
Y el aspecto más notable: su argumento. Años antes que Walter Hill hiciera una de sus grandes obras con The driver , nos encontramos a un gángster americano retirado hace una década que realizará un último trabajo como conductor. Lo hará para un delincuente que se fugará de una prisión mientras está siendo trasladado en autobús. Deberá trasladarlo por toda la península hasta la frontera de Francia. Allí lo dejará con la banda que le ha contratado.
La historia está impregnada por la melancolía de su protagonista, el recuerdo constante de un tiempo ya pasado, presumiblemente idealizado. En ese aspecto se asemeja a los western crepusculares y al espíritu de los perdedores que también sabía retratar el cine de John Huston.
Entretenidísima. El corazón de su protagonista late al ritmo que ruge el motor de su coche.
El motivo para ver esta película era el protagonismo del gran George C. Scott y no decepciona.
Me pasa, como supongo que a todos, que cuando una película no me gustó, entro a FA y me identifico con las críticas de los usuarios que le pusieron mala nota y no concuerdo para nada con los que le pusieron nota alta. Y al revés, obviamente.
En este caso es raro porque veo las críticas con 8 o 9 y en verdad estoy de acuerdo. Las conclusiones que sacan me parecen acertadas, las lecturas de los personajes y la historia. No puedo no estar de acuerdo.
Pero la verdad es que la película no me atrapó para nada. Tiene un halo de falsedad constante. Donde todo parece demasiado marcado, demasiado falso. Todo constantemente explicado, no la trama si no las motivaciones, los sentimientos. Todo el tiempo diciendonos Este está triste por esto, este otro tiene tal trauma, este es bueno, este es malo, etc… Y los hechos también, prácticamente sabemos que va a pasar todo el tiempo.
Punto aparte para la dirección. Para mi se queda a mitad de camino entre ser una película de acción y persecuciones, o ser un drama intimista que transcurre en ese ambiente o situación. Para ser de acción tiene demasiado drama, pero para ser drama es demasiado superficial.
Y está completamente atada a su época. No sé, parece que en los 70 descubrieron el zoom. La música, todo es demasiado 70. No digo que eso sea algo malo de por sí pero me da a entender que tampoco buscaban demasiado. Como el director este que sacaba 40 películas por año.
Me parece una película circunstancial que iba dirigida a un público particular de esa época y ya.
Lo único que la salva es el señor Scott que hace que la veamos hasta el final. Si hubiera sido otro actor probablemente no la hubiera soportado.
Tras nueve años retirado, Harry Garmes (George C. Scott), un gangster americano afincado en España, se dispone a realizar un nuevo encargo que recibe con entusiasmo y desea realizar con el mayor de los éxitos: deberá ayudar a un delincuente fugado de prisión y a su novia a escapar desde España -donde se ruedan la totalidad de las escenas de la cinta- a Francia, sorteando todos los imprevistos que no entraban en los planes de ninguno, tales como escapar de una peligrosa banda criminal mientras intentan pasar desapercibidos ante los ojos de los cuerpos policiales españoles, franceses y portugueses.
Paul Rickard (Tony Musante) y su preciosa chica, Claudie (Trish Van Devere) forman la fugitiva pareja a la que ayudará Garmes, quien recibirá el desprecio del primero y la amabilidad y comprensión de la segunda. Rickard se muestra con una personalidad detestable por lo inmaduro de la misma, dando la sensación de estar poseído de una falta de sentimientos innata y ofreciendo lo peor de sí mismo desde su prepotencia e indiferencia. Claudie, a pesar de exhibirse como una persona más cercana, atenta e incluso dulce, no deja de estar influenciada por el amor de su pareja, Rickard.
Y mientras, kilómetros de carretera siendo recorridos en el BMW modificado que conduce Harry Garmes bajo un sol generoso y sobre suelo español, rodeado de esperanzas entre su bien disimulada desolación. Un personaje magistralmente interpretado por un gran George C. Scott (Patton, El detective y la doctora) que se convierte en el mejor estímulo para ver esta película, que sin ser una de las grandes no merece el angustioso olvido al que está sujeta, pues supone un notable entretenimiento ofrecido desde la dirección de Richard Fleischer (Tora! Tora! Tora!, 1970) y una de las mejores bandas sonoras que le recuerdo a Jerry Goldsmith junto a la que creó para Papillon (1973).
Una de mis películas favoritas a pesar de sus ligeras y convencionales apariencias y sin duda una de las interpretaciones más destacadas de George C. Scott.
Cinta de acción básicamente, pero con mucho calado, aunque pueda resultar extraño en estos tiempos en los que el género es más bien de vuelo rasante. Un mafioso jubilado, que ha perdido a su esposa y a su hija, decide embarcarse en una última aventura mafiosa, aceptar un trabajito, para sentirse útil, en sus propias palabras.
El hombre tiene grandes habilidades al volante y su BMW saca de apuros a una pareja de jóvenes a los que une su destino. Es una road movie de huidas de aquí para allá sin más intención que mostrarnos el choque de dos mundos.
Rodada en una España prediluviana, también resulta atractivo comprobar de dónde venimos.
Harry Garmes (George C. Scott), un antiguo chofer de la mafia de Chicago, vive retirado en compañía de su mujer en un pueblo de la costa portuguesa, dejando pasar los días y repartiendo estos entre el cuidado de su magnífico coche (un precioso y exclusivo BMW 503 descapotable de 1956 del que solo se fabricaron 129 vehículos y que salvo en una película alemana de los 50 no se ha vuelto a ver en una pantalla), amistad con el pescador Miguel (Aldo Sambrell) y las visitas al cementerio a la tumba de su hija.
Cuando recibe el encargo de transportar a Paul Rickard (Tony Musante), un tipo que se encuentra preso y tienen previsto liberar, desde el sur de España hasta la frontera francesa (todo esto contado de manera seca y elíptica), decide aceptar en plan último trabajo y como existencialista revitalización de su ser (joer, vaya frase más rara me ha salido).
A partir de la liberación de Paul cuando viajaba en un furgón de cunda (una encerrona visualmente poderosa en una carretera de montaña), Harry recoge primero a Paul y luego a su novia Claude (Trish Van Devere) y se dirigen hacia la anteriormente citada frontera francesa en un viaje que aunque en principio solo deberían cuidarse de la Benemérita, resulta que también deben hacerlo de los que le liberaron puesto que lo hicieron con la intención de matarle en Francia.
Buen thriller existencialista en clave de recia road movie, rodado en Málaga, Nerja y alrededores (reviradas carreteras de montaña, en su mayoría con el mar a un lado), con unas muy bien rodadas escenas automovilísticas (los casi 5 minutos iníciales con Harry haciendo bramar y derrapar al BMW por una revirada carretera son toda una declaración de intenciones que luego vemos en todo su esplendor en la persecución final huyendo de un Jaguar) y una buena banda sonora a cargo de Jerry Goldsmith, en la que se vamos viendo la relación que se va estableciendo entre el frio Harry y los dos fugitivos (al principio fría y profesional y luego creando lazos), con un cierto toque de polar francés, que pese a no encontrarse entre las mejores obras del magnífico y muy personal Richard Fleischer y de haber sido este el sustituto de John Huston al haber abandonado este el rodaje junto a Tina Aumont (sustituida por Trish Van Devere, que durante el rodaje inicio una relación con George C. Scott que acabo en boda), se puede calificar sin ningún lugar a dudas como un digno representante de los magníficos y exclusivos thrillers (inconfundibles e irrepetibles atmosferas) que se rodaron en la década de los 70.