Feria en Sevilla
Sinopsis de la película
Rafael es un aspirante a torero que parece más interesado por el mundo de la canción. Sin embargo su padre, el señor Manuel, un buen hombre aunque algo cabezota, hará todo lo posible para se vista de luces. Esto llevará a un enfrentamiento entre padre e hijo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Feria en Sevilla
- Año: 1962
- Duración: 86
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A la chita callando, sin dar tres cuartos al pregonero y atándose los machos, con mucho trapío, al natural, sin salir desbaratao ni soltar un miserable quejío, así estoy yo sin ti, ole.
Toros, cante jondo, más o menos, baile alegre, gitanos, Sevilla es una maravilla, feria grande, Semana Santa y de todo lo demás al menos una mijilla.
Tanta tontuna da mucha ternura. Un paseo turístico al que no le falta de nada, o quizás, para rematar la faena como dios manda y salir por la puerta grande, le falta al buen chaval un sano amorío con la simpática folclórica muy faraona o, ya puestos y si me apuras un poco, un tórrido romance a calzón quitado con el torero bello que al zagal, no nos engañemos al respecto amoroso, eso nunca, cantor o cancionero, tenía más pinta de que le gustara eso, el macho moreno que la hembra melódica, en todo caso ni un poco nos importa ni cambia la sustancia de la esencia, todo cosa buena.
La Maestranza, la Giralda, el Guadalquivir, las procesiones, los tablaos, la manzanilla, las flores, las hermosas mujeres (todas con falda y mucho recato, no como ahora con insulsos pantalones de pasar el rato), los hombres con sus trajes (no como ahora de cualquier manera dando pena), hasta los más humildes la mar de presentables, de elegancia llenos, la luz inmensa que nunca en verdad del todo descansa, la mucho calor, la luna llena y hasta un pícaro de siete suelas, otomano para más señas, que engatusa con su arte santo, esa labia y prestancia innatas, a la dueña de todas las Américas, qué mujer tan rica y buena, qué ojo tiene además para descubrir talento ignoto y cubrirlo de oro.
Cuento bobo de ciencia ficción existencial en el que un hombre, el hombre medio o masa, se debate entre el deber y el placer, entre la tradición y la inclinación, entre matar o vivir, amansar fieras u hombres, sangre o aire, al que no merece la pena hincar el diente, nuestro famoso colmillo retorcido, sería imperdonable en este caso, un pecado demasiado grande hasta para un penitente sevillano.
Conchita Bautista, qué simpática y desapercibida como diosa o aquí más hada madrina, y el otro que la acompaña, de próxima boda sonada, por todo lo alto, casi como la de Pilar con Ramos, todos estamos invitados, cuánto alborozo, yo no me la pierdo, matador feroz, cuánta hermosura, garbo y sobriedad le sostienen, qué cojones, por no seguir la juerga con el santo padre, tremendo actor Rafael, o el Moraíto de cuerpo fino, creo que así le llaman a Orjas, en fin, sagrada fiesta de nuestra España querida y perdida, cuando el NODO estaba en todo su apogeo y nosotros solo eramos un triste sueño, cuando se podía ser mujer directora de cine, mire usted por donde, señoría mía, que yo no me lo creía, sin que se te cayeran los anillos ni mucho menos los palos del sombrajo o los huevos al suelo.
¿Por qué decir que es mala cuando te puedes despedir con una sonrisa muy seria, como si nada?