Exodus: Dioses y reyes
Sinopsis de la película
Narra la historia de Moisés (Christian Bale), un hombre de extraordinario valor que desafió al faraón Ramsés (Joel Edgerton) y liberó a 600.000 esclavos, que protagonizaron una épica y peligrosa huida a través de Egipto en busca de la Tierra Prometida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Exodus: Gods and Kings
- Año: 2014
- Duración: 151
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Opinión de la crítica
Película
5.2
42 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Aaron Neil
- Aaron Paul
- Alejandro Naranjo
- Andrew Tarbet
- Anna Savva
- Anton Alexander
- Barrie Martin
- Ben Kingsley
- Ben Mendelsohn
- Christian Bale
- Emun Elliott
- Ewen Bremner
- Gerard Monaco
- Ghassan Massoud
- Golshifteh Farahani
- Hiam Abbass
- Indira Varma
- Isaac Andrews
- Joel Edgerton
- John Turturro
- Kevork Malikyan
- María Valverde
- Sigourney Weaver
- Tara Fitzgerald
Primer mandamiento: El autor de Alien, Blade Runner o Gladiator no puede caer tan bajo
Segundo mandamiento: Si haces un film en 3D que sea para usar las virtudes del 3D
Tercer mandamiento: No aburrirás
Cuarto mandamiento: No harás un remake de una obra maestra, es innecesario y vas a quedar siempre mal.
Quinto mandamiento: No dedicarás a tu hermano fallecido tu peor película, podría revolverse en su tumba.
Sexto mandamiento: Dale sentido a la historia no vayas dando brincos atropelladamente.
Séptimo mandamiento: Usar a niños repeletes para caracterizar a Dios resulta ridículo.
Octavo mandamiento: No infrautilizarás a actores como Sigurney weaver, Aaron Paul o Ben Kingsley
Noveno mandamiento: Es necesario que esespectador empatice con lo que ocurre en la historia y con sus personajes
Décimo mandamiento: No se puede montar una película en una tarde, que luego pasa lo que pasa
En los últimos años, Ridley Scott daba una de cal y otra de arena. Por eso, tras la altamente decepcionante Prometheus , pensaba que en esta Exodus: Dioses y reyes , el señor Scott iba a dar el do de pecho. Desgraciadamente, la película ha resultado muy inferior a lo esperado.
Estamos en la época de los remakes, las versiones, las interminables continuaciones, las adaptaciones de libros… Es decir, una falta de imaginación brutal. Si al menos esto se compensase con algo de espectáculo, se podría aceptar. Pero es que esta nueva película sobre Moisés no está a la altura, en cuanto a efectos especiales y factura visual, de las capacidades de un Ridley Scott que siempre ha destacado en este menester.
De hecho, la secuencia más esperada, la de Moisés separando las aguas del mar Rojo, es tan floja como poco emocionante, de manera que es incapaz de superar al mítico Charlton Heston de Los diez mandamientos .
Por otra parte, 151 minutos de metraje no le bastan a director ni a guionistas para concluir la historia de forma satisfactoria.
El caso es que el guión maltrata a muchos de los actores (incluidos los protagonistas en muchos casos), es incapaz de explotar las posibilidades del drama familiar que nos plantea al principio, tampoco aprovecha las posibilidades de una aventura épica y su ritmo de narración cansino hace que de vez en cuando mires al reloj.
Desde luego, a alguien de la talla de Ridley Scott se le debe exigir mucho más cuando cuenta con el alto presupuesto de una superproducción.
La película está dedicada a su hermano, el tristemente desaparecido Tony Scott. Él sí que sabía dar espectáculo.
Si quieres leer la crítica completa (falta de espacio) puedes hacerlo aquí:
http://estrenosdecineytelevision.blogspot.com.es/2014/12/critica-de-exodus-dioses-y-reyes-de.html
No es esta una crítica de cine al uso, sino una metacrítica, una crítica de la crítica en su sentido más extenso. No a una crítica en particular, o a un grupo de críticas, todas ellas legítimas en tanto analizan el lenguaje cinematográfico de la película Exodus: Dioses y Reyes de Ridley Scott, ellas forman la materia prima de la metácrítica, en tanto que esta intenta develar el metalenguaje inscrito en la propuesta cinematográfica.
Exodus es una nueva versión hipostasiada de una tradición oral que se remonta a la historia de los tiempos y de la que los distintos discursos narrativos son su emanación, su manifestación.
Exodus es un remake de un remake, porque el Antiguo Testamento es un remake de la historia de Moisés, que a su vez es un remake de las historias, mitos y arquetipos religiosos que circulaban en ese entonces por las ciudades de Mesopotamia y Anatolia (lo que hoy se conoce como el Asia menor y la Península arábiga), ideas e imágenes mentales de las que Moisés se apropia y les da un contenido mesiánico, una ideología con una particular interpretación de la historia para unir a un pueblo sometido, sin esperanzas y sin ambiciones.
Prueba del acarreo ideológico del Antiguo Testamento se encuentra en el Museo Británico, donde la historia del diluvio universal se relata en unas tablillas Sumerias de la época de Hammurabi (1700 a.C.) quinientos años antes del probable nacimiento de Moisés.
¿Por qué entonces preocuparse de la legitimidad histórica de la narración de Ridley Scott? Lo que queda claro es que las ideas construyen la realidad y pueden transformar el mundo, y que nada hay más poderoso que una idea cuyo tiempo ha llegado (Víctor Hugo).
Si se pretende despojar a un pueblo, la forma más simple es contar su historia.
Mourid Barghouti, poeta palestino
Y, si se pretende empoderarlo, la forma más simple también es inventarle una historia, y eso es lo que hizo Moisés, ¿porqué rasgarnos las vestiduras si Ridley Scott no fue fiel con el Antiguo Testamento? El ha hecho su versión y esta es tan verdadera como la de Moisés, o las anteriores, sólo que en este caso ha sido producida para nuestra diversión.
La lección que podemos aprender nos las provee Chimamanda Adichie, escritora nigeriana cuando nos dice que las historias se definen por el principio nkali, un sustantivo en igbo que traducido significa más grande que el otro ¿Cómo se cuentan? ¿Quién las cuenta? ¿Cuando se cuentan? ¿Cuántas se cuentan? Adichie responde: realmente depende del poder, del principio nkali .
Exodus forma parte de este principio nkali. Está claro, pero es potestativo de cada uno de los lectores descubrir por su cuenta cuál es el principio nkali que actúa en esta historia.
Finalmente podemos observar una vez más que la historia está del lado de la fuerza (sobrenatural en esta narrativa) y que donde hay peligro crece también la salvación.
Yo soy Yo, tú eres Tú. Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas. Tú no estás en este mundo para cumplir las mías. Tú eres Tú, Yo soy Yo.
Oración Gestáltica de Fritz S. Perls
Por otro lado, quiero recuperar de las escenas su enunciación, no su análisis (como Barthes en: Fragmentos de un discurso amoroso). Y, bajo la escuela del buen oír de Elías Canetti, dejar hablar a la película en una actitud de escucha meditativa.
En primer lugar, es la voz de Ramsés a su hijo que duerme: porque eres bien amado y agrega que no como lo fue él. Frente a esta escena se me viene a la mente una frase de Sogyal Rimpoché en el Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte:
Vuelve atrás mentalmente y recrea, visualiza casi, un amor que alguien te dio y te conmovió de a verdad, quizás en la infancia (…) Recordarás entonces que, aunque quizás no siempre te parezca que has sido amada lo suficiente, una vez te amaron de verdad. Saberlo hará que lo sientas de nuevo, como esa persona te hizo sentir entonces, digna de amor y verdaderamente amable.
Luego, la voz de la actriz española María Valverde y posteriormente de Moisés, en un diálogo que sostienen en la alcoba y que merece un comentario aparte, permite reflexionar en sentido opuesto, con ayuda de la oración gestáltica, y aprender con humildad a definir las fronteras de contacto y un estado de conciencia responsable en la relación de pareja.
Lo lamento por Ridley Scott. Un director por el que siento verdadera admiración, pero que en Exodus, su última obra, me ha desencantado profundamente.
Scott ha perdido una gran oportunidad de conseguir llevar a las pantallas el Éxodo Hebreo con todo su esplendor. No lo ha conseguido. No ha estado a la altura del relato bíblico y tampoco de su carrera como cineasta.
Por medios a su disposición y capacidad técnica, no habrá sido. La película brilla en el apartado técnico, diseño de producción y banda sonora. Tiene un reparto de campanillas, un presupuesto mayúsculo y todo el apoyo de la maquinaria hollywoodiense.
A pesar de todo ello, la película desaprovecha un estelar reparto. Convirtiendo la presencia de actores como Aaron Paul o Sigourney Weaver en una sombra deambulando por la pantalla. La película, en sus casi tres horas de duración, no consigue emocionar en ningún momento y no nos deja en nuestra retina, ninguna imagen icónica para la historia del cine, como si hizo en su momento, la muy superior Los diez mandamientos.
Con todo, lo peor es el guion de la película. La adaptación del libro del Éxodo es un cumulo de despropósitos. No se puede ser más infiel a una historia tan universal y conocida como el relato de Moisés, el pueblo hebreo oprimido por la codicia de Faraón y Yahveh acudiendo al rescate de la prole de Abrahán.
El director y los guionistas han añadido muchas ideas de su propia cosecha que restan coherencia y credibilidad a los sucesos. Con sus aportaciones crean una gran confusión en el espectador, el cual nunca sabe si lo que está viendo es producto de la mano de Dios o si son las alucinaciones de un tipo que se ha golpeado la cabeza con una piedra. El sentido de la narración elude gran parte de lo que transmite el relato de Moisés y cuestiona continuamente la naturaleza de las acciones que se llevan a cabo, mostrándonos a un caudillo desquiciado, desorientado y disconforme con la manera en la que Dios actúa para liberar a su pueblo.
La manera en la que la película representa a Dios, es tema a parte. Una visión muy personal por parte del señor Scott, que consigue que aquellas personas que no están familiarizadas con el relato Bíblico, salgan del cine sintiendo más empatía por el Faraón y sus secuaces, que por el libertador de la nación oprimida.
Imaginemos que Peter Jackson, en su adaptación de El retorno del Rey, hubiera presentado a las puertas de Mordor, a Aragorn, Frodo, Gandalf y compañía, con unas pancartas pidiendo la paz a en la Tierra Media. Imaginemos que a Saurón lo hubiera representado como un caracol encima de un geranio. Imaginemos que en vez del anillo del destino, la lucha se hubiera desarrollado en torno a la espada del destino. Podemos estar seguros que los seguidores de la obra de Tolkien se habrían manifestado totalmente en contra de tamaños despropósitos, y que la crítica internacional habría considerado que Jackson no había estado a la altura de tan grande adaptación. Además, habría quedado claro que el respeto de Peter por la obra de Tolkien era más bien nulo. Por suerte, Jackson cumplió con mucha dignidad y éxito su famosa adaptación. No podemos decir lo mismo del señor Scott. Su Éxodo se toma unas licencias que destrozan el sentido del relato y alejan al espectador del mensaje que el escrito quiere transmitirnos. Scott deja más que claro que no tiene ningún respeto por el relato bíblico del Éxodo y que desde luego, no ha sido la mejor elección para adaptarlo a la pantalla grande.
Lástima que Spielberg abandonara el proyecto en su momento.
A favor o en contra de los remakes? Un debate perdido de antemano pues los remakes han existido desde siempre, y la historia bíblica de Moisés daría para un buen ciclo monográfico sobre el asunto: tenemos una película muda de 1923 dirigida por Cecil B. DeMille, otra a color que fue dirigida por el mismo director 33 años más tarde, la nada desdeñable adaptación animada que hizo Dreamworks en 1998, alguna adaptación televisiva no muy lejana y estoy seguro de que alguna versión más que me dejo en el tintero.
En todo caso la más famosa y mejor recordada es sin duda la segunda película de esa lista, protagonizada por Charlton Heston. Hace no mucho la pasaban cada año por la tele en determinadas fechas, junto con Ben-Hur una de esos clásicos de épica religiosa que todo el mundo había visto… Pero eso ya se acabó, el concepto de cultura general que hemos compartido las generaciones anteriores está hoy cambiando a velocidad de vértigo, y es hoy abrumadora mayoría la juventud que no ha visto esas películas, que les provoca urticaria sentarse a ver algo que parece tan viejo, y que además la figura de Moisés les suena muy poco… o nada. Por ello si nos ponemos realistas, en vez de envilecer al señor Ridley Scott, habría casi que darle las gracias por modernizar una vez más esta historia.
Entrando ya en materia, estamos ante un grandísimo deleite visual, si los chavales no se pueden tomar en serio el cartón piedra de Los Diez Mandamientos con esta Exodus no tienen excusa que valga. Jamás el Antiguo Egipto ha lucido tan bien en pantalla, tan real y palpable, con todo lujo de detalles sientes que estás viviendo en una ciudad del Nilo, con su centro monumental de poder, separado de los mercados, talleres y viviendas de las clases medias urbanas, y por último los arrabales de los pobres. No es casualidad que toda adaptación de este mito hebreo se haya tomado su tiempo en enseñar el esplendor de la civilización egipcia con toda la fastuosidad que solo una superproducción de Hollywood puede ofrecernos. Aunque en la tradición democrática de la propaganda americana a los egipcios les toca ser el imperio tirano y esclavista, igual que en Ben-Hur lo era Roma (casualmente los hebreos estaban de por medio en ambas) y en 300 le tocó al Imperio Persa. Para más detalles sobre la historicidad del mito de Moisés me remito a la crítica que escribí en su día sobre Los Diez Mandamientos.
Pese a que el apartado visual es la gran baza de esta película en ningún caso podemos decir que es tan icónica como la versión más famosa, plagada de escenas y momentos que se quedaron grabadas en la memoria de todos los que la vieron. Si algo tiene la cualidad de hacerse un hueco en tu cerebro hay un motivo, y si lo hace en el de millones de personas tiene mucho mérito.
Narrativamente hablando me temo que estamos ante una versión muy editada a la baja, la tijera se nota sobre todo en el primer tercio de película donde abundan unas elipsis atropelladas. El origen de Moisés está expuesto de forma muy pobre y confusa, me resisto a creer que en la sala de montaje no se ha quedado toda una escena introductoria sobre la profecía, la orden de dar muerte a todos los judíos recién nacidos y el canasto que se salva en el Nilo. No sería la primera película de Scott que acaba saliendo en DVD con casi una hora extra de metraje extendido.
En cuanto a personajes suscribo la crítica de nuestro compañero Oscar DLC, la película se centra exclusivamente en dos protagonistas absolutos (y si acaso Dios sería el tercero), no hay secundarios de relevancia, solo Turturro y Kingsley en sus primeras apariciones pero luego nada más. No hay más secundarios de peso en la narración, por lo menos en este corte final estrenado en cines, reforzando todavía más el estereotipo caudillista de la película antigua (en el Biblia se nos habla de un Moisés sin talento para la oratoria, su hermano mayor Aarón era quien se encargaba de la comunicación). También nos quedamos con un pueblo de Israel desprovisto de cualquier personalidad, una masa informe de gente que se mueve de un lado a otro de la pantalla, muy lejos de la vida que les imprimía la película de 1956, donde eran un personaje más de la historia.
Christian Bale está más que correcto, aunque solo en un par de fases parece darle tiempo de desarrollar a su personaje, al principio en el papel de hermano que no puede heredar el trono, y durante su exilio en que renace con una nueva vida. Joel Edgerton en cambio es un caso más subjetivo de valorar, su interpretación se apoya en gran medida en el lenguaje corporal y el vestuario, posiblemente porque era la mejor forma de adornar y exprimir al personaje que le daba el guión. En todo caso bebe mucho del Ramsés de Yul Brynner. El conflicto y la tensión amor-odio entre ambos personajes está ahí desde el principio pero le falta mayor desarrollo, cuando se reencuentran después de años separados nunca llega a igualar en fuerza a la dinámica Heston-Brynner.
Arriesgada es por cierto la decisión de poner a muchos occidentales de ojos azules a hacer de egipcios (es muy larga la controversia sobre la composición racial de los antiguos egipcios), pero con el correspondiente uso de maquillaje y/o bronceado pienso que la mayoría dan el pego bastante bien.
(sigo en Spoiler)