Exit Through the Gift Shop
Sinopsis de la película
Thierry Guetta es un francés que vive en Los Ángeles y cuya única obsesión es grabarlo todo con su cámara de vídeo. Poco a poco se va introduciendo en el mundo del arte urbano y llega a conocer a Banksy, el artista urbano más famoso de la historia. En los títulos de crédito oficiales no aparece ningún director o guionista, tan sólo Un film de Banksy .
Detalles de la película
- Titulo Original: Exit Through the Gift Shop
- Año: 2010
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
7.6
22 valoraciones en total
Aviso importante: ésta no es una película sobre Banksy. O quizás sí, pero seguro que no lo es de la manera que lo esperaba la gran mayoría. Al fin y al cabo, ¿cómo se puede filmar a un fantasma? El falso (luego ya entraremos en esta consideración) documental que lleva como título la intrigante frase de Exit Through the Gift Shop, que traducido literalmente vendría a ser algo como Salida por la tienda de regalos (en referencia a la clásica manera de abandonar cualquier museo que se precie), más que tratar sobre el más famoso de los graffiteros, es una cinta hecha por él. Dirigida, escrita… completamente concebida por él. Así lo dice su voz metalizada: Ésta es la película sobre el tío que quería hacer un documental sobre mí. Lo que pasa es que yo no era suficientemente interesante. Ahí va la primera mentira de una larga serie.
Y que nadie se haga el sorprendido/ofendido, pues del maestro del trampantojo y de otros espejismos visuales sólo podía esperarse un gran y maravilloso engaño. De modo que, superado el primer chasco, no nos queda otra que seguir los pasos del susodicho tío que quería hacer el documental sobre Banksy. Thierry Guetta, rechoncho padre de familia de origen francés pero residente norteamericano desde hace tiempo, comerciante de ropa y enfermo de dos obsesiones que siempre le acompañan: el arte callejero y filmar absolutamente todo lo que pasa a su alrededor. De esta combinación nace un relato cuya -falsa, otra vez- apariencia de divertimento naïf no permitirá apreciar a algunos unas aguas ciertamente profundas en las que se esconde mucho más que la simple búsqueda del ídolo anónimo.
Es de agradecer pues que, en lugar de satisfacer nuestra curiosidad morbosa (y por lo tanto, poco relevante) concerniente a los datos más banales sobre Banksy, se nos instruya sobre temas que sí merecen ser estudiados a fondo. En vez de recibir datos insustanciales sobre el lugar exacto de nacimiento del graffitero o su infancia, se nos ilustra con mucha gracia sobre por ejemplo qué es lo que realmente significa el conocido como street-art. En cuanto a la forma, lejos de la clase magistral cargante, se apuesta por mostrarnos una historia que, por empática y extravagante, atrae nuestra atención sin ningún problema, al mismo tiempo que quedan en nuestra memoria lecciones y conclusiones (por mucho que se nos asegure que las vivencias de Thierry Guetta no tienen ninguna moraleja… he aquí otra mentira) sobre el arte en general, este mundo/negocio en el que cada uno -erudito o cretino- se cree poseedor de la única opinión válida.
Banksy no me parece para nada un Fraude. Al contrario, Exit Through the Gift Shop, la película que firma pero no filma, es un alegato de la copia y el original. Del Fraude como arma de destrucción artística. Y es ahí donde el fantasma wellesiano resurge de F. for Fake donde se nos suscita las diversidad sobre la mentira en un mundo que casi nunca dice la verdadera verdad. Es en sí el relato de un copista sobre otro copista ya que Banksy y los otros artistas callejeros que aparecen en el documental parecen reproducir una y otra vez sus obras en los muros como firma viral y consecuente publicidad contemporánea.
Podría ser falso y original al mismo tiempo ya que desconocemos el punto de vista que lo origina. ¿Es Banksy o Thierry Guetta? ¿Quién es la copia o quién el original? Esa desubicación del punto de vista es expuesta en el documental como advenimiento circular de la obra. El cordial y compulsivo grabador de la realidad sigue los pasos del artista cinematográficamente para finalmente suplantarlo como artista callejero y ‘curando’ su adicción al video-recorder por el nuevo paroxismo del art-recorder. Fotocopiando una realidad que antes era grabada y ahora impresa. Impresión de los mismos descubrimientos que ha vivido implantados ahora bajo su firma autoral.
Al mismo tiempo el artista callejero deja el espray para erigirse como director de la obra y renegar del artista que ha ocupado su nuevo rol. Esa nueva reconversión y afinamiento del artista suscita de nuevo si la obra realmente es circular y falsamente experimental. Como si todo lo que hemos visto, incluso la misteriosa imagen del artista oculto, fuera una mentira que nos narrase la prostitución y mercantilización del arte y el carente o pasajero talento del denominado hype.
Más allá de la venganza que acometería Margo (Banksy) sobre Eve (Thierry Guetta aka Mr. Brainwash), si un post-documental de Eva al desnudo se lo permitiera, se erige un alegato sobre el comercio cultural que convierte la contra-cultura en un nuevo foco lucrativo desvinculándolo de su objetivo. La torpeza, fortaleza afectiva, consecuencia, candidez y adicción al paroxismo de Thierry parecen exonerarle de su fuga escapista hasta el art-establiment y la salida de todo museo fecundada en el arrebato del suvenir. Hay que pagar hasta por la réplica, aunque ésta sea una miniatura. Ley del negocio.
Pop art aparte, Exit Through the Gift Shop forma parte de la misma incoherencia y contradicción de la que se nos habla, a modo de machaque, en el interior: Warhol filmaba avant-garde, Thierry Guetta una arrebatada pesadilla fílmica en Life Remote Control (nos enseñan un par de minutos calificados por el propio Banksy como ‘mierda’, contradicho por el contra-plano de su creador) pero Banksy hace un documental ‘clásico’ fecundado en un gran flashback y moraleja que nos avisa de la sutil diferencia entre un chiste sin gracia y un chiste sin chiste.
Es un peliculón. Es un super documental. Es un ZAS! en toda la boca para todos aquellos artistas chupópteros que, como Thierry Guetta, intentan triunfar saltándose todas las fases que el arte conlleva, reduciéndolo a una única cosa: dinero. Vendiendo el arte.
Es una obra de arte. Lleno de humor e ironía, Banksy nos la mete a todos doblada, porque señores, es un FAKE.
No es un documental real. No existe Mr. Brainwash. No es un artista con un estilo sin estilo, que mezcla todo y que ha conseguido que Banksy quiera dejar de ayudar a nadie.
Es un Fake, donde Banksy da a todo el mundo (a todos los que le critican, todos los que le llaman o llamaron vendido, todos los que se creen artistas y se hacen ego de ello, todos los que intentan aprovecharse para sacar dinero de cualquier oportunidad, a costa de como y quien sea) un ZAS en toda la boca!.
Y lo gracioso es que lo sacan en las noticias, en los períodicos, en internet como un documental real. Hasta a Madonna se la metieron doblada. Hasta Madonna cree que Mr. Brainwash existe y que ese super importante artista, que salió dios sabe de donde, le hizo la portada de su disco.
Aplauso.
Es MUY GRANDE. Altamente recomendable. Para disfrutar, para aprender del arte urbano y para conocer a este terrorista artístico que es Bansky.
Genial.
PD: A mi también me engañó al principio.
Lo que a priori se presenta como una crónica bien documentada sobre el auge del street art, a la par que indisimulada loa al ya henchido ego del artista anónimo conocido como Banksy, tiene la envidiable virtud de reformularse con rapidez.
Tras sesenta entretenidos minutos de gracioso retrato callejero, compuesto enteramente por imágenes captadas con video casero, Exit Through the Gift Shop adopta un tono más serio sin perder su inicial ironía, y se convierte en una reflexión – en la que Banksy es sólo gancho y catalizador- que cuestiona el verdadero valor del arte contemporáneo.
Una reflexión que recela de los advenedizos de dicho arte y que se ríe de la actual modernidad artística, situando al film, en lo que a discurso se refiere, al mismo nivel que Fraude (Orson Welles, 1973). Una brillante lección, de proyección obligada en todas las facultades de Bellas Artes.
Todo hombre es un artista
Joseph Beuys
La historia del arte del siglo 20 ha sido propiamente la narración de su fin. Tanto por el lado de la extinción supremática del lienzo (la línea que va del Cuadrado Negro de Malevitz al Cuadrado Azul de Rothko) como por el lado de la democratización del gesto artístico (comenzada en el gesto teatral de Duchamp y el ready-made, la transposición de un objeto cualquiera en objeto artístico, y continuada en el arte de respirar y la universalización del artista). El cine en su propia historia también ha dibujado un fin. Éste, como el del arte, continúa en el siglo 21, como si el secreto de su supervivencia fuera, en palabras de Jean Baudrillard, que la desaparición continúe viva.
En el proceso de redi-meidización democrática, la figura de Banksy (el graffitero, el artista, a la sazón el director del documental que nos concierne) representa un cenit posmoderno. Si Warhol cumplió con la misión de banalizar por completo el arte, conduciéndolo a la simulación de sí mismo, y Manzoni, con su Mierda de artista en lata, hizo que la obra de arte oliera mal, Banksy, con su genial trabajo, ha hecho del mundo entero un lienzo. También ha hecho de un hombre llamado Thierry Guetta, el degenerado con cámara, como Banksy lo describe, todo un artista. Ambos se han hecho multimillonarios: este film –ése es su origen confesado- quiere ser la legitimación moral de la estética del graffiti, y resulta un impagable documento sobre la realidad del arte, así como un maravilloso biopic de un personaje memorable.
Guetta, francés inmigrante en los Estados Unidos, es el verdadero autor de Exit through the gift shop, si no fuera porque no tiene ni la más remota idea de montaje cinematográfico. Y de cómo llegó a serlo es la historia del filme, del que es protagonista, además de cómo se convirtió en Mr. Brainwash, el no va más en la historia del arte post-contemporáneo. Antes de todo eso, el señor Guetta, un tipo esperpéntico, sudoroso, como salido del siglo 19 y con los zapatos demasiado grandes, era un cineasta amateur que, fruto de un trauma infantil -le habían escamoteado la enfermedad y defunción de su madre-, decidió filmarlo TODO. Como en los casos de Alan Berliner o Ross McElwee (cineastas que han conseguido que sus familiares y allegados les prohíban volver a filmarles), Guetta reúne una obra cinematográfica que es una prótesis de su propia memoria y, al tiempo, una forma de terapia. La impresionante colección de cintas que guarda Guetta, en las cuales se fundamenta la mayor parte del metraje de Exit through…, no son sino sus recuerdos, su vida.