El viaje de Arlo
Sinopsis de la película
¿Qué hubiera pasado si el asteroide que cambió para siempre la vida en la Tierra hubiera esquivado el planeta y los dinosaurios no se hubieran extinguido nunca? Un viaje al mundo de los dinosaurios donde un Apatosaurus llamado Arlo se hace amigo de un humano, aunque resulte asombroso. Mientras viaja por un paisaje desolado y misterioso, Arlo aprende a enfrentarse a sus temores y descubre de lo que es capaz.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Good Dinosaur aka
- Año: 2015
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.2
40 valoraciones en total
Vaya por delante que me declaro inocente del cargo de odiar a Pixar, más aún, me considero un férreo defensor de uno de los mejores estudios de animación de la historia del cine, responsable de media docena de películas capitales entre las que se incluyen Los increíbles , Ratatouille , Wall-E o la trilogía Toy Story . La más reciente Del revés me hizo vibrar en la butaca como llevaba tiempo sin sucederme, gracias a un magnético trabajo a nivel de diseño y una enorme inteligencia en el guión. Por tanto, cuando me senté frente a la pantalla grande para ver El viaje de Arlo , no podía estar más predispuesto a dejarme llevar y a que Pixar volviera a introducirme en otro mundo, otro planeta. En cierto modo lo hizo: me mostró la cara menos inspirada de la compañía, una hecha de retales, de ideas recicladas, ocultadas bajo una tecnología deslumbrante. Me encontré, en definitiva, con la peor película que ha salido de la compañía del flexo.
No es que El viaje de Arlo sea mala, simplemente es del montón, una película tan desprovista de alma como de inventiva, que parte de una premisa excelente (¿qué habría ocurrido si los dinosaurios hubieran sobrevivido al meteorito? ¿cómo habría evolucionado la Tierra en 65 millones de años?) para al final centrarse en un viaje (como nos recalca su título español, no así el inglés, The Good Dinosaur ) de dos personajes que comienzan con una rivalidad y terminan por ser amigos. Arlo, el más joven de una familia de diplodocus, resulta ser además el patito feo de la familia y su construcción como protagonista es tirando a vaga, por su parte está Spot, un joven humano que tiene más capas de interés pero cuya representación en el film es, ni más ni menos, que la de un Stitch de carne y hueso (actúa como un perro, incluso) hasta el punto de que el conflicto sobre el que orbita su presencia es la familia… exacto, la ohana del alienígena del film de Chris Sanders. Las coincidencias argumentales se amplían a El rey león , de la que bebe en no pocas situaciones (algunas, calcadas), o El valle encantado , y no es una relación que saque sólo de la presencia de los dinosaurios.
Esto no sería ningún problema si aportase algo al imaginario en el que se inspira, pero no es el caso. El guión de Meg LeFauve es muy esquemático, apenas plantea tres situaciones en las que hay un poco de movimiento que parten la película en tres bloques muy definidos, llegando a una meta tan esperada -y previsible- como poco satisfactoria. Que sí, es cierto que se guarda bajo la manga alguna secuencia intensa en lo emocional, pero lo sentimental no está bien medido y a veces cae del lado equivocado. A favor de la película, dos factores: el primero, y quizá el más importante, es que la película es realmente entretenida. Es decir, si sabemos perdonar que no sea demasiado imaginativa (no ya para el estándar de Pixar, por cierto, en general), dura 90 minutos y se ve en un abrir y cerrar de ojos. Y el segundo, que técnicamente es una cosa prodigiosa ya desde el arranque, cuando vemos el agua y parece imposible creer que sea digital: la vegetación, efectos de luz, texturas, el pelaje de las criaturas… todo es tan, tan ridiculamente realista, que incluso a veces crea la sensación de que los personajes están colocados frente a un croma. Por esto y por poco más salvaría un film tan rutinario como El viaje de Arlo de la quema, porque aún con sus problemas, verla no supone ningún tipo de molestia.
Por contextualizar la frase dicha más arriba ( la peor película que ha salido de la compañía del flexo ), y apuntando a las que son consideradas de forma unánime las partes más bajas de Pixar: Brave me parece una película realmente notable e incomprendida, una aventura épica que se desarrolla desde la intimidad y que salvo por alguna secuencia de acción mal medida, podría pasar por la poética de la filmografía de Studio Ghibli, y ambas Cars , tanto primera como segunda, son trabajos que están marcados de nacimiento por su existencia por y para generar merchandising, pero incluso así, creo que ofrecen más cine -y mejores ideas- que Arlo. A fin de cuentas, la primera hacía una exploración del paisaje cercana a una road movie setentera y construía un mensaje de libertad bien entendido, y la segunda, una película de espionaje camuflada como film para niños, funcionaba bastante bien especialmente en su arranque y desenlace. No eran grandes películas, pero pueden aceptarse dentro del canon de Pixar sin ningún problema. El viaje de Arlo tiene dos, quizá tres secuencias majestuosas (la del poster, un homenaje a Dumbo y cierta charla nocturna), pero en global podría haberla hecho Dreamworks o cualquier otro estudio. En resumen: crucemos los dedos para que Buscando a Dory no presente unos registros tan bajos.
Muy acostumbrados estamos a que las películas de pixar tengan guiones originales. Quizá por eso Arlo no ha sido acogida como se merece por un público que no esperaba una historia clásica como las de antaño.
Es de agradecer la premisa de Arlo, una historia sencilla, enfocada al público infantil pero que los adultos disfrutaremos como el propio niño. Con un nivel artístico de vanguardia en una película animada, mostrando unos paisajes de gran belleza, recreado todo a partir de ordenador con un mimo y detalle absoluto.
Llevando la historia al estilo western, Arlo se deja ver con gran facilidad, alternando momentos de buen humor con otros emotivos que se graban en la retina. Personajes muy bien construidos, tantos secundarios (atención a los tres tyrannosaurus y sus historias) como los dos protagonistas, uno de ellos sin mediar palabra logra transmitir mas que muchos personajes de la industria.
El guión clásico aunque previsible no empaña un producto redondo donde no falta la carga emocional mezclada de forma genial con el buen humor. Una historia sobre el destino, la amistad, y el corazón.
Cuándo despertó, el dinosaurio todavía seguía allí .
Apenas unas palabras, componen el cuento más corto del mundo.
Muy simple, muy evocador, muy visual . No se necesita nada más para estimular la imaginación, no sabemos dónde seguía el dinosaurio, qué clase de dinosaurio era, ni cuándo despertó.
Pixar, la experta en sacar lo extraordinario de lo ordinario, parece haberse inspirado en esa línea para decir cuando despertaron, los dinosaurios seguían allí .
Conciben otra idea loca, un mundo donde el meteorito que arrasó a los grandes reptiles nunca pasó, y otra vez van sin miedo con ella, evitando cualquier asomo de ironía. Esta Tierra existe, según Pixar, y los diplodocus granjeros siempre han existido también, quién lo puede negar.
El Viaje de Arlo es, de nuevo, el eterno viaje a la madurez.
Pero un viaje a la madurez especial y diferente, plagado de detalles visuales que lo enriquecen y marcan la pauta de lo que se cuenta. Un dinosaurio nace junto a sus hermanos, y ya se forma su carácter: siempre dispuesto a ir para adelante, pero físicamente incapaz de hacerlo.
Sus piernas cortas y débiles de grandes pies casi parecen dolorosas, parece lógico que no pueda llegar más allá de su casa y siempre sea él quien tenga que dejar de intentarlo. Un detalle precioso cortesía de Pixar: evitando el tópico de padre sobreprotector pero estricto hay un momento en el que Henry, padre de Arlo, se da cuenta de cuándo ha llevado demasiado lejos a su hijo, y sabe que debe confortarle antes que forzarle. Habría sido demasiado fácil convertirle en un tirano egoísta, pero Pixar sabe que le necesitará después, cuando la voluntad de Arlo sea aún más débil, y el cariño velado de un padre pueda ser aún más cálido.
Tras su primer encuentro con Spot, el niño salvaje, y por causas ajenas, Arlo se verá por primera vez fuera de casa, en una tierra extraña, lejos del calor familiar.
Esta extrañeza es subrayada por el innegable aire de dibujo animado del pequeño diplodocus: con pies desproporcionados y formas suaves , casi parece una provocación dejarle en medio de un paisaje detallada y realista, vivo y amenazante, con reglas que él no entiende. Increíblemente penoso es el camino, y aún más puede llegar a serlo.
Las ocasionales ayudas de Spot son la única ayuda, y es con él con quien Arlo tiene su primera revelación, a la que sin embargo se resiste: el ataque, el salvajismo, y la muerte como únicos aliados en medio de la necesidad.
La naturaleza es caprichosa, provee y quita a la vez, y eso es algo que ambos van a aprender por las malas (más el buen dinosaurio que su amigo el niño perro).
Y pese a que la vida pueda presentar pirados o iluminados a veces, también tiene mejores momentos: se nos olvida, pero Spot y Arlo conocen la pérdida del hogar, como se encarga de recordarnos un mudo diálogo, espléndido en su simpleza, desolador en lo que cuenta. En esa soledad compartida, y en cómo compartirla, está el corazón de todo el viaje.
También en la enseñanza sencilla de un poderoso T-Rex con andares y gestos de John Wayne, quien cuenta cómo llegó a tener la cicatriz de una mandíbula en su cara. Lo que para Arlo es el aterrador relato de una presa escapando de su cazador para el otro es una demostración del esto también pasará , una señal de que hay que convivir con lo que da miedo siempre, las más de las veces enfrentarlo, si tenemos voluntad conquistarlo. Pero nunca evitarlo.
También hay un detalle que todo viaje de madurez se encarga de omitir, y es la aparición de la malicia, de un egoísmo fruto de querer mantenernos a salvo siempre, en un entorno seguro con las personas (o persona) adecuadas.
Pero queda una última revelación, o relevación como dice uno de los iluminados: nunca, nunca, jamás en nuestra vida vamos a poder estar siempre seguros, descansados, sabiendo lo que queremos o dónde podemos conseguirlo. Enseñanza dura, que sin embargo Arlo y Spot reciben de la manera más adecuada, con sencillas lágrimas ante una infancia ya pasada.
Una última imagen de ellos dos es Spot rodeado por las magulladas piernas de Arlo. Otras cicatrices, huellas de una aventura en la que no se puede evitar el daño, tampoco se puede evitar el cariño.
Resultaría muy fácil decir que el viaje fue penoso, que hubo muchas dificultades en el camino, o que al final nada salió como se esperaba. Lógico, es la vida.
Y es la huella de lo bueno que deja, en nosotros y en los demás, lo más importante.
Con una historia muy sencillita y vista mil veces, a Pixar le tocaba buscar la originalidad en otra parte. Y lo consigue con un par de personajes en los que cuesta distinguir cuál es el humano y cuál es la bestia, haciendo un equilibrio muy trabajado entre ambas condiciones.
Por otro lado, el diseño de todos los dinosaurios es propicio para los numerosos gags que tiene la película, que se descubre como una aventura western en pleno mesozoico alternativo. En lo que Pixar se ha dejado la piel es en los prodigiosos paisajes y entornos, una maravilla visual difícil de asimilar que haya sido hecha por ordenador, en los que se desarrollan arrolladoras secuencias.
Una película que no es un paso más de la franquicia, pero que desde luego es un paso firme, que propicia risas y nudos en la garganta, con un peso emocional maravilloso, y que deja buen sabor.
La versión corta/detractora: es un Pixar menor, venido de un proyecto que estaba estancado. Es una historia ya contada, sin ese giro de tuerca tan acostumbrado de Pixar.
La versión larga/detallista: Pixar acostumbra a reunir a niños y a adultos a partes iguales. Cuenta historias que alcanzan a todos y son analizables desde múltiples puntos de vista. Arlo es un Pixar muy enfocado para los niños, con ciertos guiños hacia los adultos si es que consiguen despegar los ojos de los majestuosos paisajes. Sin embargo, la historia ya nos ha sido contada a los más mayores, con múltiples películas que nos han hecho crecer y descubrir que la vida es una sucesión de luces y sombras. En cambio, para las nuevas generaciones, Arlo es un descubrimiento, un perfecto inicio en su cultura cinéfila que tendrán guardado en la memoria.
Y aquí es donde nace el conflicto, hablamos de Pixar, la grande e imaginativa, aquella que hace que se marquen días del calendario en rojo y cuyas expectativas son siempre altas,ojo, para los mayores. Es el problema de la marca de la casa. Estoy convencido que si esta película fuera de otro estudio habría halagos y mayor simpatía por ella, pero claro a Pixar hay cosas que no se le pueden dejar hacer.
Es, para mi gusto, la mejor película infantil del año: la más cuidada, la más pensada y estudiada y con un nivel de detalle extremo. Sin duda son unos genios de la animación. Esta vez, el guión ya te lo han contado, pero si consigues olvidarte de ello y ver a través de los ojos virginales de un niño, la saborearás como un enano.