El último safari
Sinopsis de la película
Casey, un joven millonario americano, contrata al cazador Gilchrist para que le sirva de guía, pero éste lo abandona a su suerte para ir en busca del elefante que mató a su mejor amigo. Casey, fascinado con Gilchrist, decide seguirlo allá donde vaya.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Last Safari
- Año: 1967
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
5.3
77 valoraciones en total
Las películas de cazadores en África o de safaris ofrecían unos ingredientes inmejorables para las aventuras: paisajes exóticos, vida salvaje y tribus indómitas, en un continente donde el hombre blanco era un extraño, amenazado por peligros que le obligaban a estar al acecho.
El título del largometraje refleja a las claras que es el final de un género de películas, que no seguirá el arquetipo de sus predecesoras, o al menos es lo que pretendía Hathaway al que los estudios Paramount cambiaron los tintes de la historia. Hathaway nos presenta un viejo cazador, encarnado por Stewart Granger, arisco, antipático, dispuesto a saldar una cuenta pendiente con su pasado, una lucha interna que debe decidirse en la caza de un elefante. La elección del propio Granger es una declaración de intenciones puesto que 17 años antes protagonizaría Las Minas del Rey Salomón con gran éxito poniendo de moda las películas de safaris.
En El Último Safari el protagonista es un antihéroe que sabe que ya no tiene sitio en la actual África y decide embarcarse en su propia aventura sin más compañía que la de su rifle. En contraposición llega un chico rico que busca aventuras en África y que piensa en que la aventura de Gilchrist (Stewart Granger) es idónea para divertirse. Los estudios conocedores del éxito de Hatari! de Hawks unos años antes metieron en la película humor e imágenes simpáticas de animales que la historia no podía aguantar, por lo que la primera mitad del film sufre una lucha entre la verdadera historia y los absurdos añadidos. La película es golpeada con un estilo que va en contra de su esencia y la hace vulnerable ante la comparativa con la entretenidísima cinta de Howard Hawks repleta de humor, camaradería, acción y algo de romance. Características de las que El Último Safari está desierta por mucho que intenten engañarnos. No son películas comparables, dejando a un lado su calidad, El Último Safari podría haber sido una gran película, más árida, más intimista, más reflexiva, más seria. Nada que ver con Hatari!, pero se confundieron.
Merece ver el tramo final de la película, olvidando la primera media hora.
Dos hombres se enfrentan en las sabanas de Kenia. Uno joven y el otro mayor, el joven presume como triunfador, pero en sus negocios, y quiere adquirir lo antes posible lo que ofrece el cazador mayor: Experiencia. Experiencia de la vida, lo que con el dinero no se puede comprar. El joven lo quiere todo y a toda velocidad. Miles (Stewart Granger) inicia el safari como el rastreador jefe y aquí la película presenta una aventura con rutinarios puntos de apoyo siendo el principal la acompañante, Gabriella Licudi, la mujer que pondrá la nota discordante obligada, y pondrá también sensatez, belleza y colorido. En cualquier buen safari que se precie el papel de la mujer es el principal, aquí, su participación es desde luego loable, y al hombre no le toca más que cumplir como engreído explorador o repelente y presumido sabelotodo, con sus piques y marcando territorio, algo así como si ya estuvieran muy introducidos en la vida salvaje animal.
Alguien dirá que el joven es insoportable, pero es que ese es su cometido y como lo interpreta así, se le hace insoportable al señor Miles. El avance se justifica en cazar una gran pieza, un elefante que tiene cuentas que saldar con el señor Miles. Aparición igualmente obligada de nativos, incidencias en el camino que dan juego a la aventura. Los hombres siguen tras la pista de los elefantes, animales de los que desconfían los nativos porque les creen con un espíritu muy vengativo si a alguien se les ocurre molestarlos, normal.
Stewart Granger es un actor de perfil aventurero del que pensaron todavía podía rendir como explorador en sabanas o desiertos, y no será en estas líneas donde se diga lo contrario o se critique a Henry Hatahaway. Los dos hombres seguirán adelante y como bwanas irán con sus porteadores aparentando conocimiento y sabiduría en sus decisiones. Los nativos me imagino que por aquellos tiempos les sería indiferente lo que se creyeran los hombres blancos, aceptarían su papel de porteadores por interés y les dejarían hacer según su entendimiento con total indiferencia, pero estaría claro que llevando ya cientos de años deambulando por aquellos lugares, cazando y subsistiendo a pesar de todos los peligros, no creo que aprendieran nada nuevo de ningún explorador o cazador blanco por muy experto que se las diera o por muchos años que llevara por allí dando el coñazo, pero bueno, Stewart Granger tiene un status ganado. La película finalmente cierra con acierto colocando a cada cual en su sitio sin que el espectador se tenga que sentir estafado por el safari.