El ser del planeta X
Sinopsis de la película
Un misterioso alienígena procedente del Planeta X se encuentra con un científico que estaba realizando un estudio del comportamiento de dicho astro. Las diferencias entre ambos incrementan la mutua curiosidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Man from Planet X
- Año: 1951
- Duración: 71
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Opinión de la crítica
Película
5.7
37 valoraciones en total
A medio camino entre las clásicas de la Universal, con una convincente recreación de los páramos escoceses con niebla y misterio (y que tan bien retomó Landis en Un hombre lobo americano en Londres), y las películas de marcianos de los 50, El ser del planeta X es un interesante filme rodado con un cierto gusto por los ambientes opresivos, sentando las bases que se repetiran en este tipo de filmes, con los tópicos clásicos de: el profesor viejo, el ayudante malvado y traidor, la hija o ayudante deseada por el ayudante y el macho-alfa, todo virilidad, que desface el entuerto y se lleva a la chica.
Es un filme a descubrir, donde el alienígena quizás no es tan malvado como parece, pero que se encuentra con una sociedad nada buenista que no desea vecinos nuevos con cara de bacalao.
El ser del planeta X o como se titula en su versión original The Man from planet X (curiosa degradación de hombre a simplemente ser cometida en la traducción, y no es para menos, pues el individuo en cuestión parece un cruce bizarro entre Cristina Tárrega y un bacalao seco) posee el encanto de la auténtica ciencia ficción cincuentera.
Ambientada en un pueblecito inglés, al que llega un americano que resulta ser el más listo, la historia, a través de un metraje ligero propone la aparición de un visitante de otro mundo con intenciones inciertas. Más allá de esta premisa poco original en un principio, se exponen otros aspectos interesantes, como son los esfuerzos de los científicos por comunicarse con el extraterrestre, aunque éstos sean tratados de forma muy superficial e inocente, y quede como una buena idea sin desarrollar.
En esta presentación de los acontecimientos, la historia está bastante bien llevada, y la falta de presupuesto, aunque evidente, no es un inconveniente esencial. Sin embargo, en su tramo final, la escasa definición de los personajes y un final demasiado endeble y precipitado (la aparición de los agentes de Scotland Yard casi parece un cameo) son sus principales defectos.
Aun con todo, resulta una cinta entretenida e interesante, aunque poco arriesgada en su propuesta. Eso sí, un consejo: no busquen aquí rigurosidad científica, podría darles un síncope.
Curiosa película, sobre todo para ser los inicios del boom de la ciencia ficción en el cine, con un excelente guión, que sorprende por su calidad en un film de este tipo. Con una fotografía que por momentos recuerda las producciones de la Universal de quince años atrás…y que le da un toque gótico genial y a la vez extraño en una película ci-fi, el film es un ejercicio de calidad y de trabajo bien hecho , con muy pocos medios. Si además añadimos en la trama a un extraterrestre que aterriza en un páramo de Escocia con buenas intenciones…ya la película es diferente a muchas de las producciones de su época del mismo género.
Edgar G.Ulmer, ya había brillado en otra película de corte fantástico Satanás (1934), y sin duda su mano se nota, y mucho, en el resultado final de esta buena y cuidada película de ciencia-ficción. Muy recomendable, ya que es un auténtico y a la vez, olvidado clásico de la ciencia ficción de los años cincuenta. Hoy en día recuperado para DVD gracias a la distribuidora L´Atelier 13.
Más allá de análisis irónicos y limitados por la coyuntura o la moda, por la cándida, vacua y esnob risa de lo teóricamente anticuado ( argumentación, esta sí, de vida efímera), El hombre del Planeta X plantea una premisa argumental simple con un enfoque lleno de matices interesantes (el ser extraño no es malvado a priori y sus motivación es salvar a su raza) que Edgar G. Ulmer eleva a lo notable gracias a su talento escenográfico y puramente cinematográfico.
Superior a propias obras del autor con similar presupuesto (el presupuesto, aunque añade lustre, no guarda ninguna relación con la excelencia artística o intelectual de un director), El hombre del planeta X cuenta con un apartado musical extravagante y apropiado, fotografía notable, actuaciones discretas pero dignas y un diseño del ser extraterrestre original (como se dice en el filme: sus ojos parecen los de un pez muerto , un extraterrestre no tiene que poseer necesariamente la morfología agresiva que los más simplistas imaginan).
Singular y misteriosa propuesta, el filme, aunque no resulta excelente debido a cierta falta de intensidad, profundidad y calidad interpretativa, sobrepasa los cánones genéricos y reviste gran interés a pesar de sus evidentes limitaciones.
Aunque también suelo caer en las redes de las parafernalias presupuestarias, los efectos especiales y el bombo y platillo con que se revisten muchas películas, especialmente las actuales, no condicionan demasiado mi valoración. Las buenas vibraciones que me dejan algunas películas no guardan relación directa con el número de codiciados papeles con la imagen de George Washington u otros prohombres ilustres, que se han invertido. Todo lo contrario, cuantos menos billetes mi admiración aumenta en progresión geométrica.
En estos tiempos de crisis, un director como Edgar G. Ulmer es una apuesta segura. El rey de la serie B es el ejemplo perfecto de como sacar el máximo rendimiento a los pocos euros de que se dispone (o dólares, que viene a ser lo mismo). Revisar sus películas es toda una lección de economía. Fíjense que para rodar El ser del planeta X se aprovecharon (¡aquí no se tira nada!) unos decorados anteriores, de Juana de Arco nada menos. Claro que las campanas de Orleans seguramente se reconvirtieron en modernas naves espaciales con lucecitas intermitentes y otros adelantos futuristas.
De todos modos, mi admiración y mi reconocimiento a Ulmer por una historia que hoy nos parece nimia y totalmente desfasada pero que, en los años treinta, cuarenta e incluso cincuenta no lo era. El pánico de los habitantes de Nueva Jersey por la invasión extraterrestre y La guerra de los mundos (Orson Welles dixit) estaba superado solo a medias. El espacio, en el año 1951, era una incógnita y estaba lleno de planetas X. La carrera espacial y el Sputnik soviético no llegarían hasta 1957 y hasta que llegó George Lucas con su Star Wars en el 77 arrasándolo todo, especialmente nuestros primigenios miedos y nos familiarizamos con alienígenas, galaxias, clones, etc., los espectadores, allá en la oscuridad de los cines tendrían su gusanillo interior incluso ante extraterrestres tipo El dormilón de Woody Allen.
Hoy, ciertas científicas afirmaciones, producen risa en lugar de inquietud. Decir que el planeta no va a chocar con la tierra, al menos no totalmente, y solo va a producir huracanes y maremotos pues, visto lo visto, ¡las cosas que hemos visto, eh, sir John!, no es poca cosa precisamente. Pero somos proclives a la disculpa. Tal vez si en el 51 se hubiese sabido lo que hoy se sabe, las cosas serían de otro modo y el futuro que nos espera, quizás también…