El salario del crimen
Sinopsis de la película
Mario, hijo de un comisario de policía muerto en acto de servicio, es un honrado y eficaz detective de policía. Instruyendo unas diligencias conoce a la atractiva y ambiciosa Elsa y entre ambos comienza una ilícita y apasionada aventura amorosa. A partir de entonces, los firmes principios de Mario se tambalean y su vida cambia por completo, al supeditarse al superficial y costoso estilo de vida de Elsa.
Detalles de la película
- Titulo Original: El salario del crimen
- Año: 1964
- Duración: 91
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes descargarte una copia la película en formato 4K y HD. A continuación te mostramos un listado de opciones de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.5
76 valoraciones en total
Cuando me dispuse a ver esta obra, esperaba encontrarme con una película de cine negro más o menos aceptable, o entretenida, pero ciertamente El salario del crimen es mucho más que eso, una auténtica obra maestra, seca, concisa y convincente, y en la que el habitual discurso moralista presente en el cine negro español del franquismo se lleva a un terreno fatalista que conduce a un desenlace final muy sólido. Todo, desde los títulos de crédito iniciales hasta la fotografía y la música, pasando por el guión y el reparto, así como la dirección de Buchs, converge en un resultado asombroso por su perfección. Arturo Fernández hace un gran trabajo como protagonista.
La secuencia del robo en el banco, con Fernández convenientemente disfrazado, es digna de antología, por su uso del suspense y del ritmo. El plano subjetivo en el que sabemos que Arturo Fernández y Françoise Brion -ésta en un papel de mujer fría y ambiciosa, fatal a su manera, muy atípico para el cine español- están acostados en una cama, después de hacer el amor, y sin embargo no vemos más que lo que les rodea -¿hecho así para sortear a la censura?- es también digno de mención.
Habría que revisar a fondo la filmografía -muy corta, por desgracia, en títulos, debido a la repentina muerte de Buchs en 1973- de este cineasta. Una señora llamada Andrés (1970) no estaba mal como comedia fantástica, pero evidentemente El salario del crimen está en otro nivel, muy alto, y desde luego es de lo mejor del cine negro español de los años 60, junto con A tiro limpio (1963), de Francisco Pérez-Dolz, Crimen de doble filo (1964), de José Luis Borau, y Rififí en la ciudad (1964), de Jesús Franco.
Uno de los mejores papeles que ha tenido nunca Arturo Fernández al que poco le faltaba ya para cambiar de registro génerico pasando a hacer papeles de seductor más o menos elegante. En esta película fue eficazmente dirigido por Julio Buchs, un autor cuya entonces prometedora carrera cinematográfica fue detenida por la muerte. El film habla de los peligros morales y de la libertad del individuo para caer en las tentaciones o de mantenerse firme ante esos peligros representados en este caso y como no podía ser de otra manera por una deslumbrante mujer a la que encarna Françoise Brion que siendo francesa hizo alguna que otra incursión más en el cine español de los años 60. El joven policía protagonista es honrado en principio además de ser hijo de otro policía fallecido en acto de servicio pero el poder de sugestión de la chica hará que se meta en arriesgados intentos de conseguir dinero para seguir teniendo contenta a la perturbadora dama. Hay un buen uso de las sombras en la escena en que la pareja protagonista va discutiendo dentro del coche y la obra oscila entre la condición de consejo moralizante y una lógica calculada para que no parezca un producto sentenciatorio.
Sí, y del bueno, señores, pero eso la gente parece haberlo olvidado.
Caso error si se ha hecho, porque en nuestro país muchos directores apostaron por introducirse en los parámetros del más clásico noir , y no sólo lo vimos en décadas tan lejanas como los 50, dejando patente José Luis Garci que a principios de los 80 el género podía seguir reluciendo con El Crack .
Si había un estilo que, efectivamente, pegaba en la segunda mitad de la época franquista ese era el cine negro, acogiéndose muchos cineastas a los códigos más conocidos del mismo ya que otros géneros cinematográficos acababan siendo objetivos fáciles para la censura de la época. A finales de los 50 y sobre todo en los 60, cuando en tierras estadounidenses el noir estaba empezando a convertirse en un mero recuerdo de otra época, dejando el camino libre a un tipo de películas muy distintas, aquí se concebían algunas pequeñas joyas como A Tiro Limpio , El Precio de un Asesino o El Expreso de Andalucía , destacando sobre todo los nombres de Julio Coll y Josep María Forn, pero de entre todas estas maravillas hoy relegadas al olvido más injusto, mi favorita siempre será El Salario del Crimen .
En ella no podemos tener un esquema más visto y oído del cine negro: el típico policía duro y humilde que pierde a su compañero en acto de servicio y que, en el transcurso de la investigación se enamora de la femme fatale de turno, enamorada del lujo y el dinero, quien le está exprimiendo continuamente y consigue cambiarle hasta el extremo de infringir los códigos de la ley que en su día juró proteger.
El eficaz artesano Julio Buchs, que prácticamente había empezado su carrera y que con mano maestra conseguiría a lo largo de los años tocar un sinfín de géneros tan dispares como la comedia, el drama o incluso el spaghetti western , siendo el encargado de la muy notable El Hombre que Mató a Billy, el Niño , que protagonizó Peter L. Lawrence, demuestra que se mueve como pez en el agua en el más tradicional policíaco con todos los clichés del cine negro heredados directamente del cine de Robert Siodmak, Fritz Lang o Norman Foster, donde tenemos descapotables, garitos más o menos decentes, mujeres fatales, trapicheos de drogas, chantajistas inoportunos, redadas en la oscuridad, corrupción policial y dinero ganado de forma sucia, todo salpicado de una banda sonora con saxofón de fondo.
Aunque Buchs filma algunas escenas en un tablao flamenco para que sepamos a qué país pertenece su película, sin duda todo el imaginario está vinculado al cine negro más puro, donde el director demuestra nervio a la hora de rodar y aúna suspense, violencia, elegancia y acción, con ciertas dosis del humor más castizo y un romance imposible que sirve de pilar a la trama.
Arturo Fernández, muy jovencillo él, realiza una actuación diametralmente opuesta a esos recurrentes papeles de ligón que de un tiempo a esta parte haría sólo en el ámbito de la comedia y por los que es conocido por todos los españoles, olvídense de eso, porque el hombre, sin abandonar esos aires de galán que le caracterizan, está brillante encarnando a Mario, ese agente de la ley que ya nos conocemos, el que se hizo policía porque su padre lo fue, el que siempre ha permanecido fiel a los rectos procedimientos de su profesión, pero el que cae al final en las redes de la autodestrucción por una mujer cuyo tren de vida es muy distinto al suyo. Mira que hasta el mismísmo Luis Sánchez Polack (sí, el alto de Tip y Coll) se lo avisa: las mujeres, don Mario, que pierden al más inocente , pero él nada.
La encargada de hundir al protagonista es la preciosa actriz francesa Françoise Brion, y en papeles más secundarios tenemos a auténticos grandes de nuestro cine como José Bodalo, Tomás Blanco o un genial Manuel Alexandre que queda de miedo como el compañero del prota, el cual sirve para añadir la nota cómica.
Oscura a la par que entretenida, y con escenas tan memorables como la persecución por la corrala, el hábil atraco al banco o el duelo final entre Mario y el asesino de su compañero.
Sin duda una muestra del cine español que realmente merece la pena…al contrario del que infecta nuestras salas hoy día.
Uno se mete en problemas rápido cuando menos se lo espera. Este es el típico caso de la mujer fatal, de la vampiresa. Una mujer atractiva muy delgada, y con permanente, experta en engañar al hombre, jugar con él y aprovecharse sin ningún remordimiento. Qué listas son, me encantan, como dijo uno. Es el plato fuerte del cine negro.
Arturo Fernández, un inspector experimentado, ha caído en sus redes. El policía se mete en una vorágine de problemas que culminan en un crimen que justo, su jefe, le encarga a él que investigue. El salario del Crimen tiene su intriga más que aceptable, sus argucias, planteamientos y planificación, todo proporciona un rato entretenido, serio y curioso de lo que es el antiguo cine negro español. Una cinta que seguramente disfrutarás.
Buen ejemplo -ya tardío- de la muy recomendable serie negra española, esta película demuestra una madurez argumental y psicológica francamente notable, lo que unido a sus aciertos formales e interpretativos (de nuevo, excelente Arturo Fernández) la convierten en una experiencia enteramente disfrutable para el aficionado.
Aunque el soberbio prólogo -de magnífico ambiente y contrastada y dramática fotografía- parece sugerir que el argumento va a girar en torno a la persecución de un traficante que ha asesinado a un policía, esto no es sino un pretexto, pues el tema central que se abordará es la caída en desgracia de un detective, Mario, arrastrado al crimen por una atracción fatal. Esa atracción la ejerce Elsa, cuyo personaje trasciende los tópicos habituales que solían atribuirse a las mujeres en las películas españolas, así, se trata de una mujer provocativa, ambiciosa y hecha a sí misma, acostumbrada a decidir y mandar. Su clase , su lujoso tren de vida, y sobre todo su sensualidad atraen a Mario, que se verá empujado, víctima de todo ello, a la corrupción moral.
Es interesante subrayar -como muy hábilmente hace la película- que la actitud de Mario se comprende dentro de los parámetros machistas de la época, absolutamente atraído por Elsa, no puede soportar que la relación de poder dentro de la pareja no sea la tradicional (ella es empresaria, maneja dinero, se mueve en ambientes lujosos, le lleva en su coche deportivo, etc), e incurrirá en el crimen con tal de restaurar el orden natural de las cosas , sin percatarse de que está siendo manipulado.
Dentro de la ambigüedad que muestran muchos personajes, cabe señalar la ruindad de un aparentemente digno empleado de banca, y también la que desprende -aunque en un sentido positivo y humorístico- el insospechado detective que encarna Manuel Aleixandre, quizá el único personaje que escapa a esa mirada irónica sea el comisario que tan bien interpreta José Bódalo.
El filme tiene un buen guión, con acertados momentos de humor, casi todos a cargo del personaje de Aleixandre, y una excelente música de Jazz, con agudos y oportunos solos de Saxofón, que refuerzan el dramatismo o la tensión de algunas situaciones. Añadamos a todo esto secuencias tan logradas como la ya mencionada del prólogo, una panorámica subjetiva tomada desde la cama en la que acaban de acostarse Mario y Elsa (una solución provocativa y elegante para sugerir la relación sexual, con cigarrillo de después incluído), la persecución de un traficante en una corrala atestada de vecinos y niños, y el epílogo, que cierra circular y acertadamente esta curiosa historia de un cazador cazado.