El rey de los zombies
Sinopsis de la película
Durante la Segunda Guerra mundial, una avioneta se estrella en un islote situado entre Cuba y Puerto Rico a causa de una tormenta. Los pasajeros, James ‘Mac’ McCarthy (Dick Purcell), Bill Summers (John Archer) y su sirviente negro Jeff Jackson (Mantan Moreland) son acogidos por el extraño Dr. Sangre (Henry Victor) en su tétrica mansión.
Detalles de la película
- Titulo Original: King of the Zombies
- Año: 1941
- Duración: 67
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Opinión de la crítica
Película
4.6
56 valoraciones en total
Sin duda es la mejor película Jean Yarbrough (considerado uno de los peores directores de todos los tiempos) aunque cuando digo mejor evidentemente no quiero decir buena . Podríamos denominarla como comedia terrorífica aunque es tan discutible que haga gracia (tiene sus momentos) como que de miedo (ni de coña).
La historia es muy sencilla, una avioneta se estrella en una isla tropical y sus pasajeros son acogidos por un enigmático doctor. Rápidamente empezarán a pasar cosas raras y detrás de todo ello estará el doctor.
Lo mejor de la película es el criado negro de uno de los pasajeros del avión que se estrella en la isla (interpretado por Mantan Moreland). Primero porque es el que da el punto cómico a la película y segundo porque es el que descubre la existencia de los zombies (de esos hablamos luego, que se las traen). Dignas de mención son las constantes referencias que el criado hace al color de su piel ( Estoy demasiado moreno para ser un fantasma ). No nos olvidemos de que la película es de los 40 y en aquella época la situación era muy distinta con respecto al tema racial y ver a un actor negro casi protagonizando una película (por muy cutre que fuera) no era muy habitual.
Del resto de personajes, solo voy a destacar al mad doctor interpretado por Henry Victor, al que recordaremos por ser Hércules en la impactante Freaks del maestro Tod Browning. Curiosamente, la primera escena en la que aparece el doctor nos remite directamente a la presentación de Bela Lugosi en el Drácula de Browning, cuando éste baja por la escalera llevando una vela en la mano. Otro dato curioso sobre el doctor es su nombre ya que originalmente se llama tachan, tachan Doctor Sangre.
Los zombies( porque sí, salen zombies en esta película). Los zombies son unos señores con los ojos muy abiertos a los que parece que alguien ha metido un palo por el trasero. Si quieres ver un zombie, no tienes más que dar una palmada. Los zombies no hablan pero sí comen (y no precisamente cerebros humanos). Lo que les gusta comer es sopa, pero sosa del todo ya que si toman sal mueren de nuevo. Pero el dato más curioso de estos zombies es que si se miran a un espejo no se reflejan (de traca).
No voy a entrar en más detalles porque casi va a ser más larga la reseña que el guión de la película pero no puedo terminar sin dejar de apuntar las similitudes que presenta esta película con la onírica obra maestra de Jacques Tourneur Yo anduve con un zombie (1943). Ambas se desarrollan en un ámbito tropical, la sombra del vudú planea de manera constante y la manera de representar a los zombies es similar. Evidentemente, una está a años luz de la otra pero no deja de ser curioso el paralelismo y más siendo ambas casi coetáneas.
Es curiosa, es simpática y es corta, vedla
http://losguiltysdepinguirina.blogspot.com.es/
Igual que Ed Wood y otros ilustres malditos , Jean Yarbrough es uno de esos directores a quienes los espectadores perdonan todo por el entusiasmo que demostraron. De hecho, con el pasado de las décadas, alcanzan la aureola de míticos. Ese hecho afectivo no es incompatible con admitir que filmes como El rey de los zombies exigen una fuerte empatía para poder perdonarle muchas cosas.
Para diferentes aspectos remito en esta misma página a la excelente reseña de Pinguirina. Baste para la nuestra afirmar que la película tiene un racismo paternalista y una capacidad para no pensar en las propias fallas de su guión que hacen que nos movamos entre la irritación y el asombro por su descaro.
Incluso El Doctor Sangre se muestra menos temible que el insólito tridente que llega a este lugar perdido de la mano de Dios, donde los zombies presenta una de sus versiones menos terroríficas y más particulares desde que tenga uso de memoria de ellos en el celuloide.
Interesante desde el punto de vista arqueológicos del cine de terror.
Una divertida comedia de terror sitúa una vez más a su director J. Yarbrough y a su guionista, E. Kelso, en el centro de la controversia.
Lo cierto es que nos encontramos ante una película cándida, surrealista y planteada en clave de enredo que podemos ver con ternura y con una sonrisa indesmayable que oscila entre el asombro y la incredulidad.
La ingenua intrepidez y la vehemencia de las situaciones extremas salta a la pantalla como un juego en el que el espectador acepta de buen grado la pertinencia de cualquier lance, incluso los más disparatados.
La historia mantiene la intriga a base de una narrativa cinematográfica eficaz y en ella desempeñan un papel fundamental los primeros planos