El puente de Remagen
Sinopsis de la película
Fin de la II Guerra Mundial, 1945. Los aliados realizan el último avance en territorio alemán, pero queda un puente, situado en un lugar estratégico sobre el Rhin, que todavía permanece en manos de los nazis. Los dos bandos tienen mucho que ganar: los alemanes, la vida de 50.000 soldados apostados en el lado equivocado del puente. los aliados: la aceleración del fin de la guerra, con el menor número posible de bajas. Aunque ambos ejércitos luchan valientemente, sólo uno podrá ganar la batalla de El puente de Remagen .
Detalles de la película
- Titulo Original: The Bridge at Remagen
- Año: 1969
- Duración: 116
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato 4K y HD. Seguidamente te añadimos un listado de fuentes de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
6.4
62 valoraciones en total
Otra buena peli bélica injustamente infravalorada, aunque tiene los típicos clichés de este tipo de cine norteamericano, como el personaje de Ben Gazzara con su cigarro puro perenne y desvalijador de cadáveres, contiene los suficientes elementos para al menos entretener y no sonrojar. Resulta curioso ver a Robert Vaughn de Herr Coronel, así bajito y moreno, no parece de la raza aria jaja, pero da el pego en su papel, los demás actores, pasables. Buenas escenas de acción, sobre todo las rodadas con los tanques americanos entrando en una ciudad, los efectos de sonido están a la altura, y gracias a Dios, los alemanes vuelven a ser personas para lo bueno y lo malo en una película, no simples soldaditos que sólo morían a manos del heroico yankee de turno. También a resaltar algo que también se muestra en otras muchas películas, y es que tanto los oficiales como los soldados alemanes tenían mas miedo a los cabroncetes de la Totenkopf que a los mismos aliados, con esas ejecuciones masivas y arbitrarias con las que pasaban el rato los chicos de Himmler.
El Puente de Remagen o puente Ludendorff fue un puente sobre el Rin situado en Remagen (Alemania), al sur de Bonn. Fue construido durante la Primera Guerra Mundial a instancia de los mandos militares alemanes para hacer llegar tropas y material de guerra al frente. Fue conocido con el nombre de puente Ludendorff, en referencia al general alemán Erich Ludendorff.
Años después, a finales de la Segunda Guerra Mundial, una unidad del ejército estadounidense llegó a hacerse con el control del puente el 7 de marzo de 1945. Las tropas alemanas habían intentado demoler el puente dos veces, pero fracasaron. Como represalia, Hitler hizo fusilar a cuatro de sus oficiales y continuaron los intentos de hacer volar el puente. Su captura por parte de las tropas estadounidense fue conocida como el Milagro de Remagen . Aun así, el 17 de marzo de 1945, el puente se hundió y 28 soldados norteamericanos perdieron la vida.
Esta es su historia, la de una Compañía estadounidense y la de un Mayor y un Capitán alemanes que cada uno en su margen del Rhin atacaron y defendieron sin esperanza alguna, el puente que significaba la Puerta a Alemania para derrotar el Reich de Hitler y los nazis,
Grandes escenas bélicas muy bien rodadas por John Guillermin, un director inglés más que correcto, aunque el guión y los diálogos dejan mucho que desear. Destacar por el lado americano la actuación del teniente y el sargento, interpretados por George Segal y Ben Gazzara respectivamente, y por el lado alemán el Mayor y el Capitán, a los que dieron vida Robert Vaughn y Hans Christian Blech, gran secundario éste último al que recuerdo como asistente del mandamás nazi en La batalla de las Ardenas , película del corte de ésta y que recomiendo también a los amantes del género.
Notable, 7.
No suele ser corriente que el cine bélico se aproxime a un hecho tan complejo como fue la lucha en torno al puente Ludendorff, situado junto a la pequeña población de Remagen. Y lo hace con acierto. Por una parte logra proporcionar al espectador una información bastante completa del valor estratégico que para ambos bandos tenía ese puente sobre el Rhin y lo cambiante de las situaciones. Por otro lado, proporciona una visión bastante equilibrada de ambos bandos en lucha: frente a unos alemanes que estaban asumiendo su derrota, unos norteamericanos que están desequilibrando la guerra del frente occidental en favor de los aliados.
Otra virtud de la película radica en asumir la complejidad de la batalla y de los medios empleados en ella. Las escenas estrictamente bélicas poseen un realismo del que carecen otras películas en que las que la aventura y la acción sin más predomina sobre todo. No se libera sin embargo de la servidumbre de evitar los heridos y abusar de los muertos, heredada de los western probablemente.
La dirección de John Guillermin es más que correcta y tanto la fotografía como la música ayudan a hacer la película amable dotándola al mismo tiempo de calidad. A destacar que se abordan, aunque con la lógica mesura, problemas personales y morales. Tanto en el lado nazi como en el norteamericano se plantea, aunque con distintos enfoques, el deber militar de obediencia ciega a las órdenes recibidas. En otro orden, y ya a nivel del origen de las órdenes, el sacrifico de vidas para evitar un número mayor de muertes. Estas cuestiones se abordan, no obstante, sin desviar la atención en el aspecto bélico de la batalla.
Una única crítica pudiera ser la de apenas situar unas pocas líneas finales en pantalla para indicar que el puente se hundió definitivamente a los pocos días. Pero debe reconocerse que referirse más extensamente a este hecho quitaría el sentido de la película como narración y espectáculo y transmitiría al espectador la sensación de que fue una batalla inútil, lo que dista mucho de ser cierto.
En suma: una película digna de verse y que debe completarse con la lectura de lo escrito sobre esta batalla.
Vamos hablar de un pequeño clásico del cine bélico, poco conocido, pero que tiene suficiente encanto como para ser recordado. Hablamos de El puente de Remagen, el famoso puente Ludendorff , como se llamaba en realidad –ya sabemos que los norteamericanos no andan muy duchos en idiomas- donde se luchó de forma heroica por ambos bandos, en lo que fue una de las batallas más duras del final de la guerra.
La cinta destaca principalmente por las excelentes dosis de acción que tiene, y aunque le falta un guión convincente –su gran punto débil-, es una película con algunas de las mejores escenas de bélicas que recuerdo, y que da mil vueltas a otras muchas más famosas.
Me gustaría señalar que su influencia en películas posteriores ha sido muy importante. Títulos como Los violentos de Kelly, Un puente lejano o la mismísima Salvar al soldado Ryan beben de aquí.
Para mí El puente de Remagen es una de las primeras cintas modernas de cine bélico, es cine sucio, supera en caracterización y planificación técnica a muchas películas que no saben distinguir un tanque ruso de un leopard, pero además es mucho más cruel que casi todo lo anterior, los soldados ya no son tan guapos, ni van engominados, son tipos que lo pasan muy mal y matar no es tan sencillo como se suele pintar.
El mérito es quizás en la elección del reparto, donde no hay ninguna superestrella que eclipse a la propia historia, ya que es esta la realmente importante. Los actores, todos ellos habituales secundarios, rayan a buen nivel. Incluso hasta Robert Vaugh, que no me suele gustar mucho, está aceptable como Mayor alemán. Su amistad con el director haría que repitiese años después en repetiría en El coloso en llamas.
Buen trabajo del director inglés John Guillermin, un tipo que siempre entendió el cine como un divertimento de calidad, y que serán mejores o peores sus películas, pero ninguna es aburrida. Un brindis por esa forma de concebir el séptimo arte, en una época donde los autores pelmazos y pedantes han invadido el panorama actual con su cine independiente.
Nota: 6,7.
Durante los años sesenta se filmaron una cantidad ingente de películas sobre la SGM, son batallón. De estas, la mayoría están al servicio del espectáculo promovido por los grandes estudios. A su vez, muchas de las citadas se acercan poco o muy poco a la realidad de los hechos, con una falta de credibilidad que lastran una y otra vez todas estas producciones. La conclusión es clara: en esta década, y salvo las aventuras bélicas de éxito e inspiración infinita tipo La Gran Evasión o Los Doce del Patíbulo, el cine sobre la SGM perdió calidad con respecto al realizado hasta ese momento y, evidentemente, queda muy lejos de lo que vendría después: Vietnam, sus obras maestras y el regalo de sangre ya más contemporáneo de Hanks, Spielberg y nuestra adorada HBO.
El Puente de Remagen intenta recrear uno de las últimas bocanadas de aire del Reich mientras su Wehrmacht se ahogaba en las orillas del Rin. La recreación del libro del demócrata de partido Ken Hechler quedó en las manos de John Guillermin, un experimentado en el cine de acción y aventuras ( El Coloso en Llamas , Tarzán de la India ). La efectividad y solvencia del director con las escenas de bombo y platillo esconden una terrible falta de dinamismo dramático de una historia que avanza en lo artificioso pero que se hunde en lo esencial. Acostumbrados como estamos ya a recibir dosis casi mortales de relaciones soldadescas que bordean el límite de todo lo conocido –por otra parte, como debe ser, no hay nada más inhumano para el humano que la guerra-, el avance de la patrulla del noveno ejército en busca del puente de Luddendorf se convierte en un paseo soporífero que termina cuando se abre esa ventana en la colina y aparece el susodicho elemento arquitectónico, dando paso a un final que, esta vez sí, se llena de ritmo y entretenimiento.
Película que, como curiosidad, tiene el honor, deshonor, vergüenza o desvergüenza, como ustedes quieran, de ser una de las primeras superproducciones grabadas al otro lado del telón de acero, concretamente en Checoslovaquia, aquel gran país lleno de checos y eslovacos. Como siempre, para amantes del cine bélico que quieran ver como los alemanes ponían pies en polvorosa hacia el corazón de los Nibelungos, también para comprobar que la guerra, cuando es dirigida por un político, se convierte en un auténtico despropósito, curiosamente, como todo lo demás.