El paraíso de Hafner
Sinopsis de la película
Paul Hafner es un hombre de ochenta y cuatro años que lleva más de cincuenta viviendo en España. Pero la imagen de este anciano inofensivo y dócil que, como tantos otros alemanes, parece haber encontrado un paraíso en España, no tarda en desintegrarse. Al igual que otros representantes del partido Nacionalsocialista, el ex oficial de las SS encontró refugio en la España de Franco. En él no se aprecia consciencia ni mucho menos remordimiento alguno por los males del pasado. Sigue alzando el brazo con orgullo para hacer el saludo nazi y niega la existencia del Holocausto.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hafners Paradise
- Año: 2007
- Duración: 74
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Opinión de la crítica
6.4
99 valoraciones en total
Estamos ante un interesante documental que nos muestra la visión de un hombre que se quedó varado en los años turbulentos años 30-40 del siglo pasado, en buena medida gracias a que su mundo se mantuvo en pie durante treinta años más en España, lugar al que huyó a la caída del Reich alemán. Todo su entramado de marcos de referencia queda desentrañado por Günter Schwaiger, algo que no deja de sorprender tratándose de un pasado nacionalsocialista. Si por algo se han caracterizado los hombres de estas características ha sido por la cautela, lo cual queda de manifiesto en el hecho de que todos sus amigos plácidamente retirados en Marbella rechazan sus llamadas por miedo a comparecer ante una cámara. Y el caso es que el viejo lo entiende, porque como bien dice es posible que teman ser procesados, lo cual no hace que deje de pensar en el hecho de que es un anciano senil que diez años antes se habría negado a aparecer ante una cámara. En cierto sentido hay aspectos muy destacables de este documental que comentaré más adelante, pero hay otros que no me han acabado de convencer y es por eso que la nota se haya quedado en un simple 7 y es posiblemente eso, el hecho de saber que un nacionalsocialista en su sano juicio jamás habría aceptado servir como experimento a cara descubierta.
En primer lugar podríamos decir que estamos ante una de las versiones de la banalidad del mal que enunciara Hannah Arendt allá por 1961 durante el proceso de Eichmann en Jerusalén. En un primer momento y sin más datos que un simple intercambio de palabras y un contacto visual estamos ante un hombre completamente normal (entiéndase normal por todo aquel que pasa desapercibido entre las masas en el momento presente): un anciano respetable que, además, se las da de santo. Sin embargo este anciano no es un Eichmann, un burócrata que simplemente obedecía órdenes superiores con celo y eficacia con el fin de ascender y sin pensar en las consecuencias de sus actos, que formaba parte de un complejo y gigantesco entramado donde no era más que una pieza más. Estamos ante un individuo que se identifica con un determinado grupo étnico y también ideológico y que en base a ello elabora el discurso legitimador para todas y cada una de sus acciones y hechos históricos, es decir, un auténtico radical, un fanático que porta la ideología como una religión laíca. Todo encaja dentro de los esquemas mentales del anciano, y su apoyo es la ideología nacionalsocialista.
Paul María Hafner es un anciano de origen austriaco y aspecto entrañable residente en Madrid. Inicialmente, nada hace sospechar que, durante la época del III Reich, fuera oficial de la SS, y que actualmente niegue el Holocausto y defienda la memoria de Adolf Hitler. Sin buscar demasiadas opiniones que contradigan al protagonista (sólo recurre a 2 a lo largo del film), y renunciado a cualquier subrayado o voz mediatizadota, Günter Schwaiger deja que sea el propio protagonista quien acabe desvirtuándose a sí mismo y a sus ideas. Su patetismo físico, su absoluta soledad y la nostalgia ciega con la que se enfrenta a la evidencia histórica hacen del tal Hafner un ser decadente y triste, un residuo casi extinto de una época negra y terrorífica. Breve pero intenso documental. Notable alto.
Interesante trabajo (a priori) sobre un exmiembro de las SS, que va perdiendo credibilidad conforme se va desarrollando el argumento (tanto el protagonista como el documental).
La forma en que se retrata a este anciano me parece muy manipuladora, se nota que el director tiene claro lo que va a decirnos desde antes de empezar el rodaje, no deja margen a nada que no apoye su tesis, negándole a su obra esa riqueza de matices, para mí imprescindibles si se quiere ser honesto.
De todo ello, surge la gran paradoja de este documental: el director, sin sentir la más mínima empatía por esa persona (que piensa unas cosas terribles, pero hay que recordar que el hombre, es el hombre y sus circunstancias ), le critica a su protagonista algo que él tampoco sabe hacer: ponerse en la piel de los demás.
Hafner es el típico anciano adorable que todos conocemos, el abuelo de ideas conservadoras pero adorable y que es del todo inofensivo.
Hafner es de Alemania, inventó una máquina para hacer yogures y trabajó como criador de cerdos.
Hafner dedica su vida a la lectura, el ajedrez, la natación y otros deportes.
Hafner va a misa todos los domingos antes de ir a Fuerza Nueva.
Hafner vive como pensionista en Madrid.
Hafner fue oficial de la SS alemana.
Me es dificil hablar sobre esta película, sencilla en apariencia nos muestra un miembro del nazional socialism sin juzgarlo, sin censurarlo ni presionarlo. Hafner es increiblemente complejo, como lo es entenderlo en 74 min de video… narcisista, encantador, mitómano, irracional… es un auténtico criminal, pero en el fondo un niño fanatizado por ideas sucias, necias, completamente carentes de sentido… una auténtica reliquia de antaño que nos muestra un poco más la forma de actuar del fanatismo ideológico.
Aunque obra en principio trata del refugio que dio nuestro país (durante el franquismo, pero tambien hoy en dia) a criminales vinculados al nazismo, no es por ello por lo que escribo hoy sobre ella, pues lo que me ha llamado la atención es en el tema de intentar ahondar un poco en la la psicología de los verdugos, no de las víctimas, de observar como es capaz de justificarse y luchar contra su conciencia alguien que participó en tales atrocidades….
Los hombres que tienen la fortuna de pasar los ochenta años no suelen lucir un cuerpo digno de Míster Universo. De hecho, algunos no pueden ni andar. Tampoco sus hogares son el súmmum de la decoración y el buen gusto. Si viven solos y consiguen que sus casas no huelan a vómitos y orines, es un logro. Su vida social habitualmente no tiene mucho en común con la de una superestrella de la NBA, y sus viajes no suelen pasar del bar de la esquina o la panadería más cercana. En lo referente a sus ideas, es poco común que un ferviente franquista de los cuarenta cuelgue un cuadro de Lenin en su sala de estar a los ochenta años. Estamos de acuerdo, ¿verdad?
Paul Hafner es un doctor de economía que ejerció una próspera carrera como empresario porcino y desarrollador de un aparato para hacer yogures. En la Segunda Guerra Mundial perteneció a la SS como un mero oficial que no llegó a ser Standartenführer, Obersturmbannführer, Gruppenführer, Obergruppenführer ni Standartenführer. ¿Qué crímenes de guerra cometió? Hasta que alguien demuestre lo contrario (y ese alguien desde luego que no ha sido el director del documental), su delito fue pertenecer a las Waffen-SS hasta los 22 años y, como todos los oficiales, se le declaró automáticamente perteneciente a una organización criminal. Cumplió su condena por partida doble con las potencias vencedoras y desarrolló su vida en España sin ocultar su identidad en ningún momento y sin ser requerido por la justicia austriaca.
En el momento en que hace la entrevista, como miles de ex-combatientes por el Tercer Reich, se declara nacionalsocialista, admirador de la figura de Adolf Hitler y negacionista. Nada nuevo bajo el sol.
El tal Günter Schwaiger, que debe ser muy listillo, coge al nazi de cuarta fila Paul Hafner, que ya estaba bastante mayor y un poco gagá, y ni corto ni perezoso se marca una especie de documento audiovisual de setenta minutos con un calidad y montaje dignos de Se acabó el petróleo , donde en vez de sonsacarle a Hafner algún crimen de guerra que haya podido cometer, le saca en humillantes primeros planos mostrando sus genitales y sus glúteos cuando se cambia el bañador o en calzoncillos cuando hace pesas. Hasta con todo detalle muestra cómo se cambia la dentadura encontrándose en un claro estado de enfermedad y de no poder comparecer ante las cámaras con la mínima entereza.
Lamentable documental que saca las miserias de un hombre octogenario en vez de indagar, aunque fuese un pelín, en sus crímenes de guerra o sus actividades como oficial. Vamos, que al final acabas sabiendo mucho mejor cómo es el escroto de Hafner antes que sus funciones en el III Reich, y no es coña.