El mito de Bourne
Sinopsis de la película
Jason Bourne pensaba que había dejado atrás su pasado dos años antes. Durante ese tiempo, atormentado por un pasado que no consigue recordar, Bourne y Marie se trasladan de una ciudad a otra, viviendo de manera anónima y clandestina. Tratan de huir de una amenaza que creen percibir en la mirada de cualquier extraño, en cada llamada telefónica equivocada . Cuando un agente aparece por la tranquila villa en la que se alojan, la pareja huye precipitadamente. Pero el juego del ratón y el gato ha vuelto a comenzar, obligando a entrar en acción a Bourne para enfrentarse a un grupo de implacables asesinos profesionales.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Bourne Supremacy
- Año: 2004
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
7.1
100 valoraciones en total
Segunda entrega, segunda bolsa gigante de palomitas. Lo peor que se puede decir que es cambia el director y no se nota ni para bien ni para mal. El guión tiene el piloto automático. Si en la primera era Francia el parque de atracciones, ahora le toca a Alemania y Rusia. Casi nada. Más humor que en su predecesora, recuerdo que me partí el pecho con la frase de Pamela Landy al enterarse que Bourne había cogido un tren con dirección Moscú: Ponme con el ministro de interior ruso. Menos mal que un alma caritativa de la C.I.A como la rubia teñida tiene que avisar al Servicio Federal de Seguridad ruso de que un agente norteamericano va a entrar en su país. Pobrecillos, si es que son tontos. Claro, que luego llegan tarde, por supuesto. Como siempre.
Por cierto echarte una carrerilla en un coche por una ciudad de la India y no atropellar a nadie tiene mucho mérito. Ahora que Fernando Alonso deja Renault y no están todos los pilotos de las escuderías decididos se podría echar un vistazo Jason.
Lo mejor de todo es que tres cuartas partes de la C.I.A. se dedica como todos sabemos a seguir al niñato este. Prioridad 5. ¿Por qué se ponen hasta las cejas cuando escriben los guiones? ¿O son así de tarados? ¡Más palomitas, que se han acabado!
A la espera de ver esta próxima semana El ultimatum de Bourne , he querido revisar las dos anteriores películas de la saga esta bourniana , de la que no tenía una mirada demasiado positiva, precisamente, y lo cierto es que han sido un redescubrimiento.
Al margen de detalles que no me suelen gustar en el cine como el enmarañamiento de tramas conspiratorias, políticas y detectivescas tan típicas del cine de espionaje, he disfrutado mucho más que la primera vez de dos cintas de acción entretenídisimas y muy bien planificadas y ejecutadas en todos los ámbitos de la producción, con un perfecto montaje y guiones muy efectivos aun con las típicas licencias que tienes que estar dispuesto a tragarte cuando ves productos de este género.
En cualquier caso, me quedo con la primera entrega, que me parece superior a la segunda, dirigida por Paul Greengrass, por que es más entretenida, al presentar al personaje e iniciar la historia, y porque la cámara en ocasiones excesivamente histérica de Greengrass es un tanto mareante, aunque haya que reconocer que las escenas de persecuciones callejero-automovilísticas por diversas ciudades europeas están a una gran altura.
Así que tras, como digo, redescubrir estas dos en ocasiones estupendas cintas de acción e intriga, me dispongo a ver con muchas mayores ganas de las que tenía hace unos días la tercera y al parecer última entrega de las aventuras y vicisitudes de la máquina perfectamente entrenada para matar que es Jason Bourne. Su problema es que también fue entrenado para no sentir, y al parecer eso no salió tan bien…
No he visto aún la tercera parte pero pienso ponerme ya, a ver qué truco más allá de lo imposible es capaz de enseñarnos este superhombre llamado Bourne. Me he dado cuenta de que es mejor que James Bond en la persecución en la que roba ese taxi en Moscú con un tiro en el hombro y se pone a mirar el mapa de calles. Ahí, con veinte Mercedes detrás de él y después de ese sinfín de choques con disparos incluidos el tío acaba saliendo del coche caminando en el túnel… me he quedado tan impresionado que ciertamente he reflexionado sobre la cuestión de su superioridad frente al espía inglés. Bourne sólo sonríe en la foto con su novia mientras que Bond se acaba haciendo pesado con tanto ligoteo con la mujer perfecta de turno. A parte de todo esto y absolutamente en serio ya, merece más que un aprobado esta segunda parte de la saga, es mucho más entretenida de lo que cabía esperar con escenas rodadas de forma impecable y con un guión apto y sencillo, cualquiera por pocas neuronas que se tengan puede seguir el hilo.
Personalmente ante posibles problemas tengo claro que no llamaría ni a Chuck Norris, ni al equipo A y mucho menos al inglesito, aviso a Bourne sin pensarlo, no se puede ser mejor.
El símbolo de la trilogía sigue las pautas de renacer del agua como si fuese líquido amniótico y ocurriese un nacimiento… Aquí un detonante que rompe la tranquilidad habilita esa muerte y resurgimiento de nuevo en el medio acuoso. A Jason Bourne se le dejaron claro en El caso Bourne: «¡Eres propiedad del gobierno de EE UU! ¡Eres un arma de 30 millones de dólares que no funciona!». Bourne está muerto por él mismo, apagado y desactivado, pero con una simple activación detendrá en manos de sus creadores. Amenaza y venganza porque la activación trae consigo la muerte de Maria (Franka Potente). Los consortes sexuales y dramáticos van a ir recaer en las manos de Joan Allen (Pamela Landy) y Julia Stiles (Nicky) como madre e hija respectivamente. Bourne, viudo negro, armado de sí mismo porque él es el arma.
El mito de Bourne hizo que Paul Greengrass mostrase las virtudes visuales y de montaje de Bloody Sunday aplicadas al género de acción con reflujos de thriller e intriga gubernamental a niveles internacionales. India como exilio y prólogo para pasar a Berlín y Moscú como escenarios urbanos donde se desarrolla toda la acción. Borrosa, prófuga, bajo el mandato de la inestabilidad del movimiento de cámara. Cinéma vérité y estilo semidocumental aplicado a la estética de la acción. Existía un rechazo en el género al consolidarlo como proyección de cine de realidad bajo la batuta clásica de Hollywood. El cine de acción era estilístico por espectacular o buscaba paraísos artificiales paridos de la mano de James Bond. Se premiaba el realce cercano a la ciencia ficción (persecuciones, disparos y explosiones imposibles) frente a la credibilidad y la cercanía de lo cotidiano, palpable y cercano. Eso produce una desconexión y desinhibición fílmica que refuerza el discurso del héroe: un asesino sin memoria, con un único enlace amoroso roto, muerto y camino a la venganza. Pero la narración va orientada hacía la soledad y el perdón como acto redentor hacía el amor perdido.
Jason Bourne quiere dejar de ser Jason Bourne.
Tal vez para acallar la voz interior y silenciar las terribles pesadillas haya que olvidar… y recordarlo todo. El mito de Bourne no es un melodrama sino un thriller de (y con) acción pero yace en ese subtexto un drama sobre pecados pasados que desemboca en un cierre duro y sin concesiones. Se puede hablar de cine de acción visceral, bruto y abrupto por montaje y elección estética de movimientos de cámara pero la secuencia del taxi ruso que prácticamente cierra el filme debe permanecer en las retinas no sólo de los aficionados del género sino de cualquier cinéfilo con criterio.
Todo se debe a esa incorporación del director de United 93 que diera un look renovado al género que encuentra la espectacularidad en la inestabilidad, crudeza y cercanía a escenarios diarios que podrían ser el nuestro propio.
Bienvenido a Nueva York Jason Bourne. Mito y leyenda del blockbuster contemporáneo.
Si fuera un pedante citaría a Ray Loriga, y este individuo, que sí es un pedante, probablemente citaría a Bob Dylan, cosa que siempre hace. Y probablemente citaría la canción Hurricane, y aquello de Here comes the story of a Hurricane, que básicamente es lo que hace Jason Bourne en El mito de Bourne, una película que es un puro huracán. Cual Michael Corleone en la tercera parte de El Padrino, una vez que todo parecía acabado, a la fuerza, y sin que él tenga nada que ver, vuelven a involucrarle en el meollo, y del que parece difícil salir, porque le atacan de varios bandos. La ventaja que tiene esta cinta con respecto a la anterior es que no hay que presentar personajes, todo está hecho de la anterior, y puede pasar directamente a la acción. Ah, la otra ventaja es Paul Greengrass, que parece empeñado en demostrar, al igual que otros directores más o menos jóvenes, como Fincher, que van para grandes de esto.
Un punto a favor de esta segunda parte es que cuenta con un guión mucho más limado, personajes secundarios muchísimo más trabajados, y un ritmo trepidante durante toda la película, desde el idílico comienzo hasta el final, donde, bajo mi punto de vista, es donde radica el fallo. La última media hora se hace lenta a pesar del enorme ritmo que le pone Greengrass, y que hacen que la calidad de la película baje. Tanta escena de acción cansa, a mí particularmente, aunque ello no quita para que todo esté rodado de una forma brillante. Nuevamente, el guión es confuso por momentos, y como haría Hitch, desvela la trama por partes, dejando trozos de información para que el espectador vaya desvelando la historia por su cuenta. Una de las virtudes por las que se alaba a esta trilogía es porque Bourne es un hombre que siente y padece, y es algo digno de mención. Cuando se va a la cama, sueña y tiene remordimientos por aquellas personas que ha matado, no es un replicante que tenga unos recuerdos que poder borrar con sólo pulsar un botón.
Uno de los peros en los secundarios es el personaje de Karl Urban. Podría haber dado mucho juego, siendo una especie de némesis de Bourne, y sin embargo se le deja muy aislado, siendo desaprovechado, y sólo se le saca en plan artillería pesada para que suene la traca final. Técnicamente, la película es brillante, con una fotografía que nunca sale de los tonos fríos propios de la zona geográfica donde se desarrolla. Matt Damon vuelve a estar realmente bien, estando a la altura del resto del reparto, especialmente Joan Allen y Brian Cox. Unos combates y una escenas de acción magistralmente ejecutadas, amén de la ya nombrada dirección de Greengrass, que supera el ya de por sí notable trabajo de Liman en la primera entrega. Uno de los mejores thrillers, sobre todo por la dirección, pero aún así le falta algo para ser una obra modélica. Y ahora me voy al cine a ver la tercera parte.