El más allá
Sinopsis de la película
El sótano de un viejo hotel está construido encima de la puerta al más allá donde deambulan los zombies. Una joven hereda el hotel y decide renovarlo pero terribles accidentes ocurren durante las obras. Un pintor muere, el fontanero desaparece y su amigo se rompe el cuello. Ella huye al hospital pero la pesadilla sólo acaba de empezar…
Detalles de la película
- Titulo Original: E tu vivrai nel terrore - Laldilà aka
- Año: 1981
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
5.8
60 valoraciones en total
Cine intuitivo, de inusual arrojo en una estética, diremos, manual. El giallo evolucionó desde un tono de enmarañado policíaco a un cine de terror que, desde las bases del suspense inauguradas por Bava en La muchacha que sabía demasiado, asumió cada vez más riesgos estilísticos y un tratamiento más explícito del terror, el sexo y la violencia.
Tuvo éxito de público la receta, configurándose un género propio, de arranque puramente italiano, con claves que ofrecían películas en las que el forjado de la imagen le robaba insistentemente el sitio a unas bases literarisa que serían, simplemente, meros soportes de unas secuencias en las que la imaginación y la libertad se derramaban sin contención. Y sin sentido, a veces, del ridículo.
Este El Más allá, sin ir más lejos, ejemplifica bastante bien la evolución de ese thriller irreverente y macabro hacia un terror obsceno, de excéntrico histrionismo y casquería fina.
Fue a finales de los 70, Fulci ya había dado paso a un desfase de horror puro y salvaje, cuando podemos observar también unas más que interesantes relaciones entre estas pelis y el cine de terror, americano o no, de la época (zombies, slasher…) Elementos, todos, que dieron lugar a unas claves y una imaginería visual que aún hoy se imita, con resultados normalmente mediocres al faltar el ingrediente maestro: libertad creativa. En general, todos los que hayan visto algo de serie B carne de videoclub de los 80 observarán similitudes (no diré germen, pero casi) de esos subproductos con las cintas de directores como Bava, Fulci o Argento. Y de ahí en adelante las influencias continúan vigentes.
Irreverencia, atmósfera, sobreactuación y un sentido del suspense artesanal, modesto, construido a partir de una discontinuidad voluntaria y saltimbanqui en el planteamiento de las escenas y presentación de personajes. Un subgénero barato, de novelucha de misterio con tapas de sugestivo dibujo de sangre roja (asesinos, pistolas, mujeres gritando…) sobre fondo amarillo.
Bienvenidos al spaghetti gore, ese género.
Muchas son las características que lo definen:
-Trucco: es decir, maquillaje. Cutre, cachondo, absurdo, espartano. En ésta, el jefe de los malos parece un cacahuete y a la gente se le caen los ojos a la mínima, como el que pierde un botón.
-Palazzo: la casona donde habita el mal. Hay que tener mala suerte para que una de las siete puertas del infierno que hay esparcidas por el planeta entero, te pille justo a ti debajo de tu sótano.
-Argomento: demencial, ya digo. Lo de la peli no son fallos de guión, es pura dejadez en pos del espectáculo grotesco. Estas cosas quedan más divertidas así, sin pies, ni cabeza, ni ojos.
-Commedia: porque aquí no hay sustos, sólo cachondeo. Cuando sube la música sintética, sabes que vas a presenciar un festival de plastilina y tomatina que, seguramente, te arranque una sonrisa.
-Fulci: el más pa allá. A este hombre hay que quererle, porque si no… La verdad es que sus pelis son aberrantes, pero encantadoras. El spaghetti gore no sería lo mismo sin él.
En definitiva, la peli es muy mala, pero Fulciona.
ADVERTENCIA A ARACNOFÓBICOS: A mí casi me da un telele. Un tropel de enormes y velludas tarantalas atacan a un señor indefenso. No sé muy bien lo que ocurre, porque me fui de la habitación y hasta que volví a escuchar diálogos no entré de nuevo. Unos 3 minutillos me tiré en el pasillo, que me hubiese dado tiempo a tricotarme un par de calcetines, o a cualquier otra cosa de provecho, que mira que tardan las asquerosas esas en zamparse al pobre hombre, con el mogollón de ellas que hay.
El Más Allá es la Capilla Sixtina del gore. Hasta ese momento, éste era algo feo y desagradable. Fulci, sin embargo, lo eleva a la categoría de obra de arte, y lo hace mediante una narración cuasi-surrealista y alucinada hecha de la misma carne con la que fue engendrada otra pesadilla bizarra y extraordinaria, el Inferno de Dario Argento, estrenada sólo un año antes. Ambas son ilógicas, caprichosas en su desarrollo y profundamente autistas en su concepción dramática. Son, por decirlo de otro modo, maravillas renacentistas en las que la forma se zampa al contenido, un contenido cuyo desarrollo argumental responde a unas leyes tan ininteligibles como ininteligible es el comportamiento de los personajes que la protagonizan: mera sustancia vital (y nada más) que se ve engullida por ese agujero diabólico surgido de la nada (en Inferno convocado por las Tres Madres, en la cinta que nos ocupa sito en la húmeda y calurosa Louisiana).
Para entrar en el juego que nos propone el italiano se tiene que poseer una mirada cultivada y abierta a nuevas experiencias y sensaciones. La validez de los experimentos formales radica en la credibilidad que nosotros le queramos adjudicar. ¿Arañas devorando un rostro humano? Si es visualmente hermoso e impactante, ¿por qué no? Porque El Más Allá es eso: una representación gráfica del Mal, una abstracción que reproduce el sentimiento de miedo elaborando una forma de arte inédito y radicalmente heterodoxo. Fulci inventa y reinventa (hay muchas autocitas) y exige al espectador poner algo de su parte, lo induce a considerar sus arritmias narrativas como simples antesalas a cada set-piece terrorífica, le pide que se deje contaminar por su enfermiza, subyugante puesta en escena y que perdone los (involuntarios o no) errores de escritura e interpretación. Él sólo quiso traernos el infierno a casa. El resultado: un filme de un poder icónico ilimitado, un mal sueño del que cuesta mucho despertar.
Lo mejor: su creatividad, casi pictórica (¿Fulci meets Dalí?).
Lo peor: algunos desconcertantes puntos muertos.
Tercer vez que un usuario de Filmaffinity me obliga a realizar una crítica, no porque me haya retado sino porque me ha mostrado una gran película, evidentemente para los que les guste el género Gore.
Como premisa tenía la más que extraña definición que Nachete le daba, La Capilla Sixtina del Gore . Comparar una película Gore con una de las cosas más bellas que se han hecho era algo al menos peculiar.
Pues era totalmente cierto. Bella, elegante y bien hecha. Los que piensen, ¡eso no puede ser! que la vean y verán que incluso en ver como se abre una cabeza existe la poesía. Es un filme con un hilo argumental flojo pero que está establecido para una sola función, presentarte una nueva oda de sangre y gritos.
Los actores no dan la talla, son realmente malos pero eso no importa los verdaderos protagonistas son tres:el director Lucio Fulci y los encargados de los efectos especiales Germano Natali y Giannetto De Rossi.
PALABRA CLAVE: Intensa.
PD: un 7 debido a lo irregular de la historia que hasta que te das cuenta de la verdadera intención del director te hace pensar que estás perdiendo el tiempo. Tranquilos, son sólo unos minutos que vienen amenizados por unas buenas escenas gore, para que no se corte el ritmo.
Para muchos (entre los que no me incluyo) el mejor film del padrino del gore Lucio Fulci. Es quizá su film más completo dentro de su época dorada junto al productor Fabrizio de Angelis y el director de fotografía Sergio Salvati, y una buena muestra que recoge todos los elementos básicos de su cine: surrealismo, obsesión por los ojos, muerte con bichos, zombies, referencias lovecraftianas y final antológico.
Una sucesión de macabras escenas en la que el guión es lo de menos, simplemente un nexo entre caras derretidas y ojos saltando de sus órbitas (hasta en tres ocasiones) con la intención de Fulci de hacer un film absoluto que explotara todas las posibilidades de su cine. Algo que permitió la creación de algunas de las imágenes más míticas de la carrera del autor (al que podemos ver haciendo un cameo como bibliotecario), como los primerísimos planos de los demacrados ojos de la ciega, o el desconcertante y surrealista final, a la altura de los mejores en la historia del cine.
Una de las cumbres del Spaghetti Splatter, de visión obligada para los amantes del gore y del cine italiano.