El hombre de las figuras de cera
Sinopsis de la película
Un joven escritor acepta un anuncio para redactar historias en torno a las figuras que se exponen en el gabinete de estatuas de cera de una feria: el califa Harún al-Rashid, el zar Ivan el Terrible y Jack el Destripador. Los protagonistas de las dos primeras historias son él mismo y la hija del dueño del gabinete, pero mientras escribe la tercera, el joven se queda dormido…
Detalles de la película
- Titulo Original: Das Wachsfigurenkabinett (Three Wax Men) aka
- Año: 1924
- Duración: 84
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Opinión de la crítica
Película
6.3
42 valoraciones en total
Hay directores en la historia del cine cuya labor nunca ha sido reconocida como se merece, este es el caso del director alemán Paul Leni el cual fue, en mi opinión, uno de los mejores directores europeos de la época del cine mudo. Quizás su temprana muerte en 1929, cuando contaba únicamente 44 años y en el momento en que su obra alcanzaba la madurez, sea una de las causas de su olvido por parte de la mayoría de la crítica cinematográfica. Otra de las causas puede ser la dificultad para visionar algunas de sus obras durante muchos años y algunas de las cuales únicamente se disponían de copias severamente amputadas.
En este caso voy a hablar de El hombre de las figuras de cera ( Das Wachsfiguren Kabinett ), obra realizada en 1924 y que es su primera gran película de terror, aunque adolece de algún defecto que el director iría puliendo en sus películas posteriores. La historia es la siguiente: un poeta que deambula por una feria es contratado por el dueño de un museo de cera para que le escriba una serie de historias sobre algunos de los personajes que aparecen en su cámara de los horrores. Así, se nos muestran las historias que el poeta escribe sobre el califa Harun al Raschid e Iván el terrible, sin embargo al final de la noche el sueño le vence y será asediado por la tercera de las figuras del gabinete, la de Jack el destripador.hombre de las figuras de cera11
A primera vista lo primero que llama la atención es el excepcional reparto, compuesto nada menos que por Emil Jannings como Harun al Raschid, Conrad Veidt en el papel de Iván el Terrible, Werner Krauss se pone en la piel de Jack el Destripador mientras que el futuro director de cine William Dieterle es el poeta que además aparece en diferentes papeles en las dos primeras historias que él mismo va escribiendo. Igualmente, Olga Belajelf realiza el papel de la hija del dueño del museo y también aparece en las dos primeras historias.
El guión está firmado por el prestigioso guionista Henrik Galeen, autor de los libretos de dos de las obras fundamentales del expresionismo alemán: El golem ( Der Golem, wie er in die Welt Kam Paul Wegener, 1920) y Nosferatu el vampiro ( Nosferatu, eine symphonie des grauem F. W. Murnau, 1922). Sin embargo en esta ocasión el guión es demasiado simplista y escueto, sin existir un hilo conductor entre las historias que se nos cuentan. Lo que resulta curioso es como las historias van subiendo de tono poco a poco, la primera nos cuenta la pérdida del brazo del califa Harun al Raschid, la cual tiene un tono cómico, casi de vodevil y que nos recuerda un poco a las primeras películas de Ersnt Lubistch en su época alemana. La segunda es más tétrica, mostrándonos los crueles métodos de Iván el terrible. Finalmente, la última historia con Jack el Destripador es horror puro, sin concesiones de ningún tipo, buscando atrapar al espectador de la época en una atmósfera de la que parece imposible salir. Esta es la historia más expresionista ya que se puede ver como los decorados se desdoblan y los edificios se inclinan creando esa atmósfera agobiante que busca el terror más puro, el que proviene de lo más profundo de nuestras pesadillas.
Si hay que destacar una influencia en esta película es la de la obra maestra del expresionismo alemán El gabinete del doctor caligari ( Das kabinett des Dr. Caligari 1920, Robert Wiene). Esta influencia se puede apreciar principalmente en los decorados, creados por el director Paul Leni, los cuales muestran imágenes distorsionadas, con tamaños disonantes con la realidad y angulaciones imposibles. Otra de las influencias que se puede detectar proviene de la película Las tres luces ( Der mude tod 1921, Fritz Lang), la cual también se dividía en tres historias y los protagonistas del nexo común se convertían en los protagonistas de cada una de las historias.
La labor del director no se concreta únicamente en la creación de los decorados, también es destacable la creación de la atmósfera de estilo expresionista con sus luces y sombras presentes en todas y cada una de las tomas. Es esta atmósfera la que, junto con los decorados, constituye el principal atractivo de la película que no llega a cuajar en su aspecto narrativo, pero que constituye una buena prueba de lo que en pocos años sería capaz de conseguir este realizador. No obstante, es remarcable como en esta ocasión el director deja la cámara inmovil todo el tiempo, debido a la sumisión a los decorados creados para el film. Sin embargo en los años siguientes este director destacaría por sus audaces movimientos de cámara y su originalidad en la puesta en escena.
Así, las grandes obras dentro de la filmografía de Paul Leni vienen a continuación de esta película. Estas son: El legado tenebroso ( The cat and the canary , 1927), El hombre que ríe ( The man who laughs , 1928) y The last warning (1929). Es una pena que la temprana muerte de Paul Leni nos haya privado de otras obras maestras de este gran realizador.
Para finalizar, quiero contar que originalmente la película debía constar de cuatro historias en vez de tres, pero se eliminó una de ellas por problemas de presupuesto. Esta historia nos hablaría de Rinaldo Rinaldini, cuyas andanzas están ambientadas en la Italia del Medievo y que iba a ser interpretado de nuevo por William Dieterle. Sin embargo en la escena del principio, en la que el dueño del museo le enseña al poeta las figuras de las que tiene que escribir, aparecen las cuatro figuras juntas. Es la única señal de esa cuarta historia que finalmente no fue rodada.
Esta película narra tres historias inspiradas en sendas figuras de cera, las de Haroun-al-Raschid,, Iván el Terrible y Jack el Destripador. La primera sustituye los decorados angulosos de Caligari por formas redondeadas adaptadas al panzudo califa encarnado por Jannings y la influencia del film de Wiene es evidente. Es quizás demasiado larga aunque la anécdota es divertida y Olga Belajeff es deliciosa como la esposa del panadero. La segunda es un poco más realista en los decorados y, para ser justos, parece haber servido de inspiración a Eisenstein para su película sobre el temible zar. La tercera es la más interesante, con complicadas sobreimpresiones , y también, al desarrollarse en una feria, la que más recuerda a Caligari. Es un alarde visual y, si resulta un poco corta (unos siete minutos), también hay que reconocer que esa catarata de imágenes que llega casi a la abstracción no podía prolongarse mucho más.
Tenía buenas sensaciones acerca de esta película, ya que, me gusta el expresionismo alemán, y esta película, además, parecía interesante, puesto que contaba tres historias de personajes malévolos. Pues me equivoqué.
Pese a que la película dura poco (unos 70 minutos), se hace larguísima y pesada, ya que, las historias no enganchan. Además, son muy desiguales: las dos primeras duran alredededor de media hora mientras que, la de Jack el Destripador (a priori, la más atractiva) dura menos de 10 minutos y, la verdad, no es lo que uno espera.
Los actores, ni fu ni fa, quizás el mejor es Emil Jannings, aunque, la verdad, tiene cosas infinitamente mejores.
El film es un perfecto ejemplo de que, aunque la película sea antigua, no es para nada buena.
Mira que me gusta el cine mudo, pero esta película es un auténtico coñazo. No la recomiendo en absoluto.
Nos ocupamos hoy de un pequeño clásico del cine alemán de los años 20. Considerada una de las obras clave del cine expresionista, El hombre de las Figuras de Cera es una película que vuelve a aprovechar la premisa que ya utilizó Fritz Lang en Las Tres Luces (1921) de narrar varias historias que suceden en escenarios totalmente distintos unidas por un hilo conductor que sirve para cambiar de un contexto a otro, en este caso son cuatro historias consecutivas, anticipando la familiar estructura de los horrores por entregas de (Por ejemplo) la Amicus en la Inglaterra gótica de los 60, que se quedaron finalmente en tres por problemas de presupuesto.
Cada capítulo presenta sus propia estética en términos de decorados, filtros de color, montaje… y también su propio tono, diferenciado del resto y quizás destinado a experimentar con las posibilidades de la estética expresionista. De las tres historias la primera, una fantasía oriental burlona, está dominado por los amarillos y las formas redondeadas y cuenta la historia de un sultán encaprichado de la esposa de un panadero, Leni da su versión del cuento de hadas Orientalizante a través de un tono de comedia subrayado por la sobreactuación de Emil Jannings como el infantil sultán de grandes apetitos, no faltando en ella la aventura y el exotismo, reproducido en decorados pintados y laberínticos, de estancias redondas donde el lujo se puntea de morado. El segundo segmento, protagonizado por un tremebundo Veidt como el zar Iván, está presidido está por una truculencia gótico-romántica memorable, Ivan es un sádico de cuidado que se convulsiona entre espasmos inequívocamente sexuales con la más sofisticada y cruel de las torturas: su maestro de venenos escribe el nombre de las víctimas en un reloj de arena colocado frente a ellas, así podrán ver justo cuanto les queda de vida. La tercera no se puede considerar ni siquiera una historia, de hecho no está formulada como tal sino como un delirio en el cual el poeta sueña con la figura de Jack el Destripador , cobrando vida y persiguiéndolo por el paisaje alucinado de la feria, en apenas cinco minutos Paul Leni ofrece un fascínate destilado de estética de vanguardia, un resumen de expresionismo en tonos azulados, decorados retorcidos, extrañas formaciones dentadas, geometrías aberrantes y superposiciones hipnóticas que diluyen y al tiempo multiplican el espacio para crear uno nuevo, es con diferencia la mejor de las tres historias.
Sin ser una de las grandes obras de la época, indudablemente sí se trata de una película muy interesante y que pienso resulta de visionado obligado para todo aficionado a ese maravilloso cine que era el cine mudo alemán.
Desde su adolescencia, Paul Leni era ya un fuerte pintor vanguardista, y su talento atrajo pronto la atención de Max Reinhardt, quien lo contrató para que diseñara los escenarios de sus obras teatrales. Tras estos, siguieron otros escenarios… y para 1914, ya Leni era diseñador de producción en la industria cinematográfica alemana, despertándose, pronto, su interés por realizar sus propias películas, en las cuales, él mismo (solo o en colaboración) asumía también los diseños escenográficos. El reconocimiento fue inmediato y pronto su nombre estaría en la lista de los más renombrados directores de Alemania.
<>, título puesto a propósito para sugerir que sigue la línea de la legendaria, El Gabinete del Dr. Caligari (otro guiño será el del muñeco que también utiliza Haroun-al-Raschid para suplantar sus ausencias), tiene también el propósito de trascender esta obra en su puesta en escena… y a fe que lo logra, con una escenografía expresionista sin acartonamiento y de connotada belleza. Además, la amenidad de sus planos, algunos desplazamientos en exteriores, un maquillaje sin exceso alguno y una iluminación de una plasticidad admirable, hacen que este filme trascienda -especialmente en el último segmento- lo logrado cuatro años atrás por Robert Wiene.
Con un claro desconocimiento histórico, explicable en los marcados sesgos que, por siempre, han manejado los más poderosos medios de comunicación, Leni toma para su película tres episodios, los cuales tienen como punto de partida el interés del propietario de un Museo de Cera por promocionar a sus figuras de tiranos (Haroun al-Raschid, Iván el Temido y ¡Jack el destripador!, ¿Qué tal esta asociación?), para lo cual contrata a un imberbe escritor a quien encarga inventar cuentos basados en algún incidente particular de tales personajes. Atraído, éste escritor, por su bella hija y ella por él, serán ellos mismos los protagonistas del primer segmento, el cual pareciera extraído de Las Mil y una Noches, por su picardía y su carácter aleccionador.
Emil Jannings, luce muy jocoso como el pícaro califa puesto en aprietos, William Dieterle (a futuro, notable director de cine) va a comprender la suerte de mujer que la vida le ha dado, y la rusa Olga Belajeff (Zarah) consigue impactar con esa piel morena y esos maravillosos ojos que embelesan cuando se miran. La escenografía, la iluminación y la fluidez de los encuadres de este episodio, son arte puro.
Iván el Temido (para occidente, el Terrible), el zar ruso que se enfrentara con denuedo contra los abusivos boyardos (‘nobles’ y terratenientes), es el protagonista del segundo segmento en el que, la Ley de Compensación, se aplicará implacable… e impecablemente. Conrad Veidt (el recordado, Cesare, del otro Gabinete) es aquí el aguerrido zar que habrá de verse en un terrible apuro. A nivel visual, este es el cuento menos atractivo, pero, la historia es ingeniosa y consigue cierto impacto.
Con una duración de apenas siete minutos, en el tercer segmento, el ya fatigado escritor intenta contarnos algo sobre el legendario, Jack el destripador… y este será un ejercicio donde, todo lo que hasta entonces permitían las sobreimpresiones, será aplicado por Leni, con una plasticidad digna de encomio. Por su tema, escenografía, iluminación y composición de planos, este sería el único segmento 100% expresionista.
Contra todo, al final he sentido que, a Paul Leni, vale la pena seguir apreciándolo.