El gran héroe americano (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (1981-1983). 3 temporadas. 44 episodios. Después de aterrizar con su nave en un desierto, unos extraterrestres entregan al profesor Ralph Hinkley un traje que le confiere poderes especiales: volar, ver a través de las paredes o ser inmune a las balas. Pero Hinkley pierde el manual de instrucciones, así que es frecuente verlo volar torpemente y estampándose contra muros y paredes. Ralph quiere entregar el traje a las autoridades, pero un agente del FBI, que conoce los poderes del traje, lo convence para que lo utilice contra el crimen con el fin de llevarse él todo el mérito. Los ayudantes de Ralph son su novia, que es abogada, y algunos alumnos suyos.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Greatest American Hero (TV Series)
- Año: 1981
- Duración: 60
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Opinión de la crítica
6.3
67 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Anthony Charnota
- Bob Hastings
- Brandon Williams
- Chip Johnson
- Connie Sellecca
- Deborah Mays
- Don Cervantes
- Edward Bell
- Eugene Peterson
- Faye Grant
- Glenn R. Wilder
- James Whitmore Jr.
- Jesse D. Goins
- Kurt Grayson
- Melvin F. Allen
- Michael Paré
- Paul Carafotes
- Red West
- Robert Culp
- Robert Weaver
- Will MacMillan
- William Bogert
- William Katt
Ha llegado el momentos de sacar el DeLorean del garaje, llenarle el depósito de plutonio y poner en marcha su Condensador de Fluzo para regrasar al pasado, concretamente a principios de los ochenta.
¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No! Es un profesor de secundaria de tres al cuarto, escuchimizado y bastante patoso, a quien le ha tocado la papeleta de ser un superhéroe. Si es cierto lo que le dijo el tío Ben a Spiderman sobre que un gran poder conlleva una gran responsabilidad , creo que tío Ben debería haber hablado con Ralph Hinkley, el protagonista de esta serie, ochentera a más no poder, que con el paso de los años se ha convertido en una serie de culto.
La serie tuvo 3 temporadas entre 1981 y 1983, con un total de 43 episodios y narraba las aventuras de un profesor que un día decide ir de excursión con sus alumnos al desierto (lo típico…) y cuando están regresando, ya de noche, se les avería el School Bus , que el propio profesor conduce (otra vez lo típico, vas de excursión y los profesores son los que conducen el autocar…). Así que el profesor (Ralph) tiene que dejar a los alumnos e ir a buscar ayuda. Así es como se tropieza con el agente del FBI Bill Maxwell, que también parece haberse quedado sin batería en el coche. Cuando están juntos, son sorprendidos por una nave especial muy a lo Encuentros en la tercera fase , que les manda un mensaje a través de la radio del coche. Los alienígenas les ofrecen un maletín que contiene un traje con superpoderes, pero que sólo Ralph Hinkley podrá usarlo, si no lo usa en unos días, se autodestruirá… El traje viene con un manual de instrucciones pero, obviamente, Ralph lo pierde a la primera de cambio, por lo que se queda sin saber si el traje encoje si lo lava con agua fría, si lo puede mezclar con ropa blanca en la lavadora …
Como hemos dicho antes, el protagonista absoluto era Ralph Hinkley, que al cabo de algunos episodios pasó a llamarse Ralph Hanley, debido al intento de asesinato contra el presidente Ronald Reagan perpetrado por John Hinkley Jr., aunque también podíamos llamarle Míster H, como hacían sus alumnos. El entrecomillado superhéroe fue encarnado por el ricitos de roro William Katt, un actor poco conocido, que tras la cancelación de la serie trabajó como el ayudante de Perry Mason en una serie de TV movies de los ochenta. A modo de guiño, no hace mucho hizo una apareción estelar en la serie Heroes . El veterano actor Robert Culp (fallecido en 2010), interpretaba al siempre malhumorado agente del FBI, Bill Maxwell. Y la última pieza para completar el trío protagonista era Pam Davison, la abogada que llevaba el tema de la custodia del hijo de Ralph, tras su divorcio. Este personaje fue interpretado por Connie Selleca, que cuando la serie fue cancelada por la ABC, pasó a protagonizar el culebrón Hotel y que a fecha de hoy está prácticamente igual de joven que en aquel entonces (quizás es ella quien aquella noche en el desierto hizo un pacto con los alienígenas o con un muy buen cirujano plástico…). Como curiosidad decir que Kevin (el hijo de Ralph) sólo apareció durante la primera temporada, en la segunda sólo se le mencionó y en el tercera los guionistas parecieron haberse olvidado de él. Está claro que Kevin fue una mera excusa para comenzar un URST en todo regla entre Pam y Ralph, que acabaron pasando por el altar.
Resulta emblemático su traje rojo, esa especie de pijama que parecía que tuviera una minifalda que le tapaba el paquete a nuestro superhéroe (los de vestuario debían tener clarísimo que la serie se emitiría en horario infantil y supongo que se compadecieron del pobre William Katt, que bastante tuvo con lucir el esperpéntico atuendo, como para encima tener que ir marcando paquete o no marcándolo, no sé, desconozco sus cualidades…). Quizás reconozcáis el símbolo que lleva dibujado en el pecho de una de las muchas camisetas frikis que lleva Sheldon en The Big Bang Theory . Pues bien, el estilizado traje le daba un sinfín de poderes a nuestro protagonista: volar (aunque no aterrizar, que se pegaba cada tortazo que no veas…), visión de rayos X, superfuerza, invisibilidad, telequinesia, podía convertirse en el increíble superhéroe menguante, o incluso a veces desarrollaba poderes en un episodio que no volvían a aparecer nunca más (como su supermagnetismo).
Todo ello lo pudimos ver en televisión a través de unos efectos especiales de muy baja calidad. Tengamos en cuenta que estamos hablando de la era predigital y que el presupuesto que se destinaba a las producciones para la televisión de los años ochenta no es el que se invierte actualmente en este sector. Así podíamos ver a Ralph atravesando paredes de porexpan como si fueran de cemento, le podíamos ver volando con su cuerpo superpuesto sobre fondos previamente grabados, como si hubiera sido recortado con tijeras de un fotograma y enganchado con pegamento y medio sobre otro fotograma. Creo que hoy se pueden conseguir efectos especiales de mejor calidad con el Movie Maker de Windows…
La verdad es que la serie nos trae un montón de recuerdos a toda una generación de niños que se iba a la cama después de que Casimiro dijera aquellas palabras de ¿Qué ven mis ojos? Niños, pequeñuelos, personas diminutas y aún levantados… . Niños a los que sus mamás les rociaban el pelo con limón en verano para que su cabellera luciera rubia como la del protagonista de esta serie. Niños que les pedían a sus hermanos mayores que les lanzarán al agua en la piscina con mucha fuerza para simular los aterrizajes forzosos de Ralph (alias El gran héroe americano ). Niños que verano tras verano tenían que revivir la muerte de Chanquete, para aprender la dura lección de la vida de que la gente mayor llega un momento que se muere. Niños que saben que ver películas con rombos es malo!
Un verano muy caluroso, la vieja casa de mi tía-abuela, juegos sin fin y El gran héroe americano . Todos esos ingredientes me regalaron algunos de los momentos más felices de toda mi vida. Yo andaría por los seis o siete años, y aquel rubito patoso con su traje de superhéroe de pega fue otro compañero leal que alimentaba mi imaginación en desarrollo. Nos gustaba su torpeza, su aura de anti-cachas defensor de la ley. Con la ayuda de su eficiente novia (la guapísima Connie Selleca) y comandado por Maxwell, ahí se lanzaban a combatir el hampa.
Otro icono de las series de los ochenta acompañado de una canción inolvidable, Believe it or not , que marcó el ritmo de algún verano eufórico.
Simpatiquísima parodia sobre el superhéroe Superman que caló hondo en esas maravillosas sobremesas de verano de 1984, cuando un servidor tenía unos once añitos solamente y con una gigantesca palmera de chocolate en la mano y la tripita llena después del almuerzo me disponía a seguir las aventuras de Ralph Hinkley, héroe por accidente, torpe hombre volador y corazón de oro.
Qué grande que era nuestra vida en la infancia, cuando se nos blindaba de preocupaciones y sólo nos teníamos que preocupar por estudiar, hacer los deberes y jugar. Creo que el personaje aéreo, interpretado de manera entrañable por William Katt, representaba un niño grande que debía madurar de golpe para echarse a sus hombros la carga pesada que suponía que unos extraterrestres le hubiesen confiado un traje con superpoderes para salvar al mundo del crimen y de la autodestrucción. Eso sí, por un despiste de nuestro héroe, que perdía nada más empezar el libro de instrucciones, la tarea no iba a ser nada fácil…
Hace poco he tenido la fortuna de volver a saborear muchos episodios de El gran héroe americano y he de decir que las virtudes que hicieron que la serie me encantase de niño estaban intactas. Ese despistado profesor Hinkley, un colega, más que un superior para sus alumnos Tony y Rhonda (el guaperas Michael Paré – El experimento Philadelphia – y la chica mona Faye Grant – la doctora Julie en V -), el socarrón Bill Maxwell, federal chusquero de vuelta de todo, interpretado genialmente por Robert Culp y la abogada Pam Davidson (Connie Selleca Hotel ), la novia sufrida del profesor Hinkley, que hace las funciones de madre. En las segunda y tercera temporadas, se introducía en el lía el jefe de Maxwell Karl Lyle, envidioso de los sospechosos éxitos continuos de su subordinado deteniendo a delincuentes al 100% de efectividad… gracias a la ayuda de su socio – a la fuerza, muchas veces – Ralph.
Claro está que la asociación de dos personas antagónicas como Ralph y Bill Maxwell es lo que da a la serie una gracia especial, y hace que haya funcionado durante varias temporadas. Lástima de los penosos efectos especiales de los vuelos, pero eso es lo de menos, ¿verdad?
Hay episodios de EL GRAN HÉROE AMERICANO que merecen ser recordados con muchísimo cariño: aquel en el que los hombrecillos verdes le salvan la vida Ralph y luego se lo llevan a dar un educativo paseo sideral quizá fuera el más emotivo. Pero está, también, el episodio en el que se simula la muerte de Bill, que es en el que aparecía André el Gigante, uno muy simpático en el que Ralph tenía que jugar al Rugby, los del principio, en los que el Gran Héroe trataba de aprender a volar…
La serie era divertida y agradable, y se fundamentaba en unos valores que hoy se suponen pasados de fecha. A modo de ejemplo, en el final de uno de aquellos capítulos, un capítulo en el que a Ralph se le presenta la oportunidad de solventar su futuro laboral, se desarrollaba un diálogo que era toda una declaración de intenciones. El diálogo concluía así:
-¿Hay algo más importante para usted que su trabajo? -preguntaba un evaluador.
-La amistad -respondía Ralph.
Nadie sabe dónde ni cuándo el mundo comenzó a estropearse. Nadie sabe de quién era la catastrófica mente que les cambió a los niños de este planeta los cuentos infantiles que presentaba Shelley Duval en Navidad por los edredones de Gran Hermano, ni quién fue el esperpéntico responsable que se llevó al olvido a los dueños de las tardes de verano de los ochenta para poner en su puesto a bailarines descalzos que forjan con diligencia a los frustrados de mañana. Nadie sabe a quién se le ocurrió sustituir los dibujos que nos enseñaron a respetar a la Naturaleza por talk shows en los que se explica con detalle cómo perder la virginidad al mismo tiempo que los dientes de leche, ni en qué punto nos dejamos los valores por los que Ralph Hinckley peleaba cuando se ponía el pijama . Pero seguro que en alguna parte de la Tierra queda alguien que sigue dando preponderancia a la amistad, seguro que existe la persona que echa de menos los cuentos de hadas de Shelley Duval y que hay quien prefiere bellos dibujos animados a realities picantones. Y seguro que no son pocos los que siguen esperando que Robert Culp vuelva a pedir a los sospechosos que no muevan un músculo y a que la preciosa Connie Selleca repita de nuevo su alerta de hamburguesa.
Corría el año 1984, cuando televisión española estrenó en su programación de sobremesa, una curiosa serie proveniente de Estados Unidos.
La serie en cuestión llamada El gran héroe americano , narraba las peripecias de Ralph Hinckley, (William Katt), un sencillo profesor de instituto que un buen día es abordado por una misteriosa nave alienígena, de la cual salen unos extraterrestres y le entregan un traje con poderes especiales. A partir de ese momento, Hinckley se convertirá en todo un superhéroe al más puro estilo de Superman, aunque esto no le traiga más que problemas.
El productor Stephen J. Cannell, (El Equipo A, Nuevos policías, Renegado), fue el creador de esta divertidísima serie que contaba entre sus protagonistas a William Katt, (Carrie), Connie Sellecca, (Hotel), y el veterano Robert Culp, (Soy espía).
Curiosamente en Estados Unidos pasó sin pena ni gloria, pero en España fue muy bien acogida por el público juvenil.
Pero inexplicablemente, tras emitirla con gran éxito durante dos temporadas, televisión española la relegó al más absoluto e injusto de los olvidos, hasta nuestros días, en que ninguna cadena se ha vuelto a interesar por ella, ni nacional, ni privada.
Un mal final para una buena serie que merecía más atención.