El espíritu del 45
Sinopsis de la película
Documental ambientado en Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial. Analiza el espíritu del nuevo socialismo de la postguerra (1945-1951), que fue desmantelado a partir de 1979 por los gobiernos conservadores de Margaret Thatcher.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Spirit of 45
- Año: 2013
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
7
98 valoraciones en total
Kent Loach estrena un documental en VOS, por lo que creo que durará poco en cartelera.
Tenía interés de ver, en este formato, a este veterano realizador inglés. No me ha defraudado. Loach vuelve, una vez más, a mostrarnos las miserias del sistema capitalista. Tomando como referencia los años que siguieron a la segunda guerra mundial, el director, a través de testimonios de personas que vivieron aquella época, así como en grabaciones de la época, arranca una narración histórica sobre los acontecimientos que hicieron posible el estado de bienestar en el Reino Unido, así como los que llevaron, con el gobierno de Margaret Thacher a su posterior demolición.
Loach no esconde, nunca lo ha hecho, su compromiso con las políticas sociales públicas, que han posibilitado el que millones de personas puedan disponer de una protección en materias tan sensibles como la educación, la salud, la vivienda… y así pues el documental se convierte en un valioso testimonio, también un alegato, en defensa de aquello que por derecho pertenece a la mayor parte de la sociedad, aquella sociedad formada por mineros, mujeres, personas sin trabajo, niños… en definitiva personas normales despojadas de lo más básico, cuando el beneficio y el interés económico que sigue enriqueciendo, día a día, a los que ya son muy ricos, vuelve a ser lo que domina el mundo. Queda la memoria, necesaria, de unos hechos que configuraron una sociedad menos injusta, más democrática. Queda un espíritu que es a la vez la suma de muchos argumentos y emociones, para seguir adelante. Los tiempos han cambiado pero la desigualdad social y las políticas de reconquista conservadora, no nos deben hacer olvidar que, en el fondo sigue existiendo una ciudadanía que es capaz de rebelarse y unirse para lograr una sociedad donde prevalezca el interés común. En Inglaterra como en España, una memoria que es necesario recuperar, no para mirar atrás con complacencia o sentimentalismo, sino para ser más consciente de lo que nos jugamos.
Ken Loach nos anunció hace pocas fechas que no iba a filmar más ficción. El espíritu del 45 es la primera película estrenada del director inglés desde esas declaraciones y, siguiendo los parámetros arquetípicos del cine documental, nos presenta un film de libro, con un juego de imágenes históricas y actuales de sus protagonistas, esas gentes que lucharon toda la vida para conseguir un mayor bienestar social y que ahora ven como se está desmantelando todo aquello. Es como si quisiera volver a sus orígenes, a esa herencia del Free Cinema y sus crónicas de la realidad social de mediados de los años 50 del siglo pasado.
El fin último del cine de Loach (sea de ficción o documental) está presente en toda su filmografía, desde aquellas primerizas Poor Cow (1967) o Kess (1969), y no es otro que el de denunciar la deriva de los gobernantes políticos ingleses contemporáneos (desde la llegada de Margaret Thatcher al poder en los años 70) en transformar profundamente una sociedad cuyos cimientos se encuentran en el final de la 2ª Guerra mundial.
En El espíritu del 45 rinde cuentas de este período histórico, homenajeando a sus protagonistas directamente (los trabajadores y los políticos, que como Attlee o Aneurin Bevan, lucharon para buscar una sociedad mejor), sin utilizar la creación de una historia ficticia para conseguir sus objetivos. Loach, para lo bueno y para lo malo, es así, sin ambigüedades, sin decoraciones superfluas, sin discursos huecos. Y para ello dice no necesitar la ficción, y bien que lo consigue en esta película, combinando muchos lenguajes y utilizando la ausencia y reaparición del color en las primeras y últimas imágenes (que son las mismas) para decirnos que aún hay esperanza, que se puede seguir luchando y mantener los derechos adquiridos si se consigue transmitir, entre las diferentes generaciones, ese espíritu solidario que algunos han querido y siguen queriendo eliminar de nuestra realidad.
No sé si será su última película o si seguiremos teniendo la suerte de disfrutar de nuevas producciones pero el que parece puede ser su último rodaje es un verdadero testamento fílmico que bien vale ver en una gran pantalla para emocionarnos, junto con el resto de público, con un mundo que parece que se nos escapa de las manos y que Loach quiere atrapar con su trabajo. Quizás, como dice el propio Ken Loach, sea el momento de recordarlo.
Me han invitado al preestreno de El espíritu del 45 en el auditorio de CCOO de Madrid. Mañana se estrena al mismo tiempo en toda Europa. Ken Loach aparentemente nos cuenta una historia lineal, pero lo que nos describe es un círculo.
La película comienza contándonos un final: las consecuencias de dos guerras devastadoras, la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y el periodo de entre guerras. Las consecuencias de una avaricia sin límite, de una falta de solidaridad hacia los más necesitados, hacia los desempleados, la miseria del hambre, la falta de salud y unas condiciones sanitarias deleznables. Cómo la función médica busca ante todo su lucro en manos privadas. Cómo se puede considerar al ser humano una propiedad, un medio para enriquecerse. Los más jóvenes tienden, incluso la gente de mi generación, a pensar que Europa siempre fue rica, que la miseria solo es atributo de los países del tercer mundo.
Y cómo de ese desastre surge un espíritu solidario, el espíritu del 45. Sin duda un espíritu mediatizado por cómo se habían corregido esos excesos de avaricia en los países del este europeo, las revoluciones comunistas. Pero, en definitiva, un espíritu solidario construido desde la democracia, respetando las libertades pero atendiendo al bien público y a las eficiencias (sí, digo eficiencias) de un sistema nacional, estatal y público, para cubrir ciertos servicios comunitarios, resolviendo necesidades, no buscando beneficios.
Magnífica película que nos recuerda nuestro pasado, y nos señala dónde estamos, dónde estamos volviendo. Una película que cierra un círculo que se empeñan en hacernos volver a vivir unos desaprensivos.
Porque quien no recuerda su pasado está condenado a repetirlo. El dicho no es exactamente así, pero es que no basta sólo con conocer las cosas, hay que recordarlas. Quizá así podamos romper el círculo.
En un presente en el que los restos de un Estado del Bienestar -que en España apenas pudimos oler- son despedazados y vendidos, pocos ejercicios de recuerdo historiográfico son más pertinentes y necesarios y más de actualidad que rememorar todo lo que nuestros abuelos pasaron para conseguir aquello que ahora dejamos vender, en qué condiciones se vivía entonces y las esperanzas que estamos tirando por la borda. Ken Loach no está hablando del pasado, se refiere estratégicamente y con audacia al presente.
Nadie en sus cabales negará que el espíritu del 45’ hiciera mucho por aquellos que menos tenían, pero con frecuencia no le damos el alto valor que merece u olvidamos que los derechos, una vez ganados, hay que defenderlos. Este es al auténtico recordatorio que se propone el director socialista. Por ello contrapone a la fiesta y celebración nostálgica del solidario espíritu del 45’, la vil manera y progresión en que se empezó a desmoronar y privatizar un estado posible gracias a la socialdemocracia, por manos de políticos neoliberalismo (los afines pioneros: Pinochet, Thatcher y Reagan). El documental está siempre aplicado a Gran Bretaña, lo contrario sería debilitar el discurso y prolongar innecesariamente el metraje. Es tarea fácil para el espectador dar un paso más planeado por Loach y ver donde estamos 30 años después de estas políticas neoliberales… a dónde ha llevado esta falsa Gran Moderación.
Como lamento, celebración nostálgico e importantísimo recuerdo, el documental funciona, pero como nada más. Pocas cosas hay más tristes tras el visionado de un documental, y más en uno como este, que constatar con plena seguridad cómo no se ha extraído ni una sola idea interesante de los 94 minutos de metraje. Eso ocurre con Espíritu del 45’, y es muy triste.
Hay una elipsis fundamental en el discurso de este documental: aquella que contrapone de un salto el inicio de la socialdemocracia en 1951 con el inicio de la política de la Dama de Hierro en 1979. Con ella se barren e ignoran de golpe 30 años de historia. Estamos ante toda una declaración de intenciones. Por una parte, la comparación de ambos espíritus, uno idealizado en el que reina la solidaridad, y otro regido por el egoísmo y el individualismo, por otra, el maniqueísmo de la propuesta de un director más efectista que reflexivo. A Loach no le importa comprender ni explicar qué ocurrió en esos 30 años. No le importa la ‘estanflación’, la crisis del 73, ni ninguno de los cambios políticos, económicos y culturales que propiciaron la subida de Thatcher y su neoliberalismo bajo el lema TNA (‘There is Not Alternative’. Ríanse pero a nosotros nos la están colando con las mismas palabras… pero en un peor inglés). A Loach le vuelve a poder la persuasión fácil y emocional sobre la reflexión. Comprobamos lo mismo en los entrevistados. Contrastan una mayoría de trabajadores testigos del cambio del gobierno laborista de Clement Attlee en contra de una minoría de expertos capaces de indagar y analizar en ellos.
Las alternativas que parece sugerir el documental tampoco me convencen demasiado… ¿Hay que volver al fin de una II Guerra Mundial, a un porcentaje de ancianidad minúsculo, a la muerte de miles de obreros y la destrucción de un país y a las ayudas americanas para re-construir el Estado del Bienestar? O tal vez, más que las medidas concretas, lo que reivindica el director es ese espíritu solidario y activista del que hace mención el título y que no hay que creerse del todo. ¿Pero entonces, por qué abusar de datos históricos concretos de escaso valor sobre los pasos en la nacionalización de cada servicio?
A la espera de que en su próxima película Ken Loach nos de las respuestas, tendremos que pensar por nosotros mismos en lugar de volver a soluciones del pasado. Hasta entonces, tratemos de mantener tantos derechos y servicios como podamos.
No hace mucho tiempo, la señora vicepresidenta del actual gobierno del Partido Popular, decía en una de esas peculiares declaraciones que caracterizan a los miembros de esta fauna política por su facilidad para provocar, algo así cómo que los españoles tenemos que hacernos a la idea de que nuestros hijos vivirán peor que nosotros. Una frase que, sin duda es fácil de interpretar (y con razón) de la forma más polémica viendo todo lo que está pasando, y quiénes son los responsables. El buenazo de Ken Loach, conocido por ser uno de los maestros en el género social y reivindicativo de la actualidad cinematográfica (y del extremo político opuesto que la señora vicepresidenta de nuestro país) vuelve con un nuevo documental. Un documento en el que viene, más o menos, a decirnos lo mismo que en aquella frase pero con unos objetivos, formas e intenciones totalmente distintas…
No hace falta ni mencionar que poco tiene que ver Ken Loach con la señora Sáenz de Santamaría, es más, me apostaría a que ninguno sabe de la existencia del otro. Sin embargo, hay algo que les une, la política, aunque cada uno lo entienda de maneras muy distintas. Porque las políticas aplicadas en la actualidad de nuestro país y la situación a lo largo de la historia reciente no se aleja mucho de la situación que viven en Gran Bretaña. Esa situación que tanto cabrea a Loach y que saca su lado más nostálgico y revolucionario. Loach, cómo muchos de nosotros, quiere un cambio, un cambio que empieza en nuestros países de residencia y que debe extenderse a nivel global. Para ello, qué mejor que abrir el baúl de los recuerdos, donde, cómo decía Korina, cualquier tiempo pasado nos parece mejor.
Loach nos traslada a 1945, con la segunda guerra mundial terminada y una sociedad reconvertida que busca el progreso. Una nación que había vencido al fascismo en armas y que ahora debía dejar atrás los míseros años de entreguerras para vencer al fascismo…a nivel social. Y así lo hicieron. El director repasa cómo el socialismo subió al poder con el apoyo del pueblo, y cómo poco a poco la sociedad se fue recuperando de la decadencia, tanto a nivel material cómo en indeales se refiere. Sin embargo, todo llega a su fin, y en este caso…de mala manera. La llegada de Margaret Tachter (la antítesis del director) y con ella el capitalismo y neoliberalismo más extremos, y el fin del socialismo laborista por el que tanto se había luchado. Así, el director saca, con cierta ironía, su postura más radical ante lo que entiende cómo el fin del progreso y el inicio de una decadencia que se extiende hasta el día de hoy, rememorando y analizando la sociedad que pudo ser y no fue, pero dejando caer las claves para arrancar las malas hierbas de raiz.
‘El espíritu del 45’ es un panfleto sí, pero un panfleto con verdades como puños que muchos quieren obviar. Un documental que no gustará a todo el mundo, pero que todo el mundo debería ver. Una lección de historia contemporánea que sin embargo guiña el ojo al futuro más que al pasado con función didáctica y un objetivo en mente: incitar al espectador. Sus armas: una propuesta simple y un tema conocido y nada novedoso (y menos teniendo en cuenta la tradición del autor) pero, ante todo, un tema importante y necesario y un tono directo y explícito que hacen ver la rabia y la nostalgia de un director ya curtido y cada vez más cansado. Como decía la famosa canción: Volver la vista atrás es bueno a veces, Mirar hacia delante es vivir sin temor.