El conquistador de Mongolia
Sinopsis de la película
El guerrero mongol Temujin debe luchar contra un clan rival que ha asesinado a su padre. Pero Temujin vive dominado por otras preocupaciones: su vida familiar se puede ver amenazada por su deseo de conquistar el corazón de una prisionera tártara, la pelirroja Borte, que fue capturada en un acto de pillaje. También debe hacer frente a varias intrigas palaciegas.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Conqueror
- Año: 1956
- Duración: 111
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Opinión de la crítica
Película
4.4
95 valoraciones en total
Una excelente ambientación y una fotografía admirable sirven de marco para escaramuzas bélicas, lances románticos y episodios políticos en una tierra dura.
La brillantez de la descripción paisajista, humana y folclórica a veces ralentiza el ritmo de la acción pero, a cambio, proporciona escenas que parecen óleos del mejor pintor.
Incorpora notables movimientos de masas, extras y figurantes.
La intriga por el poder y las asechanzas en la noche delimitan el contexto histórico de Mongolia durante el siglo XII.
El argumento es poderoso pero el guión presenta flaquezas de intensidad que se reflejan en una dirección insegura y, a veces, poco convincente.
J. Wayne y S. Hayward desempeñan sus papeles con corrección.
La película maldita que nos ocupa hoy es la cinta filmada en el 1956, titulada en español como el Conqusistador de Mongolia y en su idioma original, el inglés, como The Conqueror. La película la dirigió Dick Powell, un hombre que apenas había realizado unas cuantas películas, pero el empeño del productor, el multimillonario Howard Huges era muy grande, y tenía una ambición desmesurada para con el film, esperando que fuera un auténtico bombazo en taquilla. Como el propio nombre indica, el conquistador de Mongolia es un film que trata en su argumento sobre el mítico Gengis Khan y se trata pues de una película de género histórico que tan de moda estaban por aquella época. No había nada en el argumento que hiciera pensar que estábamos ante una película que de alguna manera iba a cambiar el cine. La película tiene también una anécdota detrás de la producción, y es que fue la penúltima película producida por la RKO, una de las grandes productoras de la historia del cine. Estamos hablando de la productora que produjo películas de la talla de Ciudadano Kane (1941).
Uno de los actores que protagonizaba la película era ni más ni menos que John Wayne, uno de los más grandes actores que ha dado Hollywood e ilustre miembro que ha protagonizado películas como La diligencia (1939) o el Hombre que mató a Liberty Balance (1962). Wayne leyó el guión del Conquistador de Mongolia y decidió que aquel papel había de ser suyo, así que se hizo con el personaje principal. El reparto fue completado por Susan Hayward, Pedro Armendáriz y Agnes Moorehead.
Howard Huges quería que su producción fuera tremendamente efectiva, así que no optó por rodar la historia en un estudio o en una localización al uso, sino que decidió rodar la película en el desierto de Escalante, por el obvio parecido que había entre el desierto real y el que había detrás de la película. El Escalante es un lugar ubicado en Nevada, Utah, es decir, en los Estados Unidos. El problema es que dicho lugar había sido utilizado por el propio gobierno como lugar de prueba para las bombas atómicas, y toda la zona estaba absolutamente impregnada de radiación nuclear. Gran parte del personal lo sabía, incluyendo el actor, John Wayne, pero se desconocían en aquel momento los efectos que la radiación podía hacer en el cuerpo humano, así que subestimaron tales efectos. De hecho se cuenta que hay una foto en la que aparece el mítico actor con ni más ni menos que un contador Geiger en las manos.
Se dice que la radiación eran tan potente que durante las noches, el polvo del desierto brillaba con un color rojizo. Para más Inri el propio productor, Howard Huges, se trajo grandes toneladas de aquella arena hacia Hollywood, con lo que la radiación se vendría seguramente con aquellas dunas.
La película fue un auténtico desastre de crítica y de público. No se pudo rescatar absolutamente nada y al productor, Howard Huges, el resultado le llegó a enloquecer. Se dice que intento hacerse con todas las copias para que la película no volviera a ver la luz después de su estrepitoso estreno y el caso verídico es que no se estreno en televisión hasta el 1974, mucho tiempo después de que se rodara. La leyenda cuenta que el multimillonario se quedó en los últimos días de su vida enclaustrado en su mansión, mientras se consumía viendo una y otra vez la película que había producido, y que tantos quebraderos de cabeza había traído a más de uno.
Pero lo que está fuera de toda leyenda son los resultados que la radiación provocó en los miembros del rodaje. Los números oficiales nos cuentan que de los 220 integrantes de la película, 91 morirían de cáncer. No murieron de un día para otro evidentemente, pero la enfermedad les cortó seriamente la existencia. El propio John Wayne, así como el director de la película, Dick Powell, acabarían falleciendo por la enfermedad. Pero no sólo ellos, sino también Susan Hayward, Agnes Moorehead…Incluso Pedro Armendáriz, que al enterarse de que había desarrollado una enfermedad terminal, se suicidó. Pero estas eran las estrellas más visibles. Los extras que se utilizaron para la película (muchos de ellos eran nativos, es decir, indios, que se utilizaron para completar las secuencias de batallas) no se cuentan dentro de esta fatídica estadística, pero seguramente la radiación también traería consecuencias nefastas para todos ellos.
La historia del conquistador de Mongolia es más que escalofriante. Parece una de aquellas leyendas que uno nunca quiere aceptar porque su naturaleza parece muy distante de la nuestra. Pero el caso es que la historia está ahí. En el 1980 en una revista titulada People, se podía leer un pequeño artículo enviado por los muchachos del pentágono, en el que pedían perdón a Dios, por haber matado a John Wayne.
http://neokunst.wordpress.com/2013/08/15/peliculas-malditas-el-conquistador-de-mongolia/
Una desafortunada elección del lugar del rodaje del film, un desierto de América en el que se habían realizado pruebas nucleares. La radiactividad en el tiempo del rodaje (13 semanas aproximadamente), produjo a la inmensa mayoría del personal del rodaje cáncer de diversas características.
La película sobre Ghengis Khan, que en su estreno tuvo un fracaso morrocotudo, la ha maldecido durante muchos años todo el personal del rodaje. Cumplidos 25 años del estreno, el 41% del equipo había contraído cáncer, entre ellos el protagonista de «Centauros del desierto» John Wayne. También Hayward moriría muy joven de cáncer así como Armendáriz el cual se suicidó al saber que el diagnostico del mismo era terminal. Estamos ante un film maldito
Fracaso comercial y fílmico, adquirió notoriedad por sus efectos cancerígenos. Engrosa la lista negra de las películas más conflictivas de la historia del cine, pero no de las malditas como habitualmente se cree, ya que en lo que pasó no hubo ninguna maldición o maleficio, ni tampoco nada esotérico. La contaminación seguida de muertes, fue producto de la negligencia, la impericia y el dolo eventual.
Ese lamentable y doloroso hecho, fue el único que permitió la supervivencia de la película y hasta el día de hoy se la recuerda sólo por eso. Raquítico mérito.
Cuando los tártaros y los merkitas liderados por Kumlek (Ted de Corsia) y Targutai (Leslie Bradley) creen haber reducido a los mongoles a un pequeño vestigio, no imaginan la sorpresa que les aguarda por el odio que siente hacia ellos un cazador llamado Temujin (John Wayne), futuro Gengis Kahn o Guerrero Perfecto. En una emboscada Temujin asesina a Targutai y secuestra a su prometida, la princesa Bortai (Susan Hayward), hija de Kumlek. Empezará así un sinfín de duelos, batallas y traiciones en que se verán también involucrados el hermano de sangre de Temujin, Jamuga (Pedro Armendáriz), el influyente, poderoso pero indeciso Wang Khan (Thomas Gómez) y su infame chamán de la corte (John Hoyt).
El productor Howard Hughes puso todas las esperanzas de llevar ésta empresa en las manos de Dick Powell (Duelo en el Atlántico) en lo que acabó siendo un irrisorio espectáculo que si no fuera por el vestuario se trataría de un western en toda regla, ya que los indios de una reserva cercana al rodaje intervinieron como extras caracterizados de mongoles. Y no nos olvidemos de John Wayne, por entonces encasillado actor en papeles de militar o rudo vaquero.
La insensatez de rodar rápido a partir de un guión mal escrito convierten The Conqueror en un flaqueado pastiche. Pero lo fatal se produjo en el rodaje de exteriores. Para las localizaciones de las tan inhóspitas estepas de Asia Central no se les ocurrió nada mejor que desplazar todo el equipo al tristemente célebre desierto de Escalante, y a los alrededores del pueblo de St. George (Utah), gérmen en bastantes quilómetros a la redonda de pruebas nucleares con bombas tipo H. Si le sumamos el mal rodaje (repetidas tomas con caídas de caballo a la mar sucias, polvorientas y radioactivas, con un ir y venir desde Hollywood, dónde se rodaban interiores, por exigencias del jefe Hugues) más el dinero derrochado, El Conquistador de Mongolia acabóse convirtiendo en el film más maldito de la historia (con permiso de las leyenditas urbanas que corren detrás de cintas como El Exorcista o Poltergeist). El degoteo constante de coincidencias de muertes por cáncer se cebó con la Hayward, Armendáriz (cometió suicidio al recibir diagnóstico), Moorehead, etc… Aunque algunas no se pudieron probar directamente en relación con la película como la de John Wayne (por adicción al tabaco). Pero lo más curioso es que en el film ambos bandos prometen castigar con la muerte lenta a sus enemigos o traidores.
También fue el principio del fin para la RKO, una productora agotada más por los años que por los caprichos de Howard Hughes que siempre confesó sentirse orgulloso de su fracaso.