El beso del asesino
Sinopsis de la película
Un boxeador rescata a una cantante de las lascivas garras de su jefe. Intriga y melodrama para una película de bajo presupuesto producida, dirigida, escrita, fotografiada y montada por Stanley Kubrick.
Detalles de la película
- Titulo Original: Killers Kiss
- Año: 1955
- Duración: 67
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Opinión de la crítica
Película
6.4
27 valoraciones en total
Casi se podría decir sin temor a equivocarme que este fue el debut del bueno de Stanley, el primero que reflejaba un poquito de lo que podría dar de sí en un futuro. Cierto es que Fear and desire se sigue conociendo como su debut real, pero sus desfasadas imágenes y la lógica falta medios nos ofrecía un film demasiado pobre y más próximo al documental. Y no es que El beso del asesino ofrezca demasiado por parte de kubrick, más bien es una modesta pretensión de cineasta que encuentra en esta sosa historia un juguete de escasa armonía con lo que sería su posterior obra. En el capítulo positivo estaría la labor fotográfica, único terreno en el que por aquel entonces Kubrick ya tenía un grado de práctica a respetar, jugando con luces y sombras que en determinados momentos son de lo más llamativo. Su mano está impresa en el entorno del film, como sería posteriormente, de forma pesimista y melancólica, narrando una historia de perdedores, donde la sombra de la esperanza se pasea sin manifestarse de una manera clara. Lo peor, es precisamente la falta de experiencia como director, los actores son hacen gala de pobres interpretaciones y su falta de linealidad hace que resulte bastante pesada y aburrida, para quedarse en un mero ensayo práctico, cuyo único interés radica en la firma de su autor. Po lo demás un film que si no es para olvidar, tampoco se puede considerar como algo notorio en su brillante carrera.
El beso del asesino no es una obra maestra ni un clásico.
Como en su anterior largometraje, el joven Kubrick sigue ‘en prácticas’, aprendiendo facetas del cine que aún está lejos de dominar.
La historia flaquea. De corte negro, está tramada de modo convencional, con diálogos pretendidamente acerados. Dentro del gran flashback general hay otros que no se justifican del todo. Uno de ellos incluye el episodio del ballet, un largo relato en off poco acoplado. Los actores no son de primera, y dan un rendimiento rutinario…
El final está encajado forzadamente…
Pero, sabido esto, lo que importa son los aspectos visuales de diferentes escenas, los valiosos avances del excelente fotógrafo que Kubrick ya era.
El microcosmos claustrofóbico de los diminutos apartamentos conectados por un patio de luces, donde viven los protagonistas, y se estudian con disimulo mientras Kubrick los explora para nosotros con su lente, es fascinante. Los rostros se duplican y deforman en espejos y cristales, a través de la pecera, en el reflejo de los buzones. Él deja la vista ir mientras habla por teléfono, ella también mira, taza en mano, suspendida.
En el ring, la cámara baila con los pugilistas, se mete entre ellos. En el instante del KO se vuelve subjetiva. Una primitiva TV lo retransmite con imágenes borrosas.
También se adentra la cámara en un sueño, que construye con tomas callejeras en negativo, aceleradas.
Rodando exteriores sin licencia (Times Square y Broadway, sus carteleras luminosas, la muchedumbre transeúnte bajo marquesinas de bombillas), Nueva York se capta con espontánea viveza de reportaje.
Los célebres encuadres simétricos, los contrastes de las poderosas sombras, juegan a fondo en la escena de la paliza del callejón, a manos de siniestras siluetas.
Y enorme potencia expresiva tienen también los paisajes de los muelles desiertos, las solitarias calles de almacenes y naves de ladrillo en Brooklyn y el bajo Manhattan, así como, especialmente, la escenificación hipnótica de la lucha a muerte en medio de maniquíes…
En la perspectiva del tiempo queda patente la inteligencia de Kubrick, su gran capacidad de aprendizaje. Comprendió que el guión no era lo suyo y no volvió a escribir ninguno. Todas sus películas siguientes se basan en sólidas novelas, adaptadas en equipo.
En cambio, su extraordinario talento para el lenguaje puramente visual, que siembra El beso del asesino de magníficos destellos, fue desarrollado hasta cotas culminantes en su obra posterior.
Con mucha frecuencia solemos exigir a los demás aquello que no nos exigimos a nosotros mismos. Esto viene a colación en el caso de la que puede considerarse ópera prima de Kubrick, El beso del asesino. A eso se le llama injusticia y no quiero caer en ella reclamándole las mismas maravillosas genialidades de La naranja mecánica, Teléfono Rojo ¿Volamos hacia Moscú?, 2001 una Odisea del espacio. Para más abundancia fíjense en sus dos obras siguientes: Crimen Perfecto y Senderos de gloria ¿qué decir de ellas si cualquier calificativo se queda pequeño?
Pero aquí estamos hablando de El beso del asesino, película de bajo presupuesto y con un Kubrick pluriempleado (guión, fotografía, montaje y dirección) que ya apunta alto y nos deja verdaderas muestras de su talento para el cine, porque si bien el guión es un tanto estereotipado, típico, tópico y bastante predecible, la fotografía, también suya, es una propuesta distinta, con interesantes y magistrales planos geométricos como los de la persecución por las terrazas, tomas en primera persona como las del combate de boxeo, incluso secuencias que denotan un cierto voyeurismo, como las de los apartamentos contiguos en la línea de La ventana indiscreta ó Atlantic City, película muy posterior de Louis Maille y por último ese barroquismo, apuntado por otros compañeros, de la lucha en el almacén de maniquíes como preludio de lo que con posterioridad sería una de sus obras más reconocidas: Espartaco.
No seamos injustos. Kubrick promete y lo demuestra. El tiempo confirmó la promesa. Pero siendo rigurosos y valorando aquí únicamente El beso del asesino, hay que decir que esta su segunda ó primera película, según se mire, tiene elementos de talento y sumamente interesantes merecedores por si mismos de una buena valoración, y se la doy, porque el presente ya era interesante, aunque el futuro se confirmó después como magistral.
No creo que sea muy razonable intentar hincar el diente por parte de los detractores de Stanley Kubrick en una película de aprendizaje como es El beso del asesino. Es más, si tuviéramos que valorarla poniéndola en contexto creo que es francamente buena.
Es una película muy de su tiempo, año 55, cine negro, virtuosismo en la fotografía, guión con todos los elementos del género (boxeador derrotado, mujer fatal, villano gangsteril…) y duelo final muy creativo en clara alusión a La dama de Shanghai de Orson Welles.
El cine, aunque últimamente parezca lo contrario, no es un medio artístico que los jóvenes puedan manejar fácilmente. Kubrick contaba con 27 años y logró una película que tiene algo más que un mero ejercicio de estilo (una estructura de flash-back dentro de un largo flash-back), contando además con un hándicap que jamás volvería a repetir: escribir un guión original.
Creo que todos los amantes del cine de Kubrick, están abocados a su visionado, aunque sea como una forma de completar su filmografía, aunque no sea una obra estrictamente kubrickiana, el genio se estaba modelando, buscando su propia personalidad artística. Un ejemplo de ello, el tipo de final –no desvelaré nada- nunca más se volvió a repetir en una de sus películas. No es coincidencia.
Nota: 6,3.
Simple, sí, es simple. Un guión de lo más simple en el cine negro, unas actuaciones simples, una dirección simple y en vías de desarrollo, una duración simple…
¿Y quién dijo que lo simple no puede ser genial? Lo es. No creo que esta película sea odiada por nadie, no es una obra maestra (casi) pero no desperdicias para nada el tiempo.
Kubrick no pierde el tiempo ni en hacer un buen guión ni en poner mucho dinero, se centra en la fotografía y el montaje. Es de la mejor fotografía que se ha hecho jamás. Planos muy distintos se unen en esta película: Panorámicas de azoteas, espejos, ventanas, sombras, etc.
Y no se crean que no se nota su huella (de Kubrick) está presente sobre todo (aparte de la mencionada fotografía) en la escena inicial con la voz en off, que presenta el Flashback, recuerda a Atraco Perfecto, o al menos a mí.
Película llena de grandes momentos: Persecuciones, peleas a muerte entre maniquíes, flashbacks largos, buenos y con sentido, un baile de ballet con una historia del pasado tormentoso…
La banda sonora, buena también. No pega mucho en el contexto, pero queda muy bien.
Para todos aquellos amantes del buen Cine Negro, Kubrick, y a la buena fotografía en blanco y negro.