El ataque de los muertos sin ojos
Sinopsis de la película
Un grupo de templarios que fueron ejecutados por cometer sacrificios humanos, regresa para vengarse. Encerrados en una catedral, un grupo de gente intentará acabar con ellos. Segunda parte de la tetralogía de terror-serie B de Amando de Ossorio, que se completa con La noche del terror ciego (1971), El ataque de los muertos sin ojos (1973), El buque maldito (1974) y La noche de las gaviotas (1975).
Detalles de la película
- Titulo Original: El ataque de los muertos sin ojos
- Año: 1973
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
4.6
88 valoraciones en total
Es una película que manifiesta claramente la escasez de medios, y la pobreza de la producción, con que fue hecha, y, pese a ello, resulta interesante, y estimulante, en la medida en que el planteamiento, el tema y el punto de partida son interesantes y estimulantes, entre otras cosas porque usan, para el cine de terror, las leyendas de la Edad Media española, y más concretamente, las andanzas de los famosos caballeros templarios. Eso sí, la acción no se sitúa en España, sino en la vecina Portugal, por aquello de sortear a la censura de la época. Una costumbre ésta, la de situar la acción en cualquier lugar del mundo menos en España, típica del cine fantaterrorífico español de principios de la década de los años 70.
El limitar la acción a un día, de la mañana a la noche, da unidad a la historia, aunque hay momentos en los que la acción flaquea, y el guión parece dilatar situaciones en perjuicio de la narración. Los actores y actrices, entre los que cabe destacar a una siempre estimulante Esperanza Roy, y a un Fernando Sancho en el papel de alcalde impresentable de métodos caciquiles -un personaje que sirve para hacer una crítica velada a la España del tardofranquismo- son competentes. Los efectos especiales no están mal, pues los templarios zombis cabalgando sobre caballos zombis, al ralentí, forman una imagen fascinante. La música de Antón García Abril, por desgracia, no está a la altura.
Por cierto, esta película de Ossorio tiene un argumento -una venganza de ultratumba que se ceba en los descendientes de los verdaderos culpables, de manera que la vida tranquila de un pueblecito se ve rota de forma inesperada por la irrupción de un pasado violento- que es asombrosamente parecido al de otro film de terror posterior, La niebla (The Fog, 1980), dirigido por John Carpenter. Claro, la película de Amando de Ossorio está hecha con cuatro duros, y la de John Carpenter, con muchos dólares. ¿Se inspiraría Carpenter en esta obra del realizador gallego? No lo creo, pero, en todo caso, la relación de semejanza es muy interesante.
Aceptable secuela de La Noche del Terror ciego , que cuenta con más acción y presupuesto que su antecesora, aunque en líneas generales resulta inferior. El dotarla de más dinamismo, le resta buena parte de la genial tetricidad, suspense y ambientación de la primera parte, en favor de más acción, extras, y de un guión con menos fallos que el anterior. La película no resulta pesada, y aunque se nota la escasez de presupuesto en los rudimentarios efectos especiales, resulta un efectivo entretenimento si se obvia la carencia de medios. Resumiendo, una digna secuela que también supuso un enorme éxito internacional para nuestro cine (como siempre, fuera valoran más nuestros productos que nosotros mismos).
Este tipo de pelis de serie B tienen algo indudablemente atrayente para mí. Creo que son mucho más dignas que las que se hacen con dinero, porque aquellas ni me entretienen, ni me dan miedo. Éstas me hacen reír siempre, tienen puntos de absurdo, de humor negro, de esperpento que me parecen necesarios.
Aquí quiero resaltar que hay un momento en que me recuerdan al Plan 9 del espacio exterior de Ed Wood, pues se van combinando escenas de la verbenilla del pueblo (donde es de noche) y de la chica en pelotas que huye de la legión de los muertos sin ojos (donde es de día, pero la imagen está oscurecida, de modo que parece un anochecer o un atardecer). Es decir, el mismo fallo de combinar escenas donde es de día y donde es de noche, pero que suceden al mismo tiempo.
Ahora, si usted no tiene sentido del humor, mejor se pone a ver Mi gran boda griega, que es una peli que defiende mucho la gente que en su vida ha contado un chiste.
Cuando hay buena fe, muchas ganas de hacer cine, pero en contra se cuenta con muy bajo presupuesto, aunque el resultado fuese discutible, se debería reconocer el esfuerzo y alabar aquello positivo que hubiera dentro del desaguisado. Posesión infernal (por su aspecto visual) y El proyecto de la Bruja de Blair (por el revuelo que causó) son dos claros ejemplos de que es preferible la imaginación de quien engendra, que contar con una buena pasta gansa para el cometido.
Lo que no se debe es ser benevolentes por el simple hecho de pobrecitos, demasiado hicieron pa no tener un duro . Jamás.
No me molesta que los espectros sean descarados muñecos a la hora de arder ó de explotar. No me importa, de verdad. Pero sí me deja a cuadros el hecho, por ejemplo, de que como supongo que no se rodaron las tomas en orden cronológico, en una escena la noche sea negra pura, en la siguiente el cielo esté azulado, y en la tercera vuelva a estar negro como el carbón. Y así durante toda la película.
Aunque las distintas tonalidades en el techo del mundo no es el causante del suspenso. Sólo lo recalqué para comentar, que hay detallitos que siempre se podrían cuidar para que el resultado sea lo menos chapucero posible. Y es que encima de puta, la película pone la cama.
La cinta cuenta con un guión, que además de poco original, resulta pésimo en el perpetrado. Tiene su comienzo, nudo y desenlace. Pero no indaga en ninguno de ellos. No lo decora con buenas ideas que hermoseen los hechos. Todo ello conlleva a que se podría seguir perfectamente aunque bajaras al mínimo el volumen de la televisión sin perderte. Por lo tanto por lo simplón, al espectador se le invita al aburrimiento y sobre todo, más importante aún, a las ganas de no seguir con ella.
Como apunte personal, sin que tenga que ver con el análisis, un hecho que a mi me hizo reír:
A los templarios estos lo iban a ejecutar quemándolos en la hoguera. Como amenazaron con volver a la tierra para la venganza, los lugareños le quemaron los ojos para que así no pudieran encontrar el camino al pueblo. O sea, que se molestaron y preocuparon por quemarles los ojos antes de ser totalmente quemados…
Para el subgénero de zombies, el año 1968 es una fecha marcada en rojo puesto que George A. Romero nos brindó esa estupenda La noche de los muertos vivientes, a partir de ahí y en casi todas las filmografías europeas de terror de serie B fueron apareciendo títulos que plagiaban, se inspiraban u homenajeaban a la película de Romero.
En España uno de los casos más evidentes fue el de Amando de Ossorio con su tetralogía sobre los zombies templarios. De todas ellas es la segunda parte El ataque de los muertos sin ojos donde encontramos los elementos más clásicos, es decir, un grupo de personas heterogéneas mal avenidas en una casa y rodeadas por multitud de zombies con ganas de sangre.
En el fondo este subgénero no inventa nada, no deja de ser una película del oeste como podía ser La diligencia, sólo que los apaches se sustituyen por muertos vivientes.
La película que nos ocupa es tremendamente resultona, tiene esa virtud tan española de sacar el máximo provecho a presupuestos ínfimos, que unido a su lograda estética y atmósfera agobiante le dan para aprobar sin más.
No tan afortunadas están las interpretaciones, casi siempre lo peor en muchas películas de serie B hispanas, que rozan en ocasiones la falta de profesionalidad e interés su participación en películas que sólo lo hacían para comer y que contrastaban con la ilusión de directores-productores-guionistas como Amando de Ossorio que al margen de tener mucha o poca calidad, al menos amaban el cine y no estaban sólo para ganar dinero, ya que más bien perdiéndolo, se embarcaban en un proyecto siguiente.
Para ellos mi recuerdo y para los otros mi desprecio.