El asesinato de un gato
Sinopsis de la película
Clinton Moisey (Fran Kranz) quiere saber la verdad que hay detrás del asesinato de su gato. Las primeras pesquisas le llevan a descubrir que el animal llevaba una doble vida, con él mismo y con otro dueño, y que detrás de todo el asunto hay mucho más de lo que parece.
Detalles de la película
- Titulo Original: Murder of a Cat
- Año: 2014
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
3.9
83 valoraciones en total
Llega con retraso a nuestras pantallas este film de la mujer del gran Sam Raimi, Gillian Greene y la verdad que podia haberse quedado sin estrenar y pasar dierctamente al circuito de los videoclubs.
El film pretende ser una comedia de las películas clásicas de detectives, pero se queda en un simple intento.
Salvo alguna pequeña actuación imteresante, el resto del largometraje no tiene mucho que aportar. La idea va cayendo conforme va pasando el minutaje del film, como si su directora no supiera hacia donde dirigirlo.
El asesinato de un gato acaba por ser un film de esos que al final pasaran por una de esas televisiones comerciales a la hora de la siesta.
Al comienzo la historia me recordó a las comedias dirigidas por Danny DeVitto, aunque lamentablemente pronto esa coincidencia se disipó, ya que si bien El asesinato de un gato, al igual que la mayoría de las películas dirigidas DeVitto, trata de ser una comedia de humor negro que parodia los thrillers, esta es un intento fallido, por varias característica, empezando por la música estridente y molesta a más no poder, igual el ritmo, es lento y no termina de encontrar el tono adecuado, quien la dirige no sabe encajar bien las piezas, todo se vuelve predecible y estúpido.
Cuando algo pretende ser original y no lo logra, se considera un fracaso. Esta insoportable radiografía del asesinato de un gato y la investigación posterior en clave de humor, fracasa por todos lados. En primer lugar por su irritante protagonista, en segundo lugar por esa tendencia del cine actual de dejar pasar minutos y mas minutos sin que suceda nada ni tampoco se construyan personajes, dejando que el espectador reflexione. El problema es que esta no es uno de esos melodramas indies donde hay insertos de amaneceres y hojas rodando por el suelo. Esto es simple y llanamente humor, y un humor que nunca acaba de funcionar. Decir que El asesinato de un gato es divertida seria como decir que un trozo de pastel es divertido o que un balón de fútbol es divertido. La diversión llega cuando nos comemos el pastel o jugamos a fútbol. Cuando interactuamos. Cosa que es totalmente imposible con esta película que aleja al espectador de la propuesta por culpa de una dirección espantosa y un protagonista malo de solemnidad. El asesinato de un gato no es graciosa, no es entretenida y no sirve para otra cosa que para odiar a un actor que nunca habías visto antes.
Un tío bastante nerd que va en bata todo el día emprende una investigación detectivesca para encontrar al asesino de su gato, abatido de un flechazo en plena calle.
¿Les suena estúpido? Siento decirles que lo es.
El problema principal de El asesinato de un gato es que no debería haber sido una película, sino un corto. si toda esta historia se hubiese contado en, digamos, un máximo de quince o veinte minutos, todos hubiéramos salido ganando y la cosa hubiera tenido hasta su cierta gracia. Pero no, resulta que dura 96 minutos. 96 minutos eternos en los que nada funciona. Tener que lidiar con algo tan sui generis como la búsqueda de justicia por la muerte de un gato no debe ser nada fácil, pero la película de Gillian Greene no tiene ni misterio, ni suspense ni tan siquiera humor. Le falta todo y no tiene casi de nada. Tomemos como ejemplo al personaje protagonista, Clinton, un tipo, como hemos dicho antes, que es la personificación de todos los tópicos del friki que no sale de casa, que viste y se peina como un pringadillo y que no tiene ninguna vida social. Pero claro, su investigación detectivesca sobre el asesinato de su pobre gato es mucho más que eso. En realidad todo es una misión encubierta para que, mientras tanto, se corte el pelo, se vista como Dios manda, encuentre novia y nos pueda parecer hasta guapo y elegante.
En fin… no pierdan mucho su tiempo con ella, salvo que sean fans del oscarizado JK Simmons y quieran ver la buena pareja que hace con Fran Kranz.
Lo mejor: Fran Kranz y JK Simmons, que hacen lo que pueden.
Lo peor: ¿De qué historia?
Ya, por nunca más, se oirán sus gemidos y ¡no me refiero al felino!
El asesinato de un gato tendría algo válido de ser contado, si hubiera optado por la tragedia que supone la pérdida de su mascota para quien huye de las relaciones humanas, insatisfactorias y peligrosas, por lo que defraudan y el riesgo que se corre al involucrarse en ellas.
Pero opta por la desfachatez, inmadurez y tontería de treintañero con el síndrome de Peter Pan, cobijado bajo las faldas de una madre que le evita la conexión responsable con el mundo, y que se aferra a su mejor amigo gatuno para esconderse de afrontar la responsabilidad que entraña cumplir años, asumir cargos y andar, por uno mismo, en una sociedad que no sabes qué es capaz de darte pues, aún con todo su esfuerzo, empeño y fuerza de voluntad, puede que nada de ella consigas.
Y, en esta correría de chiflado solitario, que lo único que pide es que los demás acepten y entiendan la importancia de su dolor y pérdida, y la necesidad imperiosa de encontrar al culpable pues era un miembro de su familia -¿no te volverías loco si mataran a tu compañero de 17 maravillosos años, y nadie se molestara en hallar a su asesino?-, se le añade un paciente oficial, interesado en su abnegada madre, y una atractiva morena que compartía, sin saberlo, su amor por el difunto para emprender una aventura lela, precipitada y no muy ocurrente que le llevará, dentro de su torpeza y bobería a descubrir un oculto entramado de fraude en el barrio y, de paso, la opción de avanzar y poner en orden firme lo que sólo son sueños fantasiosos de quien, en verdad, no desea desplazarse de la comodidad y protección en la que se halla.
Es una comedia muy barata, ligera e insustancial, no solicita atención continúa por parte del vidente, tampoco es que vayas a echar ninguna carcajada, su liviandad permite consumirla sin efecto nocivo, pues el pensamiento ni se inmuta, a menos que no fueras avisado de antemano y esperaras humor en sus palabras, y risas entre sus fotogramas.
Si se analiza es más tragicomedia que otra cosa, pues es un acto vil contra su amigo del alma, y que nadie mueva una mano en su demanda de ayuda le sirve de excusa para salir de su castillo cobijo y enfrentarse a las mentiras, dificultades y crueldad de quien es hallado en su enigmática investigación, así como las trabas, percances e ingenio de superarlas y lograr llegar a la meta con éxito, es decir, dejar de ser un niño grande y ser un heroico adulto, para hallar el valor y coraje de ir en busca de lo que quiere saliendo de su aislamiento.
Sólo que está hecho con muy poca gracia y estilo, opta por lo banal y flojo, en lugar de currarse alguna idea decente para desarrollar su recorrido y rellenar las escenas, lenguaje muy básico para un guión de corrillo, que sólo pretende presentar un gazpacho de personajes de supuesta excentricidad que realmente no levantan gran alboroto, más bien dejadez de una mirada anodina que ¡ya puestos!, por qué no acabarla y ver ¡quién asesinó al famoso gato!
Reina la indiferencia de bajo consumo, dada la bajeza de calidad de lo ofertado, inerte en su resultado, esperanzadora en su intento, de nada sirve esa segunda reseña, de estética indie, si la definitoria sentencia primera la define y aniquila sin condescendencia, increíble que quien filmara Whiplash, allá realizado esta bagatela de pasar, un tonto rato, con amigos que animen el cotarro, si estás solo es más que posible que tu mirada no permanezca fija en la pantalla, pues ésta no da para tanto.
Hasta la mediocre distracción posee unos mínimos que se han de cubrir, aquí, el misterioso thriller se convierte en parodia, sin encrucijada, que no aporta nada.
El gato no es el único asesinado, la audiencia tiene alto grado de acompañarle en su fúnebre entierro, dado el fallecimiento de un argumento poco trabajado/apenas elaborado.
Importan tan poco el hecho como su desarrollo, el dueño del difunto como quién lo hizo, la indolencia la definen.
Lo mejor, quiere hacerte gracia y caerte bien.
Lo peor, cuánto más se esfuerza, más lejos está de lograrlo.
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