El año del descubrimiento
Sinopsis de la película
En 1992 suceden en España dos eventos fundamentales: los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, vinculada a la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América. Diez años después de la subida al poder del PSOE de Felipe González, España aparece ante la comunidad internacional como un país efervescente, moderno y civilizado. Una futura potencia económica mundial. Sin embargo, en Cartagena, los disturbios y protestas por el cierre de fábricas y el desmantelamiento industrial adquieren una violencia creciente hasta acabar con el incendio del parlamento regional con cócteles molotov.
Estreno en Movistar+: Marzo 2021
Detalles de la película
- Titulo Original: El año del descubrimiento
- Año: 2020
- Duración: 200
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Opinión de la crítica
7.8
82 valoraciones en total
Diría que hay varias películas en una: la primera me parece extraordinaria, la segunda totalmente prescindible, la última simplemente interesante.
1ª Relatos sobre pequeñas historias de la vida diaria y del trabajo por parte de los clientes de un bar de barrio. Conversan entre ellos. A algunos los vemos mientras hablan, pero en otros momentos las palabras resuenan sobre las caras de otras personas. La desincronización entre imagen y sonido crea una especie de relato coral. Los rostros hablan tanto como los discursos. Vemos en ellos la dureza del trabajo, la lucha por la supervivencia, la precariedad, la incertidumbre. Magnífico.
2ª Debates entre grupos de jóvenes que beben y charlan sobre asuntos propuestos por el director sobre cuestiones de actualidad en España (Situación política en Cataluña, diversidad cultural y lingüística, el papel de los sindicatos). Ya no hay relatos, sino debate sobre temas. Opiniones banales, cero interés. Esta parte hace que la película se alargue mucho más de lo que creo que debería.
3º Entrevistas de estilo periodístico a líderes sindicales sobre las huelgas y la reconversión industrial a principios de los 90 en la zona de Cartagena. Interesante pero sin interés formal. Las imágenes de las protestas se utilizan, en su mayor parte, como un simple recurso a doble pantalla para acompañar el relato de los líderes sindicales que participaron en las movilizaciones.
Si la película se desarrollase en su integridad como la primera parte sería extraordinaria. pero no lo es. Las imágenes de archivo no sostienen la historia. No hay un arco que establezca cómo se produce la drástica desindustrialización en la zona ni cómo se agrava poco a poco la situación hasta que se produce el estallido social.
Desde luego no es la película española del año, ni siquiera del mes.
El cineasta español Luis López Carrasco nos regala una de las películas más originales y de mayor calidad de las filmadas en los últimos años en nuestro país, en un largometraje documental de más de 3 horas de duración que pone su punto de mira en los trabajadores, en las empresas y en lo sucedido en 1992 en Cartagena cuando el incendio del Parlamento regional fue el momento más álgido de esas revueltas de los ciudadanos locales hartos de perder sus puestos de trabajo y condiciones laborales.
La película ha tenido un recorrido exitoso por festivales de todo el mundo que ha culminado con el premio especial del jurado en la pasada edición del Festival de cine europeo de Sevilla, en donde formó parte de la sección oficial de uno de los festivales más importantes de España.
El proyecto funciona muy bien por lo que cuenta y cómo lo cuenta, ya que aborda muy bien el asunto central y los paralelos relacionados con la situación de esa región en esa época, en la que nuestro país era el foco mundial por otros acontecimientos como los Juegos Olímpicos de verano de Barcelona y la Expo de Sevilla. Ese contraste entre lo que salía en las noticias y lo que era desconocido, pero que suponía el sufrimiento de muchas personas que perdían su puesto de trabajo debido al cierre de fábricas y empresas en la ciudad de Cartagena, está muy bien trabajado, y está justificado ese metraje tan elevado porque se analiza con detalle lo sucedido, con explicaciones de las personas que lo vivieron, y con las conversaciones en el interior del café bar Tana de Cartagena.
A esa cantidad de información aportada hay que sumarle la originalidad formal, ya que durante gran parte del documental la pantalla está dividida en dos, lo que permite escuchar y ver a todas las personas que están sentadas en esa mesa tomando una cerveza, un café, una copa o comiendo, y en otros momentos seguir las conversaciones de dos mesas diferentes. Todo ello se complementa con una gran cantidad de material de archivo fotográfico y videográfico de la época que permite al espectador conocer de manera más real lo sucedido, mientras observamos los telediarios locales de la época.
El propio director aparece en pantalla en la parte final, y le escuchamos preguntar a algunas de las personas a las que vimos mucho más jóvenes en las escenas de la primera mitad. El trabajo de Luis López Carrasco es excelente, ya que ha sabido filmar muy bien cada una de las situaciones desde dos posiciones diferentes, y el proyecto cuenta con un gran trabajo posterior a la grabación de las imágenes en la sala de montaje, por parte de Sergio Jiménez, que es otro de los pilares fundamentales de esta película que demuestra el nivel del cine independiente español de los últimos años, con una crítica a todos los estratos sociales y que explica muy bien lo que casi 30 años después sigue sucediendo en el siglo XXI.
Un largometraje que recomiendo a los que quieran ver una película original, diferente y que, si entras en lo que nos quiere contar su director, vas a disfrutar durante sus casi 3 horas y media que se pasan en un suspiro, pero entiendo que no es un documental fácil y que requiere la atención por parte del espectador y un proyecto muy radical y nada convencional.
LO MEJOR: El montaje. La originalidad del proyecto. Lo que cuenta y cómo lo hace.
LO PEOR: Cuesta entrar por la originalidad del formato.
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net, http://habladecine.com y https://www.estrenosdecine.online/
El año del descubrimiento podría ser el título perfecto para este 2020.
Porque, ¿cuántas cosas hemos descubierto cada unx de nosotrxs durante estos meses sobre el mundo que nos rodea?
A mí me gustaría destacar el descubrimiento de la cultura, de su importancia en nuestras vidas. De su capacidad para nutrir nuestros hogares, esos que habitamos más que nunca.
En la época que vivimos, tenemos herramientas muy potentes para comunicarnos a grandes escalas. Y me frustra sentir que las desaprovechamos. Ojalá las usáramos para vivir mejor. Más bien para que otrxs vivan mejor. Para evitar males.
Ojalá gritáramos como grita Luis López Carrazco al producir esta obra.
Para denunciar lo que no funciona en nuestras sociedades. Para lanzar mil preguntas. Y para intentar dar respuestas, en este caso a través de las voces y rostros de ciudadanxs de a pie. Mediante la creación de un espacio de intimidad con ellxs, de una intimidad sensorial.
Además, me atrevo a decir que no existe ningún documento de cualquier tipo ni fecha, que ilustre tan bien España como lo hace este largometraje. Y es que esta película habla absolutamente de todo. Fundiéndose entre pasado, presente y futuro.
Asimismo, en lo personal, contiene todo lo que me interesa como espectador en el cine.
Emocionarme profundamente. Hacerme reír. Hacerme reflexionar. Hacerme aprender. Generarme miedo. Generarme esperanza.
Todo ello a través del vehículo de lo real, de la realidad más pura, la más honesta.
Por último, me alegra decir que este 2020 consolida aún más al denominado Nuevo cine español (Patiño, Serra, Laxe, López Carrasco…) Una generación de cineastas con nuevas maneras de hacer cine en nuestro país, conquistando festivales por todo el mundo. Este año, Lúa Vermella programada en Berlín y El año del descubrimiento en Locarno. Dos propuestas sobresalientes, muy únicas, con planteamientos formales tan arriesgados como efectivos que han enriquecido el cartel de un año desgraciadamente pobre.
No tardéis en ver esta imprescindible obra maestra nacional.
1992 fue el año en el que se fundó la nueva España. O al menos en el que se fundó la idea de una nueva España. En el imaginario colectivo de hasta los que no habían nacido todavía están las imágenes fastuosas de las Olimpiadas de Barcelona y de la Expo de Sevilla. Hasta yo mismo, teniendo cuatro años en aquel momento, recuerdo cuando mis padres volvieron de viaje de Sevilla, cargados de merchandising de Curro. Era un momento de entusiasmo colectivo incomparable, seguramente solo superado por los primeros albores de nuestra joven democracia. Pero y si resultase que se nos olvida algo de aquel año, ¿y si resultase que el tiempo y las ganas de mirar para otra parte han acabado sepultando un acontecimiento importante de 1992? ¿Cuál es el proceso que nos lleva al olvido de algo tan relevante como la quema del Parlamento de la Región de Murcia? Con El año del descubrimiento, Luis López Carrasco se propone hacer un ejercicio de memoria y volver a situar esa imagen y ese momento de la historia de nuestro país en nuestras cabezas. No es solo un ejercicio de memoria, es un monumento documental tanto por su duración (200 minutos) como por su profundidad sobre cómo el proceso de la reconversión industrial de principios de los 90 ha acabado llevándonos hasta el profundo hoyo en que nos encontramos hoy.
En la carrera de Luis López Carrasco, la forma siempre va unida al fondo. En El año del descubrimiento, el director opta por un formato de doble pantalla. A veces dos imágenes a la vez de la misma escena, otra vez escenas que se concatenan, otras veces vídeos del pasado mezclados con el presente. Permitir que las imágenes dialoguen entre sí es uno de los grandes hallazgos del documental. O a veces dejar solo una mitad visible para forzarnos a mirar. Invitar al espectador a decidir a dónde quiere mirar y no muchas veces no poder ver ambas escenas a la vez, convirtiéndolo en una experiencia diferente para cada espectador. No voy a desvelar demasiado, pero creo que es en su tercer acto cuando esa doble pantalla alcanza su mayor potencial y nos pega una bofetada de realidad.
En El año del descubrimiento, López Carrasco utiliza todas las armas de las que dispone como cineasta para presentar un retrato coral sobre aquel evento y sus consecuencias. Comienza enlazando la película con su anterior largometraje (El futuro), grabando a un grupo de jóvenes que hablan mientras que beben en el bar. Al igual que en aquella película, no somos capaces de escuchar las conversaciones enteras y la música, alta y distorsionada, se mezcla con las voces, haciéndolas ininteligibles. La elección de la música no es casual, es música de 1992. Tampoco lo es el formato en que está grabada la película, grabada en vídeo Hi8. Al igual que ocurría en El futuro, el documental nos plantea el desafío de si lo que estamos viendo está ocurriendo en el presente o en el pasado.
La manera en que López Carrasco va tirando del hilo es moviendo el relato a través de las conversaciones con los sujetos (o entre ellos). Algunas de ellas son esclarecedoras, otras de ellas sencillamente conversaciones normales entre gente de clase trabajadora. Unas hablan del pasado y otras del presente. Unas muestran un cierto grado de esperanza y otras expresan con vehemencia la desesperación de un grupo social cada vez más arrinconado por las circunstancias. Y quizá una de las estrategias más inteligentes del documental, esa que hace que nos quedemos pegados durante 200 minutos sin pestañear, sea empezar por las consecuencias de la reconversión industrial para luego llevarnos hacia las causas. Empezar poniendo el foco en las víctimas, la mayoría de ellas inconscientes de cómo hemos llegado hasta aquí, para poco a poco ir acercándonos a las historias de quienes vivieron aquella reconversión industrial de primera mano desde sindicatos y empresas de aquel tiempo. López Carrasco ha mencionado en la masterclass previa al film el impacto que tuvo en El año del descubrimiento las teorías sobre la desactivación del orgullo de clase de la clase trabajadora de Owen Jones en su libro Chavs. La demonización de la clase obrera. El año del descubrimiento nos obliga a sentarnos con esa clase obrera. Algunos de ellos instruidos y articulados, otros de ellos epidérmicos y temperamentales, todos ellos unidos por un vínculo común que, a su vez, nos une a todos ellos. Si a algo puede contribuir este documental es a que reflexionemos sobre cómo la erosión intencionada de nuestra unión social por los poderes fácticos nos ha llevado a un callejón sin salida.
Es imposible desmenuzar todo lo que ocurre a lo largo de sus más de tres horas de metraje en El año del descubrimiento. Su estructura anima a que fluyan los temas y los tonos sin cesar, a que cada espectador ponga el ojo y la mente en diferentes aspectos. Lo que sí que es posible es hablar de los logros del mejor documental que he visto en años y desde luego el que más me ha hecho hervir la sangre desde Enmienda XIII de Ava DuVernay. Luis López Carrasco erige un monumento comprometido y valiente a la clase obrera, acaso el mejor de lo que va de siglo y que es cine con un pie en el pasado, sí, pero sobre todo con la vista puesta en el futuro. El visionado de El año del descubrimiento debería encender la llama del desencanto útil: cuando no nos queda nada que perder, ¿por qué no luchar?
Si te ha gustado esta crítica, puedes encontrar más en http://www.eldesencanto.com
Salgo del cine exhausto tras 200 minutos de visionado de un documental que tiene su cenit en la quema de la Asamblea de Murcia . Este sería el punto álgido de los acontecimientos: manifestaciones, movilizaciones, protestas, huelgas que durante meses produjeron por la desmantelación de la industria que daba empleo a la práctica totalidad de la ciudad.
Sí, efectivamente, Cartagena se enfrentaba a una situación social extrema, con planes de reconversión modificados de un día para otro sin ningún tipo de diálogo social. Era el antepenúltimo patinazo de un gobierno socialista a los pies de Europa.
Los documentales tan localistas, y siempre que se realicen fuera de Madrid, me parece que tienen un valor especial por un motivo evidente. Las miradas siempre suelen estar giradas hacia las grandes urbes del país, más en los últimos tiempos. Madrid parece ser el epicentro de todo, lo que no pase por aquí pierde relevancia.
El documental tiene una importante labor pedagógica, pone el foco en un hecho concreto ocurrido en una ciudad que suele ocupar pocas portadas. Es el último ejemplo de la lucha obrera hasta las últimas consecuencias que se produjo en nuestro país. Sobre todo en su último tramo aparece gente muy interesante que participó en esas protestas: sindicalistas, miembros del comité de empresa, trabajadores de las empresas o centros afectados.
Formalmente es excesivamente denso, intenta contextualizar y hacer ver qué tipo de sociedad se ha conseguido en esa ciudad después de aquello. Cuál es la situación actual.
La ejecución de esa parte me parece especialmente torpe, con conversaciones interminables de varios grupos sociales (jóvenes, dos señoras, el señor con el camarero, etc) que se alargan excesivamente en su metraje aportando lo mismo que si hubiera durado la mitad.
En definitiva, creo que es un documental interesante con un metraje indefendible. Asistí en la sala a la huida de varias parejas.
Realmente te deja exhausto.