Condorman
Sinopsis de la película
Woody, un dibujante y guionista de cómics, debe realizar un simple encargo para su amigo Harry, agente de la CIA. A pesar de su ineptitud, logra vencer a un grupo de agentes enemigos, y así se gana la admiración de la hermosa Natalia que llega a pedirle que la proteja. Woody se aprovechará de esta situación para dar vida a un personaje de cómic, Condorman , utilizando los recursos de la CIA.
Detalles de la película
- Titulo Original: Condorman
- Año: 1981
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.1
26 valoraciones en total
Este es uno de esos films que marcó mi infancia.
Pero un visionado reciente arroja una tonelada de ladrillos sobre mí: pese a que la idea de partida -dibujante de cómics convertido en agente secreto- es buena, el film peca de ingenuo (aunque no más que la reciente Speed Racer ) y el resultado queda más cerca de los films del auto Herbie ( Condorman es una producción Disney, algo que se nota) que de James Bond.
Pero no puedo ser duro con la peli, así que le doy un cinco.
Lo mejor: los créditos animados del inicio (que incluyen el clásico grito de Goofy), Oliver Reed y la banda sonora de Henry Mancini (aunque el Condormaaaaan del inicio sea tan hortera como los gadgets inventados por el protagonista).
En fin. Así es la vida, amigos.
Si hay un superhéroe de quien uno puede reírse a gusto ése es Condorman. La verdad es que no sé de dónde sacaron la idea pero el caso es que este ser alado provoca hilaridad más que otra cosa.
Condorman pasa por ser uno de los héroes más ridículos de la historia e incluso compite por ser el peor. El punto de humor que persigue no anda muy lejos del esperpento de herencia hispana.
Condorman es la típica película que uno no sabe si la ha visto o si la ha soñado. Yo pude verla en mi juventud y guardaba un recuerdo muy lejano de ella, pero persistente. Mi mente quedó marcada para siempre por este ser de alas desmesuradas. Ideal para echar unas risas con los amigos.
En fin, para pasar el rato sin buscar nada más allá. Un claro exponente de la cultura basura de los años 80.
Un tío clavadito a Roger Daltrey, el cantante de The Who, sin otro currículum que haber plagiado en un mismo personaje de cómic a Spiderman, Superman, Batman, El Gran Héroe Americano y el Pájaro Loco, se atreve a imitar a 007, no sólo por los ingenios amarillos que le sacan las castañas del fuego, sino por ligarse sin bajar del autobús a la impresionante Bárbara Carrera.
Recomiendo tirar a la basura todos los libros de autoayuda que tengáis después de leer la película. Si un grotesco y esperpéntico personaje al que le encanta disfrazarse de buitre ha sido capaz de eso, ¿qué metas permanecerán inalcanzables para nosotros?
Ninguna. Gracias, doc Jarrot.
Primero que todo diré como muchos de vosotros que este film marcó mi infancia a día de hoy, y digo hoy porque conservo aún algunas ilusiones infantiles, no sé cuántas veces la he visto porque me hipnotiza.
Los actores me parecen muy buenos y lo hacen todo muy creíble así que prácticamente no parece una película parece que lo estás viendo todo desde cerca y como si a ti te tocara algo de la acción, algo que pocas películas consiguen conmigo.
La música es muy buena y en todo momento acompaña a la acción, claro que no es raro siendo Henry Mancini el compositor de la partitura, uno de los mejores compositores de música para películas que ha habido.
El argumento es sencillo pero rápidamente se complica presentádonos de manera rauda a los protagonistas y los antagonistas, cosa buena porque así tu eliges de qué parte estar. Por no hablar de que al meterse tan rápido en la acción tu te identificas desde bien pronto con los personajes. En mi opinión eso es la mitad para que una película te guste, la otra mitad es esa magia especial que tenga, y esta película lo tiene, ya lo creo que lo tiene.
Los exteriores son preciosos y los gadgets que saca Woody pueden resultar horteras si, pero quizás tenga que ser así porque Woody es dibujante de comic. Además conociendo a Woody nunca crearía a un señor al que le dan miedo los murciélagos y por eso adopta su nombre o tampoco a Superman que viene de otro planeta después de que el susodicho explotara. Woody es un dibujante de comic vitalista y con muchísima ilusión por lo que hace, por lo tanto que sea hortera es lo que convenía en este caso.
Veredicto final, película entrañable que siempre recuerdo con muchísimo cariño, poco me importa que tenga casi tanta edad como yo. Porque hay cosas que con el paso del tiempo no cambian y esta película para mí no cambiará jamás aunque algunos digan que envejece mal.
Mi recomendación es que la vean por supuesto.
No sería justo comparar Condorman con Batman, Superman, o reducirlo a mera copia barata de aquellos.
Probablemente algo de dicha intención esté en su idea, pero, lejos de apoyarse únicamente en eso, concibe su propio mundillo, sus propias reglas, y lo más importante, no tiene ningún miedo en disfrutarlas.
Este superhéroe es todo lo ochentero, ridículo y exagerado que puede ser, y a mucha honra.
Pero es que, además, no es un superhéroe al uso: el bienintencionado Woody vive con más entusiasmo que seso, creyendo ciegamente que las fantásticas creaciones de sus dibujos pueden tener su reflejo en la realidad.
Nada más lejos de cumplirse, cuando advertimos que estamos en una Guerra Fría plagada de poderosos malvados con cara de Oliver Reed y traiciones comunistas a cada esquina, pero no por ello el pobre diablo va a dejar de ilusionarse por el romanticismo del espionaje, o la épica de la aventura.
Su amigo y agente de la CIA Harry aprovecha esas fantasías suyas para utilizarle como cabeza de turco de una peligrosa misión, y su inesperado éxito le llevará a que le encarguen infiltrar a la bellísima espía rusa Natalia dentro de los Estados Unidos.
Frente a siniestros sicarios con ojos metálicos y peligrosas persecuciones montaña abajo, se aprende a querer el temperamento de Woody: para él todo es un juego, donde siempre se puede ganar. Cualquier otro agente quizá se habría rendido, habría confiado en la aburrida realidad y habría sido eliminado.
Pero Woody es Condorman, se cree aquel personaje insuperable de su invención, felizmente hecho realidad gracias al equipo de la CIA y en todo momento hace honor a una gloria que él mismo creó.
El viaje en carretera desde Rusia a Europa se apoya de su imaginación para salir de los numerosos peligros, muestra curiosas estampas rurales de tranquilidad en medio de la fuga, y por si fuera poco deja alguna perlita irónica de inesperada agudeza ( eh, soy ciudadano americano, deben respetarme ).
Lo mejor, sin embargo, no está en ese curioso contraste de colorista comedia, pasada por el tamiz del serio espionaje.
No, lo mejor viene luego, cuando Woody se ve obligado a confrontar su propia fama adquirida en las ilustraciones que él mismo ha encarnado, y superar los arrogantes comentarios de los villanos que le consideran solo un simple dibujante de cómics .
Él nunca ha sido solo eso, y mucho menos ha llegado tan lejos creyendo ser solo eso.
Él siempre ha sido Condorman, el superhéroe que no existía, hasta que tuvo que salvar el mundo de una espía que soñaba con los Estados Unidos.
¿Merece la pena despreciar a este valiente defensor, por ridícula que sea su mitología, si sus ideales son de una nobleza a prueba de Guerra Fría? Una pregunta que no le importa al hombre pájaro, mientras vuela gloriosamente, haciendo posible la imposibilidad de unos míticos dibujos.
La misma pregunta que no le tendrá que preocupar a nadie que quiera disfrutar con sus entretenidas aventuras.