Chicago
Sinopsis de la película
Chicago narra la historia de dos mujeres del mundo del espectáculo que, tras asesinar a sus respectivas parejas, tratan de que su caso judicial sea el centro de atención tanto de la prensa de Chicago como de un prestigioso y apuesto abogado. La promesa de aventura y oportunidad que ofrece la Ciudad de los Vientos deslumbra a Roxie Hart, una inocente y extrovertida cantante que sueña con cantar y bailar para salir de su vida gris. Su sueño es seguir los pasos de oro de Velma Kelly, cantante de vodevil. Roxie consigue que su deseo se haga realidad cuando algunas actitudes equivocadas las hacen aterrizar a ambas, la estrella y la aspirante, en la prisión, a causa de distintos cargos por asesinato. Bajo el ladino cuidado de la guardiana Morton en la prisión, Roxie se encuentra con el legendario abogado Billy Flynn, quien acuerda hacerse cargo del caso por una suma cuantiosa. La carrera de Roxie explota, para mortificación de su mentor. Pero la inteligente Miss Kelly nos reserva algunas sorpresas para el segundo acto…
Detalles de la película
- Titulo Original: Chicago
- Año: 2002
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
6.6
80 valoraciones en total
Chicago es el ejemplo perfecto de cómo una película puede arrasar en los Oscar sin ser ni de lejos la mejor de su año. ¿De verdad los académicos pensaron que era mejor que Gangs of New york, Las dos torres o Las horas?
Para mi gusto la película está tremendamente sobrevalorada. Es una comedia simpática y muy entretenida, pero nada más. Claro que, adapta un musical famosísimo y representado en teatros de todo el mundo. Y los números musicales son espectaculares (a destacar el de Cell block tango ). Pero hasta ahí hemos llegado. El por qué esta película fue tan halagada y Moulin Rouge (un musical muchísimo más atrevido, arriesgado, impresionante y brillante que éste) tan vilipendiada es una duda que me atormenta.
Lo mejor: Renee Zellweger y Catherine Zeta- Jones, ambas soberbias. Los suyos serían los dos Oscar que yo le habría dado a la película.
Lo peor: Que no pasa de ser un divertimento insustancial e irrelevante.
El musical americano como género, hace mucho tiempo que no pasa por su mejor momento, hace 60 años de la renovación estética que Vincent Minnelli realizó con Un americano en París, y del dinamismo aportado por Gene Kelly y Stanley Donnen, Un día en Nueva York y la imprescindible, Cantando bajo la lluvia, sin olvidar las Melodías de Broadway 1955, el género no había vuelto a vivir un momento álgido de creatividad.
Los años sesenta pusieron de manifiesto el agotamiento de la fórmula clásica del musical, sólo animadas por excepcionales aportaciones, curiosamente de cineastas que no solían cultivar el género: Robert Wise, West side story, Sonrisas y lágrimas, George Cukor, My fair lady. La década de los 70 supuso, la muerte del musical en su acepción más clásica, y el género pasó a convertirse en una reliquia cultural, sólo apta para experimentar durante las siguientes décadas, algunas veces con acierto, Cabaret de Bob Fosse, otras fueron productos infumables.
Lo mejor de Chicago de Rob Marshall es su honestidad, no pretende como suele decirse hoy en día, reinventar el musical, sino pura y simplemente recoger una ilustre herencia y ponerla cuidadosamente al día, siendo consciente que el público actual ya no es el que veía hace 60 años los musicales de Minnelli y Donnen. Tampoco alardea de falsa modernidad, sino que se limita a trasladar a la pantalla una obra musical previamente representada en los escenarios de medio mundo, sin olvidar a la persona que lo estrenó en Broadway, el fallecido bailarín y coreógrafo Bob Fosse.
Marshall ha sabido tomar el original y adaptarlo al lenguaje del cine, sin traicionar por ello ni la esencia del montaje teatral ni sus posibilidades fílmicas. De este modo Chicago se erige en uno de los mejores exponentes de una tendencia formada por películas que toman elementos teatrales para transformarlo en algo puramente cinematográfico. El film respeta la trama del original e incluye la práctica totalidad de sus canciones y números musicales, conservando el mismo sentido dramático y narrativo.
Como adaptación a la pantalla del Chicago de Bob Fosse, la película sabe transmitir la ironía, el dinamismo y el sentido del humor del original que satisfará a todos los cinéfilos nostálgicos del musical clásico, entre los que me cuento. Este excelente espectáculo no es ajeno a la estupenda labor de su interpretes, desde una Catherine Zeta-Jones llena de desparpajo hasta una Renée Zelweger por su soltura y simpatía, sin olvidar a Richard Gere, que da la sorpresa con su más que aceptable pericia para los números musicales. El montaje paralelo se erige en la principal figura de estilo, expresando la dicotomía entre pensamientos y acciones reales de los personajes, entre fantasía y realidad. El film es una comedia musical sobre la diferencia entre lo que se dice y lo que se piensa, cuya aparente frivolidad deja entrever en todo momento un poso de amargura y escepticismo.
Lo que se ve en Chicago no es muy diferente a lo que veríamos cualquier día de cualquier semana encendiendo al azar cualquiera de las cadenas que tienen a bien bombardearnos día tras día con noticias insignificantes acerca de gente ínfima cuyos únicos méritos conocidos consisten básicamente en haberse encamado con alguien más conocido que ellos en algún momento de sus vidas.
La sátira feroz sobre la fama de segunda y los personajillos de este calibre está muy presente en Chicago pero puede que la brillantez de su parte musical nos despiste y creamos que no estamos viendo más que un divertimento inofensivo rodado a todo lujo por un especialista en reventar taquilla con filmes blanditos y poco imaginativos. Pero es que el veneno procede de la obra original y ni siquiera el antídoto Marshall puede amainarlo: el ascenso de Roxie Hart a la fama mediante triquiñuelas, mentiras y manipulaciones de la prensa sensacionalista es sangrante porque es actual.
Se tiende a minusvalorar el género musical porque es un cine muy inmediato que apela a los sentidos más impresionables (ojo y oído) y esa misma facilidad o espectacularidad a veces impide llegar al hecho de que muchas películas de este tipo ocultan un espejo socarrón de las miserias humanas y en concreto de la relación de estas miserias con el mundo del espectáculo. Así ocurre con casi toda la obra de Bob Fosse. Si bien es cierto que el musical muchas veces peca de ligero en el mal sentido, lo cierto es que no hay ningún otro género que haya representado con mayor pureza la esencia de aquello tan famoso de there is not business like show business . Chicago es uno de los máximos exponentes de las mecánicas internas del mundillo, de la falta de escrúpulos de los personajes que lo componen y también de sus glorias y debilidades. Velma Kelly y Roxie Hart son personajes arribistas y bastante repelentes en un sentido moral, pero casi se nos olvida cuando saltan a primera línea y hacen lo que mejor saben, que es venderse.
La dirección de Marshall es convencional y previsible, pero efectiva: hay números muy logrados, como el Cell block tango o All that jazz . Lo mejor de la película sin duda es el trabajo de una Catherine Zeta Jones incandescente, mirando con descaro a la cámara y meneando con soltura el esqueleto a la par que sorprende con una hermosa voz. John C.Reilly la secunda a la perfección y Queen Latifah sube puntos con un personaje al que presta el gran peso de su carisma. Richard Gere no está mal pero en las partes en las que no canta, por dios, qué voz más horrorosa. Renée Zellweger se esfuerza pero es una actriz de capacidad mediocre a lo que se sumó un aspecto anoréxico que para nada cuadraba con el físico de una voluptuosa femme fatale de los años 30.
El conjunto global no deslumbra, pero deja un buen sabor de boca y si se emplea el cerebro además de la vista y del oído, su soterrada ironía te hará disfrutarla de otra manera más vitriólica.
La puerta que Moulin Rouge abriera el año anterior la aprovechó espléndidamente Rob Marshall rodando la joya llamada Chicago. Más accesible para el público que la producción australiana, y escrita por el gran Bob Fosse para el teatro dos décadas atrás, la película nos sumerge en el mundo de la fama efímera, de la mentira como norma y de la estupidez de los medios de comunicación.
Los números musicales son simplemente magistrales. La fotografía es, para mi gusto, una de las diez mejores que he visto en más de tres mil películas. Las actuaciones son excelentes. Que Renée Zellweger no diera el tipo no es óbice para bajar nota en un musical como este. Lo compensan sobradamente la Zeta, Gere, la reina negra y el estupendo marido engañado, el gran John C. Reilly, quien realiza una interpretación soberbia. Los decorados y la técnica con la cámara no admiten vituperio alguno. El maquillaje y el vestuario ídem. El sonido es deliciosamente demoledor. La banda sonora obvia. Y me pregunto yo… por qué sólo seis Oscars?
La historia de las asesinas es cuando menos compleja. La única mujer inocente (la húngara) es la que en el estupendo número presentación de las seis asesinas que compartirán calabozo con la novata lleva en la mano un pañuelo de seda blanco recalcando su inocencia. Lo que luego ocurre es por todos sabido. Todo el film es una sátira anti-administración y anti-sensacionalismo, y la ácida e irónica crítica que se desprende en toda la proyección del Chicago años 20, bien puede ajustarse a los tiempos de hoy en día, dónde cualquier meapilas y botarate del Gran Marrano o de su puta madre, puede llegar a matar para salir cinco minutos en cualquier reality de mierda. Si todo ello lo aderezamos con unos números musicales de quitarse el sombrero como el protagonizado en la sala del juicio por el sr. Gere, pues nos queda un musical que pasará a la Historia del Cine como uno de los más grandes. Y con justicia. 9.4
Verá sr. Hart… no soy de los que se gusta darse autobombo, pero si Jesucristo hubiera vivido en Chicago y hubiese venido a mí con cinco mil dólares… le aseguro que la Historia habría cambiado.
Chicago ostenta la distinción de ser uno de los ocho musicales ganadores de un oscar a la mejor película, gloria que comparte con Melodías de Broadway (1929), Un Americano en París (1951), Gigi (1958), West Side Story (1961), My Fair Lady (1964), Sonrisas y Lágrimas (1965) y Oliver (1968).
Adaptación cinematográfica de un musical de notable éxito en Broadway creado por Bob Fosse, el autor de éxitos tan notables como Sweet Charity , Cabaret o All That Jazz , Chicago se distingue por estar ambientada en la era del jazz, los felices años 20, y reflejar las vidas de seres del submundo del hampa, tan mezquinos y deleznables, como encantadores y carismáticos.
El trío protagonista está prácticamente insuperable en su interpretación y en sus números musicales, y si bien Catherine Zeta Jones y Richard Gere tenían cierta experiencia en el género, por haber iniciado en él sus carreras artísticas, debe destacarse la maravillosa creación de Renée Zellweger, que se consolida con este papel como una de las actrices más carismáticas y camaleónicas del momento.
Los números musicales están rodados al estilo clásico, alternando con sobriedad los números espectaculares con los intimistas, tan del gusto de Fosse, lo que hace este musical mucho más accesible al gran público, que el más delirante y arriesgado Moulin Rouge de Baz Lurhmann.
Independientemente de la controversia que pueda generar la comparativa entre ambos films, prefiero considerar un regalo, haber podido disfrutar en tan corto periodo de tiempo, del estreno de dos excelentes musicales y desear que el indiscutible éxito de ambos se troque en un renacimiento del género.