Cantábrico
Sinopsis de la película
En el norte de la Península Ibérica se levanta una gran cordillera de más de 400 Km. como si se tratara de una gran muralla paralela a la costa del Mar Cantábrico. En su otra cara, la cordillera Cantábrica está repleta de cañones y bosques. Gracias a la influencia del mar y las elevadas precipitaciones, se ha originado una amplia vegetación en los bosques, y es el lugar perfecto para esconder un gran número de animales y otras formas de vida que conviven desde tiempos remotos. Pero sobre todo, es el territorio de una de las criaturas más impresionantes del hemisferio norte: el oso pardo cantábrico. Es el reino de los bosques, de los caballos salvajes, la tierra donde los lobos ibéricos se esconden tras la niebla, y el lugar donde la fantasía y la realidad caminan juntas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cantábrico (Los dominios del oso pardo)
- Año: 2017
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
7.2
53 valoraciones en total
El despliegue visual y técnico es impresionante, de una calidad incuestionable. Pero este documental no engancha ni emociona por la falta de un hilo argumental. No es una historia, sino una sucesión de estampas de naturaleza. Y mientras algunas de ellas son repetitivas (mucho oso, mucho gato montés) se pasa de puntillas por la costa cantábrica. Eché en falta también un mayor compromiso con la defensa de nuestra riqueza natural, en ningún momento se profundiza en las amenazas a las que la sometemos los humanos. Quizá no era la intención del director, pero en mi opinión habría dado más sentido y profundidad a la película.
Gutiérrez Acha atenúa aquí el lirismo de su anterior Guadalquivir para ofrecernos un documental más sólido y más acorde con los fríos del norte cuya factura roza la excelencia. Y es que no solo nos maravilla con las buscadas e insólitas imágenes sino que además sabe acompañarlas de unos acertados comentarios y una magnífica banda sonora de Martín Caminero.
Centrada en esa parte de nuestro norte y equilibrando fauna de diversos ecosistemas, aunque predominando bosque y montaña, este documental nos evoca al magistral Felix al mismo tiempo que muestra, mediante una alta calidad de imagen y sonido, a ese mundo animal muchas veces desconocido.
Es un documental que enseña y nos enseña, que nos hace sentir orgullosos de nuestra naturaleza y al mismo tiempo temerosos por su fragilidad. Una gran película que gustará a los espectadores porque despliega ante nuestros sentidos un buen trabajo hecho con mimo, paciencia y amor a uno de los más bellos rincones de España y Europa.
Un buen documental sobre la fauna cantábrica… y, sin embargo, no acabo de entender el entusiasmo unánime con el que ha sido aplaudida por casi todos. No cabe duda que tiene muchos puntos admirables: unas imágenes bellísimas, una fotografía espectacular, una estructura cuidada y llena de encanto que toma el paso por las diferentes estaciones como referente natural, la atención por el detalle primoroso como motor de la narración, la observación de todo tipo de animales – desde los más grandes y conocidos hasta los más pequeños e ignorados – y el mimo por mostrar las interconexiones entre todos ellos.
Sin embargo, también tiene pequeños lunares que la afean y achatan: una voz en off de locutor engolado y profesional (que lo mismo te vende una nevera que te pondera las bondades de un automóvil) demasiado insistente que aplana el conjunto y convierte el espectáculo visual en una mera mercancía que nos tratasen de vender, el tonillo didáctico algo cansino y trasnochado, un texto que no está a la altura de las estampas mostradas, la sensación de que estamos viendo en una sala de cine algo que tendría una más apropiada cabida en la televisión, la total y absoluta falta de originalidad del enfoque y planteamiento, que ni explora caminos nuevos ni propone ideas rompedoras. En fin, estamos ante el típico documental de animales salvajes – y poco más.
Es decir, se agradece ver una obra tan cuidada y bien elaborada, pero se echa en falta una pizca de atrevimiento y una mayor originalidad. Lo hemos visto antes y lo hemos visto siempre con máximo interés – y nos evoca la memoria de aquella labor tan notoria como pionera del trágicamente accidentado Félix Rodríguez de la Fuente – pero al finalizar la proyección uno se queda con la sensación de estar en el salón de casa, queriendo cambiar de canal o ir a buscar una cerveza para saborear y comentar lo visto, pero resulta que se tiene que coger el coche para refugiarse en la madriguera de la que quizás no se debió de salir para esto.
Quizás se haya alabado sobre todo que se haya estrenado en el circuito comercial, que sea posible ver cine diferente en salas convencionales, que nos traigan a colación una riqueza incalculable que está a un tiro de piedra y que sin embargo – como urbanistas descastados que somos – ignoramos casi en su totalidad. Bella y magnífica pero trillada.
España, el país con mayor biodiversidad de toda Europa, especialmente si tenemos en cuenta las Islas Canarias. Por otro lado también es el país líder en infracciones medioambientales en la Unión Europea, desde 2012 nadie ha conseguido quitarnos ese título (¡Olé!). Digo esto para recalcar el gran desconocimiento que tiene la mayoría de la gente de la riqueza natural que poseemos. Y Cantábrico habla un poco de eso, aunque sin llevar un mensaje claramente conservacionista en la narración, este documental trata de acercarnos una pequeña proporción de esa naturaleza tan desconocida y difícil de observar que tenemos tan cerca.
Digo pequeña proporción porque, como bien dijo su director, en la Cordillera Cantábrica se podían haber rodado muchos documentales distintos. Sus habitantes son mucho más numerosos y variados de lo que en principio se puede esperar.
Pero si hablamos de Cantábrico, solo se puede decir que es espectacular y que sabe a poco, que ojalá fuera el piloto de una ambiciosa serie centrada en la Cordillera Cantábrica. Porque me he quedado con ganas de ver, por ejemplo, más mustélidos (martas, garduñas y tejones esta ausentes). Aunque la escena del armiño retozando en la nieve es para verla varias veces.
Una escena que tal vez no apetezca ver más de una vez, es la de los lobos cazando un ciervo. Dura, salvaje, visceral y con un agradecido final fuera de plano. Una secuencia muy real y necesaria, que nos demuestra que por muy adorable que sea un osezno, o muy bella una mariposa, la naturaleza no entiende de sentimentalismos y, cuando se trata de sobrevivir, todo vale.
A cualquier amante de la naturaleza le gustará Cantábrico. Merece la pena pagar por ver uno de los pocos grandes documentales rodados en España en pantalla grande. Y lo digo yo, que tuve la suerte de ver el preestreno, comentado por el director, pero seguramente repita ahora que se estrena en las grandes salas comerciales.
Quizá la película documental sobre naturaleza de mayor nivel técnico realizada en nuestro país. Encontramos secuencias absolutamente hipnóticas (parto de la víbora, salmones, crisálidas, las escenas de los ríos, las escenas aéreas grabadas con ¿drones?…) El despliegue técnico y la calidad de la fotografía es una absoluta maravilla, máxime teniendo en cuenta la dificultad que supone rodar con animales, tan esquivos en la mayoría de los casos que me resulta increíble cómo han podido rodarse algunas de las escenas.
Me ha sorprendido la no inclusión de animales tan característicos de la cordillera cantábrica como el zorro y la no mención a la berrea, uno de los espectáculos más llamativos que nos ofrece la fauna de la zona.
Quizá estas pequeñas carencias de guion hacen que mi puntuación no sea un 10 porque sin duda desde el punto de vista técnico es lo que merece.
Estoy convencido de que Félix Rodriguez de la Fuente hubiera disfrutado este documental.