Cabin Fever
Sinopsis de la película
Cinco amigos están pasando unos días de vacaciones en una cabaña en el bosque cuando se enteran de la existencia de un virus que convierte en caníbales a sus portadores. Remake de la película homónima estrenada en 2002.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cabin Fever
- Año: 2016
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
3.6
34 valoraciones en total
Poner gore porque sí no hace que una peli sea interesante de ver a los que le guste el género.
¿Que pasaría si decidimos hacer un remake de Cabin Fever?
Que pasaría…simplemente nada.
La película es prueba más de que es mejor quedarse con la película original y no gastar dinero a lo tonto. Cabin Fever es lo mismo que Cabin Fever pero del 2002, solo que con actores nuevos y ya. Porque la historia es la misma, ningún cambio en el guión, lo que vimos en el 2002 lo volvemos a ver 14 años después.
Por qué, Eli Roth permitiste esto.
Tiene un punto a favor la película: El Gore.
Si piensas que Cabin Fever es un refrito de Cabin Fever pero del 2002, esto es lo cierto.
Un remake por el gusto de hacer un remake. Tan inútil como un cenicero en una moto. La película está copiada plano a plano con el guion de la original en la mano del cual no han cambiado ni los diálogos. Parece que esté viendo la cinta original pero con un reparto menos agraciado. (en todos los sentidos de la acepción) Y lo que si han decidido cambiar, que es poquísimo, resulta tan ridículo que da vergüenza ajena. Y lo peor es que han tenido el rostro de comenzar la cinta con la intro musical de El Resplandor.
Si tuviera que calificar la película por si sola, le hubiese puesto un 4. Por la poca originalidad con la que ha tratado. Pero son esos puntos en los que han decidido no copiar y ser creativos donde parece que toman a la audiencia por tonta con situaciones y diálogos estúpidos por la que la he bajado a un 1.
Mala película. Una entre tantas respecto al alojamiento fuera de la ciudad y un psicópata los acecha sin tener a quien acudir. Temática trillada y flojas escenas de terror que no logran asustar.
Mucho se ha hablado de la incomprensión ante la existencia de una nueva versión que pretende revisitar la fórmula de una película cuyo contexto, venido de la devoción al cine de terror transgresor de los 70 por parte de un pasional director como Roth, funciona a día de hoy. Cabin Fever planteó en aquel 2002 una premisa basada en varios puntos de partida clásicos del género: la cabaña solitaria en medio del bosque como epicentro del terror, las muertes consecutivas de una serie de jóvenes urbanitas en un inhóspito terreno rural, y un terror que apoyándose en una serie de grotescas escenas de impacto (amparadas en una enfermedad que arranca literalmente la piel de quien la padece) proponía una ambientación fétida y demente en un frondoso bosque que se infecta paulatinamente de una mórbida atmósfera enrarecida. El desconocido realizador Travis Zariwny parte, con ligeras variaciones, del guión del film original escrito por Eli Roth y Randy Pearlstein, lo que provoca que lógicamente se repitan todas y cada una de las escenas ya vistas.Quizá este sea el punto de partida fallido de la película que, aunque era algo que ya se conocía, deja a la luz la clara coyuntura del por qué este remake no funciona: ambas películas parten de los mismos elementos de acción, pero las diferencias son claras naciendo de la sapiencia e inteligencia con la que se trata la idea principal. La Cabin Fever original era en su esencia una historia simple, pero con una efectividad amparada en el buen manejo de sus tópicos y una sentida devoción por un tipo de terror que ha de traspasar lo puramente físico. Quizá por pertenecer a una serie de cineastas que parecen anteponer su condición de cinéfilo a la de director, lo cierto es que Roth demostró en su ópera prima unos planteamientos que en su día intentaron retornar ese horror visceral de décadas pasadas, algo que en este remake no está presente en favor de unas maneras mucho más vulgares y poco efectivas.
En este nuevo Cabin Fever se repiten los planteamientos de todas las escenas de la original, aunque todo parezca trazado con una llana superficialidad. Quien se conozca al dedillo el film de Eli Roth no encontrará ningún tipo de aportación o disfrute en la versión de Zariwny, que repite con mucha menos gracia sus clichés y subterfugios, pero sin un mínimo de interés por aportar algo diferente y cayendo en un cansino síntoma de insulsa repetición. Si ya se veía incomprensible el mero hecho de hacer un remake de una película tan reciente y que aún es válida en su papel dentro del horror moderno, menos aún se entiende que esta exégesis se base en la copia simplista e ingenua. Por supuesto, en este Cabin Fever tampoco se verán dos elementos que Roth tan bien supo trazar y que engrandecieron enormemente su propuesta: la ya citada densidad atmosférica, que insuflaba de una ambientación malsana y opresora (que además crecía a medida que la enfermedad cutánea hacía un mayor acto de presencia en los personajes) elevando al terror rural a una dimensión digna de un horror de lo corpóreo con efluvios del más retorcido David Cronenberg, tampoco la relación entre los personajes destila aquí esa mezquindad y parco sentido de la amistad que los protagonistas del Cabin Fever de Eli Roth sentían entre sí, capaces de aniquilar cualquier atisbo de protección hacia sus compañeros con tal de salvar el pellejo, y nunca mejor dicho. En resumen, la película de Travis Zariwny carece de ningún tipo de entidad escénica que la saque más allá de un direct to video de manual, donde son pocos los aciertos que la puedan distanciar de su concepción modesta.
Realmente lo más achacable es que la insustancialidad de esta propuesta contagia muchas dimensiones de la película: los personajes resultan absolutamente superficiales, pobres monigotes sobre los que insuflar el horror físico de la enfermedad. Realmente, Roth creó sus personajes bajo una diatriba similar, acercándolos a los estereotipos más manidos del género, pero bajo un punto de vista sarcástico que provocó que sus vicisitudes en la historia cuajasen en el espectador diferentes emotividades. Las interpretaciones tampoco ayudan en nada a meterse en la película, en una devaluación de lo puramente artístico que se transmite a otros campos: la fotografía impide que las localizaciones rurales se lleguen a aprovechar (este componente escénico es un elemento primordial a la hora de dar empaque a una historia de terror de estas características), la música es una tradicional e impersonal partitura rimbombante de poca efectividad (ni de lejos se consiguen aquellos grandilocuentes parajes musicales en base al talento de la dupla de Nathan Barr y Angelo Badalamenti, o, ya puestos a mencionar, el rescate de parte del soundtrack de La última casa a la izquierda como ocurría en el film de Roth) y la dirección de Zariwny, que también se ve incapaz de dar el golpe de efecto esperado, carece de ningún tipo de sentido hacia el terror. Hay una planteamiento escénico que se puede citar para equiparar ambas versiones: la cabaña original, una modesta ubicación semi-abandonada que hace recordar al instante el toque creepy de la casa vista en un clásico del género como Posesión Infernal, es sustituida aquí por un grandilocuente caserón modernista en medio del bosque cuyo peso visual en la trama es nulo.
(Continúa en Spoiler, pero sin desvelar nada)