Cabeza borradora
Sinopsis de la película
Henry Spencer, un joven depresivo y asustadizo, sufre desde pequeño unas extrañas pesadillas de las que intenta liberarse a través de su imaginación. Un día, su amiga Mary lo invita a cenar a casa, se entera entonces de que ha sido padre de un bebé prematuro e inhumano. Mary y el extraño bebé se instalan en casa de Henry, donde un escenario iluminado tras el radiador muestra la presencia de una mujer.
Detalles de la película
- Titulo Original: Eraserhead
- Año: 1977
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.8
61 valoraciones en total
Seriamente, me es imposible hacer una opinión de esta película. Obviando el detalle de que no he visto demasiado cine, creo que con Eraserhead he llegado a la película que descoyunta el sistema de votaciones (… buena, interesante, regular…) de FilmAffinity. Sencillamente no me parece puntuable. Y se que el director lo sabe, que es lo que buscaba y que lo ha conseguido.
Vale. Creo que nadie, se atreve a cuestionar la genialidad de lynch como director. Pero algo dentro de esta película es totalmente indigestible. Yo personalmente he quedado horrorizado de esta historia retroalimentada por los planos cortos, la iluminación escasa, el desnutrido blanco y negro… todo me parece enfermizo y claustrofóbico, desagradable hasta el extremo, como un anuncio de ONG contra la lepra, a la hora de comer, o una pesadilla a 40 grados de fiebre registrada y proyectada. Una idea muy original impecablemente realizada, como asombrosa es la hazaña de conseguir tragarse al espectador y hacerle participe del espectáculo sensorial. No obstante no me ha gustado nada y no le veo la gracia.
Lynch retrata nuestros miedos más hondos con medios exclusivamente cinematográficos. Bucea entre los pliegues de la mente –lo hace a pulmón, sin ataduras ni paracaídas. Si alguna vez tropieza, se levanta. Y sigue haciendo cine. Su propuesta es genuina, emocional. Entrevé pálidas luces en lo oscuro.
Franz Kafka, de quien se dice que es el escritor que mejor ha sabido destilar las esencias del siglo de las dos guerras mundiales, en sus cartas y diarios, muestra preocupaciones obsesivas por el compromiso de pareja. Observa con asombro (e ironía) el hecho de que el hombre pueda zambullirse en la paternidad de forma fácil y espontánea. En los textos de Kafka se enfatiza la incomodidad del acto sexual: debajo de una mesa (El proceso), en la taberna (El castillo), en el suelo sucio cerca de un balcón (América)… Nos hace percibir lo físico del sufrimiento, la imposibilidad de eliminar del propio cuerpo los focos de dolor (esa manzana que se incrusta en el escarabajo en La metamorfosis).
En Lynch, la corporeidad alcanza lo salvaje. Su espeleología de la mente es vertical –con vueltas y revueltas, pero siempre caminando hacia un estrato más profundo. En Kafka, la ficción desasosiega. En Lynch es pavorosa. En ambos, atisbamos esa angustia de que el cosmos pueda ser una encerrona de cartón. Como en los lienzos últimos de Turner, sospechamos que del otro lado de la tela está el vacío.
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Eraserhead es el primer largometraje del maestro norteamericano. En él retrata el pánico del hombre (del varón) ante la vida conyugal y, sobre todo, ante el hecho (irreversible) de ser padre. La claustrofobia surge de lo cotidiano. Lo corporal deviene pura nausea. El semen es escoria.
Desde el principio, las cartas quedan boca arriba: un planeta anida en la cabeza del durmiente. Es una luna enferma, ¿inhabitada? El demiurgo acciona el mecanismo. Y a soñar. El escenario es gris y tiene trazas de polígono desangelado (hay algo de Antonioni en ese yermo de cemento). Los personajes –todos– son aterradores o inquietantes. El bebé deforme desplaza la cabeza del protagonista. La cabeza rueda por un escenario en miniatura. Cede el suelo. Un niño toma la cabeza entre sus brazos. La lleva hasta una fábrica de gomas –como si pudieran suprimirse los impulsos y pulsiones que hay en ella.
El mundo que retrata Eraserhead es personal. Lynch declara haber vivido en él durante varios años. Yo creo en su palabra. Un mundo así no puede ser un artefacto.
Freud quiso cartografiar el orbe de lo onírico. Su guía es excelente. Era un hombre de ciencia. Lynch, sin embargo, elude lo lineal, Eraserhead se vive desde el interior.
Con Freud y Jung aprendes de los sueños. Con Lynch aprendes a soñar.
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La brújula de Freud ayuda a atravesar el laberinto de la psique, es el hilo de Ariadna. Cabeza borradora es el temible Minotauro. La goma de borrar no es otra cosa que la espada de Teseo.
En una ciudad industrializada, Henry se dirige al hogar de su novia, quien lo espera para cenar junto a sus padres. En dicho momento, Henry será advertido de que su novia ha dado a luz a un niño, el problema surge cuando Henry se da cuenta que el bebé no es, en ningún sentido, normal.
Críptica, terrorífica e hipnótica opera prima del excéntrico realizador norteamericano y su característico gusto por situaciones burdas e irreverentes, carentes de un sentido lógico, pero admirables en su crudeza e imaginería, pocas veces encontrada en el panorama cinematográfico.
Digna de alabanza la creación de una suburbana, atmosférica y bizarra puesta en escena, con una fotografía en blanco y negro de Frederick Elmes, que toca ciertas similitudes con el expresionismo alemán.
En esta cinta se hacen palpables las temáticas que David Lynch abordara en sus obras futuras, un inefable gusto por las deformidades físicas y las conductas extrañas, pero también un deleitable uso del onirismo, la poesía oscura y la pesadilla.
Es también digna de mención la perseverancia de Lynch por llevar su visión al celuloide, con un extenso rodaje de cinco años, en los que curiosamente Jack Nance tuvo que lucir su infame peinado.
Eraserhead es una vorágine de situaciones escabrosas, en especial por su personaje más incisivo, el hijo de la pareja protagonista, un recién nacido de aspecto grotesco que desencadenara un sinfín de irremediables problemas, inclusive a los espectadores, que como un servidor, aún no han logrado borrar de su sistema el espantoso, desasosegante y repulsivo pero por mucho brillante epílogo de la cinta.
Pierluigi Puccini
1. Eraserhead tiene narración, pero cualquier esquema argumental abarcaría sólo un mínimo de lo puesto por Lynch en la película.
2. Al llegar Henry a su apartamento, la vecina le transmite un recado: la familia de Mary, su prometida, le espera a cenar. Durante la cena recibe la noticia de su paternidad y consiguiente boda rápida. Conmocionado, sangra por la nariz. La cámara se desliza desde su rostro hacia el negro de la ventana.
3. Tras el radical fundido, se despliega en delirante pesadilla la vida de la nueva familia: los recién casados y el bebé prematuro que, aquejado por deformidades, llora sin interrupción, desesperando a la joven madre. En una de las pesadillas dentro de la pesadilla, Henry pierde la cabeza. El niño que la encuentra la vende a una fábrica de gomas de borrar, idea germinal utilizada por Lynch, y de ahí el enigmático título.
(Antes del día de la cena hay un preludio: Henry es un ente que flota de lado en el espacio, junto a un planeta de compacto carbón rugoso. De la boca le sale la simiente podre de que es portador, una especie de gusano espermatozoide. Un hombre de cara quemada, demiurgo de ese universo carbonoso, acciona palancas: caída a un charco cósmico, salida a la luz lechosa.)
4. Rodaje (siempre de noche) y montaje llevaron cinco años, durante los cuales Lynch no pensaba en el material entre manos: lo sentía. En clave privada, veía la película como un autorretrato del artista en Filadelfia.
5. El espejo deformante lynchiano llena el film de potentes invenciones visuales para atrapar al espectador y suscitarle inquietud, fascinación, repugnancia también, todo ello en intenso grado. Muestrario:
-Henry luce exagerado tupé vertical, traje varias tallas inferior, hilera de bolis en el bolsillo del pañuelo y andares de comediante patético.
-En el mundo gris, las calles entre bloques de hormigón son montículos de escoria y charcos de petróleo. Cables y tuberías al aire parecen venas y nervios.
-El ruido de maquinaria y motores, combinado con zumbidos eléctricos, no cesa.
-La cena consiste en un pollo diminuto, al trincharlo sangra a borbotones y brinca.
-Al dar la noticia a Henry, la futura suegra intenta morrearle.
-La vecina transpira furor sensual por su escote entreabierto.
-Tras el radiador, luces de un miniescenario donde canta una rubia con mofletes de ardilla: ‘En el cielo todo es maravilloso’.
-Lluvia de macroespermatozoides, pisoteados.
-La cama se vuelve cráter de leche para sumergirse amantes.
-El bebé es inhumano: cuando no berrea, ríe como un viejo.
(…)
6. Eraserhead incluye influencias de Cocteau y constantes atmosféricas del cine de Lynch: los seres monstruosos, ciertas habitaciones con suelo de ajedrez, la evitación de soluciones, la permeabilidad entre la realidad y el sueño o pesadilla…
En particular, este film plasma horror ante la paternidad indeseada y una fuerte aversión, por no decir asco, hacia funciones corporales como la reproducción y la nutrición.
Si Un perro andaluz es un sueño corto, Cabeza borradora es una pesadilla larga.
No es recomendable si el espectador no piensa poner algo de su parte.