Black Death (Garra negra)
Sinopsis de la película
A mediados del siglo XIV, Inglaterra se ve asolada por la terrible Peste Negra. En un mundo apocalíptico, dominado por las supersticiones, el joven monje Osmund recibe el encargo de conducir a Ulric, un temible caballero, y a su grupo de mercenarios a un pueblo próximo a un pantano, en el que, según los rumores, los muertos vuelven a la vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Black Death aka
- Año: 2010
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
5.6
33 valoraciones en total
Una excelente puesta en escena, un guión sobrio, unos personajes bien delimitados, un protagonista con una lucha interna y unos escenarios asfixiantes hacen de este film una pequeña joya.
Siempre hay quien empieza comparando con otras obras magnas como el Nombre de la Rosa, pero si aún hay alguien que cree que la novela de Eco va de brujas, se sigue equivocando. No se pueden comparar porque sus guiones hablan de algo diferente.
Black Death es una metáfora de la bajada al infierno. Es una metáfora de la última oportunidad de salvación, de la pérdida definitiva del paraíso. Es muy recomendable su visionado.
Black Death, la película de Christopher Smith autor de la estupenda Triangle, nos sumerge en una Inglaterra medieval donde la peste campa a sus anchas y la ignorancia de sus gentes junto con el fanatismo religioso conforman un caldo de cultivo perfecto para que la locura, la barbarie y la muerte estén presentes por doquier.
Con la escusa de capturar a una bruja que resucita a los muertos, la cual vive en una comunidad aislada de la peste arropada por sus seguidores, un grupo de guerreros-mercenarios inician un viaje (iniciático) a lo más profundo de la cordura y del fanatismo humano. Al autor de la obra no le interesa realizar una película de aventuras made in Hollywood, sino más bien denunciar los riesgos que corre la humanidad cuando se deja llevar por la sin razón de la ignorancia y los mitos bajo el faro lumínico de la religión. Son nuestros protagonistas con sus miedos e inseguridades (y con sus acciones) los que llevan más lejos la muerte y la destrucción que la propia peste.
La película tiene una factura técnica impecable. Una fotografía maravillosa que nos sumerge en un Medievo a medio camino entre lo hiperrealista y lo onírico (podemos oler la miseria y podredumbre al inicio, como sentirnos desorientados en un lugar de pesadilla en el tramo final), una dirección artística minimalista pero efectiva y un montaje ágil que va in crescendo en tensión, hacen que esta película que apenas tiene grandes momentos de acción no decaiga en un instante.
Black Death está en la línea de películas como Aguirre, la cólera de dios de Werner Herzog o Los señores del acero de Paul Verhoeven. Aunque no es tan esquizofrénica como la primera ni tan bastarda como la segunda, a mi juicio si es algo superior a estas y sin ser la magnífica película que podría haber sido, al menos propone una historia entretenida con muchos matices y posibles lecturas que se disfruta sin aburrimiento.
A destacar las interpretaciones de Sean Bean (el cual parece haber nacido para enfundarse un traje de guerrero y blandir una espada) y Carice van Houten en el papel de la enigmática bruja.
Desde luego la película tiene una atmósfera envolvente. Parte de una premisa muy interesante que, sin embargo, al alcanzar el presunto objetivo climático argumental se desinfla muy por debajo de las espectativas. La referencia a El nombre de la rosa es automática pero mucho más oscura y transgresora… aparentemete. Finalmente el guión resulta una mala ocurrencia con un gran acierto en su epílogo, del que probáblemente surgiera la idea de una historia poco trabajada pero con una buena puesta en escena.
Una buena idea más poco desarrollada.
La forma con un superifical fondo como excusa, una vez más.
Muy desaprovechada.
No pasaría de ser una anécdota, una aventurilla menor del Rolemaster, pero Black Death tiene una atmósfera sucia y brutal que te agarra por el cogote y te mete de bruces en una Edad Media que ¡por fin! parece la Edad Media. Aunque la historia se queda insuficiente, merece la pena darle una oportunidad, pocas recuerdo, quizás El guerrero nº13 , con esa capacidad tan especial de convidarte a la aventura, de dejarte la impresión final de haber transcurrido más tiempo de lo que indicaba el metraje de la película.
Los realistas movimientos de cámara y el gran trabajo de sonido, gracias al cual una espada suena como debe de sonar al topar con una cota de malla, convierten a Black Death en toda una experiencia, una aventura extraña y envolvente tras la cual surge la imperiosa necesidad de sacar la cabeza a la superficie y respirar un poco de aséptico siglo XXI.
En el vasto océano de indulgente corrección balbuceante en que se ha convertido la inmensa parte del arte-negocio de contar historias con imágenes, es agradable descubrir perlas negras como esta tenebrosa historia medieval donde la narración es llevada a cabo con una sencilla pero aplastante eficacia. El relato, que perfectamente podría estar inspirado en una olvidada leyenda, supura el flujo malsano de la desesperación y el horror ante la muerte en forma de la terrible pandemia de peste bubónica que acabó con la mitad de la población europea allá por el siglo XIV, conjugada con la irracional muestra de histeria colectiva y fanatismo criminal que fué la caza de brujas. A diferencia de opciones más complacientes con el espectador, aquí la historia de amor es abortada con violencia a los pocos minutos de metraje, y con sus despiadados sucesos y personajes se consigue una acertada recreación del infierno en la tierra que se vivió en la época. Además de la producción austera aunque efectiva, buena fotografía y adecuada partitura, hay que destacar el trabajo de un Sean Bean a quien el personaje de Ulric le ajusta como un guante y el de Eddie Redmayne, que se revela como uno de los actores más carismáticos de su joven generación.
Brutal y descorazonadora, más cerca del imaginario de espada y brujería o el cómic que del cine histórico ortodoxo, Black Death se abre sitio a hachazos y se queda para siempre en el abismo de los films incomprendidos que con el tiempo se consolidan como joyas raras. No exenta de imperfecciones por cierto, quizá hubiera sido deseable concluir la historia diez minutos antes y el supuesto golpe de efecto sea un tanto predecible, es posible que algún personaje rechine levemente… nada grave, los aciertos pesan más y hacen de esta película una proposición sugerente para el espectador ávido de experiencias cinéfilas que huyan de concesiones a la ternura lacrimosa, al ridículo exhibicionismo maniqueo del héroe idealizado… irritantes recursos del sector dominante de la industria que demasiado a menudo considera al gran público como una masa de idiotas sin criterio incapaces de asimilar otra cosa que no sean artificiales productos ideados para ser fácilmente digeribles.
Christopher Smith ha sido valiente y se la ha jugado, su película no generará millones, pero seguro que tiene la conciencia profesional tranquila porque ha conseguido una obra que podrá gustar más o menos, pero de la que nadie podrá dudar de su honestidad y coherencia. Dentro de lo posible, ha hecho lo que quería hacer y como lo quería hacer, y la virtud principal de la película es que uno se da cuenta de ello al verla.