Berberian Sound Studio
Sinopsis de la película
En la década de los setenta, el Berberian Sound Studio fue el estudio de postproducción de sonido más barato y sórdido de toda Italia, por él pasaron las películas más perturbadoras. Gilderoy, un tímido ingeniero inglés experto en sonido, viaja a Italia para encargarse de mezclar el último giallo de Santini, el gran maestro del cine de intriga, pero pronto se verá atrapado en un mundo prohibido poblado por actores maniáticos, donde los caprichos artísticos y la burocracia más absurda marcan el día a día.
Detalles de la película
- Titulo Original: Berberian Sound Studio
- Año: 2012
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
Película
5.6
72 valoraciones en total
Como en buena parte de los films de David Lynch, en Berberian Sound Studio, el héroe entra en un lugar extraño. Ese lugar, en esta cinta, es un estudio de sonido. Gilderoy (Toby Jones) es un especialista en bandas sonoras contratado para trabajar en la película de un tal Santini (poseedor de un estilo que intuimos similar al del famoso Dario Argento).
Ya desde el principio, los detalles –una contestación abrupta, una evasiva, la cordialidad impostada de Francesco– sumergen al pequeño Gilderoy en la incomodidad que late en los relatos de Franz Kafka. La caricatura de la efusividad latina contrasta con la timidez inglesa del protagonista, que no acaba de hacer suya la película en que debe trabajar. Peter Strickland acierta al combinar el italiano y el inglés. El idioma contribuye al aislamiento del personaje principal, que no comprende el italiano.
Berberian Sound Studio sustenta su estructura en una hermosa paradoja: la cinta de Santini es un giallo (o thriller de terror de serie B a la italiana) lleno de sangre, gore y brujería y, sin embargo, no vemos ni uno solo de sus fotogramas. Aunque a lo largo de la película conocemos los pormenores de su trama, la sordidez de sus escenas sólo existe en la cabeza del espectador. Ahí está la clave: visualizamos la construcción de los sonidos –actores encerrados en cabinas, emitiendo gritos y gruñidos, operadores destrozando frutas y verduras, Gilderoy mezclando, ecualizando… adentrándose en el mundo de un horror que le desborda.
La actuación de Toby Jones es excelente, muy por encima del resto del reparto. Le da a su personaje el punto de fragilidad mental que se requiere en una historia como ésta. Desde el comienzo sabemos que el trabajo en una cinta repleta de violencia explícita le desagrada, su desasosiego se hace más y más patente. No vemos lo que ve y, pese a ello, en su mirada está el horror. Y en el sonido.
No sé si es no la he entendido bien porque soy cortito, o si porque el director se ha metido adrede en camisa de once varas para hacer una peli que no se entienda bien. Hay algunos que dicen que en el segundo visionado del film te das cuenta de muchas cosas y la comprendes mejor. Yo, personalmente, no le daré esa segunda oportunidad.
Es una amalgama de escenas que a menudo que avanza el metraje van perdiendo coherencia argumental, si bien la propuesta de los primeros minutos no estaba del todo clara ni era especialmente llamativa. La excusa de ambientarla en un sombrío y reducido estudio de sonido y doblaje de películas giallo puede resultar apetecible, pero poco a poco todo se vuelve confuso y un puntito surrealista, hasta el punto que uno acaba por desconectar de la película y esa profundidad pomposa y gafipástica que emana de ella. Algo así como que sólo la deben entender, los que la deben entender… el resto, a ver TRANSFORMERS.
Tras aportar su punto de vista sobre las películas de venganzas en Katalin Varga (2009), Peter Strickland se muda a Reino Unido para rodar su segunda película y demostrar definitivamente que es una de las voces a tener en cuenta de ahora en adelante. Con Berberian Sound Studio demuestra su capacidad para explotar una premisa sin caer en remarcados u obviedades, contando la historia de un técnico de sonido que se desplaza a Italia para trabajar en una película de terror italiana durante los años 70. Gilderoy (a quien da vida el siempre genial Toby Jones) es un hombre tímido, que parece abrumado por la situación en la que se encuentra y que parecía buscar en esta aventura un escape. En lo que deerivará todo esto es en la obsesión, pura y enfermiza, por la imagen y el sonido, por el cine.
Strickland elimina del relato los atajos y salta directamente entre segmentos para contar esta historia de obsesión, presentando a unos personajes concretos encargados de los distintos roles dentro de la producción de la película (que nunca llegamos a ver) a medida que el trabajo de Gilderoy va empeorando. Consumido por las circunstancias, reducido al mínimo, su trabajo va empeorando hasta que en un tercer acto maravilloso las cosas comienzan a ponerse más locas y lo que hasta entonces había sido un excepcional ejercicio de estilo por parte de su director (ojo a sus elipsis o a cómo usa el encuadre y el color para mostrar el estado de ánimo de los personajes) se convierte en una locura (ligeramente controlada, eso sí) con ecos ligeros a Mulholland Drive o más evidentes a Arrebato de Zulueta.
Berberian Sound Studio es un sonido, una melodía que suena de principio a fin. Las imágenes son un complemento y la narración una excusa. Se trata de dejarse llevar, de sentir, de convertirse en Gilderoy. Una experiencia digna de ver -y escuchar- y uno de los homenajes al cine más abstractos e interesantes de los últimos años. Tardará tiempo en valorarse como merece, pues no es una película de fácil digestión.
Siempre me ha fascinado ver una película que trate sobre cómo se rueda una película. ¿Quién no recuerda La Noche Americana de François Truffaut?, en ella asistimos a una sabia mezcla de realidad y ficción, aun sabiendo de antemano que todo es ficción, valga la redundancia. En el caso de Berberian Sound Studio la cinta ya está acabada, solo le faltan los últimos e importantísimo retoques, entre los que se encuentran los efectos de sonido.
Vamos a ponernos en situación, el film sobre el cual trabajan los protagonistas es un giallo de los años 70 de un director llamado Santini. La historia transcurre plácidamente, casi demasiado, y nos mete en los entresijos de un estudio de sonido de lo más cutre. Peter Strickland hace un ejercicio de audacia al decidir abordar una película de estas características, puesto que no creo que sea muy del agrado del gran público. Es de esas cintas en las cuales las opiniones de los espectadores y de la crítica se encuentran a años luz. Si está rodada como algo muy personal, se admite la osadía, si no, creo que es un fracaso anunciado.
Hablando de otra cosa, en la película se da a entender la diferente visión del mundo que tienen los países anglosajones y los latinos. Es como algo que flota en el ambiente y que queda como en un segundo plano. La forma de trabajar es totalmente contraria. Eso da lugar a situaciones, cuanto menos, divertidas, y es una forma de rebajar la tensión puesto que estamos ante una extraña mezcla de comedia, drama y terror. Además en ella podemos ver como se conseguían hacer antiguamente los efectos de sonido. Realmente curioso.
Gilderoy es un reconocido y experto profesional en el campo del sonido. Santini lo reclama para que acabe de dar el toque de calidad a su película, una masterpiece de terror a la cual ya tiene acostumbrado a sus fans. Lo que se encuentra en ese antro hará que todo su mundo, de conservadurismo y vida tranquila en la campiña inglesa, se venga abajo al verse rodeado de actores delirantes, y de un productor y un director, que parecen unos macarras de tres al cuarto.
Arriesgada apuesta de Peter Strickland, con un guión, del cual también es autor, lleno de matices, de luces y sombras, de claros y oscuros, en definitiva, de calidad y de aburrimiento. Su duración es excesiva, ya que está contada con un ritmo cansino y las situaciones son muy repetitivas. No estoy diciendo que eso sea una idea estrambótica, al contrario, pero en este caso está llevada hasta el extremo y, creo que el público desconecta enseguida, puesto que ve una y otra vez las mismas situaciones desde diferentes ángulos. Quizás esté pensada para los paladares más exquisitos, doctores tiene la Iglesia.
De todas maneras, no todo es malo, las interpretaciones son interesantes. Los personajes que interpretan son bastante estereotipados, pero los actores logran, salvo alguna excepción, hacerlos creíbles. Destacaría a Toby Jones en el papel de Gilderoy, brillante. También nombrar, como no, en la parte latina, al italiano Cosimo Fusco en su papel de productor, magnífico. Los decorados y el vestuario también están muy bien conseguidos pues logran que nos transportemos fidedignamente a la década de los años 70. La fotografía es excelente y ¿qué os voy a decir de los efectos de sonido?, fantásticos.
No sé cómo acabar mi comentario acerca de Berberian Sound Studio. A los que la hayan visto y les haya encantado seguramente no habrán llegado hasta aquí. A los que no la hayan visto, es un poco suicida decir algo negativo. Digo esto por la comentada buena crítica que ha tenido en ámbitos cinéfilos, y por algún premio conseguido. Lo dejaré en tablas. Solo una cosa, si os gustan las pelis moviditas, es mejor que os dediquéis a otra cosa. En cambio si lo vuestro es comerse el coco, habéis acertado. En ese caso es una gran elección.
http://www.terrorweekend.com/2012/10/berberian-sound-studio-review.html
Si señores, estafada me sentí con una película que me prometía un gran homenaje al gallo y finalmente resultó una grandísima decepción. Mala, muy mala. Vas dejando pasar el tiempo esperando que ocurra algo y te vas desesperando porque no ocurre nada. Escenas que no llevan a ningún lado salvo a preguntarte que demonios nos quisieron contar en esta película. No entiendo como puede tener tan buenas críticas una película que no trata sobre NADA.
¡Qué me lo expliquen!