Be Water
Sinopsis de la película
En 1971, tras ser rechazado por Hollywood, Bruce Lee regresó a la casa de sus padres en Hong Kong para completar cuatro películas icónicas. Ilustrando su lucha entre dos mundos, este retrato explota la cuestión de la identidad y de la representación a través de material inédito, entrevistas con sus seres queridos y los propios textos escritos por el legendario maestro de las artes marciales.
Detalles de la película
- Titulo Original: 30 for 30: Be Water
- Año: 2020
- Duración: 104
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Opinión de la crítica
Película
6.5
39 valoraciones en total
De Bruce Lee se habrá dicho de todo pero quizá lo mejor que se puede hacer en realidad es no decir nada y simplemente mirarlo y escucharle.
A través de un documental hecho desde el amor y la admiración, y con ayuda de su hija Shannon, última superviviente de los Lee, Bao Nguyen nos desvela parte de la vida de este artista marcial, actor y filósofo desde su nacimiento en San Francisco y su trágica muerte en Hong Kong a la edad de treinta y dos años. Como corresponde al mito, quedan muchísimas cosas por conocer y saber, pero nos queda su legado.
Hombre de estratosférica personalidad, de aura inabarcable en la que se unen en equilibrio el ego y la sencillez, oriente y occidente, su imagen ante la cámara imanta al espectador. Su mirada de soslayo, su voz casi delicada, el fuerte acento chino, la rotundidad de sus gestos, son la prolongación de sus imborrables palabras, ya hechas tan mito como él:
«Vacía tu mente. Deja de tener forma, como el agua. Si pones agua en un vaso, el agua se convierte en el vaso. Si pones agua en una botella, se convierte en la botella. Si pones agua en una tetera, se convierte en tetera. El agua puede fluir o puede chocar… Sé como el agua, amigo mío».
Be Water es un documental tan emotivo como clásico. Como especialista y profesional en el tema que nos ocupa, creador en los 80 del Bruce Lee JKD Club de España, y autor de Bruce Lee, la senda del luchador, publicado en 2018, soy consciente de mi especial posición a la hora de valorar este documental. Ya desde la presentación y las primeras escenas, tomamos cuenta de que estamos ante un trabajo especial, de esos que se hacen con amor. La historia, de principio a fin, está muy bien construida, proporcionándonos una visión global del personaje que, a casi 50 años de su muerte, puede mirar atrás con la experiencia acumulada por el tiempo. Uno de los elementos interesantes del documental, es hacernos comprender las vicisitudes a las que tuvo que enfrentarse Bruce Lee en una época convulsa de los EE.UU, en los que imperaba el racismo más radical y en la que los chinos eran vistos como una etnia inferior. Algo contra lo que Bruce Lee luchó con denuedo durante toda su vida. A través de los testimonios orales de gente que lo conoció, y apoyado con imágenes sugerentes, poco a poco vamos adentrándonos en los avatares de su vida, en los diferentes lances a los que se enfrentó y en su excitante personalidad. Cuando hablo de clásico, lo hago desde el prisma de la experiencia, ya que he visto muchísimos documentales de Bruce Lee a lo largo de los años, y este sigue la estela clásica, es decir, se limita a plasmar la vida y pensamiento del personaje, sin ahondar ni polemizar en algunos de los aspectos más controvertidos que han ido saliendo a la luz con los años, tal y como sería el referido a su muerte. En definitiva, se trata de un buen trabajo documentalista de cara a la generación actual, que no defraudará a nadie demasiado exigente.
Documental sobre unas figuras de la cultura pop más importantes del siglo XX, maestro de artes marciales, actor de cine, pensador y estrella fugaz merced a su repentina muerte en 1973, todo eso y algunas cosas más, Bruce Lee. En mi caso, fue uno de mis personajes más admirados en la niñez y primera juventud, alimentado por las historias de mi padre, que era muy fan suyo, tanto que nos fabricó a mi hermano mayor y a mí unos nunchakus de madera con los que lucirnos como él. Y yo con tres o cuatro años que tendría, lo que hacía era lastimarme los dedos y darme de golpes con ellos. No sé cómo no nos abrimos la cabeza peleando o jugando entre nosotros.
El caso es que Be Water explora de un modo convencional la vida y obra de Bruce Lee por medio de un rico material fotográfico y de otro tipo. Nada novedoso, poca crítica y una tendencia metida con calzador para resaltar el racismo de la época. Sin embargo, su acercamiento es sincero y lleno de amor, en tanto que la narración procede principalmente de su propia hija, Shannon Lee. Quizá sea algo laudatorio pero es que queremos que lo sea porque es imposible sustraernos a su enorme personalidad, a su carisma, que lo traspasaban todo. Esa fue la verdadera clave del éxito de Bruce Lee, además de su dominio de las artes marciales y sus planteamientos filosóficos.
Mas lejos de la imagen de líder radical setentero, el pensamiento de Bruce Lee se movía en la órbita de lo oriental, lo que lo hacía bastante conservador. Por ejemplo, en la entrevista que concedió a Pierre Berton, grabada en Hong Kong el 9 de diciembre de 1971, cuando le pregunta qué es que lo que se siente, si chino o norteamericano, Bruce Lee da una repuesta brillante que desmorona toda esa doctrina progre de las identidades que ahora nos domina: ¿Sabes cómo me gustaría verme a mí mismo? Como un ser humano. Porque (…) bajo el cielo, bajo el firmamento existe sólo una familia. Lo único que pasa es que las personas somos diferentes. Diferentes, no iguales.
Interesante, elegante, poderoso, emocionante, impactante, certero, edulcorado, inspirador, apasionante y muy recomendable documento sobre la vida y obra, de uno de los grandes del cine, Burce Lee. Puede que me haya excedido en palabras positivas sobre el documental, pero creo que Bruce Lee, lo tiene merecido. Todo un puente cultural y emocional.
Disfrutad de él y que parte de sus conocimientos os lleguen a impactar más que uno de sus mejores golpes. Para mí todo un visionario y gran maestro de vida.
Todo un puente cultural a la emoción que transmitió Bruce Lee, con su estilo de afrontar la vida y la muerte.
Algo especial. Nuréyev. Nostalgia del sufrimiento, la dulzura del dolor cuando actúa el recuerdo. Desapego.
Teniendo en cuenta lo absurdo de su prematura e inesperada muerte, a los treinta y dos y no se sabe muy bien el porqué (si hacemos caso al testimonio del gran Chuck Norris, nos hace pensar en una lesión temprana en la columna que casi le deja sin andar y que se produjo por levantar demasiado peso para su constitución en algún entrenamiento muy exigente, por lo que a partir de ahí se tuvo mucho que medicar, para superar los dolores y relajar los músculos de la espalda -tal vez salió del hospital antes de lo debido, las malditas prisas, lo que confirmaría que él precisamente no era agua, como predicaba Lao-Tse, sino fuego en el que se consumió a sí mismo, se quemó a lo bonzo, calcinado por su fuerte personalidad, y no supo ni él cómo, o no, tal vez todo fue solo un triste accidente, el azar como única ley, no tenemos ningún control sobre la realidad, decir lo contrario significa vender humo, paparruchas, estrella fugaz de voluntad pertinaz y un poco ciega, o consejos vendo que para mí no tengo ya que cualquier afirmación a través del lenguaje o fórmula reducida de sabiduría, palabras que encierran una enseñanza definitiva, corre siempre el muy serio peligro de ser desmentida o ridiculizada por la terca realidad que tiene la fea costumbre de reírse de todas nuestras convicciones y certezas, de nuestras creencias o costumbres más arraigadas-, a lo que hay que sumar el fuerte dolor de cabeza que sintió previo a la muerte y el medicamento que le dio una actriz con la que estaba rodando para aliviarlo, la mezcla o contacto de tanta química, de los abundantes medicamentos antiguos que ya consumía con este nuevo, se ve que produjo una mala reacción y zas, de repente murió, se acabó la historia, aquí paz y después gloria, esa es su versión, pero claro, hay muchas otras, a cual más delirante) y si además pensamos que la clave de su éxito estaba basada en su capacidad física, en su fortaleza y exuberante salud, pareciera que no tiene mucho sentido mantener su mito o aura de gurú/místico que filosofa sobre los misterios de la vida y el buen vivir, que conoce el secreto del éxito y la plenitud, sino que más bien sería mucho mejor tirar para otro lado, tal vez por el contrario, por ejemplo, por el de tratar de humanizarlo y bajarlo de ese pedestal tan incómodo y solitario, de entenderlo, de palparlo, de retratarlo o clarificarlo en su desmedida ambición, en su escisión (ni oriental ni occidental del todo, cuarto y mitad de los dos, de esencia china en la disciplina y la austeridad y la determinación y en las raíces familiares, y de alma o anhelo norteamericano en cuanto al gusto por los focos y los aplausos, por el triunfo más público, no tanto privado, por el show y el espectáculo, de hecho, se pudo haber conformado con el negocio de los gimnasios que le iba bien, por impartir sus enseñanzas en espacios y grupos reducidos, sin hacer concesiones, de manera más humilde y concienzuda, pero no, tal vez pesó mucho la influencia paterna), en su posible parte oscura o más macarra, en su yo verdadero si existiese algo de eso, o hasta en su humor, ese siempre perro verde o gran desconocido, no apto para todos los públicos.