Bajo la piel de Jean-Claude Van Damme (TV)
Sinopsis de la película
Habla sobre la vida de una de las máximas figuras del cine de acción de finales de los 80’s y mediado de los 90’s, el actor de origen belga, Jean-Claude Van Damme. En este especial televisivo se puede apreciar al actor entrenando en su casa, contando sus inicios, hablando un poco del cine, conversando con sus agentes, yendo al Gym y encontrandose en ese lugar casualmente con su amigo Lou Ferrigno, también nos habla de cómo trabajó con Chuck Norris, y se reunió con Jackie Chan en Hong Kong durante cinco minutos (mientras que Van Damme era todavía desconocido) y lo difícil que fue para el romper con la industria cinematográfica, entre otras cosas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Dans la peau de Jean-Claude Van Damme (TV)
- Año: 2003
- Duración: 52
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Opinión de la crítica
6.2
64 valoraciones en total
Sencillez y naturalidad es lo que se desprende de estas magníficas entrevistas que nos brinda el genuino Jean-Claude. Uno puede pensar que la estrella muchas veces está totalmente fuera de la realidad, pero los que se hacen a sí mismos, como él, suelen tener los pies más cerca de los infiernos, aunque a veces sobre valoren su posición en el firmamento.
Ello se demuestra en el caso de Van Damme, sus errores le han marcado y no quiere jamás a volver a cometerlos. La sencillez que evoca sus palabras son totalmente honestas, quizá tiene demasiada retórica y un sistema parasimpático en cuanto a las entrevistas como mecanismo defensivo del que le cuesta desprenderse, cuando quiere franqueza. Ello le ha vuelto de esta manera, porque tiende a protegerse con el paso de los años, ya que mostrar los sentimientos en público para alguna gente es como un contrato del que no puedes desprenderte con el paso de los años, como si uno no cambiase de opinión. Alucinante, pero ocurre.
Por ello se puede decir que no es un profesional de las entrevistas, de hecho esto le conllevó más de un problema al otro lado del charco, por no actuar un poco más y mostrarse demasiado natural y con tanta energía, se desprende que se deben preparar las entrevistas si no se quiere tener disgustos.
El director del documental elige muy bien las preguntas, queriendo profundizar pero sin ser demasiado repetitivo, intentando arañar las conclusiones más actuales de la vida de este espléndido artista de acción.
Le han atacado demasiadas veces, y no en lo físico, ya que para ellos estaba preparado, sino tanto en proyectos cinematográficos, donde algún director y productores ejecutivos si escrúpulos consiguió engañarlo en los resultados que obtendrían durante, los directores y antes, los productores, ya que debéis pensar que cuando una maquinaria de un film se pone en marcha por una productora, no se puede ni se debe parar ya que la pérdida de dinero es enorme, además en Norteamérica está todo sobre dimensionado y casi no saben abrir una puerta sin gastar un millón de dólares, alucinante. Y en otro sector donde le han sacado las tripas, ha sido en la prensa.
Que interesante es poder escuchar a personas que son iconos y que saben a donde quieren ir y a donde no quieren volver. Van Damme es consciente de quién es, de lo que ha hecho mal, de las películas que no tendría que haber hecho aunque para él, está orgulloso de toda su carrera.
Lo más genuino, y que tiene toda la razón, es que aunque se pueda escuchar lo contrarío, la gente cambia sino sería un idiota ya que cada momento te hace evolucionar. Totalmente de acuerdo.
Una pena que no dure un poquito más. Disfrutarlo.
Van Damme sin velo, complicidad con el autor, simplicidad, sinceridad sin maquillaje alguno. Homenaje al hombre apaleado por sus propias decisiones, a la ciudad en la que se construyó un mito desde la más simple nada hasta el estrellato internacional, la euforia, la cocaína, la destrucción. El espíritu auténtico de la Los Ángeles más despiadada y fatal, pero también más seductora, la promesa de la ensoñación, la magia del cine, la arena de Lawrence de Arabia y su cielo rabiosamente azul.
Van Damme de buena mañana, té, ejercicio, viejos colegas, recuerdos contados una y mil veces. Maduro se confiesa y ajusta cuentas consigo mismo, con sus múltiples yos pasados, un recorrido por su vida y una mirada hacia sí mismo y la percepción de todo lo que él supone. Auténtico. Animal de escena, su energía ataca la cámara sentado en una silla de entrevista tanto como dando ostias en sus primeras pelis. Consciente de su legado pero bien asentado al fin en su piel, que ya no le daría un respiro porque el tiempo había pasado demasiado rápido.
El documental se sustenta sobre todo en su protagonista, en su fuerza y su capacidad para llenar el espacio y cuestionarse a sí mismo a lo largo del metraje. Pero el film debe también gran parte de su brillo al buen hacer en la dirección, la música, los planos de corte, el ritmo narrativo bien llevado y sobre todo una fenomenal entrevista que lleva a su protagonista al desnudo integral en su escena final, donde los silencios cobran vida, las palabras andan.
Corría el año 2003, y Jean Claude Van Damme aún no lloriqueaba delante de una cámara por los errores cometidos en su vida. No obstante, a sus cuarenta y pocos años ya había dejado atrás sus pocos éxitos y empezaba a acumular truños a granel. Es en ese punto en donde aparece este documental, ya caduco, con el que pretenden mostrarnos un poco más sobre este belga quien, una vez, anduvo en lo alto, y que ahora, cuando le da la vena, se dedica a filosofar sobre la vida. O eso piensa él.
Así, y a lo largo de una hora escasa de metraje, esta puesta al día sobre Van Damme (recuerde: año 2003) repasa sus albores como actor, algunos de los malos trabajos que encadenó, su opinión sobre los ejecutivos de Hollywood y la industria, sus chulerías de juventud, y varias anécdotas variopintas (véase spoiler 1).
En general se nota que Van Damme intenta transmitir una imagen positiva, una de alguien a gusto consigo mismo que dice estar preparándose para dar el siguiente pelotazo. Y, dado que no creo que por entonces se refiriera a JCVD (2008), y vista la ausencia de nada más potable en su filmografía posterior, es de suponer que sigue esperando ese gran renacer.
Estamos, por tanto, frente a un compendio de declaraciones en donde Van Damme cuenta su historia como mejor le parece, por lo que adolece de toda la parcialidad esperable. Al menos se agradece que admita sus graves problemas con las drogas, su imbecilidad negociando o la cantidad de plastas que rodó cuando atisbó que la fama se le escapaba. Ahí hay que reconocerle sinceridad.
A modo de anécdota, impagable el momento en el que, reunido en su estudio de trabajo, da lecciones sobre cine, sobre cámara y sobre psicología de los personajes. Todo ello mientras una máquina de fax sin tinta da la brasa y una ayudante pelirroja luce cara de pasotismo.
Desde un punto de vista técnico, sin embargo, el metraje adolece de una música clásica poco acertada para este tipo de trabajo, amén de un montaje en el que, no se sabe bien por qué, sus responsables consideraron de gran interés mostrar continuos planos de Los Ángeles y sus gentes. A ello hay que sumar ese aire un pelín impertinente que se gasta el entrevistador, y que respalda el tópico sobre los gabachos. Un francés antipático, mira qué novedad bajo el Sol.
En resumen, Van Damme hablando sobre Van Damme, sobre cómo ha cambiado a lo largo de los años y sobre una vida que, honestamente, dista de la que tuvo años atrás. Baste recordar la reunión con su agente, quien le sigue consiguiendo trabajos de baja estofa como si fueran churros. Recuerde otra vez, año 2003.