Aunque la hormona se vista de seda…
Sinopsis de la película
Fermín, un boticario algo apocado, acaba de plantar en el altar a una mujer por tercera vez. Sospecha que alguna de sus hormonas no funciona bien y cuando se dispone a acabar con su vida aparece Bienvenido, hombre polivalente, que de modo amigable hace ver a Fermín que lo que padece es un trauma infantil.
Detalles de la película
- Titulo Original: Aunque la hormona se vista de seda...
- Año: 1971
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
Película
2.8
47 valoraciones en total
Vicente Escrivá escrivá venía de haber realizado varias películas con Raphael con mas pena que gloria, y se lanza a la comedia picante que empieza a despuntar a principios de los años 70 con esta película con guión de Manuel Summers y Juan Miguel Lamet, El argumento cuenta las inverosímiles perípecias de un muchacho que tiene problemas en su edad adulta para relacionarse con las mujeres. Posteriormente encuentra con la colaboración de un pillo el amor en la figura del personaje que interpreta Ana Belén. Y la película funciona y obtiene un gran éxito de público.
Escrivá continuó haciendo cine después con títulos sorprendentes como Lo verde empieza en los Pirineos (1973), Polvo eres… (1974), Zorrita Martínez (1975) o El virgo de Visanteta (1979).
La fórmula título picante y morbo erótico funcionaba muy bien. Recordemos que fue un cineasta que en la década de los cincuenta estaba especializado en producir películas religiosas muy alejadas de este cine : La señora de Fatima 1951, El beso de Judas 1954, La guerra de Dios 1953.
Lo cierto es que solo por ver a Ana belén ya merece la pena su visionado.
Sigue siendo una mala película. Intento de entrada en el cine picante por parte del prolífico Vicente Escrivá, el cual contó para la ocasión con un reparto donde sobresale una joven Ana Belén, verdadera estrella del momento y que en los años iría a más. Asimismo, cuenta con un solvente dueto de protagonistas, Manuel Summer y Alfredo Landa, si bien el talento actoral de ambos, especialmente en el segundo caso, se malgastan mucho.
Film muy fruto de su época y con mentalidades ya muy afortunadamente superadas. Ello podría perdonarse con más facilidad que la falta de ritmo de la que hace gala y el tipo de gags a los que recurre. Muy ñoña para ser picante y con momentos zafios para ser comedia clásica.
Con eso y el chiste que el pobre Landa debe hacer sobre Río de Janeiro tenemos todos los ingredientes posibles para que, por muchas señoritas de buen ver que se pusieran por delante, quede una película bastante aburrida y atávica.
Se pueden desperdiciar muy buenos repartos.
En la actualidad resulta puede parecer grosera y políticamente muy incorrecta pero hace más de cincuenta años la película que dirige V. Escrivá poseía sentido y su desarrollo no está exento de gracejo.
La idea general no es descabellada y está filmada con suficiencia y profesionalidad, su ritmo mantiene la tensión narrativa, tiene momentos divertidos pero es verdad que a veces el argumento hace aguas y cabía mayor enjundia de contenido aunque se trate de una comedia.
Entretenida, intrascendente y peculiar.
La ola de erotismo que nos invade era norma de aquellos días y en ese contexto hay que juzgar el largometraje.
Película surrealista que tiene una pequeña introducción inexplicable hasta que aparece Alfredo Landa en un coche fúnebre, justo enfrente del viaducto. Desde ese momento, la película trata de seguir un guión razonable que no tiene ni pies ni cabeza, salvado por la enorme actuación (como siempre) de Alfredo Landa. Hay que sumar a una bellísima Ana Belén, que fue de más a menos en belleza y sex appeal.
Todo es absurdo, más que surreal. Me sorprende que Lamet esté detrás de guiones que han sido lamentables, como es este el caso, llenos de traumas psicológicos que desembocan en la obsesión por un sonotone que incita a la excitación.
En 1971 Vicente Escrivá, autor de una larga realización cinematográfica, que se prolongaría hasta 1999, estrenó Aunque la hormona se vista de seda… : una curiosa y controvertida película con gran éxito en su momento, donde se daban cita a partes iguales la represión, la semiculta liberación sexual que comenzaba a aflorar, los tópicos enraizados y la nefasta influencia emocional recibida desde las anteriores décadas. Fue , hasta ese momento la culminación de una larga carrera cinematográfica, como coguionista primero ( La mies es mucha (1948), El Tigre de Chamberí (1957) o Sor Ye-Yé (1969) entre una larga lista, además de como guionista y director (El hombre de la isla (1961), El Golfo (1969) o Aunque la hormona…
Como correspondía en la época, la margarita (unos de los símbolos propios de la liberación sexual) baña los títulos de crédito con la alegría propia reflejada en la música del siempre sorprendente Antón García Abril. La extensa representación coral de iconos de la moda del momento nos sitúa en las personalizadas escenas donde los diferentes actores de la obra van apareciendo: Manuel Summers es Fermín Zarra Urtueta el eje principal de la trama, reprimido, acongojado boticario que no logra casarse, Ana Belén es Paloma Gil de la Viña, joven auxiliar de farmacia que muestra afecto y respeto por los sentimientos y por la vida privada de su jefe ante las doñas cotillas Anselma y Virtudes.
Alfredo Landa es Bienvenido Garcés, representa al solucionador de todos los problemas emocionales de las inapetencias y de las inseguridades sexuales de Fermín, poniendo en práctica su hispánica visión de los hechos. Otros personajes corales tienen verdadero protagonismo en el desarrollo de los acontecimientos: el visionario, la señorita del oficio , el psicoanalista representado por Luis Sánchez Polack Tip, el cuerpo de baile y hasta las palomitas del cine mediadoras entre los deseos del reprimido boticario y su bella dependienta.
La película reboza contención, produciéndose un cruce de caminos entre caracteres tradicionalistas (lo establecido) y liberación desatada ( lo reprimido). Vicente Escrivá firmó una cinta, absolutamente revisable, en la que proclamó a los cuatro vientos la necesidad de romper con los tópicos del momento a favor de la liberación sexual y emocional que tan fuertemente impactó en la década de los setenta reflejado en el guión que además de los ya citados Vicente Escrivá y Manuel Summers también escribiera Juan L. Lamet.