Asesinato en el Comité Central
Sinopsis de la película
Cuando el secretario general del Partido Comunista de España (PCE) es asesinado en Madrid, el partido encarga la investigación al detective Carvalho. Por su parte el gobierno encarga la investigación oficial a Fonseca, un anti-comunista. Carvalho llega de Barcelona para hacerse cargo del caso donde conoce a Carmela, una militante comunista que ha sido asignada como su chófer y su ayudante por el partido. Lo primero que hace Carvalho es reunirse con Fonseca para intercambiar ideas sobre el caso en el que ambos están trabajando. Pero ambos no se llevan bien. Durante el régimen Franquista, Fonseca persiguió a izquierdistas como Carvalho.
Detalles de la película
- Titulo Original: Asesinato en el Comité Central
- Año: 1981
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
4.6
39 valoraciones en total
La época aquella, Manuel Vázquez Montalbán, el PC, hicieron florecer productos como éste. En mi caso, el detective de Vázquez Montalbán no me resultó nunca una figura atrayente para la lectura y en el cine vi que menos.
Las luces que se apagan y al volver aparece una víctima por sorpresa, es el recurso más estúpido utilizado como argumento. Algún genio de la literatura negra habrá sabido sacarle partido a esa situación si es que la ha utilizado, tal vez Edgar Wallace que escribió más de 700 novelas de intriga (y amenas, por las que he leído lo digo, no como las del aludido anteriormente), pero en este caso el resultado es lastimoso. La película se hace un petardo y a ello contribuye la ausencia total de interés por el asesinato cometido.
[Lo reconozco: vi esta película… tras haber leído el libro hace unos meses.
¿Condicionado por ello? Pues sinceramente, pienso que no. En realidad, ni me acordaba de quién era el malo. Con lo cual, realmente argumento y situación me eran casi novedosas.
Sí que recordaba que el libro Vázquez Montalbán había sustituido el nombre de Carrillo por Garrido (rima asonante, ya saben), y había colocado en la trama a un trasunto del temido comisario Conesa como Fonseca (más rima asonante), y así se recoge en la película.]
El caso es que empieza la función y… el secretario general del PCE (Garrido) se parece poco a Carrillo, aunque trata de hablar como el original (saliéndole una especie de imitación cutre), si bien luego no hay empacho alguno en mostrar fotos del auténtico Carrillo (no Garrido). Acabamos de comenzar y nos tememos lo peor…
Va avanzando la película y algún elemento agradable se hace presente: no me refiero a la discreta actuación de Patxi Andion o de Conrado San Martín, o a la música –poco conseguida–, sino a la sorprendente, por lo buena, interpretación de Victoria Abril y a la más que correcta de Miguel Rellán. Mención aparte merece Héctor Alterio, que en esta época seguía con sus serias dificultades para disimular el acento argentino.
Pero finalmente son más numerosas las carencias: el coche Zeta de la policía nacional (sin duda el mismo todo el rato, por las limitaciones de presupuesto), adelantando con su sirena una y otra vez al R-6 amarillo de doña Victoria, en las secuencias de calle que tanto agrada rodar a D. Vicente –y que hay que reconocer que pasado el tiempo resultan entrañables–, la gente NO CESA de mirar a la cámara, y los espías están ridículos (la actriz que encarna a la señora del KGB está para matarla). Pero la mención especial se la merece un hiperpasado de rosca José Vivó, encarnando a Fonseca-Conesa, al cual Aranda (por el motivo que sea) no dirige en absoluto (mejor no hablar del que hace de su ayudante, otro trasunto, por cierto, en este caso del policía Billy el Niño).
Y así va pasando con más pena que gloria una historia, que podía haber dado para más, pero a la que una dirección deficiente y una falta notoria de presupuesto hace que el producto final sea malo.
Una pena.
(Los que hablamos de una película utilizando como referencia el libro estamos igual de legitimados- dícese del timado por la ley-, que los que no lo hacen así).
En ninguna película sobre el detective barcelonés de origen gallego se llega a la dimensión verdadera del personaje creado por Manuel Vázquez Montalbán. Pero es que la película puede tomarse la libertad de abrir nuevas vías, en ese momento el espectador inteligente deja de exigirle al director ningún tipo de compromiso con el original. A partir de ahí, tenemos una película que se puede ver en clave política: los numerosos guiños al pastiche interno del PC, la zozobra de un país que no había superado del todo la dictadura, Franco muerto, pero no sé si bien enterrado, el papel de la CIA en el embrollo (metido con calzador), en clave sentimental, Carvalho y su relación con Carmela, militante comunista, así como el detective y la ciudad de Madrid, y su gastronomía, en clave negra, y aquí sí es importante remarcar que Montalbán, a pesar de ser un grandísimo conocedor de la novela negra, sólo utiliza ésta para hacer un retrato sentimental del personaje, de Barcelona (sus novelas están centradas allí en un 90%), de una época y dejarnos 30 años de una lucidez apabullante, desde 1972 (aparición del personaje) a 2003 (año de la muerte del escritor).
Las ciudades se aceptan porque abrigan, como las patrias o los recuerdos. (MVM)-entiendan aquí patria como INFANCIA. (Ya se va entendiendo por qué la dificultad en representarle cinematográficamente, o incluso de leerle sin tirarle los trastos a la cabeza sólo porque vean en la solapa que el escritor perteneció al Partido Comunista).
Cuando se apagan las luces para que al hacerse la luz aparezca muerto Fernando Garrido (Santiago Carrillo), no se trata más que de otro guiño, uno de tantos, una excusa para arrancar.
Decía Montalbán, dando a entender que no era nunca lo más importante conocer quién es el asesino en una novela negra: el asesino siempre es el autor.
El prolífico pero no siempre acertado Vicente Aranda, adaptó libremente esta novela recién publicada de Manuel Vázquez Montalbán, comunista confeso, que protagoniza uno de sus personajes más emblemáticos, el detective Pepe Carvalho (el escritor siempre pensó en Jean-Louis Trintignant para el detective), de origen gallego afincado en Barcelona. El detective se traslada a Madrid contratado por el Partido Comunista de España para investigar el asesinato de su Secretario General. Lo peor de esta historia que que el detective actúa siempre como testigo pero sin implicarse para nada en los acontecimientos, y que resulta más lamentable por la inexpresividad de Patxi Andion que encarna al detective gallego. La trama es aburrida y sin tensión, los personajes si exceptuamos a la excelente Victoria Abril, no son creíbles, todo es un despropósito poblado por personajes estrafalarios (la policía, la CIA el KGB son presentados de forma grotesca) sin convicción y que rozan la parodia.
Así, los representantes que han de velar por la ley y el orden, amén de respetar el ordenamiento legal, son retratados bajo toda su vileza y ridiculez, cargando excesivamente las tintas, en mi opinión, más de lo necesario. Su estulticia y verborrea fascistóide dan cumplida muestra de una mentalidad anclada hasta el tuétano en el fango de la estupidez. Si con el estamento policial se imponía un tratamiento paródico, sin llegar a una caricatura que es de por sí intrínseca, el PCE tampoco deja de ser comentado y recreado sus miembros con cierto sarcasmo. El Partido aparece como una congregación cuasi religiosa que procede casi en orden a rituales acotados y ascéticos, promoviendo una abismal distancia entre las bases y la cúpula directiva. Se extrae una sensación de métodos arcáicos de un grupo cerrado que se apiña cuando la cosa viene mal dada. Aranda se pierde y no acierta a ensamblar la trama, por otra parte poco atractiva y sin tensión.
Película coyuntural erosionada por el tiempo, que no la salva ni los buenos actores secundarios que la pueblan, pues recrea una intriga sin empatía con el detective protagonista, una trama insulsa, sin garra y anodina. No faltan unan cuantas escenas de sexo explícito, tan de moda en aquella época de destape, mostrando la promiscuidad de Carvalho, que tampoco añade nada interesante a la trama que se puede aceptar como una referencia histórica y testimonial de aquel 1981, en tiempos políticos convulsos, justo después del intento de golpe de Tejero secuestrando el Congreso de los Diputados, con su pistola reglamentaria, su barriguilla, su bigote, su tricornio y su célebre expresión de autoridad: ¡Se sienten, coño!. Una de las películas más decepcionantes de Vicente Aranda.
Me gusta la serie Pepe Carvalho y considero que es el mejor policial que he visto por TV. Es decir superior a Los Vengadores, Los Profesionales, etc.
Esta aventura de Pepe Carvalho, sin embargo, no es la mejor. Falta suspenso y tiene excesivas sutilezas que al final resultan incomprensibles.
Sin embargo creo que refleja adecuadamente la transición española hacia la democracia, el ambiente militante del PCE y tiene un interesante toque de humor, que permite pasar el rato sin demasiadas pretensiones en un momento en que el cine no lanza muy buenos productos.