Arès
Sinopsis de la película
París, futuro próximo. El orden mundial ha cambiado, siempre ha habido países ricos y pobres pero con 10 millones de desempleados Francia está ahora entre los pobres. La población oscila entre la rebelión y la resignación y encuentra una salida en peleas televisadas ultra violentas, donde los combatientes se dopan legalmente y todo es permitido.
Detalles de la película
- Titulo Original: Arès
- Año: 2016
- Duración: 80
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes descargarte una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te detallamos un listado de posibilidades de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
5.7
95 valoraciones en total
Arès es una producción francesa del 2016 de Jean-Patrick Benes.
Un film aparentemente muy masculino tanto por el desborde la violencia como por el tema remanido de los boxeadores y su juego con la muerte. Futurista y de ciencia ficción. Trascurre en Francia en el 2035 pero no hay platillos voladores ni seres que quieran invadirnos.
La civilización casi a colapsado y lo único que queda vivo es el capitalismo de las corporaciones que has destruido el trabajo. Por ello Francia es un país pobre y sus principales monumentos y arquitectura se ven rodeados de escaparates y toldos miserables. Imágenes que recuerdan en parte al Paris de Les misérables) del escritor francés Victor Hugo publicada en 1862. Libro sobre el que se han hecho varias importantes versiones cinematográficas.
Pero en este París del 2035 solo tienen trabajo aquellos excepcionales brillantes o los que arriesgan su vida como el héroe principal que lleva por nombre Ares. Quizás referenciando al Dios de la mitología griega de la extrema violencia y el caos y la guerra. Interpretado por el sueco Ola Rapace este boxeador que otrora tuviera algún cuarto de hora exitoso retoma los guantes para salvar a su familia.
En el fondo luce una anomia social de antivalores. ya nada existe como tal y lo unico que cuenta es el dinero.
¿La rebelión? De eso tambien se trata el film. de sus ´posibilidades y de sus métodos.
Una estética de la basura o la grasas de las capitales como diríamos por aquí. Tensa y con dos giros dramáticos.
Cómo se notan las diferencias culturales. En Estados Unidos las distopías se suelen resolver con un bueno-muy-bueno que lucha (y gana) contra la injusticia de las grandes corporaciones, que a su vez son malas-muy-malas . Pero esto es cine europeo, y eso se nota.
Cine de aprovechamiento, porque hace bastante con bastante poco. Pocas explosiones digitales, pocos personajes y estrellas comiéndose la cámara , y a cambio obtiene escenarios impactantes (París plagada de chabolas con pantallas gigantes anunciando drogas legales para los pudientes y entretenimiento para la masa pobre). Distópico, sin caer del todo en la crítica fácil ni los personajes monocromos de buenos aquí, malos allí que tuvimos que fumarnos en Elysium tras un comienzo prometedor.
Se aprecia el toque francés en el énfasis que se hace en la gente, en las manifestaciones, las libertades individuales y colectivas y la información como armas contra la injusticia, más que dejar caer todo el peso del destino del mundo en los hombros musculados del protagonista de turno.
Las multinacionales tienen el control a través de la compra de deuda de los gobiernos. Esto da pie a legalizar los experimentos con humanos y la compra y la venta del cuerpo en un escenario de pobreza generalizada y desempleo masivo. El deporte estrella es la Arena: pelea sin concesiones con luchadores dopados hasta las cejas, patrocinados por las empresas que proporcionan las drogas. Ares es uno de esos luchadores en horas bajas. Lo bonito de este enfoque más a la europea es que no se detiene en la descripción de un gorila al uso: Ares tiene defectos, pero también metas, aspiraciones, familia, preocupaciones y problemas, y para todo eso hay tortas y sangre. Salsa roja para esta distopía sin florituras.
Futuro distópico al otro lado de los Pirineos. En tan solo quince años los franceses predicen que su país estará asolado por el paro y las corporaciones serán las que de verdad gobiernan el mundo. Para anestesiar a las masas, hundidas e incapaces de reaccionar, urden unos combates televisados entre luchadores que se dopan legalmente y donde el que pierde sale pies por delante.
Como distopía no nos descubre nada que no esté ocurriendo ahora mismo, aunque sin ese aire cyberpunk tan Blade Runner y que en pantalla luce tan molón. La historia cuenta con elementos habituales del noir como policías corruptos, antihéroe con conflictos morales o trama familiar paralela. La verdad es que pesa más la forma que el fondo, y por muy conseguida que esté no logra que la película despegue y nos regale momentos especialmente memorables.
Incluso las escenas de lucha, que podrían haber dado algo de juego, son bastante insulsas. El sustrato de denuncia, tanto de las corporaciones opresoras como de la inacción social, se nos da tan masticado que entra y sale sin apenas dejar poso. Pretende llegar a algo más profundo pero se queda demasiado en la superficie.
Estimable film de ciencia-ficción próxima, en una sociedad distópica que toma como referentes en ambientación a Blade Runner o al último Juez Dredd , con grandes colmenas de apartamentos, calles y edificios sucios, en un mundo dominado por grandes y lujosos edificios de grandes corporaciones, y que inspiró en demasía al Mute de Duncan Jones (2018). El concepto de países comprados por multinacionales ya se había explorado en los comics del Universo Marvel 2099. Cine de acción, donde luchadores son empleados como conejillos de indias y publicidad para nuevas drogas. Un mundo corrupto en el que un luchador es arrastrado a una compleja situación para poder salvar a su familia.
La historia, aunque predecible, es tremendamente sólida y seria. Y el director establece una buena narración fílmica, apoyada en una excelente fotografía nocturna de garitos y calles de París. Las interpretaciones convencen, destacando el personaje de Ares, alguien aparentemente inexpresivo, y que, sin embargo, es capaz de transmitir ternura, enfado y determinación. El es el héroe trágico, en el completo sentido de las palabras. Quizás el actor se vió todos los filmes de Charles Bronson, en especial Hasta que llegó su hora , puesto que trasmite una paleta de sentimientos que calan en el espectador como hizo Bronson en el inolvidable film de Leone.
Buen filme. No hay chistecitos ni concesiones. Si este film fuese estadounidense, sería Acero puro , el film protagonizado por Jackman en 2011 y también basado en el mundo de las peleas. Pero éste es un filme europeo que no atiende a mercados, salvo el del espectador que busca algo diferente. Y lo consigue.