Amityville 1993: El rostro del Diablo
Sinopsis de la película
Un espejo demoníaco (que supo estar bajo el techo de la casa de Amityville original) tiende un manto de tenebrosa negritud sobre el hijo ilegítimo del hombre cuya matanza años atrás inició todo el problema de apariciones y espíritus.
Detalles de la película
- Titulo Original: Amityville: A New Generation (The Image of Evil) aka
- Año: 1993
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
3.5
65 valoraciones en total
Uno mas uno son siete. Quién me lo iba a decir que era tan fácil ser feliz tragándome como gominolas un capítulo tras otro -aunque sea de forma espaciada- a costa de las sobrenaturales andanzas de la casa encantada de Amityville. O llegado a este punto, del ajuar doméstico y mobiliario de segunda mano que, afortunadamente, no llegó a coincidir con la eclosión de Wallapop. Porque, como de costumbre, se recurre a Amityville: The Evil Scapes, la antología de John G. Jones como material de base literaria.
Y como la que bautizase John Carpenter no podía ser la única franquicia estirada que recurriese a extraerse de la manga hijos ocultos de cualesquiera de las víctimas que les han precedido, aquí está el hijo -convenientemente crecido en el transcurso de 26 años- del responsable de la matanza original, encasquetándosele la faena a un tal Ross Partridge: el ex de Winona Ryder en Stranger Things o el tipo que reconoce y señala con el dedo a Jeff Goldblum en el metro en una de Jurassic Park, elegid el papel con el que os marcase más.
El resto del reparto lo configura un granado surtido de las estrellas apagadas de turno ganándose los garbanzos -Richard Shaft Roundtree), David Naughton (Un hombre lobo americano en Londres)- mas los eternos secundarios y/o habituales en la serie B fantasterrorífica: Lynn Shaye -¿hace falta presentarla?-, Robert Rusler (Pesadilla en Elm Street 2), Terry OQuinn -conocido internacionalmente como John Locke, el calvo de Perdidos- y Julia Nickson -la efímera novia cadáver de Rambo-.
Ah sí, ¿el McGuffin? Esta vez la cosa va de un espejo. Un pálido reflejo, valga la redundancia, del germen de la saga que remonta demasiado tarde al conjugar el climax de horror con una representación lacerada del esnobismo predominante en los círculos del arte contemporáneo.
La 7° Amityville es un globo pinchado que recupera algo de aire al final.
Séptima película amparada por los sucesos de Amityville. Titulada El rostro del Diablo en esta ocasión, Amityville 7 se desmarca de sus predecesoras para ofrecer, por fin, algo más o menos interesante.
John Murlowski da el salto a Hollywood y lo hace mostrando no buenas maneras pero al menos sí cierta idea a la hora de trabajar el producto que intenta crear. En Amityville 7 sucede una cosa extraña: Christopher DeFaria y Antonio Toro, quienes escribieron el guion de la sexta película, repiten aquí y, para mi sorpresa resulta que la pareja que se sacó de la manga la mierda de historia de la anterior entrega, se desvincula de ella y nos traen aquí una historia que roza el thriller psicológico con bastante eficacia que, además, homenajea a la película original. No vamos a decir que el espectador puede volverse loco con la película pero, por lo menos, mantiene el interés en su poco menos de hora y media de duración. Eso es gracias, también, a que John Murlowski hace algo aceptable tras las cámaras. Se le perdonan al director sus extravagancias apoyadas en efectos especiales de mala calidad y se le perdona a los guionistas que el villano, en esta ocasión, sea un espejo (o viva en él), acabando de amoblar la casa entre la lámpara y el reloj que ya fueron los antagonistas en anteriores productos de la saga. A Murlowski se le perdona porque, pese a no trabajar absolutamente nada en ningún personaje salvo el protagonista, sí hace que cumplan con la labor de tener al menos un rol asignado, a los guionistas se les perdona, como digo, por ofrecer una historia meridianamente atractiva.
Ross Partridge protagoniza la película y no lo hace del todo mal, sobretodo teniendo en cuenta los intérpretes que han desfilado por la saga. Lala Sloatman no está mal tampoco y cumple con las líneas rectas de su personaje. El resto del reparto es ya más relleno que otra cosa, pero hay que destacar a Julia Nickson-Soul, que interpreta a una bipolar pintora de forma correcta, a David Naughton, en el papel de casero enfurruñado pero de buen corazón, al que da vida a un nivel aceptable y también a Terry OQuinn, en el papel de policía, siendo el mejor del reparto y, obviamente, el que más éxitos ha cosechado a lo largo de su vida tanto en el cine como en la televisión.
Resumiendo, que es gerundio: El rostro del Diablo, o Amityville 7 (yo prefiero el segundo nombre) es una película floja pero que tiene buenos detalles, como son una ambientación bastante atractiva por iluminación y color, un guion con cierto interés, una dirección muy bien amoldada al guion o un reparto correctísimo. En todos esos aspectos supera a los bodrios anteriores que se movían bajo el nombre gancho de Amityville y bajo la producción de John G. Jones, que escribió la novela sobre los sucesos de los Lutz en la casa y que estuvo presente en la producción de toda la saga. En este caso, Jones acertó.