Alcanzar una estrella II (Serie de TV)

Un comentario en «Alcanzar una estrella II (Serie de TV)»

1. Con 23 años de existencia, existe una notoriedad acerca de los productos televisivos con mayores virtudes que los actuales, aquí vendría perfectamente aquélla frase de generaciones más longevas (ya no se hacen cómo antes). La secuela encabezada por Sasha Sokol y Ricky Martín, vendría a tratar de redimir la primera parte, la cual arrancó del interés para irse diluyendo entre lo inverosímil y la ridiculez acerca de las relaciones familiares de fans y famosos así como la nula interacción que pueden establecerse entre ellos.
   
   Era la etapa de la pubertad y ante la escasa oferta en programación de ese entonces, Alcanzar una estrella II daba para el entretenimiento de la tarde-noche semanal, en el que entre tareas y algo de ocio nos permitiéramos 45 minutos de esparcimiento melodramático-musical que sin llegar a ser de las exigencias requeridas que actualmente nos auto-imponemos, cumplió su cometido: el puro entretenimiento.
   
   A la cabeza en el reparto juvenil un vario pinto de personalidades por definir una carrera, actores y cantantes fueron convocados para construir un melodrama que abordaba muy a su modo problemáticas de inicio de los 90 y que a partir de un grupo de jóvenes trastocados por la fama tuvieran para lidiar no sólo con ella, sino con lo que la trastoca, drogadicción, violencia intrafamiliar, abuso sexual, sobreprotección, inconvenientes económicos, discriminación social y la soberbia tan característica de la gente con reflectores a sus pies, para que a su recta final y como de costumbre ir encontrando la solución y el desenlace a esta nueva secuela.
   
   La producción de Televisa bajo la firma de Luis de Llano Macedo se respaldaba con nombres de actores maduros y ya con un rato de incursión en cine y teatro, nombres que corrían en primeros créditos del intro como el de José Alonso, Silvia Pasquel, Otto Sirgo y el multifacético y desaparecido Eduardo Palomo, para dar paso al elenco juvenil. Nombres como el de Erik Rubín, Bibi Gaytán, Pedro Fernández o Angélica Rivera figuraban ya con cierta trayectoria, no obstante sin imaginar los alcances de ésta última —la hoy primera dama — en rol antagónico se notaba poco instruida, intensa y algo sobreactuada, aspectos que no importunaron su ascenso en la empresa para la cual podría decirse sigue laborando y quien pienso yo, fue la que alcanzó su estrella, con todo y banda presidencial.
   
   Pero la primera dama no era el centro de la trama, sino el grupo musical al cual perteneció (sin ser cantante) y que al más puro formato de videoclip y muy en auge para la promoción televisiva de los cantantes de pop, ésta trama rompía con los estándares del melodrama tradicional y trataba de salirse de ellos, para enfocarse en algo menos azotado que el cuento versión moderna de la Cenicienta que Televisa fortalece hasta este momento. Hoy han transcurrido muchos años y la repetición se ha dado en algunas ocasiones, se compara con los productos actuales y es cierto, no alcanza calificativos de excelencia, mas si el de duradero con algo de nostalgia.