A propósito de Buñuel

2 comentarios en «A propósito de Buñuel»

1. Espectacular documental del mejor director español que ha pisado la Tierra.
   
   Con una exuberante riqueza de detalles biográficos y una de las mayores cuotas de anécdotas memorables por fotograma cuadrado que recuerde yo en una obra de estas características, este artefacto es una máquina de diversión y de deleite.
   
   Qué tipo más grande, por favor. Uno escucha que ya de crío escenificaba espectáculos con sombras en los que una taladradora se incrustaba en la cabeza de un hombre, y desde luego comienza a quedar claro que este hombre tendrá entre ceja y ceja el objetivo de orinar sobre la comunidad más rancia y bienpensante. Frases como mis tres grandes enemigos son el fascismo, el franquismo y el Papa corroboran su romántica misión.
   
   Con testimonios de familiares y actores que han actuado con él, como Paco Rabal o el actor protagonista de Los Olvidados, que aparece decrépito en un hospital, el documental elabora una suculenta radiografía del talento, inquietudes y enormes contradicciones internas que regían la vida de este hombre, como la incapacidad de olvidarse de la Iglesia o de dios pese a sus recurrentes fobias, o el profundo pudor que le inspiraba el sexo, pese a las innumerables referencias tórridas en sus películas.
   
   La vejez la afrontó con una clase tremenda, como no podía ser de otro modo. Dos datos contundentes lo atestiguan: inventó un vermut llamado buñueloni, que explica con fervor, y comenzó a enjuiciar a las personas en función de su amor por el vino.
   
   En fin.
   
   Gigantesco Buñuel, una vez más.

2. Interesante y entretenido repaso de la vida y la obra del gran Luis.
   
   Iconoclasta, cachondo y original. Un surrealista auténtico, español, tamborilero y cazurro, cosmopolita y feroz.
   
   Comienza en Calanda, en 1900 nada menos, y llega hasta los ochenta y tres años, pasando por París (donde fue concebido), Nueva York (dirigió allí la cinemateca), Mexico (donde murió finalmente) y vuelta a España ( Viridiana en todo lo alto). De la Residencia de estudiantes y el Madrid de los años veinte (Lorca, Dalí y Pepín Bello) hasta la España posfranquista. De Un perro andaluz a…
   
   Aparece mucha gente, su familia (hijos y mujer) y sus amigos (el escritor Carlos fuentes, por ejemplo), sin olvidarnos de los que trabajaron con él (Carriere, Rabal, Pinal, Molina, Silberman el productor, … ).
   
   Documental superficial pero informado (lleno de anécdotas jugosas y muy divertidas., con pocas pero geniales apariciones del propio Luis, con su mirada verde y jubilosa, terrible e infantil). No profundiza en ningún aspecto, pero aparecen todas sus grandes preocupaciones: la religiosa (no pero sí, ateo gracias a Dios y creyente en el misterio ), la sexual (no, por favor, esclavitud abusiva y cansina), las costumbres (tradicional, reacio a frívolas veleidades y tonterías noctámbulas), la moral (contradictorio, escéptico en verdad), política (de juventud izquierdista pero apolítico finalmente), el cine (su trabajo y su fuente de creatividad), los vicios (el alcohol y el tabaco como bandera, refugio y salvavidas)…
   
   Con una gran carrera cinematográfica, irregular pero muy brillante y personal, alejada de modas o seguidismos, de pedanterías o mansedumbres. Fue capaz de seguir a lo suyo, con su mirada ingobernable (en México incluso, pese al poco dinero y teniendo en cuenta el cine que se hacía allí en ese momento, nada que ver con el suyo), siempre a contracorriente, libre e ingenioso. Aunque, por supuesto, no todas sus películas fueron ni mucho menos buenas.
   
   De vocación humorista, juguetón nato, pero trabajador y riguroso a la vez. Hombre de orden y anarquista, provocador y conservador, libertario y reaccionario, adusto y burlón, pudoroso y erótico, anticlerical furioso y amigo de curas, no diríamos tanto como meapilas… Intuitivo y directo.
   
   En resumen, una gran inteligencia con un estupendo sentido del humor.