48
Sinopsis de la película
¿Qué revela un retrato fotográfico sobre un aparato policial? ¿Qué revela una foto tomada hace 35 años sobre un periodo dictatorial ya clausurado? ¿Y sobre la sociedad contemporánea? ¿Cómo despiertan las fotografías los recuerdos sus protagonistas? 48 radiografía los cuarenta y ocho años de dictadura de António de Oliveira de Salazar, la dictadura europea más longeva del Siglo XX, a través del relato de algunas de sus víctimas y las fotografías de sus fichas policiales. Mujeres y hombres, jóvenes y no tan jóvenes, campesinos obreros o burgueses… un retrato polifónico de la oposición al dictador que a su vez describe, con absoluta precisión y humanidad, las técnicas represivas. El valor testimonial de la imagen fotográfica y la capacidad liberadora del relato memorístico en perfecta armonía.
Detalles de la película
- Titulo Original: 48
- Año: 2009
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
7.1
87 valoraciones en total
El cine, en su vertiente tatuadora, como inscripción de la historia del Uno, hace las veces de prótesis de la memoria. El Uno se vale del cine para fijar un recuerdo, quién sabe si para congelarlo o para servirse después de él en la conformación de un relato. Sin embargo, el cine cumple también una función que no es de redención personal, que no tiene que ver con las subjetividades (ese invento moderno), sino con la expresión de las voces de comunidades olvidadas. En su vertiente documental-antropológica (tradición, diríase, aséptica, pero tanto o más vieja que el cine, por cuanto remite al ansia de saber), el cine es una herramienta de la ilustración, entendiendo esto de forma netamente secular: un útil bélico cuyo uso consiste en llevar la luz allí donde haya oscuridad. Sin demagogia política, el cine lleva la luz: hace ver y da voz. Y, lo que es más, construye memoria. Sirve, en definitiva, como prótesis de la historia para aquellas voces vencidas que, debido al materialismo histórico, han carecido de una. En PdV se han podido ver un buen número de filmes cuyo objeto era precisamente ese, el de dar voz a los que no la tienen, levantar acta testimonial de un acontecimiento injusto, y generar un archivo de datos, rostros, voces. Frente a la imposibilidad de hacer una historia del cine, el cine hace historia. En este conjunto de filmes, el cine hace suyo el dictum de Walter Benjamín: Articular históricamente el pasado no significa conocerlo como verdaderamente ha sido. Significa adueñarse de un recuerdo, tal como éste relampaguea en un instante de peligro.
48, de Susana de Sousa Dias, es un film estrictamente formalizado, de una apariencia solemne a tono con el tema. Consiste en imágenes ampliadas de pequeñas fotos tamaño carné de antiguos presos políticos portugueses. De frente y de perfil, el estudio de las fotos se acompaña en off con el testimonio de las víctimas de tortura de la policía de Salazar. El trabajo de la voz es tan poderoso que el fetichismo de la imagen (se llega a hablar de la belleza de esas pequeñas fotografías) es del todo innecesario. El film es una escultura dedicada a las voces de los supervivientes, que narran sus vejaciones con total sinceridad. Bloqueada su visión en su país de origen, 48 demuestra qué poco le cuesta al cine dar voz a aquellos que quieren hablar, y cuánto les cuesta a los hombres y las mujeres escuchar la voz del otro. Cierto miserabilismo rodea el trabajo de Sousa Dias, que no obstante recibió una Mención Especial.