Sospecha
Sinopsis de la película
Un atractivo vividor coincide en el tren con una joven ingenua que acabará teniendo que pagarle el billete. Más adelante, vuelven a encontrarse en una fiesta y, tras un breve romance, ella decide casarse con él, a pesar de la oposición de su padre. Considerada por todos, incluida su familia, una solterona, está empeñada en demostrarles que alguien la puede amar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Suspicion
- Año: 1941
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
7.4
48 valoraciones en total
Es una hitchcockada porque se basa por completo en la sugestión, en la duda, en el suspense nacido de la más absoluta incertidumbre. Que no es mala base, pero…
Es decepcionante porque la idea, interesante, va perdiendo fuerza pasados los primeros minutos, tras los cuales la intriga, único motor del filme, que además del componente misterioso pocas virtudes tiene, no es suficiente material como para mantener en vilo durante más de hora y media al espectador.
La historia, pues, flojea, apenas inquieta y va únicamente encaminada a un final que se adivina demasiado simple: ¿Será Cary Grant un impostor? Sí o no. Punto. Y llega la resolución, contada sin mucha gracia, y uno piensa pues vale .
Anodina.
Durante la comedia, como una de tantas en las que Cary Grant intervenía, el actor se muestra excelso. El guión fluye con elegancia y sutilidad, convirtiendo la frivolidad de un encantador Johnnie (Cary Grant) en un pecado fácilmente perdonable. Lina (Fontaine) se muestra natural, nada sensata pero muy bella. Algo infantil, poco avispada pero demasiado dulce para perdonarla también por ello.
Y entre ese mar almibarado, poquito a poco, Alfred Hitchcock tiende sus redes.
Es la combinación entre una primera parte y la segunda lo que crea una trama efectiva que en momento alguno peca de inverosímil. De no ser así, incluso sería difícil ver a Cary Grant hacer de un Barba Azul con tan buena fortuna. Incluso habiendo respetado el final de la novela (1).
Lo cierto es que por mucho final que se cambiara, de lo que se habla en esta película no es más que de esa tensión y miedo generado por las sospechas. Y por supuesto, tratándose de Hitchcock, con todo el suspense que estas sospechas generan, expuesto en cada escena de una manera más que eficiente y elegante:
Johnnie viene cargado de regalos. Los reparte como quien reparte publicidad en un centro comercial. Lina y Beaky (genial Nigel Bruce) se observan desconcertados. La escena había empezado sin Johnnie, hablando sobre si este había dejado de apostar en las carreras de caballos o no, y termina -ya con Johnnie haciendo de Papa Noel- con un vaso de brandy. ¡Con un vaso de brandy!
Aquí se empieza una sospecha y se prepara otra. ¡Sólo en una escena!
La sospecha es sutil, más que nada porque la misma palabra (sospecha) es antagónica a evidente. Y con mucha sutilidad Hitchcock juega al despiste con nosotros. Lina siente y da amor, más del que pueda merecer Johnnie. Y aún así, poco a poco, evidencia tras evidencia, Lina desconfía de su marido hasta temer por su propia vida: la carretera con curvas o los vasos de leche iluminada. No sólo Lina se encuentra entre la espada y la pared, al espectador le queda la duda (hasta e desenlace final) de las verdaderas intenciones del Cary Grant. Y por ello, la película siempre funciona.
Un vividor coincide en el tren con una joven ingenua, él pretende que ella le pague el billete, es un tramposo atractivo a los ojos de ella. Más adelante, vuelven a encontrarse en una fiesta y tras un breve romance ella decide casarse con él, a pesar de la oposición de su padre. Siempre se le atribuyó la condición de solterona y quiere demostrar a todos que alguien la puede amar.
Sospecha es quizás uno de los thriller menos afortunados del gran genio Alfred Hitchcock, la película sin ser un fracaso estrepitoso no cumple en cierto modo con la habitual calidad ofrecida por los títulos hitchcockianos. El argumento resulta interesante en cuanto nos propone un drama de tintes psicológicos, característico dentro de la extensa filmografía del director. En este aspecto, la historia lleva a cabo un notable tratamiento de personajes que permite desarrollar un peculiar análisis de su protagonista, Johnnie, un hombre atractivo de éxito entre el público femenino, pero tremendamente vago a la hora de buscar un trabajo para poder mantener la lujosa vida ofrecida a su esposa Lina: será la propia Lina al descubrir progresivamente las triquiñuelas y los vicios de su marido, la que explote el papel de victima. Sin lugar a dudas es en esta escrupulosa búsqueda de la verdadera personalidad del personaje masculino donde reside el mayor acierto del film, se dejan de esta manera, momentos de gran suspense, como en los minutos finales, y tramos más distendidos y alegres, a raíz de la presencia del amigo de Johnnie. El desenlace se muestra, eso si, algo flojo y forzado, como consecuencia de la imposición sobre el director británico de dar un final feliz al relato.
Técnicamente, la cinta no resulta brillante, el estupendo uso de elementos espaciales como las escaleras y la maravillosa utilización de la iluminación como recurso atmosférico se diluyen a causa de secuencias demasiado cortas intercaladas incluso con fundidos en negro poco habituales para el maestro del suspense. El reparto está muy bien compensado, la excelente interpretación de Cary Grant unida a la efectiva caracterización de Joan Fontaine logra aportar realismo a la narración. La banda sonora de Franz Waxman refuerza a la perfección el clima de tensión e inseguridad combinando partituras orquestales con abundancia de viento-metal.
En resumen, viendo esta obra no nos vamos a encontrar con uno de los largometrajes más trabajados de Hitchcock, nos vamos a encontrar frente a una interesante cinta de influencia negra (iluminación escasa, sombras, dualidad en los personajes…) recomendable para todo aquel/la que guste del cine sobrio con buenos actores.
Cuarto film americano de Hitchcock. Escriben el guión Samson Raphaelson, Joan Harrison y Alma Reville (esposa de Hitchcock). Se basa en la novela Before The Fact (1932), de Francis Iles (Anthony Berkeley). Nominado a 3 Oscar, gana uno (actriz, Joan Fontaine). Producido por Harry E. Edington (no acreditado) para la RKO, se estrena el 14-XI-1941 (EEUU), unas semanas antes de la incorporación de EEUU a la IIGM.
La acción tiene lugar en una localidad no determinada de la campiña inglesa y Londres, en 1938/39. Johnnie Aysgarth (Cary Grant), de 27 años, soltero y playboy, conoce en el tren a Lina McLandlaw (Joan Fontaine), rica heredera, de 28 años. Él es atractivo, tiene éxito con las chicas, no dispone de trabajo fijo, carece de aptitud para los negocios y es aficionado a las apuestas y a la buena vida. Ella es ingenua, aficionada a la lectura, frágil e insegura.
El film desarrolla un thriller psicológico con elementos de misterio y de cine negro. Aborda el tema del poder corrosivo y demoledor de la sospecha, la duda y la incertidumbre. Analiza su progresión y los efectos destructivos que tiene en el ánimo de las personas. La incertidumbre es más nociva que la certeza del mal. La duda paraliza la acción, desmoraliza y desgasta la capacidad de resistencia. Ésta es la segunda colaboración de Hitchcock con Fontaine y la primera de Hitchcock con Cary Grant, a la que siguen otras tres ( Encadenados , Atrapa a un ladrón y Con la muerte en los talones ). Pone de manifiesto la afición del realizador a la gastronomía: sienta los actores a la mesa en varias ocasiones. Revela la aptitud visual del director: la escena en la que Beaky forma con las fichas de un juego de letras las palabras duda, asesinar y asesino. No faltan las secuencias vertiginosas: coche que circula por una carretera que bordea el acantilado. Incluye escenas sorprendentes: el tren que circula por el interior de un túnel. Se ha convertido en escena antológica del cine la del vaso de leche, desde que Grant lo sube por la escalera interior hasta su encuadre en primer plano en el interior del dormitorio. Para resaltar su imagen, Hitchcock sitúa en el interior del vaso una luz alimentada por una pila. La cinta está discretamente salpicada de humor. El relato comienza con la ligereza de una comedia romántica, adquiere después una excelente textura dramática y hacia el final da paso a una intensa elevación de la intriga.
La música, de Franz Waxman, aporta composicones orquestales solemnes de viento y metal. Añade el vals Sangre vienesa , de Johann Strauss, que ofrece en versión natural (motivos de satisfacción y felicidad), versión distorsionada (motivos de sospecha) y versión triste (escena del vaso de leche). También se oye el vals Voices Of Spring . La fotografía, de Harry Stradling, se recrea en escenarios oscuros y construye ambientes tenebristas, de inspiración expresionista. El montaje hace uso de cortes abruptos y fundidos en negro, poco habituales en los films de Hitchcock.
Después de ver películas como Sospecha uno se queda como ensimismado, pensando para sí mismo: ¡qué maravilla acabo de ver!. Y no han hecho falta ni efectos especiales, ni 3D, ni grandes superproducciones, ni gaitas. Solo hace falta un buen director, un buen guión, una buena fotografía, buena banda sonora y unos buenos actores, nada más. ¡¡¡Qué fácil es decirlo!!!
Sé que algunos consideran Sospecha una obra menor de Hitchcock, realmente que sea mayor o menor me importa un pepino, a mi me parece un peliculón y cada vez que la veo me gusta más.
¿Qué no se puede comparar con Con la muerte en los talones, o con Vértigo o con La ventana indiscreta? Pues quizás no, pero me sigue importando un pepino.
El gran Hitchcock juega con nosotros (como es habitual en él) durante una hora y media, ahora es blanco, ahora es negro, blanco, negro,… Aunque a veces hace trampas en el juego, en algunos planos y en ciertas miradas, pero bueno, se le perdona.
Me encanta como juega con las sombras en la última parte de la película, en la que podemos ver la legendaria escena del vaso (con luz propia) y Cary Grant.
De los actores es muy fácil hablar, están impresionantes.
Cary Grant es posiblemente el actor más elegante de la historia del cine. A pesar de que, en mi opinión, gana con los años, su actuación es genial.
Joan Fontaine, irradia dulzura y fragilidad durante toda la película, está deseando poder creer a su marido y se le nota. Realiza un trabajo impecable.
Los actores secundarios, como en la mayoría de las películas de Hitchcock, son buenísimos, con unos personajes muy bien escritos. Destacando a Nigel Bruce y al siempre carismático Leo G. Carroll.
En fin, una película más que buena, en la que quedas atrapado en la telaraña que va tejiendo ese señor calvo, narigón y barrigudo llamado Alfred Hitchcock.