Sherlock Holmes
Sinopsis de la película
Sherlock Holmes y su incondicional compañero Watson, deberán usar su agudeza intelectual y toda clase de recursos y habilidades para enfrentarse a un nuevo enemigo y desenmarañar un complot que podría destruir el país. Adaptación del cómic de Lionel Wigram, que reinventa los personajes de Arthur Conan Doyle, convirtiendo a Sherlock Holmes (Robert Downey Jr.) y al Doctor John Watson (Jude Law) en detectives con habilidades para el boxeo y la esgrima respectivamente.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sherlock Holmes
- Año: 2009
- Duración: 128
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Opinión de la crítica
Película
6.6
93 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Andrew Brooke
- Andrew Greenough
- Ben Cartwright
- Bronagh Gallagher
- Clive Russell
- Ed Tolputt
- Eddie Marsan
- Geraldine James
- Guy Williams
- Hans Matheson
- James A. Stephens
- James Fox
- James Greene
- Jefferson Hall
- Joe Egan
- Jude Law
- Kelly Reilly
- Kylie Hutchinson
- Mark Strong
- Marn Davies
- Martin Ewens
- Michael Jenn
- Miles Jupp
- Ned Dennehy
- Peter Miles
- Rachel McAdams
- Robert Downey Jr.
- Robert Maillet
- Sebastian Abineri
- Terry Taplin
- Tom Watt
- William Hope
- William Houston
Se me hace raro ver a estos dos actores juntos y que la cosa no chirríe. Lo cierto es que no lo hace en absoluto y la química entre Sherlock y Watson es excelente y como producto funciona. El comienzo de la cinta es quizá lo mejor, ya que en su última media hora adolece de la fantasía inicial de la que hace gala. Guy Ritchie adapta libremente las caracterizaciones del investigador y del doctor y el resultado aunque grotesco en algunos aspectos humaniza en cierto grado a los personajes de Doyle.
La ironía de Sherlock recitada por un espléndido Robert DJ. como la de Watson (grande Law) es otro de los alicientes para acercarse al universo creado por Ritchie. Compararla con anteriores obras se me antoja peligroso cuando vivimos inmersos en una revisión de los personajes clásicos del Cine bastante más coherente y divertido que los producidos en anteriores décadas.
La puesta en escena y la banda sonora son dos razones más para darle la oportunidad a un producto decente a pesar de su lanzamiento para masas.
A través de los compañeros de FilmAffinity veo la fascinación que ha despertado el film. Realmente se trata de una película brillante por la plasmación del Londres decimonónico libremente recreado en el cómic, las interpretaciones convincentes de Downey Jr. y Law y la estupenda filmación de las escenas de acción. Tuve la oportunidad de verlo en el cine Fox de Westwood (donde hacen las premieres) y he de confesar que la calidad de imagen, de sonido es simplemente impresionante.
Ahora bien, dejando a un lado estos elementos, no puedo pasar por alto otros elementos que limitan mi valoración. De un lado, la endeblez del guión, con giros forzados, sorpresas que no son tales, de otro, la falta de una profundidad psicológica, de un mensaje que deje algo perdurable en el espectador. Uno no puede sino recordar otros filmes sobre Sherlock y echar en falta algo que trascienda la mera superficie de efectos brillantemente conseguidos. Y eso dejando a un lado el original de Conan Doyle o películas como las de Wilder.
Finalmente, me da por pensar que esta tendencia de trasladar el cómic al cine cae siempre en el mismo defecto. Se logra una enorme artesanía visual, pero se confunde el ritmo del cómic (ágil) con el del cine (que sin ser tan moroso como la literatura, requiere de un mayor desarrollo para hacerse grande).
Así pues, nos encontramos con una película para entretener, pero no para perdurar en la memoria.
El holmesiano clásico se rasgará las vestiduras, pero lo cierto es que esta nueva adaptación de las aventuras del detective más famoso del mundo no carece de gracia. A nuestro Sherlock le han cambiado la vestimenta y le han camuflado los malos vicios (supongo que el detalle que nuestro héroe se inyectase morfina y cocaína quedaba más políticamente correcto en la literatura del siglo XIX que en el cine del siglo XXI) pero conserva casi intacta la mayor fuerza de su personalidad: toda la película se articula en torno al famoso Una vez eliminado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad .
Esta nueva aventura narra el encuentro entre el detective y, efectivamente, lo imposible, que ha de transformarse en improbable. Lo imposible es un misterioso lord ocultista de extraños poderes: no resulta difícil reconocer un trasunto del brujo Aleister Crowley y su Golden Dawn (un encuentro que ya propiciaría, antes y mejor, Rodolfo Martínez en su estupenda Sherlock Holmes y la sabiduría de los muertos). El ritmo arranca frenético, desde la primera imagen de un carruaje atravesando a toda mecha una calle empedrada de Londres, luego se va marchitando hasta llegar a un final mucho más anodino. Los dos principales actores convencen, aunque físicamente no tienen nada que ver con la imagen popular de los personajes. Lestrade, Irene Adler y Mary les secundan con solvencia. Lo que sí es una lástima es que el director no seleccionara a un malvado más adecuado. El intérprete hace tal cual el rídículo y el personaje es lo más risible que he visto en años en materia de malvados. Yo a los señores malignos los respeto pero si entran por mi casa con ese peinado de abuelo de los Monster y ese piño salido para afuera, me matan, sí, pero a risa.
Lo más notable: la progresiva americanización del británico Guy Ritchie. Aquí todo suena un poco a Piratas del Caribe , otro poco más a Spiderman , un algo y más allá a 300 , esto huele a dinero yanki por los cuatro costados. Y con todo lo bueno también: los efectos digitales que dan vida al Londres de Jack el Destripador están cuidados al milímetro y nos sumergen en las lóbregas calles y en la eterna neblina de la ciudad británica.
La película es un cóctel de elementos de aventuras y humor bien equilibrados y entretetiene lo suficiente como para no darle mucha importancia a que Sherlock se haya convertido en una mezcla entre Stallone y un ninja ni que el prosaico Watson casi le supere en todas las deducciones. Hay que tomárselo un poco como un spin-off gamberro que no compromete el alma del personaje y sin embargo procura un divertimento sin tacha de principio a fin. En un cómputo sincero, diría que merece no más de un cinco. Pero confieso que le subí a seis por el empalmazo que fue escuchar The Rocky Road to Dublin , cantada por The Dubliners, en la secuencia de boxeo.
En la primera parte de las Memorias de John H. Watson (Estudio en Escarlata, 1887) se nos dice que dentro del área de conocimientos de Sherlock Holmes además de hábil con el violín, gran conocedor de las leyes de Inglaterra, con nociones de química, etc…, es un Experto boxeador y esgrimista de palo y espada.
No obstante, el inquilino del 221B de Baker Street se hizo famoso gracias a la ciencia de la deducción, esa es su idiosincrasia y su liturgia y, resulta muy difícil que se le haga justicia en sus versiones cinematográficas, pero en este caso… no es así.
En el Holmes literario siempre se nos habla de esas salidas a deshoras del célebre investigador (muchas veces disfrazado) para mezclarse entre la peligrosa gente de los barrios de Londres más pobres donde siempre hay alguien que le pasa información o le hace algún servicio. En esta película ese mundo no del todo relatado en las novelas está presente desde el inicio.
Por tanto, las personalidades del detective y de su amigo John Watson, médico militar, son perfectamente aceptables y lo expuesto en esta aventura cinematográfica es, además, revelador. Una película llena de acción, cinismo y una puesta en escena excelente, eso sí, al estilo Guy Ritchie que es una opción tan válida como otra cualquiera.
El mal es mal, intrigante y misterioso, es un mal de rituales en la cripta y de poderes ocultos, pero la habilidad deductiva de Sherlock Holmes no queda atrás. Aquí hay lucimiento de sus agudas observaciones. Todo en unas originales imágenes que potencian la investigación y las atmósferas de aquellas novelas… la amistad incondicional… las noches de niebla, el personaje enigmático, la víctima…
Tal vez puedan ponerse algunos peros pero no será en estas líneas. Irene Adler (Escándalo en Bohemia) es también otro punto fidedigno y encaja a la perfección. Y por último, la mención al profesor Moriarty augura nuevas aventuras aún más peligrosas.
La música de fondo de Hans Zimmer es el componente definitivo, no puede ser más a propósito para sumergirse en la auténtica atmósfera de uno de los dos más famosos personajes literarios de todos los tiempos: Sherlock Holmes.
El otro es el doctor John Watson. Su amigo y compañero del alma.
Si alguien ha odiado a Sherlock Holmes a lo largo de la historia ése ha sido el propio Sir Arthur Conan Doyle. Mientras escribía sus relatos entre sus consultas médicas se lamentaba de tener que identificarse con Watson, mientras observaba como un pedante inglés de nariz aguileña y figura achatada se pavoneaba de sus conocimientos mientras resolvía uno tras otros multitud de rompecabezas mentales con aparente facilidad. Conan intentó tener éxito en la historia de la literatura con otras obras, pero siempre fracasó. Tuvo que seguir escribiendo esas historias policíacas a disgusto, llegando incluso a matar al pobre Sherlock en las cataratas Reichenbach junto con su némesis el profesor James Moriarty. La madre de Arthur tuvo que insistir en que arreglara tal sacrilegio y meses más tarde se producía la resurrección del muerto. Pero una cosa es que no estés a gusto con tu obra y otra que un paleto convierta a tu héroe en un payaso.
Sherlock Holmes era un drogadicto misántropo, una persona introvertida y solitaria que curiosamente entregó su vida para ayudar a resolver los problemas de la gente que a primera vista parecían irresolubles. Nunca había tenido un amigo y se dedicaba a aprender las más raras ciencias en pro de su futuro profesional, como el saber diferenciar los cigarrillos por la ceniza que dejaban. Utilizaba la lógica como arma principal, además de un boxeo que tuvo que aprender por su esmirriado físico en su juventud y una esgrima de una técnica perfecta. Tenía que soportar como su hermano Mycroft era mucho más inteligente que él, pero éste utilizó su sabiduría para hibernarla en un acomodado salón inglés. Sólo había tenido un amor, Irene Adler, y consideraba que tanto las relaciones sexuales como sentimentales eran una debilidad que no se podía permitir.
Los casos de Sherlock solían ser casos simples, sencillos, que luego resultaban ser de gran complicación pero siempre tenía el lector la posibilidad de poder adivinar el desenlace, ocurriendo que muchas veces parecía que el único que no se enteraba de nada era Watson. En la película de Ritchie la trama es tan disparatada como absurda, con un Watson al que sencillamente diremos que escogieron a Jude Law para interpretarlo, con un Sherlock que se dedica a exhibir su torso en peleas de vagabundos, un Holmes estúpido y bobalicón, que se dedica a buscar chistes fáciles para intentar hacer reír a Dios sabe quién.
Bienvenidos a la vergüenza de un mito literario y de nuestra cultura, que se esfuerza en buscar en el arte una simple diversión efímera y banal.
-El reparto me parece tremendamente injusto-comentó Watson-. Usted ha hecho todo el trabajo en este asunto. Yo he conseguido una esposa, Jones se lleva el mérito… ¿Quiere decirme qué le queda a usted?
-A mí-dijo Sherlock Holmes- me queda todavía el frasco de cocaína.
Y levantó su mano blanca y alargada para cogerlo.
El signo de los cuatro A.C.Doyle