Satanás
Sinopsis de la película
Una pareja en viaje de luna de miel, viajan en tren por las tierras de Budapest con destino a Wiesegrad, para después dirigirse a Gombos. Debido a un error de la ferroviaria, deben de aceptar hospedar en su vagón privado a un huésped, el doctor Vitus Werdegast, psiquiatra. Aunque a regañadientes, y para evitar que el intruso se quede en el pasillo toda la noche, aceptan. Una vez juntos, el doctor Vitus les dice que va a Wiesegrad a ver a un viejo amigo, pero por la expresión de su rostro no parece tener muy buenas intenciones. Durante el transcurso del viaje, la joven pareja se queda dormida, momento que aprovecha el doctor para acariciar la cabeza de la desposada. Pero el marido lo ha observado todo…
Detalles de la película
- Titulo Original: The Black Cat
- Año: 1934
- Duración: 65
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Opinión de la crítica
6.5
34 valoraciones en total
Un absoluto clásico en toda regla que reuniría por primera vez a los dos grandes monstruos de la historia del cine, el inmenso y terrorífico Boris Karloff (1887-1969) y el legendario e inmortal Bela Lugosi (1882-1956).
Juntos y bajo la dirección del también mítico cineasta Edgar G. Ulmer (1900-1972) autor que mostró una gran capacidad para realizar películas de bajo coste pero con resultados verdaderamente sorprendentes, la película es toda una excelente muestra de la maldad del ser humano, lejos de los cánones clásicos de monstruos terroríficos aquí el horror es representado por dos hombres enfrentados, uno lleno de odio y rencor que busca venganza, el otro, un ocultista adorador de Satanás.
Con una gran influencia del expresionismo alemán y la escuela Bauhaus, el film es toda una pequeña joya del cine de terror, avanzado a su tiempo y tremendamente innovador, con un Boris Karloff sublime en el papel de Hjalmar Poelzig, arquitecto ocultista y un Bela Lugosi inconmensurable interpretando a Vitus Werdegast, demencial psiquiatra en busca de venganza.
Absolutamente recomendable a todos los aficionados al genero de terror, aunque solo sea para disfrutar de dos de los mayores monstruos de la historia del cine.
La edición en DVD incluye el doblaje original.
The Black Cat, película dirigida por el director checo de origen, Edgar G. Ulmer ,en el año 1934 contó con dos de los actores más de moda en la época (especialmente cuando nos referimos al género de terror), como fueron Bela Lugosi y Boris Karloff. Producida por la compañía Universal, la productora que en aquellos años treinta acaparaba la gran producción de terror del momento (sus adaptaciones más exitosas cuentan con las versiones más famosas de Frankenstein y Drácula, en las que por cierto aparecen estos dos actores), la película se tradujo en España con el título principal de Satanás.
Y no por pura extravagancia. Desde siempre el gato negro ha sido visto tradicionalmente como un símbolo del mal, y casi siempre en la tradición medieval occidental se ha asociado su visión con la del diablo (y si no, que se lo pregunten a los cátaros). El caso es que la película cuentan con un argumento en que se introduce (aunque sin concretar en exceso) el tema el satanismo.
A Bela Lugosi en esta ocasión le toca el papel de bueno. Será él quien por casualidad en un vagón de tren se encuentre con un escritor y su esposa, interpretados por David Manners y Julie Bishop, que por azares del destino le seguirán en su viaje, uno en el que llegarán a visitar ni más ni menos que a un siniestro personaje, interpretado por Karloff, que tiene una cuenta pendiente con Lugosi, y que en sus ratos de ocio practica el satanismo con otros miembros de la sociedad.
El caso es que la interpretación que se hace de lo demoníaco resulta de mucho interés. Por una parte, se sigue los esquemas del modelo tradicional iconográfico. Boris Karloff, que parece la encarnación misma del príncipe del mal, está caracterizado con todos los gestos arquetípicos: un misticismo del que hace gala en gran parte de sus diálogos, así como un vestuario escogido a la perfección, con prendas negras e incluso pentagramas (que lleva durante el ceremonial del ritual satánico). Además va acompañado siempre de un gato negro, animal que como ya hemos comentado, siempre se ha visto asociado a Satanás. Por otra parte, aunque Ulmer describe los rituales satánicos a prisa y corriendo (en parte porque el metraje de la película supera por poco la hora de duración), parece representar los tópicos de la misa negra, ceremonia en la que supuestamente los satanistas realizaban una transfiguración de la misa cristiana, transmutando del revés todos los valores tradicionales. Así podemos comprobar que Karloff casi está representado como un cura trasnochado, que lee unas frases en latín, mientras está colocado entre dos cruces invertidas. Mientras tanto, una pandilla de acólitos encapuchados se reúne a su alrededor. Una visión que más que verídica, parece acercarse al entretenimiento que la gente pedía por aquellos años. La imagen romántica se impone antes que la verdad.
La modernidad del diablo la encontramos en la relación del personaje con la primera guerra mundial. Recordemos, que precisamente hasta el momento en que se rueda la película (1934) la primera guerra mundial había sido el episodio bélico más nefasto que había sucedido en todo el mundo. Pues precisamente en la película, que supuestamente está ambientada en una población europea, a nuestro personaje malvado lo vemos representado como responsable de gran parte de los desastres que se produjeron en ese territorio durante la primera guerra mundial. Lugosi nos cuenta que el personaje de Karloff tuvo un papel bastante oscuro en el conflicto (culpable de la muerte de diversas compañías militares) y además le acusa de haber construido su mansión en pleno cementerio de batalla. Sin duda el diablo también es culpable de los desastres del conflicto humano causado por la primera guerra mundial. Por otra parte encontramos un detalle más que interesante en la película, cuando Lugosi y Karloff deciden jugarse su destino a una partida de ajedrez. Este juego, que ya aparece en películas con unos intereses parecidos (no podemos más que pensar en el séptimo sello, la magnífica película de Bergman) resulta un enfrentamiento espiritual por el cual los dos personajes discernirán su verdad. Sin duda una pelea mucho más elegante que si los dos personajes hubieran llegado a las manos.
Desgraciadamente la película tiene errores garrafales e imperdonables. Especialmente de guión (por otra parte recordemos que la historia está basada en un cuento de Edgar Allan Poe). Resulta más que incomprensible la aparición de golpe y porrazo del criado de Lugosi, que aparece sin más en la película, así como la conversación que (y parece que sin quererlo) tienen la hija de Lugosi, encerrada a propósito en la mansión, y la mujer del escritor europeo, interpretada por Julie Bishop, que parece que se la encuentra por casualidad. El final sería una historia totalmente diferente, porque aunque nos muestra un destello de morbosidad muy avanzado para la época (Lugosi decide vengarse de Karloff y extirparle la piel allá mismo a base de bisturí), acaba cayendo en una resolución apresurada que por momentos llega a la comicidad.
La música, en líneas generales, también acaba estropeando parte de la película (pese a que aparecen composiciones clásicas de la talla de genios como Bethoveen). Su incisivo subrayado acaba casi interrumpiendo el diálogo de los personajes, y sólo en pocas ocasiones como en la que Boris Karloff toca Tocata y fuga del maestro Bach el tono de la película y la música van de la mano.
http://neokunst.wordpress.com/2013/12/18/satanas-the-black-cat/
En 1934 el cineasta norteamericano de origen checo Edgar G. Ulmer unió los talentos de dos iconos del cine de terror clásico, Karloff y Lugosi, para narrar la historia de un matrimonio que, en pleno viaje de luna de miel por Hungría, sufre un accidente y acaba pernoctando en la mansión de un inquietante individuo (Karloff) que resulta ser un satanista con enfermizo apego por aquello que ama, aunque no le pertenezca legítimamente.
Es la historia de un esperado reencuentro y de una venganza, teñida de romanticismo y de un constante aroma fatalista, que permite apreciar aquel fulgor único y trasgresor que hizo de Ulmer una figura esencial dentro de la historia del cine de serie B, cristalizado en escenas tan perturbadoras y hermosas como la visita al sótano de bellas durmientes o el rito satánico final.
Y es que conviven muchas virtudes y hallazgos en Satanás: hay, por ejemplo, un trabajo de cámara geométrico y preciso, unas interpretaciones enfáticas y sutiles a un tiempo, unos diálogos que esconden más hondura de la que es habitual encontrar en un producto de estas características, y, muy especialmente, existe esa construcción, moderna y esotérica a la vez, que es la mansión en sí misma, un perfecto ejemplo de arquitectónica visualización del Mal (así, con mayúsculas) que en realidad encierra más dolor que otra cosa. Resumiendo: obrita maestra de Edgar G. Ulmer.
Lo mejor: el salvaje romanticismo de Ulmer.
Lo peor: que la gente la confunda con una medianía más de la época (su nota media así parece confirmarlo).
Hoy día es muy difícil que los valores que indudablemente contiene esta cinta de culto nos hagan valorarla más allá de lo que básicamente es: una cinta de bajo presupuesto de terror con la que la Universal quería seguir (y lo consiguió) rentabilizando el camino abierto con Drácula y Frankenstein en el 31 y sus dos principales protagonistas juntos por primera vez, Lugosi y Karloff o viceversa, unidos al nombre del gran Poe cuya coincidencia con su magistral historia El gato negro (1843) solo se da en el nombre. En España ni eso.
G. Hulmer adquirió fama de lidiar y sacar adelante proyectos de muy bajo presupuesto y este fue su primer éxito en esa linea que le hizo desaparecer de la lista de directores a tener en cuenta en la historia del cine y que posteriormente fue revindicado por la modernidad y la labor de recuperación de su obra (que básicamente desconozco) por su hija.
El caso es que Ulmer había estudiado Arte, le interesaba la escenografía y llegó a trabajar para Reinhart en el teatro y Murnau y Lang en el cine. Y todas esas influencias aupadas en la fotografía de Mescall se vierten en la puesta en escena de este drama de terror psicológico pionero donde lo mejor son todas las piezas de un juego que ofrece muchas variantes y posibilidades sin mojarse en ninguna.
La casa donde transcurre la acción construida sobre una plaza militar y algunas escenas de alto poder subjetivo y simbólico acompañan a los dos actores que arrastran el lastre actoral del cine mudo en un guión que acumula ideas de forma precipitada, oportunismo aprovechando que el ocultista inglés Aleister Crowley acaparaba titulares en la prensa, ritmo desigual y poco efectivo con muchas tomas que repiten actos banales como abrir y cerrar las puertas hasta la saciedad.
La inquietud que provoca la trama no acaba siendo satisfecha y uno sospecha que el astuto productor Laemmle nos ha dado gato negro por liebre.
Se hicieron más versiones que imagino con menos encanto cinéfilo y no sé si fueron capaces de desarrollar con mejor tino el potencial que esta conlleva.
Película realizada por Edgar G. Ulmer ( Detour , 1945). El guión es de Peter Rauric, que se basa en un argumento de Edgar Allan Poe, adaptado a la pantalla por Edgar G. Ulmer y Peter Rauric. Se rueda en los Universal Studios (Universal City, CA) con un presupuesto modesto. Producida por E. M. Asher como supervisor de producción, se proyecta en première el 3-V-1934 (EEUU).
La acción tiene lugar en Hungría en 1932/33 a lo largo de un día. La pareja de recién casados formada por Joan Alison (Julie Bishop como Jacqueline Wells) y Peter (David Manners) viaja en tren hacia el lugar donde han de pasar la luna de miel. A pesar de haber contratado un compartimento exclusivo, se ven obligados a aceptar la compañía del Dr. Vitus Werdegast (Lugosi), psiquiatra, que desea visitar a un antiguo compañero de armas, Hjalmer Poelzig (Karloff).
El film es un thriller de terror psicológico, horror, crimen y suspense. Es la cuarta película realizada por Ulmer, que antes había trabajado como colaborador de Reinhart. Como en la mayoría de sus obras, luce en esta ocasión una gran capacidad de gestión de presupuestos escasos, dirección de cuadros de pocos actores y construcción de escenografías novedosas, sugestivas y muy sobrias. En su juventud cursó estudios de diseño y escenografía, que abandona para trabajar en el cine. A pesar de fallos e imperfecciones, la película desarrolla una gran intensidad dramática, que se arropa con una iluminación sorprendente y una excelente puesta en escena. Es la primera película en la que colaboran como coprotagonistas los dos actores de más renombre del momento en el género de terror, Karloff y Lugosi. El duelo interpretativo de los dos actores constituye uno de los motivos adicionales de interés del film, uno de los pocos en los que Lugosi tiene a su cargo un papel heroico. El título original hace referencia a la simbología asociada al gato negro, evocación del diablo y de la muerte. Con medios artesanales y haciendo uso de la sugerencia y la invitación a establecer supuestos, el relato adquiere una fuerza inusitada. Evoca el mal, la villanía y la ruindad. La caracterización del villano incluye la mentira, la traición, la crueldad, el crimen, la necrofilia, la locura y el satanismo. Añade acciones macabras que se envuelven en una atmósfera lúgubre y perturbadora. El éxito del film da lugar a la realización de El cuervo (Landers, 1935).
La música, de Heinz Roemheld ( La momia , 1932), aporta una partitura original inquietante, que completa con fragmentos de composiciones clásicas: Tocata y fuga (Bach), Preludios (Liszt), Sinfonía nº 7 (Beethoven), Obertura de Romeo y Julieta (Tchaikovsky), Sinfonía inacabada (Schubert), etc. La fotografía, de John J. Mescall, ofrece composiciones de magnífico dibujo, juegos de luces de factura expresionista, proyección de sombras, reflejos de imágenes y formas que sugieren temas de la iconografía religiosa. La película es una obra clásica de culto.